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Reflexiones en el aniversario de Playa Girón

Cada escuela una fortaleza de la Revolución

Fuentes: Rebelión

Como todos los grandes acontecimientos históricos, la trascendencia de la victoria de Girón abre un amplio diapasón para la intelección historiográfica. El dramatismo y la heroicidad del enfrentamiento militar, la batalla en sí para ocupar Playa Larga y Playa Girón, las acciones de neutralización de los planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en […]

Como todos los grandes acontecimientos históricos, la trascendencia de la victoria de Girón abre un amplio diapasón para la intelección historiográfica. El dramatismo y la heroicidad del enfrentamiento militar, la batalla en sí para ocupar Playa Larga y Playa Girón, las acciones de neutralización de los planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la capital y otras ciudades, y el apoyo popular a la movilización militar y política en todo el país, resultan acontecimientos que en justicia han ocupado la labor del aún reducido destacamento de historiadores que hemos colocado la Revolución en el centro de nuestro objeto de estudio. Precisamente los resultados alcanzados confirman que aún hay facetas sobre las que debemos profundizar.

«En nuestro país las ideas libraron sus batallas al lado de los acontecimientos» afirmó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en memorable informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba [i] , pero aún no hemos develado suficientemente esta trascendente especificidad del proceso revolucionario cubano. Y antes, durante e inmediatamente después de Girón, la batalla por la hegemonía ideológico-cultural conforma un eje central de la lucha de clases, que explica y sustenta la propia epopeya que vivieron los cubanos entre 1959 y 1961. La educación tendrá frente a esta realidad un lugar protagónico.

En Cuba los hechos de cultura están estrechamente imbricados con las luchas políticas. Desde la historia de la escuela y la pedagogía cubana se puede construir el curso histórico nacional, sus contrarios y principales batallas. Cuando conmemoramos el 50 aniversario de la declaratoria del carácter socialista de la Revolución y de la victoria de Playa Girón, también evocamos acontecimientos cardinales de la historia de la educación.

La invasión mercenaria del 17-19 de abril de 1961 sería el más serio intento del imperialismo contra el movimiento educacional de masas que la Revolución había desatado.

El movimiento educacional de masas [ii]

La guerra de liberación fue el hecho cultural más definitorio de la vida de la nación cubana, al garantizar su definitiva independencia. La cohesión de las amplias masas tras los postulados del Programa del Moncada [iii] , la participación de los obreros, campesinos y sectores populares en el Ejército Rebelde, en las organizaciones y células revolucionarias, en el movimiento de resistencia cívica, en los sindicatos y en la gran huelga general de enero de 1959, constituyeron factores dinámicos del movimiento nacional de reafirmación patriótica que se desato tras el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 y en sus jornadas sucesivas.

Como nunca antes en la historia del país, las fuerzas motrices del movimiento nacional liberador tuvieron la posibilidad de desplegarse ininterrumpidamente en la consecución de sus finalidades emancipadoras. La clase obrera, el campesinado redimido, los estudiantes y la intelectualidad progresista, actuaron concertados para transformar el orden social, y resolver los problemas fundamentales del país. Se multiplican de hecho en un genuino movimiento social revolucionario de masas. En esta coyuntura, la vanguardia político cultural validó su posibilidad de conducción a través de la articulación feliz de los principios martianos, marxistas y leninistas, en el aprendizaje constante, la honestidad, la ejemplaridad, el valor personal y la audacia [iv] .

Este movimiento creará las bases sociopolíticas y la necesidad histórica, para el nacimiento de un nuevo movimiento educacional. Desde la más amplia articulación de los sectores nacional populares, como parte sustancial de un proyecto mayor de definitiva liberación nacional, liderado por la nueva vanguardia cultural y política, que derrotó a la dictadura proimperialista; el movimiento educacional estaría llamado a hacer frente a graves problemáticas.

