Un aumento de la temperatura global por encima de 1,5 grados, límite deseable establecido en los acuerdos de la COP21 en París, supondría una alteración de los ecosistemas de la cuenca mediterránea sin precedentes en 10.000 años, cuando surgió la civilización humana, según climatólogos europeos. Las temperaturas del perímetro mediterráneo son 1,3 grados centígrados superiores […]
Un aumento de la temperatura global por encima de 1,5 grados, límite deseable establecido en los acuerdos de la COP21 en París, supondría una alteración de los ecosistemas de la cuenca mediterránea sin precedentes en 10.000 años, cuando surgió la civilización humana, según climatólogos europeos.
Las temperaturas del perímetro mediterráneo son 1,3 grados centígrados superiores a las del período 1880-1920, contra 0,85 grados más en promedio en el planeta en el mismo período, según un estudio publicado el jueves en la revista estadounidense Science.
Dado que los ecosistemas de la cuenca mediterránea son un punto clave de la biodiversidad mundial (al menos 1.500 especies endémicas y al menos el 70% del hábitat perdido) y que proporcionan a una gran población alimentos, agua potable, protección contra las inundaciones e incluso almacenamiento de dióxido de carbono (CO2), un nuevo aumento del mercurio tendría efectos drásticos, advierten.
Los países firmantes del Acuerdo de París en diciembre coincidieron en la necesidad de limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados centígrados respecto de la era preindustrial.
«La diferencia entre 1,5 grados y 2 grados (…) nos haría pasar de una situación un poco más normal en la escala de los últimos 10.000 años a una situación extrema», explicó Joel Guiot, director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, en la Universidad de Aix-Marsella.
«Hablamos de un cambio climático significativo en menos de cien años, que no tiene precedentes», dice telefónicamente el experto a la AFP.
Estos climatólogos simularon diferentes escenarios futuros en función del aumento de la temperatura, analizaron el impacto en la vegetación y lo compararon con el cambio climático de los últimos 100 siglos.
«Tomamos los modelos climáticos menos cálidos en el abanico de los escenarios del IPCC, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, para observar lo que resultaba de un alza de 1,5 grados en comparación con uno de 2 grados» y «hubo una clara diferencia para el sistema mediterráneo», detalló Guiot.
También hizo hincapié en los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero firmados en París que limitarían el aumento de las temperaturas al entorno de 3 grados centígrados con respecto al final de la era preindustrial.
– Desierto hasta la mitad de España –
En este nivel, todo el sur de España quedaría transformado en un desierto y el sureste de Francia tendría el mismo clima que Puglia, en el sur de Italia, agrega el climatólogo.
Y si la temperatura sube entre 5 y 6 grados como consecuencia de las emisiones de CO2, el desierto llegará a toda la mitad sur de la Península Ibérica.
Según los investigadores, el calentamiento se manifiesta especialmente en sequías cada vez más frecuentes, que afectan a la agricultura y a los bosques, y cuyo impacto ya es visible en la región mediterránea.
Los inviernos relativamente suaves favorecen el desarrollo de parásitos que contribuyen a incrementar la mortalidad de los árboles.
Un estudio publicado en 2015 citado por estos investigadores atribuye una fuerte reducción de los cultivos en Siria a dos sequías: las lluvias disminuyeron 30% y la temperatura fue 0,5 grados superior a la media del siglo XX en el este de la región mediterránea entre 1998 y 2010.
En este período de doce años tuvo lugar la sequía más larga en la región en 500 años.
Para Guiot, el calentamiento en el Mediterráneo no producirá cambios notables hasta 2030 o 2040, independientemente del escenario climático que haya entonces.
Pero más allá de eso, el impacto en la vegetación del aumento de las temperaturas y de la reducción de las precipitaciones será evidente, con una merma de los bosques, que serán reemplazados por vegetación de arbustos, y un aumento de la erosión de los suelos.
Este estudio no tomó en cuenta el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas (uso de los suelos, urbanización), que van a aumentar con el crecimiento de la población y la actividad económica.
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