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Entrevista a José Luis Pitarch, profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política en la Universidad de Valencia

Caso Gürtel y salud democrática

Fuentes: Revista Fusión

El caso Gürtel ha demostrado una vez más que las raíces de la corrupción están ancladas y bien ancladas en nuestra sociedad. Esto nos lleva a preguntarnos qué tipo de democracia tenemos y qué valores la sustentan. José Luis Pitarch, profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política en la Universidad de Valencia, aprovecha lo ocurrido […]

El caso Gürtel ha demostrado una vez más que las raíces de la corrupción están ancladas y bien ancladas en nuestra sociedad. Esto nos lleva a preguntarnos qué tipo de democracia tenemos y qué valores la sustentan. José Luis Pitarch, profesor de Derecho Constitucional y Ciencia Política en la Universidad de Valencia, aprovecha lo ocurrido en el caso Gürtel para repasar la salud de nuestra democracia.

-Los casos de corrupción salpican la vida de este país desde hace algún tiempo. Una democracia con este grado de corrupción donde las leyes se incumplen de forma continuada, ¿cómo se la debería de valorar?

-Señalaba Pierre Mendès-France, primer ministro galo en tiempos de Franco, que España era «una dictadura mitigada por la corrupción». Hoy es una democracia moderada o semiadormecida por la corrupción, una democracia lastrada por guetos y bolsas antidemocráticas. Queda demasiado franquismo sociológico, factores reaccionarios con enorme poder. Queda mucha Inercia de siglos, e inercias de la espantosa dictadura en pleno siglo XX.

El asunto es «superlativamente grave», que decía Ortega. Sucede con la corrupción como con el machismo: la ha habido tanto tiempo, son tan hondos sus surcos y atavismos, que se mantiene como una hidra de innumerables cabezas. Y, si al machismo que mata o apalea mujeres lo veo como «la rabia del poder perdido», me parece que la corrupción también rabia contra la ley y la propia democracia.

-Es algo que parece formar parte de la vida política de nuestro país…

-La corrupción es resultante, actualizada, de un pasado de «reconquista», inquisición, anti-modernidad, caciquismo, falta de moral pública, francofascismo, ejemplo pésimo de los gobernantes, Inercia. Y lo más grave quizá sea que la sociedad, en buena parte, la da por descontada, (muchos opinan que el que no se aprovecha, pudiendo, es idiota). Véase cómo votan tantos ciudadanos a favor de la corrupción enorme de Castellón, donde reina el pluri-imputado Sr. Fabra. Cómo han dado mayorías absolutas a Camps y cia, igual que antes votaban a Zaplana. Por no hablar de la conexión de otro gran conseguidor, Agag (¿y Aznar?) con el Bigotes. O del visible buen rollo de este mismo «capitán mostachete» con Fraga, al ladito del cual se le veía en el ínclito bodorrio -«subvencionado» con no poco dinero público- en El Escorial entre el citado Agag y la bella señorita Aznar Botella.

-El 94% de los internautas españoles pide en estos momentos la destitución de todos los políticos corruptos, los que robaron, se enriquecieron ilegalmente y aceptaron regalos, no sólo del PP sino de todos los partidos políticos. ¿Un signo de que la sociedad empieza a estar asqueada de los políticos corruptos?

-Con los debidos respetos, me gustaría ver esa encuesta en que un 94% muestran tal repugnancia por la corrupción. ¡Ojalá sea el 94% de todos los mayores de edad!, pues me pregunto si esos internautas encuestados no serán sustancialmente gente joven (que suele navegar más que los mayores); y, por otra parte, se da un desapego de gran parte de los jóvenes por «la política», lo cual es desgraciadamente lógico (enseguida diré por qué). Lo cierto es que, hasta el presente, en Elecciones generales, autonómicas y locales los candidatos corruptos cosechan muchos millones de votos, aunque el votante sepa que lo son.

Si buena parte de los jóvenes pasan de la política, se abstienen, lo que favorece es a los corruptos, ¿todo esto va a cambiar? Veamos: una cosa es que los internautas citados aborrezcan a los políticos corruptos y amantes de recibir dádivas y regalos de bolsos carísimos como Rita Barberá o relojes que valen millones de las antiguas pesetas como el play-boy Ricardo Costa. Y otra cosa es que ese 94% se vean con fuerzas, animados a intentar luchar para que todo esto cambie.

-¿Qué está fallando?

-Lo que percibo mayormente en mis jóvenes alumnas/os universitarios es desaliento ante la percepción de que el «sistema» está muy asentado y controlado, que ellos no tienen ninguna sartén por el mango. Lo perciben -porque tontos no son- como un tinglado dedicado a favorecer a los dos grandes partidos de ámbito estatal mediante una ley electoral profundamente antidemocrática que condena a numerosas fuerzas a no obtener diputados. Izquierda Unida necesita diez veces más votos que el PSOE o el PP para obtener un escaño en el Congreso de los Diputados. El bipartidismo partitocrático siega las ilusiones de muchos, que se sienten impotentes.

Por supuesto, la sociedad está asqueada de políticos corruptos, y ello constituye un cierto rayo de esperanza. Pero la sociedad ha de rebelarse contra el cesarismo y autarquía de «la clase política». En una rebelión cívica, sin violencia pero manifiesta. Si uno tuviese que participar (de lo que Dios me libre) en la dirección de esta rebelión por la dignidad política individual y colectiva, diría que hay que votar en blanco por millones, para que se enteren de que creemos en la democracia y queremos votar, no abstenernos; pero exigimos que cambien las leyes del caciquismo partitocrático.

