En 2005, se aplicaron sanciones a productores tras detectarse un total de 118 talas de vegetación autóctona sin permiso alguno. Este año se van detectando 61 desmontes clandestinos de bosques nativos en la provincia, aunque la cifra disminuyó un 50% con respecto al año pasado. Pero ya desapareció el 60% de la masa vegetal autóctona […]
En 2005, se aplicaron sanciones a productores tras detectarse un total de 118 talas de vegetación autóctona sin permiso alguno.
Este año se van detectando 61 desmontes clandestinos de bosques nativos en la provincia, aunque la cifra disminuyó un 50% con respecto al año pasado. Pero ya desapareció el 60% de la masa vegetal autóctona y sólo quedan 750 mil hectáreas de bosques. Aseguran que gracias a la ley de emergencias boscosas, por ahora, se frenaron todos los emprendimientos privados para realizar desmontes. Sin embargo, se critica que pueda reforestarse con especies no autóctonas que podrán alterar el delicado equilibrio ecológico.
La situación es tan grave que debió acudirse a una ley de emergencia para parar el ritmo desenfrenado de desmonte en la provincia. Según datos aportados por la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura, ya desapareció el 60 por ciento de los bosques provinciales lo que representa la destrucción de 1,2 millones de hectáreas. Para tener en cuenta, la tercera parte del parque Sierra de San Javier ya está ocupada por el avance de la urbanización y los cultivos.
Junto a la permisibilidad a emprendimientos privados (agrícolas, ganaderos, madereros, etc) que durante décadas arrasaron la flora sin contemplaciones, la deforestación también debe, hasta hoy, soportar la tala indiscriminada ilegal en diversos puntos de la provincia. Según datos aportados por la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos de la provincia hasta octubre de este año ya se detectaron 61 desmontes no autorizados por la repartición que implicaron el arrasamiento de unas 600 hectáreas.
Sin embargo, esta cifra representa un número sensiblemente menor en comparación con años anteriores. Durante el año pasado, se aplicaron sanciones a productores tras detectarse un total de 118 talas de vegetación autóctona sin permiso alguno. En 2004, los predios desmontados ilegalmente que se descubrieron fueron 83.
Más allá de las 61 sanciones que se aplicaron este año por la detección de predios arrasados sin autorización, se aplicaron otras 177 actas de infracción. De ellas, 102 corresponden a negocios (madereras, carbonerías, aserraderos) que carecían de los permisos que justifiquen la existencia de la materia prima (el año pasado la cifra trepó a 221). En tanto, también se aplicaron 75 multas (en 2005 llegó a 117) por la detección de vehículos sin la guía (permiso) habilitante para el traslado de madera o rollos de árboles talados.
El principal motivo de esta disminución en la aplicación de sanciones, según Manuel Imbert, titular de Flora y Fauna, se asienta en dos factores claves: el mayor control existente y la sanción, en mayo pasado, de la ley 7.731 que declaró la emergencia de las masas boscosas nativas en la provincia (la norma impide todo tipo de intervención en los bosques por dos años).
Esta norma, junto al despliegue de controles cuyas multas crecieron considerablemente en su monto permitió que el número de negocios registrados legalmente crezca ampliamente (en los dos últimos años ya se inscribieron 331 emprendimientos). Además, también se reforzó la cantidad de permisos expedidos para la carga de madera y troncos. «De a poco, los productores tienden a trabajar en forma legal sujetos a los controles existentes», afirmó Imbert.
La emergencia frenó los pedidos de desmontes
La grave situación que padecen los bosques nativos vive, por ahora, una situación de respiro. Más allá que a principios de noviembre la Legislatura sancionó una modificación a la ley de emergencia de las masas boscosas, (se trata de la ley 7.838 que establece una serie de excepciones a la ley original), este año la actividad de desmonte legal fue casi nula.
Tras un ritmo sostenido de emprendimientos privados que implicaron la desaparición de 4087,7 hectáreas, en 2003; 3325,8, en 2004 y; 3748,5, en 2005, este año sólo se permitió el desmonte de sólo 100 hectáreas.
«Tenemos una importante cantidad de proyectos, principalmente agropecuarios, a través de los cuales nos solicitan autorización para realizar desmontes. Sin embargo, hasta que la ley 7.838 no se reglamente, los permisos seguirán demorados’, explicó Imbert.
El funcionario también respaldo la flexibilización de la ley de emergencia a través de su modificación. «No todas las masas boscosas son iguales, hay muchas diferencias. En muchas ocasiones hay sectores que carecen de escaso valor desde el punto de vista económico o social para la Provincia y para el productor por lo que sí es viable un desmonte controlado para el desarrollo de alguna actividad agrícola-ganadera.
No todos creen que la situación haya mejorado
La visión optimista de Imbert con respecto a la deforestación boscosa en los últimos años fue relativizada por la asesora de la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura, Beatriz Palomino. Para la especialista, si bien pudo haberse registrado un freno a la tala descontrolada, esta estuvo más relacionada por los altos niveles de depredación que por la concientización o los controles desde el Gobierno.
«Si se paró el avance de la deforestación fue simplemente porque ya no hay que más talar. Ya se arrasó con todo lo que pudo, por eso se impulsó la ley de emergencia boscosa», sostuvo la agrónoma quien alertó que, más allá de la depredación en el pedemonte del oeste de la provincia, poca conciencia se toma sobre el arrasamiento al que también se somete a las localidades del este provincial.
La funcionaria también denunció el veto parcial que el PE aplicó a la ley 7.838 (modificatoria de la ley de emergencia). Es que, en la norma original, en unos de sus articulados se permitió que aquellos terrenos cuya pendiente supere al 10 por ciento puedan receptar actividades de enriquecimiento forestal sólo con especies nativas. El PE, entre otros cambios, rechazó que sólo pueda plantarse con vegetación autóctona (para poder forestar con árboles más aptos para la industria maderera) lo que fue criticado por Palomino.
«La forestación con especies extrañas a la zona como eucaliptos o pinos alteran el equilibrio ecológico original del medio ambiente. Esto también ocasiona un grave daño», alertó.