Los pobres de las zonas rurales del mundo son los más perjudicados por el cambio climático, pero sus preocupaciones no están en el centro del debate público, opinó el sueco Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) en Roma. Sin embargo, Bage es optimista en cuanto a que la 13 Conferencia de […]
Los pobres de las zonas rurales del mundo son los más perjudicados por el cambio climático, pero sus preocupaciones no están en el centro del debate público, opinó el sueco Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) en Roma.
Sin embargo, Bage es optimista en cuanto a que la 13 Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en diciembre en la isla indonesia de Bali, enviará «un fuerte mensaje diciendo que nos preocupamos por la difícil situación de los pobres de las áreas rurales».
Aparentemente, su esperanza no carece de fundamento. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, les pidió a Bage y a altos representantes de otras agencias del foro mundial que proporcionaran insumos para las discusiones intergubernamentales sobre cambio climático.
Bage conversó con IPS durante una visita que realizó a Berlín.
IPS: — El cambio climático estuvo en el centro de la reunión de alto nivel convocada por Ban a fines de septiembre en la sede de la ONU y en una conferencia organizada por el presidente estadounidense, George W. Bush. ¿Considera que la situación de los pobres de las áreas rurales fue abordada de modo adecuado?
Lennart Bage: — No.
— Entonces, ¿cómo subrayaría las preocupaciones de ese sector de la población?
— Tenemos alrededor de 3.000 millones de personas viviendo en áreas rurales de países en desarrollo. Eso es casi la mitad de la población del mundo. Dos mil 500 millones están involucrados en la agricultura. Mil 500 millones son cultivadores a pequeña escala. Más de 1.000 millones viven con menos de un dólar por día. De los 1.000 millones que viven en la pobreza absoluta, 800 millones residen en zonas rurales.
Esto retrata la magnitud del desafío del desarrollo en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio. Eso requiere mucha más atención, muchos más recursos y muchas más inversiones. Pero en términos de cambio climático uno tiene que darse cuenta de que estas personas –los más pobres, los más vulnerables, que viven en áreas muy vulnerables al cambio climático– serán quienes más sufrirán. Ellos tendrán el mayor desafío para convertirse en más resistentes y manejar un cambio climático profundo.
— ¿Eso significa que la brecha entre los países en desarrollo e industrializados se ampliará más?
— Yo espero que la comunidad mundial vea no sólo la necesidad de erradicar la pobreza para alcanzar los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (establecidos en 2000 con 2015 como plazo), sino también para invertir mucho más en las áreas rurales.
Ese imperativo ha estado allí durante mucho tiempo. Pero el hecho es que la ayuda oficial para el desarrollo (ODA) brindada al sector agrícola ha caído de modo constante. (Desde fines de los años 80 y a través de los 90, equivalió a apenas 7.500 millones de dólares, o 14 por ciento de la ODA total, comparada con casi 15.000 millones de dólares, o 25 por ciento de la ODA de 10 años antes).
— ¿A qué obedece esa caída tan marcada?
— Ésa es una muy buena pregunta. Para el FIDA, estamos 100 por ciento de nuestro mandato involucrados en el desarrollo de la agricultura. También nos preguntamos por qué el mundo no ha visto la terrible situación de 1.000 millones de personas. Probablemente porque ellas no viven en áreas urbanas.
— ¿El FIDA hizo suficiente para atraer la atención de la comunidad internacional hacia los pobres rurales?
— Ciertamente deberíamos haber hecho más para ello. Lo intentamos. Pero no se los vio, ni oyó, ni se invirtió en ellos.
— ¿Y ahora qué, en vistas del cambio climático?
— Los pobres que viven en áreas rurales son los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Son los menos capaces de adaptarse y hacerle frente. Viven en tierra ecológicamente frágil: montañas, áreas costeras y desiertos. Dependen de sectores vulnerables, como la agricultura, la pesca y la silvicultura. También carecen de capacidad institucional y financiera para protegerse.
— ¿Qué debería hacerse?
— Tenemos que comprender que, hasta ahora, los esfuerzos para asistir a los pobres se centraron en ayudarlos a adaptarse al inevitable cambio climático. Pero también que los pobres de las áreas rurales pueden ser socios de la comunidad mundial en los esfuerzos para la mitigación del fenómeno. Pueden cumplir servicios enormes en la administración de los recursos, en el desarrollo de la agricultura y en el manejo de los bosques. Debemos habilitarlos a ser parte de la solución. Éste es el gran desafío.
