El Protocolo de Kioto que acaba de entrar en vigor fija unos objetivos precisos y vinculantes para todos sus firmantes, obligando a reducir el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático hasta el año 2012; haciendo que la búsqueda de soluciones eficaces a este grave problema sea una prioridad […]
El Protocolo de Kioto que acaba de entrar en vigor fija unos objetivos precisos y vinculantes para todos sus firmantes, obligando a reducir el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático hasta el año 2012; haciendo que la búsqueda de soluciones eficaces a este grave problema sea una prioridad ineludible y un auténtico quebradero de cabeza para los distintos gobiernos. Al Estado español, sólo le permite aumentar sus emisiones un 15% en 2012 respecto al nivel de emisiones que tenía en 1990; pero en 2004 éstas han superado ya en un 45% las de 1990, siendo el Estado industrializado que ha ratificado el tratado que más ha aumentado sus emisiones desde esa fecha, y junto a Irlanda, es el Estado de la Unión Europea más alejado de su cumplimiento.
Para cumplir con Kioto, la Unión Europea aprobó una Directiva que obliga a partir de 2005 a todas las industrias contaminantes a tener la correspondiente autorización. Para ello, el gobierno socialista ha puesto en marcha un Plan de Emisiones donde fija el tope de emisión de gases que el sector industrial puede emitir durante el periodo 2005-2007. En este Plan, 21 de las industrias afectadas están en Navarra, entre las que se encuentran las 2 centrales térmicas de Castejón, que este año podrán verter a la atmósfera el 57% del total de emisiones de CO2 de la Comunidad, (1`8 millones de toneladas de CO2), aunque según el plan del gobierno sus emisiones se verán reducidas en más de un 20% en los dos años siguientes.
Esta esperanzadora previsión no se cumplirá si se aceptan las solicitudes de ampliación de las 2 térmicas que actualmente están tramitándose; ya que con las ampliaciones no sólo no se reducirán sus emisiones sino que aumentarán, pues habrá 4 centrales térmicas en menos de un kilómetro, funcionando unas 7.500 horas al año y con un caudal de toma de agua del río Ebro de más de 1000 litros por segundo entre las 4.
Las empresas propietarias de las centrales están tranquilas pese a esta reducción de sus emisiones de CO2, porque no tienen más que ir al mercado europeo de derechos de emisión y comprar los derechos de otras empresas que no superen sus niveles máximos permitidos, con lo que a través de este mercado, conseguirán evitar las sanciones económicas que pudieran imponerles, y estarán dentro de la legalidad, eso sí, contaminando el doble de lo que ahora lo hacen. Además conseguirán el fin económico que les mueve, reducir sus costes ubicando sus centrales en las proximidades de gaseoductos y en lugares con abundante agua y fácilmente accesible, por ejemplo Castejón, lo que les dan grandes márgenes de beneficios que les permiten amortizar sus plantas en tiempos muy cortos, entrando rápidamente en beneficios.
Así pues, si la amenaza de las ampliaciones se confirma, los únicos beneficiados serán las grandes industrias eléctricas que están detrás, y los grandes perjudicados volverán a ser los habitantes y el ecosistema de toda la ribera del Ebro, ya que no conviene olvidar que los impactos ambientales causados por una central térmica se extienden por la acción del viento, muchos kilómetros más allá del lugar donde se originan.
Con las 2 nuevas centrales aumentará de forma muy peligrosa no sólo las emisiones de CO2, con la consiguiente contribución al calentamiento terrestre y cambio climático, sino también las de óxido de nitrógeno, causantes de las lluvias ácidas y que tan negativamente afectan a la agricultura al reducir notablemente el rendimiento de las cosechas, y son precursoras de la formación de un peligroso contaminante para la salud humana, el ozono troposférico. Si se superan determinadas concentraciones de ozono en el aire es obligatorio avisar a la población ya que respirar un aire tan viciado produce la irritación de mucosas y tejidos pulmonares, irritación de ojos, tos, dolores de cabeza y pecho, agravando las enfermedades respiratorias crónicas y alérgicas. En 2004 y con sólo 2 centrales funcionando, este límite se superó 7 veces, por lo que si se autorizan 2 nuevas plantas eléctricas, aumentarán peligrosamente las ocasiones en que se superarán estos límites.
A esto hay que sumar que el elevado consumo de agua que necesitarán las 4 centrales afectará a la calidad del agua y a las necesidades de abastecimiento en la zona, especialmente en las épocas en las que el caudal del río baja; que aumentará la contaminación acústica producida por el ruido que provoca el funcionamiento de las centrales, y se incrementarán las sustancias químicas peligrosas, en su mayoría cancerígenas, que generan las centrales térmicas, como el arsénico, cadmio, cromo, plomo, mercurio, níquel o benceno, entre otras.
Con todo esto, es preciso paralizar cualquier intento de construir más centrales térmicas de ciclo combinado porque es incompatible con el cumplimiento del Protocolo de Kioto, con el Plan Energético de Navarra que prevé alcanzar el autoabastecimiento de energía eléctrica íntegramente con energías renovables, y porque constituyen un claro ejemplo de sobreequipamiento innecesario y gratuito cuyo impacto ambiental no se justifica en ningún caso, máxime cuando la demanda de electricidad está garantizada hasta 2011, según el propio gobierno socialista.
Para ello es necesaria la implicación de toda la población afectada, no sólo de Castejón sino de toda la mancomunidad de la Ribera, recabar el compromiso político de todos los ayuntamientos afectados en contra de estas ampliaciones, como en el caso de Castejón donde se pronunció por unanimidad en contra, exigir al gobierno de Navarra que abandone su actual política industrial responsable del aumento desbocado de las emisiones de CO2, comprometiéndose realmente a paliar los problemas medioambientales provocados, y exigir al gobierno central coherencia con sus compromisos en políticas de mitigación del cambio climático realizando una planificación energética consecuente con ellos.
Si se consiguen estos objetivos, indudablemente no habrá ampliaciones de la centrales térmicas de Castejón, se habrá empezado a salvaguardar el ecosistema de la Ribera del Ebro, ya muy castigado, y se habrá conseguido que Castejón y su entorno sean los primeros que empiezan a cumplir con Kioto. Casi nada.