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Tras ganar el fascista Cesar Vidal el Premio Ciudad de Torrevieja 2005 aseguró que no volvera a ser jurado ni premio de un galardón de "tipo comercial"

Caballero Bonald, Premio Nacional de las Letras Españolas 2005: «Ya era hora, lo esperaba desde hace tiempo»

Fuentes: Europa Press

El escritor gaditano José Manuel Caballero Bonald recibió hoy el Premio Nacional de las Letras Españolas 2005. En declaraciones a Europa Press, el autor mostró su satisfacción por este premio «que ya esperaba desde hace tiempo». «Esto es un escalafón y cuando uno llega a cierta edad, espera que se lo den y pensaba que […]

El escritor gaditano José Manuel Caballero Bonald recibió hoy el Premio Nacional de las Letras Españolas 2005. En declaraciones a Europa Press, el autor mostró su satisfacción por este premio «que ya esperaba desde hace tiempo». «Esto es un escalafón y cuando uno llega a cierta edad, espera que se lo den y pensaba que ya era hora», confesó.

El Premio, dotado con 30.000 euros, lo concede el Ministerio de Cultura para distinguir el conjunto de la labor literaria de un autor español, escrita en cualquiera de las lenguas españolas. Esta vasta obra literaria comenzó en 1952 con ‘Las adivinaciones’ y se enmarca dentro de la generación poética del 50, un periodo de intensificación del realismo social marcado por las difíciles circunstancias históricas que se viven en España y en el que también se inscriben Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute o Rafael Sánchez Ferlosio.

«He procurado siempre interpretar la vida a mi manera a través de una prosa cuidada o de un verso con esmero estilístico, junto a una profundización e indagación en el lenguaje para conseguir aproximar la idea a la escritura». «Sobre la literatura pasa el tiempo igual que sobre el escritor, hay textos tuyos que ves ya distantes y un poco ajenos pero esto es bastante normal que ocurra así y uno evoluciona con los años.» confesó este escritor, que ha publicado obras como ‘Las horas muertas’ (1959), ‘Descrédito del héroe’ (1977), ‘Laberinto de Fortuna’ (1984) ‘Diario de Argónida’ (1997) y de las novelas ‘Dos días de setiembre’ (1962), ‘Ágata ojo de gato’ (1974), ‘Toda la noche oyeron pasar pájaros’ (1981), ‘En la casa del padre’ (1988) y ‘Campo de Agramante’ (1992).

De todas ellas, Caballero Bonald siente «menos ajenas» a su forma actual de pensar y escribir, poemarios como ‘Descrédito velero’, su novela ‘Ágata ojo de gato’ o su última ‘Campo de agramante’, sin olvidar las memorias «que me son muy gratas». «La literatura que no está apoyada en un prosa rica y cuidada, no me interesa. A mi me interesan las historias bien contadas y si no es así es mejor narrarlas de viva voz», señaló este autor, que últimamente protagonizó un gran revuelo entre los circuitos literarios al criticar, como presidente del jurado, la obra ganadora del Premio Ciudad de Torrevieja 2005 que obtuvo el periodista César Vidal.

JURADO DE PREMIOS COMERCIALES

«No volveré a ser jurado ni premio de un galardón de tipo comercial en el que el editor que convoca el premio piensa solo en un lanzamiento comercial. De estos no seré nunca más jurado porque no me compensa para nada», reconoció este autor, que ha recibido en tres ocasiones el Premio Nacional de la Crítica, dos como poeta y una como novelista.

No obstante, después del reconocimiento concedido hoy por el Ministerio de Cultura y corona toda una vida dedicada a la literatura, Bonald confesó que todavía le quedan por hacer muchas cosas. «Estos son simples recompensas que recibe uno de vez en cuando: los premios a los que no se presenta y este reconocimiento es muy de agradecer, pero espero muchas otras cosas porque no todo en la vida de un escritor consiste en ser premiado», advirtió el autor.

Recuperándose en su casa madrileña de la publicación de su último libro de poesía ‘Manual de infractores’–«cuando termino un libro me quedo exhausto y necesito una convalecencia»– Caballero Bonald recordó sus inicios en la literatura de mano de la poesía y destacó su particular necesidad de «aislarme para meditar» cada vez que termina un libro «y eso es lo que estoy haciendo en estos momentos», concluyó.

José Manuel Caballero Bonald nació en Jerez de la Frontera en 1926. Su padre era cubano y su madre pertenecía a una rama de la familia del vizconde de Bonald radicada en Andalucía desde fines de siglo. Fue profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia y en el Bryn Mawr College y trabajó en el seminario de lexicografía de la Academia de Lengua.


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José Manuel Caballero Bonald ha llegado a una edad (79 años) en que se permite decir lo que le da la gana. «¿Si no lo digo ahora cuándo lo voy a decir?», pregunta con una cierta perplejidad dirigida a sí mismo. El escritor jerezano acaba de publicar ‘Manual de infractores’ (Seix Barral), un poemario donde se ha despojado de todo ese barroquismo que preside buena parte de su producción lírica.

El autor de ‘Dos días de septiembre’ confiesa que casi siempre escribe contra algo o contra alguien. En esta ocasión, su obra va dirigida «contra la estupidez de los estúpidos». Caballero Bonald explica su planteamiento: «Hay estupideces pasajeras, estupideces que todos decimos o cometemos alguna vez, pero hay un tipo de estupidez orgánica que se instala en algunos individuos y ya no los abandona». Sin pelos en la lengua, el veterano escritor prefiere ser comedido y no dar nombres. Sin embargo, si le preguntan por el presidente de Estados Unidos, la respuesta da otra vuelta de tuerca: «Lo de Bush es aún peor. Bush es un fundamentalista. Los fundamentalismos, tanto los cristianos como los musulmanes, son peligrosísimos».

Serenidad e ilusión

Con una de las biografías más ricas de la literatura contemporánea, a estas alturas, Caballero Bonald ve la vida «con serenidad y también con ilusión», aunque no olvida su pasado y su constante compromiso político ahora un poco atemperado: «Más bien soy un anarquista de salón. Un anarquista con gustos de burgués».

En cuanto a sus recientes declaraciones en contra de la concesión del premio Ciudad de Torrevieja a César Vidal, el autor de ‘Diario de Argónida’, se mantiene en su planteamiento: «Su obra, desde el punto de vista ideológico, me pareció detestable. Salió ganador por mayoría, pero no por unanimidad, pues yo no le voté. Fui jurado de buena fe, y tan de buena fe fui que ya no voy volver».