El bajo nivel educacional de la población -al igual que su deficiente salud- era un fuerte obstáculo al desarrollo nacional, y sobre todo a la incorporación consciente y organizada de las grandes mayorías al proceso revolucionario. El estado caótico de la educación al triunfo de la Revolución puede apreciarse a través de elocuentes datos:

El 50 por ciento de los niños en edad escolar – unos 800 000 – no asistían a las escuelas. Solo existían 170 000 aulas cuando se necesitaba el doble. La mayoría de las escuelas estaban ubicadas en zonas urbanas y semi urbanas. De los matriculados, no rebasaban el tercer grado 285 000 niños y solo 6 de ellos culminaban el sexto grado. Estaban desfasados por su edad con el nivel que cursaban 500 000 alumnos de la enseñanza primaria y de ellos 200 000 eran mayores de 12 años de edad. La educación de adultos se reducía a unas pocas escuelas nocturnas en las que solo estaban matriculados 2 965 alumnos.

Paradójicamente en la Cuba de la dictadura batistiana, más de diez mil maestros carecían de empleo. En un país eminentemente agrícola, solo existían seis granjas- escuelas creadas en 1909, con una matrícula cercana a los noventa alumnos. La enseñanza tecnológica solo se impartía en un centro que formaba técnicos medios, el resto -unos 17-, graduaban obreros calificados [v] .

El Ministerio de Educación, heredado del neocolonialismo, carecía de un sistema docente, educativo y científico coherente, debidamente articulado en sus niveles. Estaba por demás carcomido por el burocratismo y la corrupción.

A pesar del patriotismo y la entrega del maestro público cubano, la fuerza profesional formada por el Estado neocolonial tuvo un débil acceso a la más moderna base científico pedagógica. Había que erradicar no solo el intelectualismo, el verbalismo y la memorización, sino también desarrollar la cosmovisión científica de la mayoría de los docentes. También luchar contra posturas lastradas por gremialismos estériles y prejuicios seudoprofesionales.

El problema más grave se concentraba en el alto índice de analfabetismo. Según estos datos oficiales, cada cuatro cubanos, uno era analfabeto, y el nivel de los restantes no rebasaba los tres primeros grados primarios. Los datos del Censo realizado en 1953, reflejaban los contrastes del desigual desarrollo del país. Mientras en las áreas urbanas solo el 11,6 por ciento de las personas eran iletrados, en el campo este índice llegaba al 41,7 por ciento. En el territorio de las actuales provincias orientales era de 35,5 por ciento. El índice oficial de analfabetismo se situaba en el 23. 6 por ciento – 1 032 849 de cubanos y cubanas- [vi] , pero estas cifras estaban fuertemente cuestionadas por los propios contemporáneos.

El hacer revolucionario

El Programa del Moncada en tanto proyecto educativo cultural revolucionario, definía como medida central para transformar el sistema educacional neocolonial, la realización de una reforma integral de la enseñanza. La orientación de esta reforma fue entonces claramente definida desde la tradición más progresista de la escuela cubana, aquella que con el sacerdote revolucionario Félix Varela y el Héroe Nacional José Martí, articulaba ciencia y conciencia. La realización de tal reforma, por su carácter liberador y por la naturaleza estructural del cambio que proponía, precisó de la realización de otras tareas más inmediatas. El 19 de enero de 1959 se crea la Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación [vii] .

Frente a la cultura reaccionaria impuesta por el imperialismo y sus secuaces nativos, la Revolución comienza a desarrollar los elementos de la cultura democrática y popular que estaban presentes en nuestro pueblo, en especial rescata el sentimiento martiano con su amor al hombre, a la dignidad humana, igualdad y libertad, con su concepción central de independencia y antimperialismo, donde la cultura nacional se asume como directriz suprema de autodesarrollo, realización y defensa de lo cubano y universal. En tal dirección la organización del sistema de educación constituye uno de los más vitales frentes. Así se trabajó por hacer de la educación interés fundamental del Gobierno Revolucionario, y cuestión de opinión pública. La máxima martiana «Ser culto es el único modo de ser libre» [viii] , fue asumida como la idea rectora de los esfuerzos educativos

Mientras las fuerzas revolucionarias resolvían las tareas políticas de la consolidación del poder revolucionario [ix] y se creaban las premisas históricas para llevar a cabo las transformaciones políticas, sociales y económicas radicales, la dirección de la Revolución asumió como prioridades la importancia estratégica de la educación popular y la alfabetización. A tal fin se va a consagrar la labor no solo del Ministerio de Educación, también del Ejército Rebelde, y el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) desde su creación con la ley del 17 de mayo de 1959.

