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Sobre los intelectuales y la rebeldía

Carta a Alfonso Sastre

Fuentes: Rebelión

Querido amigo Alfonso, acabo de leer tu libro «La batalla de los intelectuales» (1), hace dos años ya disfruté con «Los intelectuales y la utopía», texto incluido ahora en esta última publicación. En ambos denuncias la falta de compromiso del intelectual actual, tal y como lo tuvieron antes Jean-Paul Sartre o Bertrand Rusell. Te sumas […]

Querido amigo Alfonso, acabo de leer tu libro «La batalla de los intelectuales» (1), hace dos años ya disfruté con «Los intelectuales y la utopía», texto incluido ahora en esta última publicación. En ambos denuncias la falta de compromiso del intelectual actual, tal y como lo tuvieron antes Jean-Paul Sartre o Bertrand Rusell. Te sumas así a las denuncias de Noam Chomsky («La responsabilidad de los intelectuales». 1969) y de James Petras («Los intelectuales y la guerra». 2002). No puedo estar del todo de acuerdo con todos vosotros porque hay un elemento que creo que no contempláis, y a mí me parece fundamental.

Existe un cambio a tener en cuenta en los últimos cincuenta años, el papel de los medios de comunicación. Hoy, ellos pueden someter -y someten- a embargo informativo al díscolo y promover y elevar -y lo elevan- a los altares al sumiso como nunca antes había ocurrido. Desde el mensaje del político hasta el del intelectual, todo se difunde tamizado y expurgado por ellos. Se purgan ideas y líderes o intelectuales desaparecen de la realidad de los medios y, por tanto, de la sociedad. Si, en algún caso, no se les puede desaparecer, como al presidente cubano Fidel Castro o en nuestro país al que fuera coordinador general de Izquierda Unida Julio Anguita, se les sataniza. Pero suele bastar la primera opción.

Por ello, quizás no sea del todo precisa la percepción de que apenas existen intelectuales críticos con el poder y la mayoría de éstos se han pasado al bando del dominante. Percepción que nos hace a muchos sentirnos dominados por lo que yo llamaría el síndrome del perro verde, percibirnos extraños en nuestra propia sociedad y en nuestro propio tiempo. Individuos que no nos reconocemos en nuestro mundo. Primer paso para la frustración, la impotencia y el enclaustramiento.

Estoy convencido de que muchos de los ejemplos de intelectuales críticos de otros tiempos, Sartre, Rusell o en nuestro país Lorca, Machado o Hernández, hoy estarían en la penumbra social fruto de la oscuridad mediática. Cualquier tiempo pasado no fue en mejor en lo referente al compromiso de los intelectuales. Sí lo fue mejor en lo que respecta al acceso de la sociedad a su pensamiento. Lo pudimos ver juntos amigo Alfonso en Oviedo el pasado mes de abril. Mentes lúcidas, nobles y brillantes como las del sacerdote Ernesto Cardenal, el periodista Ignacio Ramonet, el historiador Eusebio Leal, la escritora Rosa Regás, o tú mismo, entre otros muchos, lanzasteis un grito a favor de la humanidad contra el neoliberalismo que no se difundió ni en un solo medio de comunicación español. Grito que volveremos a unir en el encuentro que tendremos en diciembre en Caracas. La omertá mediática llamé yo a esa reacción de los medios. No estamos ante el dominio del pensamiento único, sino ante la difusión de un único pensamiento.

Existen clamores ciudadanos constantes de indignación que son silenciados sistemáticamente: en Euskadi, contra la boda de Felipe de Borbón, contra el saqueo de los países empobrecidos. Del mismo modo, y por poner algunos ejemplos, es laminado cualquier pensamiento que defienda la soberanía cubana o la democracia participativa que el gobierno venezolano quiere poner en marcha en ese país. Están machacados los dos gobiernos que han aprobado la figura de la revocación de mandatos, es decir, que los ciudadanos puedan cesar a un cargo electo si no cumple con su responsabilidad. También la opinión pública se le niega el desarrollo del juicio contra el ex presidente de Yugoslavia, contra el que nos vimos lanzados a una guerra ilegal. Hasta un periodista en absoluto radical, pero honesto como Ignacio Ramonet, que vende cifras millonarias de libros se ve obligado a publicar en un periódico regional en España. El resto apenas vemos nuestros textos impresos en Gara, un periódico sobre el que se cierne la amenaza constante del cierre.

