Estados Unidos cuenta con el cinco por ciento de la población mundial pero emite el veinticinco por ciento de los gases que envenenan nuestro planeta. En 1997 se acordó el Protocolo de Kyoto que comprometió a los países firmantes a reducir sus emisiones contaminantes en un cinco por ciento en el período del 2005 al […]
Estados Unidos cuenta con el cinco por ciento de la población mundial pero emite el veinticinco por ciento de los gases que envenenan nuestro planeta.
En 1997 se acordó el Protocolo de Kyoto que comprometió a los países firmantes a reducir sus emisiones contaminantes en un cinco por ciento en el período del 2005 al 2012. Este razonable pacto internacional, permitirá que esta tierra nuestra se libere un poco, una pizca solamente, de los múltiples factores que intoxican la atmósfera, aumentan la temperatura, contribuyen a la extinción de las especies y aniquilan la vida vegetal.
Hasta ahora Europa, Japón y Canadá han aceptado reducir sus emisiones de gas carbónico, que representan el treinta y tres por ciento de la polución mundial. Pero el presidente Bush se opuso a ese acuerdo alegando que las limitaciones que impone el acuerdo de Kyoto restringirían el desarrollo económico estadounidense en un cuatro por ciento del producto interior bruto, o sea una pérdida estimada en 400 mil millones de dólares, solamente en el período hasta el año 2010, y anularía cinco millones de empleos. La situación se empeora si tenemos en cuenta que la mitad de la electricidad que se produce en Estados Unidos proviene de la incineración de carbón como comburente energético y ese tipo de emisiones son las más nocivas.
En el sur de Francia las temperaturas de junio rebasaron los 40 grados centígrados, lo cual es de 5 a 7 grados por encima de la media anual. En Suiza han tenido el verano más caliente en 250 años. En Estados Unidos han sufrido 562 tornados, solamente en el mes de mayo de 2003. La plusmarca anterior era de 399, en el año de 1992. En la India han padecido una calígine de 45 grados que es 5 grados por encima de lo usual, lo cual provocó la muerte de 1400 personas. En Sri Lanka han ocurrido inundaciones y avalanchas debido a las fuertes y desusadas lluvias que han provocado una disminución del 30% en el rendimiento agrícola. El mes de junio ha sido el más caliente que se recuerda en Inglaterra desde 1976.
Todos los registros de la OMM indican que las temperaturas se han ido incrementando notablemente durante los últimos cien años. Las anomalías climáticas se acentúan. Desde 1861 la temperatura de la tierra se ha elevado en seis grados centígrados. Los registros indican que el pasado siglo veinte ha sido el más caluroso de los últimos mil años, pero a partir de 1976 el ritmo de intensificación se ha triplicado. El año 2003 fue el más caliente de los 143 años que existen registrados científicamente.
Por primera vez en la historia la raza humana ha alcanzado la capacidad para exterminarse a si misma por medio del suicidio ambiental. El gobierno de Bush ha rehusado suscribir el Protocolo de Kyoto que regula las emisiones tóxicas que generan las grandes industrias en su afán por proteger a las transnacionales y al gran capital financiero Bush ha condenado a la extinción al resto de la humanidad. Los Estados Unidos son el principal país contaminante de la atmósfera pero rechaza poner un freno a su nociva emisión de gases y al envenenamiento de ríos y mares con sus desperdicios industriales y sus escombros radioactivos.
El más grave problema consiste en el breve lapso que unirá a otros países al grupo de contaminadores. En el año 2030 China se convertirá en el principal país profanador de la atmósfera y la India será el tercero. El desarrollo vertiginoso de China, su enorme dinamismo industrial la pondrá a la cabeza de los países desarrollados. Los esfuerzos diplomáticos se encaminan ahora a lograr que los países emergentes se unan también a esa convención y limiten sus difusión de vapores aniquilantes.
Durante decenios se ha confiado en que los desperdicios del dispendio humano eran absorbidos y transformados, por una naturaleza benévola, en sus ríos, océanos y atmósfera. Pero esto ya no sucede así. La actividad humana tiene un considerable poder de corrupción de la biosfera. El uso de combustibles de origen fósil genera el ochenta por ciento de la energía pero las tres cuartas partes del consumo la realiza solamente una cuarta parte de la humanidad.
La explotación de los suelos, los bosques y el agua ha llegado a un nivel tal que no permitirá su recuperación en el lapso de una vida humana. Esta destrucción es irreversible en ciertos aspectos y si continuamos con el presente ritmo de erosión, la presente centuria verá la desaparición del ochenta al noventa por ciento de las especies animales de la Tierra, que aparecieron en su mayoría hace sesenta y cinco millones de años, al final del período Cretáceo.