La labor ideológico-cultural que impulsa el Gobierno Revolucionario se desenvuelve en un medio infestado por las ideas y los prejuicios que la oligarquía y el imperialismo habían logrado sembrar en la conciencia social, y la escuela y el magisterio no estaban libres de tales males. Con los docentes que no se suman a las posiciones revolucionarias, por sus limitaciones clasistas y formación ideológica reaccionaria, se seguirá una política de persuasión.

Se trata en todo momento de establecer una nítida diferencia en los campos del enfrentamiento ideológico. El debate de ideas, el crecimiento de los conceptos y actitudes revolucionarias será un proceso de enriquecimiento al interior de magisterio, que definitivamente gana la Revolución. La actividad política contrarrevolucionaria encubierta con razones gremiales, tendrá un carácter excluyente y recibirá el peso de la ofensiva política revolucionaria.

Como parte de la política participativa del Gobierno revolucionario el tema de la reforma educacional se pone a debate público. Así el 9 de noviembre, con la presencia del Presidente Osvaldo Dorticós Torrado, se inician en el Capitolio Nacional, las sesiones de la información pública sobre la Reforma que preparaba el Ministerio de Educación. Esta información abarcó doce sesiones en la que participaron centenares de maestros de la capital y otras regiones del país.

El 23 de diciembre se promulgó la Ley 680 de la Reforma Integral de la Educación, que daba fuerza legal a la voluntad del cambio educacional que ya avanzaba con las medidas revolucionarias hasta ese momento implementadas [x] . La Reforma Integral de la Educación pendiente en el escenario cubano desde la época de la Constitución de 1940, constituía la ley que verdaderamente complementaba los presupuestos democráticos y nacionalistas de esa constitución.

El año 1960, de la Reforma Agraria, será de agudización del combate clasista, de recrudecimiento del enfrentamiento a la política de bloqueo económico, cerco internacional, y terrorismo contrarrevolucionario del imperialismo norteamericano, y definitivamente de recuperación de los principales recursos económico-productivos que estaban en manos de los monopolios estadounidenses. Y será también de la implementación de la Reforma Integral de la Enseñanza. Aun cuando falta personal técnico idóneo, hay escasez de locales, exiguos conocimientos pedagógicos, pobreza de datos estadísticos y muchas otras dificultades, se acomete la tarea. La emprenden con el concepto de que esta sería un proceso permanente de aprendizaje, con una actitud dinámica y readaptadora.

También en estos momentos el proceso de apreciación por las masas de la necesidad de instrucción, alcanza nuevos modos de expresión, con el creciente protagonismo de los trabajadores y trabajadoras en la dirección de los procesos de administración y producción de las empresas y unidades productivas intervenidas y nacionalizadas por el Estado Revolucionario.

La Revolución no solo tenía que ganar para su proyecto a la mayoría del personal docente, sino también forjar la nueva vanguardia magisterial capaz de asumir las nuevas misiones educacionales. Así surge en abril a través de la convocatoria de Fidel, el primer contingente de maestros voluntarios: «Necesitamos -explica el líder revolucionario– mil maestros que quieran dedicarse a enseñar a los niños campesinos. Hace falta que ellos nos ayuden para mejorar la educación de nuestro pueblo y para que los campesinos aprendan a leer y se hagan hombres útiles para cualquier tarea« [xi] .

Mil estudiantes de enseñanza secundaria – con un nivel de tercer año – dan el paso al frente para ir a instruir a los niños del campo y las montañas. El primer contingente de estos noveles educadores es organizado en colaboración del Departamento de Asistencia Técnica y Cultural al Campesino del INRA. Siguió al primero otro contingente similar de estudiantes, y luego un tercero de más de mil y el período de preparación se extendió a tres meses.

La concepción del trabajo y el estudio estuvo presente desde el primer momento de la creación del plan de formación de los maestros voluntarios. «Esos maestros – afirmaba Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación – seguirán superándose y perfeccionándose y la mayor perfección la van a tener allí en el contacto con el campesino» [xii] .

