El pasado mes de Noviembre del 2006 tuvo lugar en Nairobi (Kenia) la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático (COP12/MOP2). Dicha conferencia reunió durante 5 días a más de 10.000 personas provenientes de todos los puntos del planeta y en representación de diferentes Gobiernos nacionales, regionales, oficinas estatales del Clima, sindicatos, organizaciones ecologistas y movimiento asociativo […]
El pasado mes de Noviembre del 2006 tuvo lugar en Nairobi (Kenia) la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático (COP12/MOP2). Dicha conferencia reunió durante 5 días a más de 10.000 personas provenientes de todos los puntos del planeta y en representación de diferentes Gobiernos nacionales, regionales, oficinas estatales del Clima, sindicatos, organizaciones ecologistas y movimiento asociativo en el sentido más amplio que la expresión permite. Y, ¿para qué se congregó tanta gente de lugares tan diversos? Pues, fundamentalmente para analizar las consecuencias del cambio climático a lo largo y ancho del planeta, para analizar el grado de cumplimiento de acuerdos alcanzado anteriormente en cumbres anteriores (Kyoto, Nueva Delhi, etc.), y para ver si atendiendo a la evolución del cambio climático, las medidas en marcha son suficientes para conseguir objetivos que permitan al menos, un control del calentamiento global que frene la devastación que dicho efecto causa sobre el planeta.
Y, a la vista de los objetivos anteriormente citados, lo que tendríamos que hacer ahora es ver si los objetivos pretendidos se alcanzaron o simplemente quedaron en la constatación del mal estado del planeta y el reparto de responsabilidades y culpas entre unos y otros, mientras millones de seres humanos, en el mejor de los casos se ven obligados a abandonar sus territorios en busca de la subsistencia, y en el peor a morir por el efecto de políticas que priman el interés económico frente al interés humano, esto es o la lógica del dinero o la lógica humana.
Pues bien, hemos de decir que la cumbre sólo de manera muy parcial, muy limitada llego a rozar los objetivos pretendidos. En primer lugar, respecto al diagnostico de la situación actual, podemos concluir que los esfuerzos empleados hasta la actualidad tanto en el control de emisión de gases que provoquen efecto invernadero (anteriores compromisos como el protocolo de Kyoto planteaban una reducción del 5’2 % de reducción de los 160 países firmantes en relación con la emisión producida en 1990, para el periodo 2008-2012) como en la inclusión de mas países al protocolo y aceptación de la reducción de dichos gases (recordar que USA y Australia no aceptan dichos compromisos, y que por otro lado China e India los consideran limitadores de su capacidad para acceder al nivel de desarrollo de los países mas industrializados) arrojan un resultado amargo.
Ni la cifra de reducción perseguida (5’2 % sobre lo emitido en 1990) es suficiente, ni la autoexclusión de dichos compromisos por determinados países (USA y Australia, principalmente) garantiza el carácter global y eficaz de dicho compromiso. Así las cosas, podemos concluir que queda mucho por hacer y mucho que denunciar para que todos los países, especialmente los que mas contaminan asuman su responsabilidad en el calentamiento global, y aporten o contribuyan a paliar o reducir la gravedad de los efectos que dicho calentamiento provocan.
En este sentido, se acordó trabajar en la búsqueda de mecanismos que permitan el desarrollo de mecanismos que garanticen el cumplimiento de los acuerdos por los firmantes, y por otro lado, que estos mecanismos ofrezcan un marco de integración a los países no firmantes. Habrá que ver que da de sí, y aun deseando que alcance las metas que persigue dicho trabajo, uno no puede dejar de ser pesimista, cuando de tratar de convencer a países como USA se refiere.
Y, en lo que respecta, y esto sin duda es lo mas importante, al futuro, conviene decir que el objetivo que se pretende alcanzar como objetivo común y general es, por un lado evitar un calentamiento global que vaya mas allá del aumento de temperatura de 2º centígrados, y de otra parte que los mecanismos financieros de la convención y del protocolo (esto es las ayudas económicas para la mitigación, adaptación y aumento de capacidad) se centren en las áreas que sufren de manera mas directa las consecuencias del calentamiento global, esto es África, sudeste asiático y América Latina.