Reivindicamos el que las listas electorales no sean «cerradas» y «bloqueadas», pues esto trae consigo que la lealtad de los elegidos se deba a la cúpula de un partido antes que a los ciudadanos que les eligen; ya que, si no obedecen fidelísimamente al partido, se acabó volver a ir en una lista electoral.

Ya es harto discutible que las listas sean «cerradas», sin que el votante pueda tachar a algún miembro en quien no confíe de la lista que él quiere votar. Pero deben ser desbloqueadas, de modo que podamos elegir preferentemente, por ejemplo, al que figura en el número cuatro antes que al que va en cabeza o en el número tres. Todo esto no está por inventar. En Izquierda Unida/Esquerra Unida se hace así en las Asambleas que confeccionan las listas electorales.

-La imputación realizada a Camps por cohecho, luego sobreseída por un tribunal «amigo» es ahora reabierta por orden de la Fiscalía del Supremo ante la aparición de nuevas pruebas. ¿Qué responsabilidad tiene en estos momentos sobre la mesa el poder judicial?

-Los dos dignos magistrados exculpadores que sobreseyeron la imputación penal del Sr. Camps por el «asuntillo trajes» (apenas una puntita del enorme iceberg de corrupción en Valencia, Castellón, Alicente) se pasaron por donde no digan dueñas el Artículo 496 del Código Penal, cuyo objeto es prevenir la corrupción, «vaciaron» el Artículo. En mi análisis jurídico, fue un fraude de ley, fronterizo con la prevaricación. El delito del 496, «cohecho impropio», llámase así precisamente porque no hace falta que los obsequios a una autoridad o funcionario tengan conexión con un acto de éstos, ni que sean recompensa por algo que los mismos hayan realizado. Como señaló el juez instructor, Flors, los regalos a Camps lo fueron «por su condición o función pública», justamente lo que persigue el 426, que sabe que «el que regala bien vende si el que recibe lo entiende».

Al dar carpetazo sin que se investigasen muchas cosas que debían investigarse, dictando además sobreseimiento «definitivo», no «provisional» (que sería lo lógico), infringieron leyes, vulneraron la tutela judicial efectiva del Artículo 24 de la Constitución, y la propia Doctrina del Tribunal Supremo sobre este delito. Por eso el Ministerio Público ha elevado el oportuno Recurso de Casación ante el T.S. Confío en que este Alto Tribunal anule el sobreseimiento. Si no fuera así, la Justicia, primer gran valor y referencia que cita la Constitución, quedaría a los pies de los caballos.

-Hay una parte donde se espera que actúe la justicia, pero ¿y la condena política? ¿Cómo deberían de responder -estos personajes- ante los ciudadanos?

-Las «manzanas podridas» del PP -como les llama el máximo jefe de dicho partido en la provincia de Alicante, J.J. Ripoll- deben dimitir, avergonzarse públicamente ante los ciudadanos, desaparecer para siempre de la política. Lo malo son las credenciales de Ripoll, el mayor «hombre fuerte» del zaplanismo, que no huele precisamente a limpidez, sino a pelotazos, trapisondas urbanísticas, negocios dudosos, regalamientos y prebendas.

Mas también debe responder de este esperpento-caos-vodevil «el partido» (que está explicando muy poquito a los ciudadanos), porque el partido sabía todo, lo autorizaba y se beneficiaba de ello. Como se beneficiaban personalmente distinguidos miembros del partido. Lo ha dejado muy claro Ricardo Costa, ha sido su argumento estrella: todo lo que él ha hecho era a las órdenes de Camps. Por eso, infeliz, se resistía a aceptar su destino de «chivo expiatorio» para salvar al «bonito» Camps, que sin embargo está más perdido que Carracuca. Demasiadas cucamonas y palabras de mimo con el Bigotes, conocidas por todo el mundo. En fin, parece esto un dominó: primero Costa, luego Camps, ¿después Rajoy?. Rita y Doña Desesperanza, al acecho, las féminas pisan fuerte. Mas no olviden a González Pons.

-No hay más democracia que la que otorga el poder del pueblo soberano. ¿Qué armas tiene el ciudadano a su alcance para retirar del poder a estos individuos que se resisten a abandonar el «sillón»?

-¿Qué armas?: ¡no votarles!. Exigir dimisiones. Expresar el hastío y repulsa por diversas vías: manifestaciones, foros de todo tipo, cartas en prensa, etcétera. Y también informarse, para poder argumentar. Por ejemplo: saber que en la Comunidad valenciana nos cabe el privilegio de tener el primer miembro de un Gobierno autonómico condenado por «mangui» (L.F. Cartagena, que se quedó con el dinero de unas monjas siendo alcalde de Orihuela) y el primer diputado autonómico igualmente condenado por quedarse lo ajeno, V. Aparici, brazo derecho del límpido Carlos Fabra. Lo decíamos al principio: mucha inercia.

-Por último, todos los implicados coinciden en la misma estética y escenografía, ¿a qué sector representan dentro del PP?

-Al sector yuppie, niños bien, retadores, postineros. Y nuevos ricos gracias a «la política». Por cierto, apunten (aunque no sea valenciano) a Jaume Matas, ex President de Baleares, recién imputado por corrupción a lo bestia.

José Luis Pitarch es Premio Derechos Humanos y Constitución de la Asociación Pro Derechos Humanos de España.

Fuente: http://www.revistafusion.com/200910201196/Nacional/Tema/caso-guertel-y-salud-democratica.htm