Los jóvenes que marcharon a cumplir la tarea educacional bajo el nombre del maestro héroe de la lucha insurreccional Frank País, constituyeron el primer núcleo de los maestros rurales que necesitaba la Revolución. Era la nueva intelectualidad que se formaba con el legado martiano en los mismos escenarios combativos del Ejercito Rebelde.

El fortalecimiento del sistema nacional de educación, el logro de la plena escolarización con la incorporación de los 800 000 niños que no asistían a las escuelas en enero de 1959, el inicio de la lucha contra el analfabetismo, la labor de instrucción y tecnificación de los jóvenes y adultos más desfavorecidos, son las acciones que caracterizan la labor educacional en el primer año de la Revolución.

Para el curso 1960 – 1961 se trabajó en la creación de 15 000 nuevas aulas rurales, pero el problema no solo estaba en el número de nuevas escuelas, lo cierto era que en las montañas y parajes intrincados, donde se carecía de comunicaciones y otros servicios, y la vida era sumamente dura, debían de construirse numerosas escuelas. Las ciudades escolares podían contribuir a resolver el problema, pero al ser extraordinariamente grande la población infantil, lo definitivo era situar la escuela en las comunidades campesinas más alejadas. Así se multiplica la necesidad de formar a miles de maestros para las montañas, capaces de mantenerse y vivir en esos parajes, en condiciones similares a las de los campesinos.

La promoción por todas las vías gubernamentales de la extensión de los más diversos servicios culturales y sociales, en un clima de ascenso de la vida cultural y política, de desarrollo de las bases de la cultura democrática y popular que el neocolonialismo no pudo destruir; crean las condiciones objetivas para que se manifieste en el país un cambio cualitativo en las condiciones y circunstancias de la educación como proceso social.

La alfabetización

El camino que siguió la Revolución para derrotar al analfabetismo fue el de erradicar primero, las causas de su surgimiento como problema social. Para ello se trabajó con el propósito de lograr la plena escolarización de niños y jóvenes en los dos primeros años después del triunfo, y en este propósito, crear las aulas de enseñanza primaria indispensables, y reorganizar y fortalecer la enseñanza media, con prioridad en los institutos tecnológicos.

El 5 de marzo de 1959 se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional [xiii] y tanto en el primer como en el segundo año de la Revolución se realizan acciones de alfabetización. Pero sería en el tercer año, donde se acomete el combate definitivo en la población adulta iletrada. Muy significativo será el hecho de que dónde primero se inicia la batalla por la alfabetización, a principios de 1959, es en las filas del Ejército Rebelde. Los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos tendrán en esta tarea un protagonismo singular. Los contingentes de Maestros Frank País adelantan en el mundo rural cubano la lucha contra el analfabetismo.

En agosto de 1959, el Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales, a propuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, aprobó la decisión de abrir 10 mil nuevas aulas. Allí Fidel, quien había asumido como Primer Ministro, exhortó a los educadores: «no invito al egoísmo, sino al patriotismo… en esta oportunidad única de nuestra patria, que no se quede un solo maestro esperando, que no se quede un solo niño esperando» [xiv] . Los nuevos maestros cobrarían la mitad del salario y ello permitió abrir el doble de aulas.

En octubre de 1960, la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, fue objeto de una completa reorganización y tomó el nombre de Comisión Nacional de Alfabetización. Para Armando Hart, las orientaciones dadas por Fidel demostraban que los esfuerzos que se venían haciendo podían multiplicarse, que la idea de la masificación y democratización de los servicios educacionales y culturales, debía encontrar un medio mucho más propicio, y la Comisión trabajar sobre nuevas bases [xv] .

La incorporación de representantes del multipartidismo revolucionario que lideró la rebelión -Movimiento 26 de julio, Directorio Revolucionario 13 de Marzo y Partido Socialista Popular-, de las instituciones estatales, las organizaciones revolucionarias de masas recién surgidas, las milicias, institutos y asociaciones de la sociedad civil, a la Comisión Nacional de Alfabetización y a las comisiones provinciales y territoriales, sería un paso crucial en la concepción de la dirección de la Campaña. Resultaba un estímulo de responsabilidad a la participación entusiasta de las masas revolucionarias.

