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El Gobierno tripartito en Cataluña

Bienvenidos al desierto de lo real

Fuentes: Rebelión

Atravesando ya el segundo mandato del Gobierno Tripartito en Cataluña quiero expresar como ciudadano de izquierdas mi más profunda decepción. Intento no ser maximalista y aceptar que la política en el poder es, en algún sentido, posibilista. No quiero caer en los tópicos populistas de echar toda la culpa a los políticos y convertirlos en […]

Atravesando ya el segundo mandato del Gobierno Tripartito en Cataluña quiero expresar como ciudadano de izquierdas mi más profunda decepción. Intento no ser maximalista y aceptar que la política en el poder es, en algún sentido, posibilista. No quiero caer en los tópicos populistas de echar toda la culpa a los políticos y convertirlos en el chivo expiatorio de los males sociales. Pero incluso desde estos planteamientos el panorama es desolador.

Cataluña tuvo un movimiento antifranquistas de izquierdas potente y activo. No sólo porque el PSUC dominó la oposición democrática sino porque se desarrolló un sector a su izquierda con una relativa inicidencia. Hubo un movimiento obrero y estudiantil que, sin mitificaciones, tuvo una fuerza real en la sociedad catalana (de aquellos que, como se decía entonces, viven y trabajan en Cataluña). Con todos los defectos del PSUC (bastante manipulador, con un sector que cada vez se orientaba más hacia una socialdemocracia), con todos los dogmatismos y sectarismos del izquierdismo (sobre todo de los grupos maoístas y troskystas) lo cierto es que existía un potencial humano claramente de izquierdas, muy importante y combativo. Resulta totalmente desalentador ver como se ha ido dilapidando este capital a lo largo del tiempo hasta quedar reducido a lo marginal. El PSUC murió fruto de conflictos internos y por falta de consistencia política. Sus restos son Iniciativa/Verds, el PCC y el PSUC-Viu. Los tres grupos están en el gobierno, los dos últimos a través de Esquerra Unida y Alternativa (que no es, por cierto, ni una ni la otra). De la izquierda del PSUC no queda nada, políticamente hablando, de toda esta herencia.

Durante años hemos esperado una alternativa de izquierdas a Convergencia i Unió y ahora nos encontramos con un gobierno que mantiene descaradamente la línea anterior.. Puede parece muy difícil valorar la acción de un gobierno por su complejidad pero si los ciudadanos democráticos, formados e informados, no opinamos entonces ya no hay democracia posible. Por lo tanto es importante que opinemos sobre la base de lo que conocemos y de las informaciones que tenemos, que por supuesto son parciales. ¿ Y que puedo decir ? Empezando por el tema de Enseñanza (eso sí, han cambiado el nombre por el de Educación) que es el que conozco por experiencia, este gobierno es una perfecta continuidad de la política educativa de Convergencia i Unió, que está basada en la gestión pública a través de centros privados (concertados), la ineficacia y de la falta de recursos y de una incapacidad por afrontar los problemas reales del sistema educativo. En Sanidad (también han cambiado el nombre por el de Salud) todo continua igual (o si he de hacer caso a gente sensata que trabaja en el Departamento, todavía peor). De los otros Departamentos mi percepción es la misma, empezando por la de Interior, donde Iniciativa/Verds está planteando, como mínimo, unas intervenciones que no marcan ninguna diferencia con cualquier política represiva de un gobierno conservador. Pensaba que quizás la diferencia estaría en Medio Ambiente, gobernada también por Iniciativa y que parecía que empezó bien con Salvador Milá. Pero rápidamente lo cambiaron por Francesc Baltasar, que cada vez está cosechando más críticas por parte de los grupos ecologistas. En Economía tampoco se puede hacer nada, por supuesto, excepto suplicar a las empresas que no cierren…

En todo caso podemos afirmar que nada de lo que ha hecho este gobierno no lo podía haber hecho cualquier gobierno de derechas como el anterior de Convergencia i Unió. Y que no ha actuado sobre ninguno de los problemas reales de los trabajadores catalanes: paro, vivienda, educación, sanidad, medio ambiente… Si mandan los mercados, los bancos y poderes fácticos que ni sabemos ni quienes son no necesitamos gestores que se proclamen de izquierdas que nos roben hasta el significado de las palabras que pertenecen a nuestra tradición.

