La compañía British Petroleum (BP) aún invierte millones para limpiar su imagen, aunque todavía se desconoce cuánto crudo permanece en las profundidades del Golfo de México. Según el periódico británico The Sunday Telegraph, la BP gastó un millón de dólares semanales en publicidad en los Estados Unidos, desde los inicios del accidente, ocurrido el 20 […]
La compañía British Petroleum (BP) aún invierte millones para limpiar su imagen, aunque todavía se desconoce cuánto crudo permanece en las profundidades del Golfo de México.
Según el periódico británico The Sunday Telegraph, la BP gastó un millón de dólares semanales en publicidad en los Estados Unidos, desde los inicios del accidente, ocurrido el 20 de abril pasado.
El sitio digital Mashable igual develó el listado de los principales anunciantes de Google en junio de 2010, y lo más destacado resultó la inversión realizada por la compañía británica para mejorar su maltrecha imagen.
Según esos datos, la BP gastó tres millones 600 mil dólares en una campaña orientada a reforzar el valor de su marca, y se colocó entre los seis consorcios que más dinero aportaron a su publicidad en los buscadores.
Hasta hoy, los costos para responder al desastre llegan a ocho mil millones de dólares, cantidad que abarca la contención, perforación del pozo auxiliar, el procedimiento de sellado del pozo (static kill), la inyección de cemento, las concesiones a los estados ubicados en el Golfo, los reclamos pagados y los costos federales.
Se estima que 4,9 millones de barriles de crudo se esparcieron en la zona marítima, hasta que el flujo fue detenido a mediados de julio.
Aunque según las estadísticas de Oil Spill Intelligence Report, reproducidas por la británica BBC, este suceso -a pesar de su impacto ecológico, social y económico- «ni siquiera se registra entre los cincuenta mayores accidentes de este tipo en los mares del mundo».
Tras meses de batallar para sellar el vertido, desde inicio del actual mes, el pozo submarino averiado ya no representa peligro alguno para el área, aseguró el almirante Thad Allen, responsable de esas operaciones.
En tanto, la compañía británica se ha comprometido a pagar 20 mil millones de dólares en un fondo de fideicomiso para cubrir los daños ocasionados.
Hoy, más de 42 mil solicitudes de demandas son procesadas por la Instalación de Reclamaciones de la Costa del Golfo (GCCF, por sus siglas en inglés), desde el pasado 23 de agosto. Hasta ahora BP ha pagado 399 millones de dólares por reclamaciones.
Con todo el dinero invertido, aún resulta una incógnita cuánto crudo queda en las aguas profundas del Golfo de México, luego de dejarse de ver en la superficie la marea negra.
Enigma con mayor complejidad, aseguran los investigadores del tema, por lo poco que se sabe hoy del comportamiento del petróleo y el gas a un kilómetro y medio debajo de la superficie y a otras temperaturas.
Aunque un informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica afirmó que la inmensa mayoría del crudo fugado ya se evaporó, quemó, dispersó o se retiró de la superficie, no pocos expertos cuestionan tal aseveración.
Una investigación realizada por el Instituto Oceanográfico Woods Hole de Massachusetts, confirmó la presencia de residuos químicos tóxicos a un kilómetro bajo la superficie del mar.
El estudio mostró una estela de sustancias químicas, derivadas del petróleo, de 200 metros de alto, dos kilómetros de ancho y 35 kilómetros de largo.
Igual aclaran que en alta mar hay menos praderas marinas y menos zonas de algas, y el vertido termina depositándose en el fondo marino.
Pero en las zonas costeras, donde está el fondo arenoso, el hidrocarburo se puede ir infiltrando en el sedimento y permanecer por más de un siglo.
Otro grupo de científicos de la Universidad de Georgia afirma que aún está sumergido entre el 70 y el 79 por ciento del petróleo que salió de la plataforma incendiada en las costas de Louisiana.
El estudio, publicado en The Wall Street Journal, afirma que BP y las autoridades estadounidenses solo se limitaron en sus estimaciones, a cuantificar el petróleo derramado o evaporado en superficie.
Charles Hopkinson, de la Universidad de Georgia, asegura que por sus cálculos, basados en un modelo matemático preciso, todavía hay más de tres millones de barriles bajo agua.
«El petróleo está allá afuera aún y necesitaremos años antes de que desaparezca realmente. Estamos muy lejos de la comprensión real de cuál será el impacto ecológico», precisó Hopkinson.
A Ira Leifer, parte del Grupo Técnico de Medidas de Tasa de Flujo, designado por el gobierno norteamericano e investigador del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de California, la BP aún no lo ha autorizado a hacer un estudio intensivo del derrame en la zona de los hechos, propuesto por este reconocido experto.
