No se dice, no lo cuentan. Pero es una realidad, un verdadero fracaso. Conozco bien la realidad Castilla-La Mancha, región a la que quiero y que conozco, me parece, a fondo. Es una comunidad colapsada: un fracaso institucional y social. La clave reside en la Educación, en su particular y hondo fracaso, un secreto a […]
No se dice, no lo cuentan. Pero es una realidad, un verdadero fracaso. Conozco bien la realidad Castilla-La Mancha, región a la que quiero y que conozco, me parece, a fondo. Es una comunidad colapsada: un fracaso institucional y social. La clave reside en la Educación, en su particular y hondo fracaso, un secreto a voces que no se quiere difundir.
Quienes conocen esta región saben de ciertos datos que yo no voy a repetir. Me olvidaré de los números, que para ello hay buenos economistas y expertos en estadística. ¿Déficit de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha? El mayor de España. ¿Índice de paro? De los más altos de España. ¿Índice de fracaso escolar y de absentismo escolar? De los más altos de España. ¿Posición de la región en cuanto a renta per cápita? De las más bajas de España.
Podrá decirse que tengo una enemiga contra los socialistas. Creo que el PSOE, cuando ha gobernado durante muchos años seguidos en una comunidad autónoma, ha conseguido situar a ésta en los índices más altos de clientelismo, corrupción, paro, falta de iniciativa privada, falta de lógica en políticas públicas, atraso económico, dependencia creciente de las subvenciones estatales y europeas, etc. Esto es lo sucedido en Castilla-La Mancha, Extremadura, Principado de Asturies, Andalucía.
Estas comunidades son un fracaso, un colapso. No estoy convencido de que los cambios de gobierno, girando al neoliberalismo, sean la terapia. Las políticas privatizadoras, los catecismos neoconservadores no me gustan ni un pelo. Los cambios, de tener algo de bueno, pueden venir del desmantelamiento de la casta de vividores, la eliminación de las clientelas, de las catervas corruptos, exterminio del nepotismo, eliminación de «gastos de representación» absurdos, y demás. De antemano ya adelanto que ese cambio de aires es bueno, pero que los «recortes» por sí solos no me gustan. Hay que recortar lo accesorio, y especialmente hay que eliminar los pesebres a que nos acostumbraron los socialistas en las regiones arriba mencionadas.
En Castilla-La Mancha estoy oyendo numerosas voces que piden una devolución de competencias. Se añora un bendito Estado centralista, símbolo de seriedad y objetividad frente a una España de taifas que ha dado cobijo a tantos caciques. Los gestores socialistas de esta comunidad, que creían gozar de la poltrona para siempre, han fomentado un espíritu centralista en una región que, a decir verdad, nunca reclamó autonomía y ésta le fue concedida bajo la consigna del «café para todos». Creo que se equivocan: institucionalmente fue un gran avance conceder autonomía a los países y regiones de España. España es un estado y, como comunidad de pueblos, más bien habría que hablar de «Las Españas» como antaño. La autonomía supuso un acercamiento de las administraciones a las realidades más concretas de cada comarca y de cada provincia. Que estos pasos posibles desde 1978 no se supieran aprovechar, es harina de otro costal.
Castilla-La Mancha fue, en otro tiempo, el feudo del Sr. Bono. En realidad, al remontarse a los orígenes de esta comunidad, habría que ver en este personaje las causas de su origen y colapso. El Sr. Bono, el (ya por poco tiempo) presidente del Congreso y (hasta ahora) tercer cargo institucional del Estado, consiguió ser presidente de la región por mayoría absoluta durante muchos años y logró crear una región autónoma a su imagen y semejanza (1983-2004). Casi veinte años de mandato en una región que se hizo formalmente autónoma con él, bajo su poder absoluto.
Como ya he dicho, en Castilla-La Mancha no hubo, desde 1978, voces autonomistas. La propia región es -históricamente- un fraude. Hay en ella provincias netamente castellanas «viejas». Otras son, más bien, castellanas «nuevas», junto con Madrid. Y dentro de las últimas, la comarca manchega goza de una singularidad especial, tratándose realmente de una región específica dentro de la antigua Castilla unida. Pero el «café para todos» trajo consigo estos engendros y disparates. Se puede decir que el invento inició sus dos décadas de andadura autonomista de la mano de este señor, hoy acaudalado prócer de la Patria, una Patria Española que constantemente invoca, junto con su devoción por curas y uniformados. Su carnet de socialista ya le vacuna de toda sospecha de ultraderechismo.