Hoy no haría falta encerrar a Miguel Hernández hasta que muriese de tuberculosis, ni fusilar a Lorca o que se tuviese que exiliar Antonio Machado. La plutocracia mediática los silenciaría con quizás el mismo efecto. ¿Se representan tus magníficos textos en el teatro? ¿acaso crees que un medio de difusión nacional masiva publicaría hoy los llamados revolucionarios de Bertolt Brecht? ¿o defendería «violencias» como las de franceses o italianos bajo la ocupación nazi? Estamos ante un pacto mediático que llama violentos a unos ciudadanos que manifestaban su desacuerdo con el rey durante su visita a Euskadi y censuran las imágenes del monarca enseñándoles el dedo corazón en actitud insultante. ¿Cómo tratarían hoy los medios al Che si existiera? ¿qué diría hoy lo crítica si un escritor plantease el dilema de Camus en Los Justos?

Afirmas en tu libro que con la guerra de Iraq «una buena parte de la izquierda dormida ha parecido despertar». No, no ha sido eso. Lo que sucedió es que hubo diferencias en el Talón de Hierro de Jack London y una parte de éste, Francia, un sector de la socialdemocracia europea, el Vaticano y sus adláteres mediáticos no compartieron el método. Pero fue un disenso puntual, el Talón de Hierro sigue firme y cruel, y el blindaje de los decibelios y las imprentas no tiene fisuras.

Hace unos días, las crónicas de sociedad de la televisión pública dedicaban extensos reportajes en sus noticieros rosas a las bodas de dos personas cuyo mérito mediático es ser las hijas de dos banqueros que están en prisión por ladrones. ¿Dedicarían un segundo a la boda la hija de un luchador antifranquista?

El problema amigo Alfonso no es la ausencia de intelectuales comprometidos, quizás sea mayor todavía, no lo sé. La tragedia es la puesta en marcha de un sistema de genocidio informativo de todo intelectual rebelde y de consolidación de la meritocracia mediática del sumiso y halagador.

Por eso tenemos ante nosotros un gran reto, si no más importante que el del compromiso intelectual, sí más necesario. El de romper el cerco mediático, romper el bloqueo. Durante la clandestinidad, el Partido Comunista de España creó lo que llamó los «equipos de pasos». Eran comandos de militantes cuya función era que los líderes y militantes comunistas pudiesen atravesar los Pirineos sorteando los controles fronterizos. Ahora debemos crear también «equipos de pasos» para que el pensamiento, las ideas y las palabras, sonidos e imágenes que se enfrentan a este nuevo orden criminal atraviesen los controles fronterizos interpuestos por los medios entre los ciudadanos y los intelectuales díscolos. Los militares fronterizos y represores o el burdo censor que antes había que burlar para que el intelectual subversivo no terminará en prisión, ahora se ha transmutado en responsable de medios que son la voz de su amo, gran empresa accionista o publicitaria.

Los intelectuales comprometidos estáis ahí, presos y exiliados por el apagón informativo que os han impuesto, pero yo sé que estáis. Vamos a ir organizando grupos de pasos que emitan al aire vuestra palabra, que impriman vuestras letras, que iluminen vuestras imágenes. En editoriales como Hiru, en periódicos en internet como Rebelión.org, en radios y televisiones libres y comunitarias, en la elaboración de buenos documentales y publicaciones que se distribuyan en redes sociales que desplacen a las telarañas mediáticas que utilizan para apresar a los individuos en el mundo de la mentira y la sumisión. Ahí se encuentra la gran batalla.

(1) «La batalla de los intelectuales». Alfonso Sastre. Hiru. www.hiru-ed.com