¿Es positivo vincular las becas universitarias al rendimiento académico? Planteada así, la propuesta del ministro Wert parece acertada. Al fin y al cabo, es justo exigir a los estudiantes que cumplan con sus obligaciones cuando disfrutan de una educación sufragada por el conjunto de la sociedad. Si una persona no tiene las aptitudes necesarias para […]
¿Es positivo vincular las becas universitarias al rendimiento académico? Planteada así, la propuesta del ministro Wert parece acertada. Al fin y al cabo, es justo exigir a los estudiantes que cumplan con sus obligaciones cuando disfrutan de una educación sufragada por el conjunto de la sociedad. Si una persona no tiene las aptitudes necesarias para cursar una carrera universitaria, es ineficiente asignarle recursos públicos para que lo haga, más aún en un contexto de crisis económica como la que sufre España en la actualidad. Sucede, sin embargo, que las becas no sólo afectan a quien las está disfrutando sino también a quien tendría expectativas de disfrutarla y, desde ese punto de vista, la propuesta de Wert es mucho más discutible. Veámoslo.
Cuando un estudiante valora la posibilidad de cursar o no estudios universitarios tiene en cuenta varios factores. Tenemos, por un lado, el interés por el objeto de estudio (educación como consumo) y, por el otro, el análisis de costes y beneficios (educación como inversión). Estos factores no afectan por igual a toda la población; según un estudio del Institute for Employment Studies, los estudiantes de clases sociales más bajas tienden a valorar más la educación como inversión[1]. Una modificación del sistema de becas supone una alteración de los costes de modo que nos centraremos en el análisis de costes y beneficios.
En toda decisión sobre un rendimiento futuro las expectativas juegan un papel relevante. Condicionar la renovación de las becas al rendimiento académico implica que el estudiante que está pensando si ir o no ir a la Universidad, formará unas expectativas sobre las opciones que tiene de cumplir las exigencias académicas establecidas para la renovación de la beca. Se podría argumentar que esto es positivo puesto que no tiene sentido que la universidad se llene de estudiantes incapacitados pero este argumento olvida que las expectativas no son objetivas sino que son subjetivas. De hecho, siempre según el estudio citado, los estudiantes de clases sociales más bajas tienen menor confianza en su capacidad para tener éxito en la educación superior que los de las clases sociales más altas. Tenemos, por tanto, que los estudiantes de clases sociales más bajas tendrán mayor tendencia a pensar que no les será renovada la beca cuando toman la decisión de realizar o no carrera universitaria.
Por si esto no fuera suficiente, los estudiantes de clases sociales más bajas tienen también más adversión al riesgo de endeudarse. El motivo es simple: el monto total de la deuda derivada de cursar estudios universitarios supone una cuantía mayor en proporción con la renta familiar. Además, los más «valientes» tienen que lidiar con la severa escasez de crédito que caracteriza la situación económica española actual. Esta mayor adversión al riesgo de la deuda amplifica el impacto de la menor confianza en el rendimiento propio de los estudiantes de rentas más bajas.
Hemos visto, en definitiva, que los programas de becas condicionados al mérito académico pueden provocar una barrera social para la entrada a la Universidad. Conviene notar que esta barrera no implica, ni siquiera, premiar a los estudiantes con mayores méritos académicos puesto que los motivos que les impiden entrar a la universidad son la falta de confianza y la falta de recursos económicos. Teniendo en cuenta el papel que juegan los estudios en la conformación de los salarios, la propuesta del ministro Wert daría argumentos a los defensores de la Escuela Radical.
Para concluir, recordaremos que la política de becas no debería tener como principal objetivo premiar a los estudiantes por su rendimiento académico sino garantizar el derecho de todos los ciudadanos a la educación superior tal y como aprobó la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 2200. Las personas con rentas más altas, incluso aquellas con expedientes académicos brillantes, no condicionan la realización de estudios universitarios a la obtención o no de una beca; de modo que el programa de becas por mérito no supone un incentivo para que estudien y se trata, sencillamente, de una transferencia de dinero público a las familias con mayor poder adquisitivo.
Nota:
[1] Connor H, Dewson S, with Tyers C, Eccles J, Regan J, Aston J. Social Class and Higher Education issues affecting decisions on participation by lower social class groups. Research Report RR267, Department for Education and Employment, March 2001.
Antoni-Ítalo Moragas Sánchez, matemático y doctorando en Economía en el Instituto Universitario Europeo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.