Castilla-La Mancha fue José Bono: se hizo con él y por él. Una región y una sociedad víctima de años y años de latrocinio. Una región sumida en el colapso, en la ruina. Ya nadie se acuerda del artífice de todo esto porque en 2004 Bono consiguió un ministerio, y después logró figurar como presidente del Congreso en Madrid. Perfecta trayectoria de un cacique local: utilizar su tierra como mero trampolín para la Corte. Ahora, tras el fracaso socialista del 20-N, va a ser Barreda quien pague los platos rotos y quien corra con la mala imagen de este colapso regional, con este sambenito de ser «la Grecia de España». Barreda fue el lugarteniente de Bono, el vicepresidente regional y, por tanto, el heredero al trono de una región creada para articular el «café para todos», y para el mantenimiento de feudos donde el puño y la rosa eran condición sine qua non para chupar del bote. Barreda -ahora escondido en algún lugar- carga con las consecuencias del régimen de Bono. Pero todo arranca de este último personaje y su «obra».
Quien venga a la región podrá constatar hechos inauditos que ya damos por normales. Las farmacias no cobran de la Junta de Comunidades, la mayor morosa de España. Algunas han cerrado, a otras les ofrecen un crédito en vez de cobrar lo que en justicia se les debe.
La universidad (UCLM) tampoco cobra la parte que le toca de la Junta, y apenas le llega para las nóminas: hay que renunciar a la investigación, y se mantiene un aberrante multicampus para que cada pequeña capital («capitaleja») cuente con el lujo de una universidad. En las facultades, los profesores ya tienen problemas de disciplina y orden, como si fueran institutos. Los departamentos van regalando aprobados para que no se pierda matrícula y así, para lo sucesivo, se garanticen las plazas docentes. Muchos alumnos, muchos campus, poco dinero para lo que de verdad importa, pero la Universidad no puede así convertirse en un motor de desarrollo regional. Solo algunas carreras tienen cierto prestigio, se investiga poco y se propaga el nepotismo más descarado (aunque estos males son generales en toda la universidad española).
El «Reino de don Quijote»: un macrocomplejo que incluía, en las cercanías de Ciudad Real, extensas zonas verdes a regar diariamente (en una de las más secas regiones de España), casinos, hoteles de lujo, campos de golf, viviendas de alto standing…. ¿Qué fue de ello? Las cadenas locales y regionales nos transmitían la euforia del presidente autonómico, del alcalde (Gil-Ortega), del presidente de la Cámara de Comercio (León-Treviño), del presidente de la Diputación (Nemesio de Lara). Todo el día nos daban la tabarra con esa magna inversión. ¿en qué quedó? Pero si decían que iban a construir ¡una playa en medio de La Mancha!
Ahora tenemos miles de metros cuadrados urbanizados en mitad de la nada, dinero enterrado, riegos de agua en medio de secarrales, pelotazos a sumar a los anteriores pelotazos.
El aeropuerto de Ciudad Real: sin aviones. Una magna inversión a la que se le dio la vaselina adecuada de informes medioambientales adecuados en contra de toda evidencia. Un aeropuerto de aeronaves imaginarias, como los castillos y gigantes que veía el pobre don Alonso Quijano, noble loco que conocía bien estas tierras. Don Quijote no alucinaba por dinero, solo quería restaurar la caballería andante. Estos políticos y empresarios castellano-manchegos, en cambio, no comparecen ante los tribunales por los agujeros causados, ni tampoco se estrellaron contra ningún molino. Mientras tanto, como siempre, será el dinero público el que pague pelotazos y chapuzas en las que lo público y lo privado se mezclan siniestramente. Si hay beneficios, serán privados; si se trata de pérdidas, el estado corre con todo.
Caja Castilla-La Mancha: fue la caja de Pandora que dio la medida de cómo funciona el capitalismo caciquil: agujeros financieros, utilización de los bienes ajenos como si fueran fincas privadas. Aquí todo el mundo ha querido hacerse su cortijo con lo ajeno. Y el carnet del PPSOE es requisito y trampolín para ello.
Y ahora vamos con el banderín de la región: la Educación.
Barreda dijo muchas veces aquello de «estamos superando un atraso histórico…» ¿De veras?
Castilla-La Mancha ha seguido la senda de otros regímenes socialistas cronificados. Unas tasas de paro directamente vinculadas a una deficiente formación de su población, haciendo excepción de una minoría estudiosa y esforzada. Doy fe de que en horario escolar hay menores en los parques y en las calles haciendo lo que les viene en gana. Hay un absentismo escolar incontrolado y las autoridades no hacen nada para evitarlo.
Doy fe de que vamos en camino de que la mitad de los menores no titulan en la ESO y que muchos de cuantos sí lo hacen lo consiguen a trancas y barrancas, por medio de reclamaciones, amenazas al profesorado, cambalaches en la votación de las juntas de Evaluación (a veces titulan en ESO alumnos con tres asignaturas suspensas y con varias amonestaciones por mal comportamiento).
Los liberados sindicales en la Enseñanza, junto con personas que disfrutan de comisiones de servicios, cargos varios en CEPs y delegaciones, además de orientadores, inspectores y asesores de toda índole constituyen un gasto exagerado en unos institutos donde los profesores pasamos frío por falta de calefacción y donde se amontonan masas de alumnos que son difícilmente controlables por falta de apoyos docentes. Toda la sociedad, y no solo los profesores, es la que paga esta juerga de los «liberados de la tiza».