El discurso mantiene la retórica nacionalista de Convergencia, que el PSC intenta equilibrar con su obediencia a la cúpula del PSOE. Y el estilo es el mismo que el de los años anteriores: amiguismo, multiplicación de informes inútiles, gastos superfluos, publicidad para anular el sentido crítico… Y el Presidente Montilla que dice que no hace públicos los informes que se han hecho y lo que han costado porque no todo el mundo tiene derecho a disponer de esta información. En este «todo el mundo» no piensa en los ciudadanos, claro, sino en la oposición. Pero ¿cómo es posible que hayamos a llegado a este nivel de degradación democrática desde los que se dicen de izquierda? Esto quiere decir que ni la forma de gobernar ha cambiado.

Me entristece tener que mantener el tópico de que el poder corrompe. Pero es así : los partidos se han repartido los cargos y ¿por qué ocultarlo? Los privilegios, el prestigio, el poder que da sentirse importante, tener chófer y secretaria…. tampoco son tonterías. Mejor que volver a trabajar de profesor, de cartero, de administrativo o ir al paro. Convergencia i Unió es un partido de derechas, vinculado a las clases dominantes a las que sirven, son coherentes y tienen la mayoría, los privilegios asegurados fuera de la política. Mientras la política sea una manera de promoción social, y mal que nos pese, es sobre todo para los dirigentes de la izquierda, acceder al poder quiere decir desclasarse. Y ¿a quién le amarga un dulce?

Pienso que la cuestión tiene que plantearse en término políticos, no personales. Hay que reflexionar sobre el funcionamiento de los partidos de izquierda, no pueden seguir el mismo modelo que los de la derecha porque los resultados son todavía peores. Políticos profesionales, partidos jerárquicos que dependen del dinero para las campañas, listas cerradas, propaganda en lugar de debate. Pero bueno ¿ que se han creído ? Todo es humano, demasiado humano pero conmigo que no cuenten: porque Iniciativa/Verdas i Esquerra Unida i Alternativa (y por supuesto el PSC y ERC) no van a contar nunca más con mi voto para mantener sus cargos. El único voto útil ya es colocar a estos dirigentes (que tan bien defienden sus intereses personales) en el lugar que les corresponde y dejen de hablar en nuestro nombre. Y lo digo con pesadumbre, porque sé que hay en estos partidos gente honesta que está trabajando honestamente en las instituciones. Y porque partidos como el PSUC-Viu son capaces de desmarcarse algo de los dirigentes de Iniciativa/Verdes y del PCC que dominan su coalición. Pero las estructuras son, en la práctica, jerárquicas, y el voto de Esquerra Unida i Alternativa va a Jordi Miralles y éste se mantiene en un cargo desde el que apoya a Saura y éste a Montilla. Y ésta es la lógica del voto, la de mantener a estos dirigentes en sus cargos sin que visualicemos nada importante que los diferencie de la derecha.

La paciencia, señores míos, y lo digo con amargura, tiene un límite. Y a partir de ahora esta claro que cualquier avance será producto de nuestra lucha y que es en esta en la única que podemos confiar. Y si digo lucha no me refiero salir a la calles a manifestarse, que también, sino el trabajo para organizarnos desde la base. Como hacerlo esta es la cuestión pero desde aquí tenemos que hablar.

Y ojalá alguien pueda convencerme razonablemente que me equivoco, que a pesar de todo vale la pena vota a la supuesta izquierda. Si nos han robado, como ya he dicho, hasta la palabra que nos unía `para luchar por una sociedad mejor…

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