«Ahora que te toca parir te quejas de dolor, eso deberías haber pensado a la hora de abrir las piernas», es una de las frases denigrantes y cargadas de violencia que soportan en el momento muy sensible del parto muchas indígenas bolivianas, sometidas a insultos y discriminación a la hora de dar a luz. Tal […]
«Ahora que te toca parir te quejas de dolor, eso deberías haber pensado a la hora de abrir las piernas», es una de las frases denigrantes y cargadas de violencia que soportan en el momento muy sensible del parto muchas indígenas bolivianas, sometidas a insultos y discriminación a la hora de dar a luz.
Tal es la afirmación de Alejandra Álvarez, miembro de la red boliviana por la Humanización del Parto y comunicadora social de profesión, quien acota que muchas mujeres no conocen de sus derechos al momento de dar a luz a un nuevo ser y tampoco que ellas son las protagonistas de un acto tan importante en la reproducción humana y la vida.
Esta red se articuló a partir del encuentro celebrado en noviembre de 2000, en la ciudad de Ceará, Brasil, sobre la humanización del parto, con el fin de analizar y buscar soluciones a la violencia que experimentan muchas mujeres al dar a luz. Así, surgieron organizaciones y redes en Latinoamérica, el Caribe y en diferentes sitios del mundo para dar a conocer los derechos femeninos en ese momento tan especial.
Violencia extrema en un momento delicado
«La red por la humanización del parto apunta a que las mujeres y también los médicos y demás personal de salud se informen y tengan conocimiento sobre la humanización del parto y la importancia de ello», explica Álvarez.
«Cuando yo tuve a mi niña, el doctor y la enfermera que me atendieron me reñían por quejarme, es que sentía muchos dolores fuertes y lloraba y gritaba y aunque me inyectaron anestesia sentía mucho dolor, fue algo muy duro», cuenta Elena a SEMlac.
Además, ella agrega que no tenía conocimiento de que, dentro de un hospital, una mujer puede determinar qué posición es más cómoda para dar a luz, que no es necesario depilarla, realizarle cortes vaginales y que puede estar acompañada de un familiar.
«El día de mi último parto fue horrible porque yo siempre tuve a mis bebés en casa, ayudada de mi madre, pero mi último hijito lo tuve sola en el hospital y eso fue grave, porque el médico me trató muy mal y me dijo que yo era una mujer sucia y que olía mal», explica Francisca, de 38 años, quien trabaja como empleada doméstica.
«Escoger la posición más cómoda, que el tacto vaginal -para conocer el grado de dilatación- se realice por una sola persona y no por todo el personal de salud, que no se prohíba el derecho a gritar y esté presente un ser querido, son parte de los derechos que la mujer tiene y no conoce y que la humanización del parto trabaja para difundir», comenta Álvarez.
Campañas, charlas, seminarios de capacitación y boletines son algunos medios por los cuales esta organización trata de difundir la lucha en contra de la violencia que experimentan las mujeres en un momento tan importante de sus vidas como es el parto.
Derechos pisoteados por la violencia
En Bolivia existe, y supuestamente está vigente, la resolución ministerial 0496 del año 2001, la cual brinda protección y poder de decisión a las mujeres a la hora del alumbramiento, no obstante esta ley ha quedado archivada en el olvido y casi nadie conoce.
Álvarez cuenta a SEMlac que en muchos centros de salud la opinión de la embarazada, próxima al parto, no es escuchada, sino descalificada, y el abuso de tecnologías sobre el cuerpo es total. «La humanización del parto apunta a que las mujeres determinen cómo quieren tener al bebé y que su intuición no sea descalificada por un médico», abunda.
Es decir, que esta organización tiene plena conciencia de que una mujer puede presentar riesgos a la hora del alumbramiento, pero que los médicos y el personal de salud no abusen de sus conocimientos y descalifiquen las sensaciones de ellas y la intuición humana que tienen y que las guía a elegir una posición.
«La posición ginecológica horizontal es la obligatoria; sin embargo, esta es mucho más dolorosa, porque si dejaran que la mujer se acomode de forma vertical, según su intuición y comodidad, el parto sería más sencillo y con menor dolor, menos sangrado y desde luego más rápido por la ayuda de la gravedad», asegura la miembro de la red.
En la actualidad, la Red por la Humanización del Parto trabaja por difundir derechos y tiene como meta que las mujeres tengan un parto seguro y no violento. Su propósito es que la gestante sea respetada y que el parto -que es un acontecimiento muy importante en su vida- sea emblemático y no un trauma que le deje dolor y secuelas.