Los sindicatos «de clase» UGT y CCOO salen de su estado de momificación apenas unos días antes de las elecciones del 20-N para apoyar con sus huelgas de profesores al partido que tanto les ha dado y que hace causa común con su progresismo: que nuestros chicos sean cada día más burros. Se levantan con aire revolucionario contra «los recortes» cuando ellos estuvieron en silencio cogobernando con Bono, Barreda, Valverde y demás socialistas que han hundido la Educación en esta hermosa, noble pero desgraciada región. Zapatero y sus correligionarios manchegos consiguieron hacer de los institutos lugares indignos, donde las agresiones e insultos a docentes eran moneda corriente, y en los que el procedimiento para sancionar a gamberros se convertía en poco más que un proceso judicial al maestro. El paraíso de la «promoción automática» es Castilla-La Mancha. Un alumno con 11 asignaturas suspensas y varias amonestaciones por mala conducta pasa de curso y así «se respeta su derecho a la educación».
El gobierno regional, el mismo que ahora dejó el poder como consecuencia del 20-N, regaló ejemplares a color y en papel plastificado, de El Quijote a todos los escolares, así como agendas y ediciones de la Constitución y de la Declaración de los Derechos Humanos. Muchos de esos libros acabaron en las cunetas y en los contenedores. La región era una fiesta: por fin éramos ricos.
El gobierno socialista de la región entregó un ordenador portátil a cada niño de 5º de Primaria y otro a cada docente, sin distinguir entre rentas altas y bajas. Por fin esta región era rica…como si un vagabundo gastara todas sus limosnas ahorradas en el calcetín para pasarse una noche de lujo en un hotel de cinco estrellas.
Los libros de texto son gratis para todos los escolares en edad obligatoria, de nuevo sin entrar en distinciones entre familias pudientes o familias necesitadas: para todos. Esto sucede en la región más endeudada de España, si no de Europa, donde se sigue con el «atraso histórico» que los caciques del PSOE se empeñan en perpetuar.
Mientras tanto, los sindicatos se suman al PSOE en sus movilizaciones. Es cierto que Cospedal ha pegado un fuerte hachazo a los sueldos de los funcionarios. Es cierto que se trata de una gran injusticia. Deberían empezar poniendo a trabajar a tantos «liberados de la tiza». Deberían empezar desmantelando los chiringuitos habituales que crea el PSOE cuando éste detenta el poder. Recortar lo superfluo y mimar un poco más al docente que trabaja, que no es absentista, que se esfuerza por elevar el rigor y la autoridad en sus clases. Invertir en profesores no en pizarras digitales, portátiles y cacharros inservibles de ese tipo. Hay que recortar, sin duda, pues Cospedal se ha quedado con la caja vacía. Pero hay que recortar de lo superfluo.
Y hay cuidar la calidad de la Enseñanza, seleccionar a los más capaces. En las últimas oposiciones a profesores de Enseñanza Secundaria los sindicatos en cohabitación con el gobierno socialista consiguieron implantar un modelo de acceso a las plazas en el que la nota del examen no contaba prácticamente nada. Candidatos con notas de 9 y 10 en los exámenes de conocimientos para ser profesor se quedaban sin plaza ante otros candidatos, interinos, que mimados por los sindicatos, ya venían con un «informe previo» elaborado durante su trabajo como interinos y, se supone, con máxima calificación, para que se ahorraran parte de las fases del concurso-oposición y tuvieran ponderados muchos puntos por la llamada «experiencia». Y es que puede ocurrir en España lo que no pasa en ningún sitio, que alguien que lleve muchos años trabajando mal entre en la función pública antes que una persona, novata, pero que desde el primer día trabaja bien. Con unos sindicatos a los que no les preocupa el nivel de los docentes, sino conseguir bazas para «los suyos», aunque éstos sean ceros a la izquierda, no hay nada que hacer. Y Castilla-La Mancha no levantará cabeza si no reforma radicalmente su sistema educativo (aunque reconozco que hace falta también un marco legislativo estatal que contemple un profundo cambio de mentalidad)
Hay que añadir a este panorama desolador, el de una región que está abandonando su única posibilidad de regeneración, la Educación, la «reforma encubierta» que supone la masiva ampliación de los llamados Programas de Cualificación (PCPI) y Programas de Diversificación Curricular que, salvo excepciones, solo sirven para que los más vagos y maleantes de una población pasiva (muchos ya mayores de edad) saquen su título de graduado en ESO sin hacer la o con un canuto y sin saber nada de nada. De esta manera se maquillan las estadísticas tercermundistas de la región en cuanto a fracaso escolar y déficit de personas cualificadas. Si ya regalaban los títulos de ESO, Bachillerato y FP, con esta puerta trasera, el engaño a la sociedad y a Europa es mayúsculo. No hay futuro en esta región con estas políticas: vamos directamente al tercer mundo.
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