Que la prensa del régimen derechista español haga caso esquivo, ignore, oculte información o mienta sobre la marcha en Bilbao, a la que además de los nacionalistas de izquierda también convocaron y en la que participaron organizaciones de alcance estatal como Izquierda Unida y CCOO, por que se cumpla la Ley sobre el respeto de […]
Que la prensa del régimen derechista español haga caso esquivo, ignore, oculte información o mienta sobre la marcha en Bilbao, a la que además de los nacionalistas de izquierda también convocaron y en la que participaron organizaciones de alcance estatal como Izquierda Unida y CCOO, por que se cumpla la Ley sobre el respeto de los derechos humanos de los presos políticos, es comprensible debido a su carácter continuador de la guerra y defensor de los intereses que promueven. La gran unidad lograda por la izquierda ponía en evidencia quienes quieren detener el paso de la Historia.
La manifestación, que partía de dos puntos de la ciudad muy alejados entre si, el Ayuntamiento y La Casilla, se encontraba a mitad de camino simbolizando el encuentro entre todo el pueblo vasco con sus presos llegando desde centenares de kilómetros y largos años de ausencia. La palabra Ahora se encontraba escrita en multitud de idiomas, incluso en chino, para llamar al mundo a este momento histórico en el que la paz tiene que hacerse presente en todos los órdenes.
La vista de la manifestación era de una multitud que abarrotaba el recorrido, las dos avenidas daban con un pequeño escenario levantado en una plaza para que desde lo alto recitasen las y los versolaris, se cantase por el cumplimiento de la legalidad, tanto de la legalidad constitucional española como europea, que conlleva la vuelta de los presos políticos a las cárceles de su tierra, y se leyese un comunicado entre personalidades de la cultura vasca. La ciudadanía hervía en palabras de aliento a la realidad que se aproxima: Ahora, era el término que recoge el presente en el que se da el cambio.
La red social Sare, convocante de la manifestación, había pedido que fuese silenciosa y sin símbolos partidistas para que primase la representación del pueblo sin distinciones, y el pueblo que llenaba el recorrido empezó a abrirse desde La Casilla para dar paso a las furgonetas que llevan semana tras semana a los familiares a pasar unos minutos junto a los suyos en prisión; cada una de ellas llevaba en lo alto un cartel del número de kilómetros que debe recorrer para alcanzar su objetivo: Huelva, 950 kilómetros; Granada, ….; Almería, ….; y tras ellas caminaban padres, madres, hermanos, … con pañuelos en los que aparecía el mapa del País Vasco, al que unas flechas indicaban el camino de vuelta. Reclamaciones del cumplimiento de la legalidad que cuestionan a quienes dicen representarla, y sin embargo insisten en esquivarla.
Las furgonetas, conducidas por voluntarios que van y vienen, y los familiares andando, pasaban entre grandes olas de aplausos e irrintzis. A quien había llegado a Bilbao de casualidad ese día, iba a darle la impresión de encontrarse con un mundo que palpaba la proximidad del momento que se fijaría en la Historia.
La lectura posterior de los periódicos de Madrid dando argumentos falsificados sobre la Ley relativa al cumplimiento de las penas, o tratando el derecho de manifestación como algo inútil, para concluir en lo más oscuro del pensamiento político, habla por si sola de los condicionamientos ideológicos provenientes de la dictadura y su dictador, que tenía gusto por sostener que la Historia estaba detenida en un tiempo sin derechos en el que el pueblo trabajador como fuerza social no existía. En Bilbao, el domingo día 11 de Enero de 2015, se demostró lo contrario, el momento del pueblo y sus hijos presos, Ahora, se veía ya en los ojos de la gran multitud.
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