En vista de esto, espero que las negociaciones sobre cambio climático desarrollen los medios para compensar a los agricultores por sus servicios, administrando los recursos naturales y la manera en que estos mitigan el cambio climático.
— Compensar, ¿en qué sentido?
— Hay mecanismos financieros que son probados y desarrollados a fin de dar incentivos para mitigar el cambio climático. Así que el punto es hallar un mecanismo que sea suficiente y recompense los esfuerzos que ellos hacen.
— ¿Los esfuerzos para qué?
— Para mantener los bosques, para cultivar alimentos de un modo sostenible.
— Usted está en el cargo desde hace más de seis años. ¿Hay algo que haya aprendido en esos años intensos al frente del FIDA?
— Primero que nada, esto confirmó mi creencia de que el punto de inicio de todo acontecimiento para la erradicación de la pobreza son los propios pobres –hombres y mujeres pobres, comunidades pobres–, que es donde uno tiene las energías, la dedicación y la determinación de trabajar por una vida mejor.
También es donde uno obtiene el conocimiento de las necesidades, para que comiencen las soluciones. Lo que deberíamos hacer es ayudar a los pobres en sus aspiraciones. Mil 500 millones de pequeños agricultores son un valor para el mundo, porque ellos pueden alimentar al mundo. Ellos pueden ser parte de una solución con su dedicación, con ingresos. Necesitamos apoyarlos, invertir en sus prioridades.
— ¿Esto es reconocido por las instituciones internacionales y multilaterales?
— Tal vez en los discursos. Muy a menudo nuestro sistema se basa en expertos del Norte industrializado. Nosotros podemos contribuir. Pero el punto de inicio tiene que ser el conocimiento de los habitantes del Sur.
— Eso significa que el desarrollo es un proceso que ocurre en el lugar. Pero las instituciones multilaterales, los expertos del Norte, ¿realmente están acompasando los acontecimientos y procesos en el sitio donde ocurren?
— Necesitamos asistir, no hablar. Escuchar, comprender, ser humildes en cuanto a nuestra propia falta de conocimiento, para darnos cuenta de que el desarrollo no es simplemente unidimensional. Es complejo, está mucho más anclado en sociedades ricas en cultura y patrimonio.
La nuestra es una ayuda donde se necesitan inversiones, préstamos, educación, financiamiento, introduciendo nuevas herramientas para abrir el potencial de la producción a través de las finanzas rurales.
Hay muchas herramientas, pero tienen que usarse, tienen que ser diseñadas y reunidas en programas con los usuarios.
— ¿Qué significa la coordinación de donantes?
— Pero no se trata de una cosa o la otra. El punto de inicio no es la coordinación de donantes, sino la coordinación con los pobres que se beneficiarán. Y luego tenemos que coordinar entre los donantes, para que haya coherencia.
— A nivel de la Unión Europea a menudo se habla sobre la necesidad de una mejor coordinación de donantes. ¿Cómo funciona eso dentro de las instituciones multilaterales? ¿Está usted satisfecho con eso?
— Bueno, la coordinación siempre puede ser mejor. Pienso que mejoró significativamente en los últimos años, a través de la Declaración de París (acordada en marzo de 2005 entre 100 ministros de gobiernos, presidentes de agencias y otros altos funcionarios).
En el FIDA trabajamos con una amplia gama de socios en la comunidad internacional para el desarrollo. Estos incluyen a otras agencias de la ONU, para aumentar la efectividad de los esfuerzos globales por el desarrollo. Nuestros otros muchos socios en países y comunidades incluyen a gobiernos, organizaciones no gubernamentales, organizaciones basadas en la comunidad y los propios habitantes pobres de las zonas rurales.
— ¿Qué mensaje para los pobres espera usted que surja de la conferencia mundial sobre cambio climático que tendrá lugar en diciembre en Bali?
— Espero que haya un fuerte mensaje diciendo que nos preocupamos por la difícil situación de los pobres de las áreas rurales, que vemos sus necesidades no solamente para la adaptación, sino que también los vemos como fuertes socios para la mitigación, y que su trabajo y su potencial son reconocidos