Sin sustituir a la escuela como agencia fundamental, ni al maestro como el elemento dirigente y dinamizador por excelencia; la nueva integración que se propiciaba en la Comisión Nacional de Alfabetización ampliaba el horizonte de las acciones educativas e instructivas más allá del marco habitual del Ministerio y de la escuela, lo enriquecían con el dinamismo y la iniciativa de los múltiples sujetos sociales y políticos que se le unen.

La actividad contrarrevolucionaria

La reorganización y adecentamiento del Ministerio de Educación en 1959 [xvi] , y la preparación y desarrollo del primer curso escolar de la Revolución, se van a efectuar en momentos en que se agudiza la lucha político-ideológica al interior del campo revolucionario, y comienzan a desarrollarse los planes contrarrevolucionarios organizados por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Se producen las dos crisis políticas en el gabinete entre febrero y julio y la salida de los elementos de derecha, y es frustrada en agosto la invasión del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo [xvii] . En octubre se derrotará la peligrosa intentona del traidor Huber Matos, Comandante del Ejército Rebelde en la provincia de Camagüey [xviii] .

El proceso de reforma educacional a medida que avanzaba encuentra la resistencia de los enemigos de clase de la Revolución: La escuela privada en tanto empresa capitalista, y la jerarquía de la Iglesia Católica y de varias iglesias orientadas desde Estados Unidos, propietarias en buena medida de numerosos centros educacionales, van a liderar la arremetida de la reacción.

En el sector educacional aparecen declaraciones y artículos que «alertan» acerca del «totalitarismo» en la educación. Sermones y hojas parroquiales denuncian que el comunismo se quiere introducir en las escuelas. Al mismo tiempo, se atizan los prejuicios racistas contra los maestros negros que han encontrado con la Revolución ocupación laboral. Doctos criterios de miembros del Colegio de Pedagogos y la Facultad de Educación de la Universidad de la Habana, «alertan» sobre el peligro de la improvisación en la formación de docentes, con lo que se pretende desacreditar los planes de formación emergente de maestros.

La imagen de «comunistas», «negros», y jóvenes inexpertos, arribando a las escuelas; junto a la no menos controversial especie del atentado a la libertad de la enseñanza, constituirán las dos líneas centrales de la propaganda enemiga. El anticomunismo y el racismo dan entonces su más feroz batalla de clase.

Durante dos décadas la redacción y puesta en vigor de la Reforma Educacional prevista en la Constitución de 1940, recibió la oposición de la oligarquía y el clero reaccionario. La promulgación por la Revolución de la Ley 680 concitó una fuerte campaña de los eternos enemigos de la emancipación cultural.

En la mencionada información pública sobre la ley de reforma de la enseñanza realizada en el Capitolio Nacional en noviembre de 1959, los representantes de las escuelas privadas organizan una abierta provocación. Interrumpen el programa y gritan a favor de una autoproclamada libertad de enseñanza. Volvía a ponerse a la orden del día, el sostenido conflicto que históricamente llevó a contender por una escuela cubana, a los más preclaros pensadores y educadores del país.

Muy pronto, emulando a los bandidos y terroristas, el clero falangista y la dirección de la escuela privada desempañarían un activo papel contrarrevolucionario [xix] . No pocos preceptores y dirigentes de las organizaciones juveniles religiosas, articulan organizaciones y planes subversivos directamente vinculados a la CIA, en una vasta conjura [xx] .

La dialéctica educación-defensa

Las provocaciones realizadas contra la marcha de la Reforma Integral del Enseñanza – fueron desenmascaradas por Fidel ente el pueblo. En un masivo acto con los estudiantes, en conmemoración de los hechos del 27 de noviembre de 1871 [xxi] : «en muchos de esos centros se predica la contrarrevolución abiertamente, se predica el odio a la patria abiertamente…se predica el odio de clases abiertamente…».

Fidel con maestría pedagógica, situó a las masas en el centro de la problemática: ¿Cómo se explica que el Gobierno Revolucionario, frente a la amenaza creciente de sus enemigos, de las pandillas internacionales que en una complicidad cada vez más estrecha con la reacción nacional conspiran contra el país, sin embargo una por una va a ir entregando las fortalezas? (…) Porque desde el día primero de enero, desde el triunfo de la Revolución, cada escuela se ha convertido en una fortaleza de la Revolución» [xxii] .

