En la salida sur de Chañaral, entre el límite de la carretera Panamericana Norte y la entrada a la bahía, existió un humedal que los chañaralinos denominaron “ojo de mar”. Dicho humedal, que desapareció definitivamente posterior al aluvión del 25 de marzo de 2015, en su prosperidad ecológica albergó aves silvestres, peces, flora e insectos, particularmente mosquitos.
Dicha población de mosquitos se mantuvo regulada por el control biológico producido por los peces que habitaban el humedal y que consumían sus larvas. Al contrario, frente a la disminución de peces, el aumento de mosquitos era explosivo y la afectación por picaduras alcanzaba a los habitantes de la zona baja hasta el barrio Atacama Alto en Chañaral. En rigor, los mosquitos se desplegaban por toda el área aledaña al humedal.
Posterior a los aluviones del 25 de marzo del 2015 y el 13 de mayo del 2017, en el territorio que se proyecta entre la línea de más alta marea y la ciudad de Chañaral, se formaron dos pozas de aguas residuales que alcanzan las 1,5 hectáreas cada una.
Ambas pozas artificiales, hasta la actualidad sin proyectos en carpeta para evacuar sus aguas ni solución ambiental, son fuentes de contaminación e infección tanto por su condición sanitaria, como por los mosquitos transmisores de enfermedades que encuentran en el lugar un hábitat ideal para su reproducción.
En Chile, el Instituto de Desarrollo Agropecuario y el Ministerio de Salud, han dispuesto la entrega de gambusias o “peces mosquito” (Gambusia affinis) en diversos puntos del país para promover el control biológico y disminución de mosquitos que propagan los virus de la fiebre amarilla, dengue y Zika. Dichos peces, originarios del sur y este de Norteamérica, fueron introducidos a nuestro país desde la década del 40 por su notable capacidad para la disminución de mosquitos transmisores de enfermedades.
Es decir, mientras no se implemente una solución definitiva para la evacuación de las aguas residuales de las pozas artificiales en Chañaral, se podrían experimentar medidas transitorias, tales como la introducción de peces consumidores de mosquitos y reducir significativamente la población de los mismos a través de un control biológico.
Para lo anterior, existe un vacío y es que hasta la actualidad se desconoce la condición ambiental de las pozas. No hay registros de análisis ni seguimiento físico-químico del agua y sedimento, dificultando cualquier acción o medición del efecto sobre los habitantes.
El Programa de Observación del Ambiente Litoral (P.O.A.L) de la Autoridad Marítima, es el encargado de la realización de monitoreos y análisis de muestras de cuerpos de agua y sedimentos en el borde costero a lo largo de Chile. Dichos análisis incluyen Chañaral una vez por año, pero no incorporan las pozas en cuestión, que son las que sostienen el foco de contaminación más significativo en términos acuáticos en el borde costero.
Como hemos visto, existen antecedentes que evidencian excelentes resultados de trabajos en conjunto entre el Ministerio de Salud y el Ministerio de Agricultura para enfrentar sobrepoblaciones de mosquitos transmisores de enfermedades en el país.
Para el caso de Chañaral y la jurisdicción de la Autoridad Marítima en el borde costero, la integración de las pozas al Programa de Observación del Ambiente Litoral para el monitoreo y análisis anual podría ser determinante en la salud ambiental de la comuna, así también para el resguardo de los habitantes y búsqueda de una solución definitiva.
Sentar las bases técnicas y científicas para la comprensión y seguimiento ambiental de las pozas es vital, como también iniciar un trabajo paralelo y multisectorial relativo a la implementación de medidas de restauración y salud ambiental en el borde costero de Chañaral.
Jaime Varas Esquivel. Acuicultor. Máster en Cambio Climático y Desarrollo Sostenible. Especialista en Oceanografía y Recursos Marinos. @jaimevaras