Para alcanzar estos dos objetivos sin duda además de determinación o voluntarismo hacen faltan nuevas recetas para nuestro maltrecho planeta. Una, fundamental que el compromiso expresado por los países desarrollados de la necesidad de aumentar las reducciones hasta un 50% sobre lo emitido en el año 2000 sea un objetivo a cumplir casi con carácter obligatorio, y sin casi, y que para esto se activen los mecanismos, foros, formas de funcionamiento necesarias etc. para que de aquí al 2030 dicho porcentaje de reducción sea un objetivo alcanzable y no una quimera deseable. Y, por otro lado es imprescindible que las ayudas económicas lleguen de manera real y con carácter urgente a aquellos lugares que están sufriendo en primera persona los devastadores efectos del aumento global de temperatura.
No es normal, que como ocurre en la actualidad tan solo el 3% de los proyectos (tanto de transferencia de tecnología como de otros) vaya destinada a África y sudeste asiático cuando es sin duda el continente donde con mayor crudeza y bajo las formas de sequía, inundaciones, subida del nivel del mar, ampliación de las áreas de influencia de enfermedades infecciosas, etc. se manifiestas las consecuencias del nada inocuo aumento de temperatura global.
Como decía, en la actualidad solo el 3% de los proyectos tienen como destino a aquellos que mas los necesitan. ¿Por qué? Es fácil, la mayoría de estos proyectos son financiados por empresas privadas, y estas encuentran poco rentable la acción en estos lugares, y por otro lado con respecto a la ayuda de estados u organismos como la PNUD exigen tal nivel de confirmación y compromisos, llamémosle burocracia, que dilatan en varios años la llegada al lugar de la tan ansiada ayuda desde el momento en que se solicito. Por tanto es urgente, un plan especial para la zona que garantice la llegada de ayuda de manera rápida y eficaz y un papel mas activo de la ONU y los gobiernos mundiales que no deleguen en multinacionales privadas la capacidad de incidencia y acción en dicha zona, de lo contrario, les estamos abandonando a su suerte a decenas de millones de personas.
Y, para ir concluyendo ¿que podemos hacer desde la izquierda, desde Ezker Batua Berdeak? Yo creo que varias son las cosas que podemos hacer y sobre las que podemos llevar a cabo una acción necesaria, que por un lado nos acerque al movimiento asociativo, especialmente el ecologista y que por otro lado brinde a los ciudadanos y ciudadanas de Euskadi un mayor conocimiento de lo que ocurre y de las consecuencias de las acciones de una sociedad industrializada como la nuestra.
En primer lugar concienciación, podemos y debemos incluir en nuestra agenda, una acción de sensibilización desde todos los niveles de actuación que tenemos (municipal, foral, parlamentario, social, etc…) a favor de un mayor compromiso con las zonas mas degradadas del planeta así como una mayor concienciación de lo que nuestra acción diaria supone (uso irracional del automóvil, primacía de productivismo sobre la sostenibilidad ambiental, macroproyectos que esquilman el medio ambiente y favorecen una mayor contaminación atmosférica tales como la Y vasca, o la variante sur metropolitana por citar tan solo algunos).
Para trasladar dichas reflexiones tenemos argumentos y estudios, algunos como el «Informe Stern» (anterior economista del Banco Mundial y ahora asesor del gobierno Británico) poco sospechosos de situarse en nuestra orbita que estiman los efectos del aumento del calentamiento global como responsable de la perdida de entre un 5% y un 20% del PIB en las economías de los países industrializados, esto es una catástrofe mundial sin precedentes, mientras que estima que una acción decidida de dichos gobiernos en mitigar el aumento de temperatura en 2º tendría un coste del 1% del PIB de dichos países.
También debiera ser tarea nuestra favorecer a implantar el llamado «Movimiento Clima» integrado por WWF/Adena, Intermon Oxfam, OCU y CCOO que promueve un compromiso personal de reducción de emisiones a la vez que una demanda social dirigida a empresas y gobiernos para que actúen responsablemente frente al cambio climático.
Esto tan solo son apuntes de lo que podemos hacer, sin duda hay muchas cosas en nuestra mano que hacer, pero lo importante es empezar a andar, porque el movimiento se demuestra andando; y porque es claro que nosotros y nosotras no somos dioses, pero, la sequía, las inundaciones, la extensión de enfermedades infecciosas tampoco son plagas bíblicas. Son ni más ni menos, que los efectos de un fenómeno, el del calentamiento global, que tiene responsables, muchos gobiernos y un mismo modelo económico, el neoliberal, y nuestra responsabilidad es alzar la voz y denunciarlo.
Oskar Matute
Parlamentario de Ezker Batua-Berdeak