La beligerancia de las fuerzas reaccionarias desde el terreno escolar actualiza, la relación dialéctica entre defensa y educación. La contradicción principal entre la nación y el imperialismo norteamericano, asume un lugar principal, interpenetra todos las esferas sociales y complejiza aún más el panorama nacional. Entonces la elevación del trabajo educacional al plano de la lucha por la defensa de la Revolución, se presentó como una necesidad, y el movimiento educacional de masas cumplió las tareas emancipadoras que cualificaban la cultura como condición de desenajenación libertaria.

La gran motivación nacional para el despliegue de un inédito movimiento educacional de masas sería la meta de liberar del analfabetismo a más de 900 mil cubanos. Ese movimiento constituía para la época, el núcleo central de la movilización patriótica, ética y política que en los escenarios de la Ciénaga de Zapata se constituiría en fuerza decisiva para la derrota militar de los mercenarios del imperio.



[i] Fidel Castro Ruz: Informe del Comité Central al Primer Congreso, Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del PCC, La Habana, 1975, p. 34

[ii] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización. 1959 -1961 Un Movimiento educacional de masas en la construcción y triunfo de la alternativa socialista cubana, Tesis para optar por el grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas (Historia de la Educación), Instituto Superior Pedagógico «Enrique José Varona», La Habana, 2000.

[iii] En La Historia me absolverá, que recoge el alegato de Fidel Castro Ruz ante el tribunal que lo juzgaba por los acontecimientos del 26 de julio, se hará público por primera vez este Programa nacional liberador.

[iv] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, 86 y ss.

[v] Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización en Cuba. lectura histórica para pensar el presente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, ps. 88-89

[vi] República de Cuba. Censo de población, vivienda y electoral, enero 28 de 1953. Imprenta P. Fernández y Cía. 1955 p 145 y s. s.

[vii] . «Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación y sus Dependencias». Resolución 07250 (19-1-1959). Archivo Central MINED.

[viii] José Martí, Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana.1965, tomo 8, p 290

[ix] Ver: Luis M. Busch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.

[x] «Ley 680 de diciembre 23 de 1959». Gaceta Oficial de la República (Extraordinaria No. 59) La Habana. 24 de diciembre de 1959.

[xi] Fidel Castro Ruz, «Comparecencia en el programa de televisión ‘Telemundo Pregunta», 22 de abril de 1960. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro, Centro de Documentación del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

[xii] Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación: Sobre el año de la educación, Educación y Revolución. Universidad Popular. Sexto Ciclo. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana 1961, p. 14

[xiii] El 5 de marzo se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional. Ver: Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental». Resolución Ministerial (5-3-1959). Archivo Central MINED.

[xiv] Fidel Castro Ruz. «Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales». Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro. Centro de Documentación del Comité del Partido Comunista de Cuba.

[xv] Armando Hart Dávalos: Testimonio al autor, octubre del 2000.

[xvi] Mediante la Ley no. 76 del Gobierno Revolucionario de febrero de 1959.

[xvii] Ver: Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez: Una fascinante historia. La conspiración trujillista. La Habana, Editorial Capitán San Luis, 2009

[xviii] Ver: Jorge Luis Betancourt: La victoria de una traición, Editora Abril, La Habana, 2009

[xix] Ramón Torreira Crespo y José Buasán Marrawi: Operación Peter Pan. Un caso de guerra psicológica contra Cuba. Editora Política, La Habana, 2000, s 9 y ss.

[xx] Ver: «A Program of Covert Action the Castro Regime and the Cuban Study Group Report. Documentos preparados por el Comité 5412, Washington, 16 de marzo de 1960, en Tomás Diez Acosta: La Guerra encubierta contra Cuba, Editora Política, La Habana, 1997; Manuel Hevia Frasquieri y Andrés Zaldívar Diéguez: Girón preludio de la invasión. El rostro oculto de la CIA, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2006.

[xxi] Cuando fueron asesinados por los colonialistas siete estudiantes de medicina. Ver: Luis Felipe Le Roy y Galvez: A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.

[xxii] Fidel Castro Ruz, «Discurso pronunciado el 27 de noviembre de 1960 en la escalinata de la Universidad de La Habana, en: Obra Revolucionaria, La Habana, no 31, 1960, p 11 -12.

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