Trescientas ochenta partes por millón (ppm) es la actual concentración de dióxido de carbono en el aire que ingresa a los pulmones de un ser humano cada vez que respira. Hace una generación, era de 290. En un futuro no muy distante, según las proyecciones de los científicos, la concentración de dióxido de carbono –el […]
Trescientas ochenta partes por millón (ppm) es la actual concentración de dióxido de carbono en el aire que ingresa a los pulmones de un ser humano cada vez que respira. Hace una generación, era de 290.
En un futuro no muy distante, según las proyecciones de los científicos, la concentración de dióxido de carbono –el gas al que se atribuye gran parte del recalentamiento del planeta– se elevará a 450 o 500 ppm.
Respirar un poco más de dióxido de carbono no es tan malo para la salud humana. Después de todo, la concentración de oxígeno en el aire al nivel del mar es de 200.000 ppm. Pero el cambio en la atmósfera tiene profundo impacto sobre el clima del planeta.
El cambio climático amenaza con destruir ruinas antiguas en Tailandia, arrecifes de coral en Belice, mezquitas del siglo XIII en el desierto del Sahara, el Reino Floral de la sudafricana Ciudad del Cabo en Sudáfrica y otros sitios naturales e históricos irremplazables en todo el mundo, informaron expertos esta semana.
«Los cambios climáticos están impactando en todos los aspectos de los sistemas humanos y naturales, incluyendo tanto al patrimonio mundial cultural como al natural», dijo el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Koichiro Matsuura.
El aumento de la temperatura oceánica decolora los arrecifes de coral y la creciente acidificación de los océanos podría provocar a su extinción masiva.
El recalentamiento de la atmósfera derrite glaciares de todo el mundo, con el consiguiente perjuicio a la biodiversidad, dado que las especies se ven obligadas a trasladarse de sus enclaves naturales para sobrevivir, señaló Matsuura.
Por lo tanto, una pequeñísima cantidad de dióxido de carbono importa mucho. Los 90 ppm extra de este gas en la atmósfera atraparon suficiente calor adicional del sol para recalentar la Tierra en un promedio de casi un grado.
Esa energía calorífera extra atrapada en la atmósfera es responsable de que una mayor frecuencia e intensidad de lluvias y tormentas, de la elevación de la temperatura de los océanos y del aumento del nivel del mar, así como de condiciones climáticas más extremas.
Trescientos ochenta ppm de dióxido de carbono es la mayor concentración en la atmósfera en al menos un millón de años y tal vez 30 millones, destacó el profesor David King, principal asesor del gobierno de Gran Bretaña en materia de ciencia.
«La humanidad está cambiando el clima», dijo David a la cadena de radio y televisión británica BBC a comienzos de este año.
Otros 100 ppm podrían aumentar las temperaturas mundiales en un promedio de entre dos y cinco grados más.
«No sabemos si los ecosistemas podrán resistir tres grados más. Con cuatro grados más, estaremos en grandes problemas», aseguró Andreas Hamann, experto en forestación de la canadiense Universidad de Alberta.
El cambio climático ya impacta en muchos sitios declarados como patrimonio cultural y natural mundial, dijo Kirstin Dow, de la estadounidense Universidad de Carolina del Sur.
«La barrera de coral favorita de Charles Darwin en Belice sufre decoloración, y las nieves y el hielo del monte Everest retrocedieron unos ocho kilómetros desde que Edmund Hillary realizó la primera ascención exitosa, en 1953», explicó Dow a IPS.
Dow y Tom Downing, director del Instituto Ambiental de Estocolmo, documentan el impacto real y potencial del fenómeno en su libro «The Atlas of Climate Change: Mapping the World’s Greatest Challenge» («El atlas del cambio climático: trazando un mapa del mayor desafío mundial»).
El volumen fue presentado esta semana en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que comenzó en Nairobi el día 6 y concluirá el 17 de este mes.
«Queríamos estimar los impactos, en particular muchos pero no habían sido medidos antes», dijo Dow.
Las inundaciones que azotaron Europa en 2002 afectaron auditorios, teatros, museos y bibliotecas. Se calcula que medio millón de libros y documentos resultaron dañados. El cambio climático puede generar más inundaciones y más pérdidas, según el Atlas.
Entre los sitios que corren riesgo figuran:
— Los monumentos de la portuaria ciudad egipcia de Alejandría, como la Ciudadela de Qait Bey, del siglo XV, amenazada por la erosión costera y la inundación de la región del delta del Nilo.
— En Escocia, unos 12.000 sitios arqueológicos considerados vulnerables a la erosión y el aumento del nivel del mar, incluidas obras medievales en sal en Brora, un sitio de la Edad de Hierro en la bahía de Sandwich y un sitio vikingo en Baileshire.
— Las más de 550.000 hectáreas del Reino Floral del Cabo, en Sudáfrica, que alberga a una importante diversidad vegetal, están amenazadas por cambios en la humedad del suelo y las lluvias de invierno.
— El acelerado derretimiento de los glaciares del Parque Nacional Huascarán, en Perú, aumentando el riesgo de inundación de lagos, que se cernería sobre un Chavín de Huantar, donde se encuentran tesoros preincaicos, entre ellos templos del año 900 antes de Cristo.
Mezquitas, catedrales, monumentos y artefactos de sitios antiguos son amenazados por cambios en las condiciones históricas y climáticas locales.
Esto puede conducir a modificaciones sutiles pero perjudiciales en los niveles de humedad que afectan directamente las estructuras, la química y la estabilidad de los suelos en los que se encuentran, dijo Dow.
Y también existe un riesgo de que aparezcan nuevas pestes que pudieron migrar gracias al cambio climático.
El Atlas revela «el alcance de las amenazas y cuán inclusiva debe ser la respuesta global para administrar el mayor desafío mundial», acotó Downing.
Ese desafío consiste en reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases invernadero.
«En este preciso momento tenemos la tecnología para hacer esas reducciones a través de la eficiencia energética, y muchas son redituables», afirmó Dow, también experta en construcción amigable con el ambiente. «Simplemente necesitamos comenzar ya.»