Compañero Alfonso, me dirijo a ti a través de todos los medios que quieran recoger la antorcha de la indignación que ha encendido tu proceso. Has sido señalado como «cabeza de turco» por el sistema de justicia fascista que se impone en España. Había que castigar a alguien ante las movilizaciones obreras y te ha […]
Compañero Alfonso, me dirijo a ti a través de todos los medios que quieran recoger la antorcha de la indignación que ha encendido tu proceso.
Has sido señalado como «cabeza de turco» por el sistema de justicia fascista que se impone en España. Había que castigar a alguien ante las movilizaciones obreras y te ha tocado a ti, compañero. Tu caso es un ejemplo más de cómo la justicia puede prostituirse para amparar la represión, justificar el abuso de poder y violar impunemente los derechos humanos. Quieren castigar tu anhelo de justicia, Alfonso, tu resistencia a la barbarie, tu coraje de obrero. Quieren castigar el viento de libertad que evoca tu ejemplo y que estremece al país entero. Tu proceso es un montaje con el que el sistema pretende amedrantar a toda una generación que reclama incontenible sus derechos. Junto a ti están Ismael, Salva, Álvaro, Carmen, Roger, Mercader, Jon, Urtzi… Tantos y tantos otros compañeros sindicalistas detenidos.
Bajo la falsa acusación de que llevabas material explosivo, van a intentar doblegar la firmeza que has demostrado en las reivindicaciones obreras. El Estado está dispuesto a escarmentar a todos los jóvenes españoles que, como tú, se niegan a someterse a este sistema injusto. Los jueces que van a juzgarte no persiguen otra cosa que subyugar ese afán combativo que has demostrado. Pretenden aplastar tu firmeza, doblegar tu coraje, abatir tu arrojo… Les aterroriza que tu ejemplo se extienda entre una juventud despojada de todo y, cada día que pasa, más luchadora y concienciada.
Esa juventud ha dicho no a la salvaje explotación de los contratos basura, ha dicho no a un sistema fascista que quiere convertirla en esclava, hacerla trabajar a golpe de látigo y con una argolla en el cuello. Ese mercado de trabajo, tan brutal como injusto, no es el nuestro.
Pretenden presentarte como un terrorista, Alfonso. Tú sabes que los únicos terroristas, déspotas y cancerberos, son esos nauseabundos togados que se sentarán frente a ti el día de la farsa del juicio. Esos sátrapas de la Audiencia Nacional pretenden escarmentar a todos aquellos jóvenes españoles -catalanes, gallegos y vascos- que luchan junto a ti por un mundo más justo. Castigando tu ejemplo piensan que doblegarán a una generación insumisa, que así frenarán el inevitable cambio revolucionario.
Tu sabes que los jueces de la Audiencia Nacional no van respetar ni uno solo de tus derechos de acusado. Su degradante trabajo es castigarte Alfonso, castigarte por enfrentarte al régimen, por no someterte a sus leyes fascistas. Y lo van a hacer sin ningún cargo de conciencia, despreciando la indignación general y la espontanea solidaridad que tu caso ha despertado.
Ya hay cientos, miles de jóvenes dispuestos a seguir tu ejemplo. Todos juntos formarán un arrollador ejército. Se acercan tiempos de lucha, compañero, y necesitamos tu firme presencia en las trincheras. Si te encarcelan, ten por seguro que te sacaremos de la cárcel. No lo dudes. Tu liberación será el primer paso que levantará a toda la clase obrera… Las revoluciones irrumpen como un huracán incontenible, se expanden a una velocidad vertiginosa y abaten todo aquello que se les pone de por medio.
Y recuerda, compañero Alfon: todo ese juicio es una farsa… Los jueces que se atrevan a condenarte hoy, mañana serán ellos los procesados.
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