Su caso no es el único, asegura Leifer, y al igual que a él, otros científicos -entre los mejores del mundo- no han podido realizar sus investigaciones para ampliar los conocimientos para el manejo de derrames en aguas profundas, tema muy poco estudiado.
A pesar de las estrictas medidas de seguridad, el camarógrafo John L. Wathen logró filmar y fotografiar delfines y ballenas flotando en aguas contaminadas.
«Por lo menos he visto 100 delfines nadando sobre el petróleo, algunos moribundos», dijo al regreso de un reciente vuelo. «También fotografié un cachalote cubierto de aceite negro por todas partes. ¿Quién responderá por estas gentiles criaturas?», preguntó Wathen.
Igual, entre cinco mil y 15 mil peces muertos fueron hallados a finales de agosto en la desembocadura del Mississippi, según un reporte del diario Times-Picayune, de Nueva Orleans.
El Doctor Giovanni Gregori, reconocido geofísico italiano y uno de los científicos consultados por el gobierno norteamericano para el manejo del desastre, asegura que esta clase de incidentes han sido groseramente subestimados.
A su criterio, los derrames de hidrocarburos en el mar significan cuatro tipos de riesgos. El primero atañe a la ecología, pues genera desequilibrios que afectan la vida y el ciclo alimentario de la fauna íctica y de superficie.
El segundo es económico porque se detiene una amplia gama de actividades dañadas en agua y tierra, como sucede en el Golfo de México o el Mediterráneo central, donde también opera BP.
El tercero, agrega el científico, resulta potencialmente peor, y consiste en la acumulación de crudos a diversas profundidades en altamar y en una zona que genera huracanes, vinculados al calor submarino.
Los hidrocarburos depositados en los fondos marinos, dice, pueden ser alzados por los ciclones y arrastrados por los vientos hacia tierras remotas, donde pueden dañar plantas, animales y gente, en grado superior al de una erupción volcánica.
El cuarto peligro se refiere a la parte liviana de los crudos, que se dispersa en la superficie, creando una fina película, como ya se ha comprobado en buena parte del Atlántico septentrional.
Este velo de hidrocarburos al evaporarse puede alterar la circulación atmosférica y el clima.
Y mientras los científicos continúan con sus alertas, la BP acaba de concluir las causas que provocaron el derrame, y dictaminó, en una investigación interna, que la responsabilidad del desastre ecológico corresponde a varias compañías.
Este informe desestimó el papel rector de la BP en el peor derrame de petróleo en la historia de Estados Unidos, y no pocos dicen que buscó la forma de compartir su culpa con sus contratistas.
El texto, divulgado el pasado miércoles en su sitio de Internet, enumera no menos de ocho yerros de juicio y defectos de equipamiento, que permitieron la erupción de gas natural, 65 kilómetros al sur de las costas de Louisiana, donde murieron once operarios y se derramó crudo durante 87 días.
El dictamen concluyó que BP y Halliburton no sometieron a pruebas fehacientes la mezcla de cemento que, al fallar, originó la explosión y el posterior hundimiento de la plataforma, propiedad de Transocean, y encargada de taladrar el pozo.
Esta, especifica, omitió mantener componentes críticos diseñados para prevenir en forma automática un estallido. Los operadores reaccionaron con lentitud y cometieron al menos un error que puede haber causado la catástrofe.
Los inversores de la compañía británica aguardaron durante meses este reporte, para saber si esta sería capaz de compartir los costos potenciales del derrame, un monto que según analistas supera los 50 mil millones de dólares.
En los últimos meses las acciones de BP han perdido valor y en junio llegaron a colocarse en el nivel más bajo, desde agosto de 1996, aunque la empresa insiste en que es fuerte y puede atajar la crisis con la generación de efectivo y facilidades bancarias.
No obstante, en el trimestre de abril a junio perdió 17 mil millones de dólares, una de las mayores mermas en la historia empresarial británica.
En los próximos 18 meses, BP venderá acciones por un valor de 30 mil millones de dólares, con lo cual reducirá su campo de exploraciones, pero permitirá aumentar su calidad, aseguran sus ejecutivos. Igual se sabe que continuará con sus prospecciones en las costas del Mediterráneo Libio y en el mar del sur chino.
Los sucesos no detienen la extracción de crudo marítimo, incluso en las mismas aguas del Golfo de México. Cuatro meses y medio después del desastre de la BP, recién acaba de estallar otra plataforma, propiedad de la compañía Mariner Energy. El derrame del petróleo profundo apenas comienza.
Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=219695&Itemid=1