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Entrevista a Aleida Guevara March, hija del líder revolucionario cubanoargentino

Che Guevara, imagen y recuerdo

Fuentes: BBC

La imagen del Che Guevara, pelo largo, barba y boina, tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda en 1960, trascendió desde hace años el marco político e ideológico para adentrarse en el mundo de la moda. Jóvenes de todo el mundo, aún sin conocer el pensamiento y la obra del legendario y polémico guerrillero argentino-cubano, […]

La imagen del Che Guevara, pelo largo, barba y boina, tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda en 1960, trascendió desde hace años el marco político e ideológico para adentrarse en el mundo de la moda.

Jóvenes de todo el mundo, aún sin conocer el pensamiento y la obra del legendario y polémico guerrillero argentino-cubano, llevan camisetas con su efigie, que también se ve en bares, tiendas y algunos de los lugares más insólitos.

Sobre ese y otros temas, Fernán González de BBC Mundo, conversó en el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana con Aleida Guevara March, una de las hijas del Che.


¿Cómo recuerda a su padre?

Recuerdos tengo muy poquitos. Realmente los cuido, los protejo. Lo que pasa es que si uno repite las cosas es como si perdieran su magia, esas cosas lindas que un día quiero contar a mis nietos, cuando los tenga. Y eso para un hijo es importantísimo.

Tu papá pudo no estar presente en tu educación, tu formación como ser humano. Sin embargo mi madre, que lo amó extraordinariamente, hizo que nosotros lo sintiéramos presente, sin presiones, sin usarlo como coacción, nunca. Con amor. No lo sé cómo lo logró.

Todavía hoy no logro comprender bien como mi mamá reaccionó pero de alguna manera lo sentíamos ahí, al lado nuestro, todo el tiempo.

Ya cuando fuimos creciendo, cuando era adolescente un día me pregunté porqué quería a mi papá, pues el amor de los padres no es impuesto: no porque tú seas mi papá yo te voy a querer. Tú te tienes que ganar ese afecto de tu hijo, el respeto de tu hijo.

Mi papá no tuvo tiempo de hacerlo personalmente. Entonces yo dije, bueno, porqué lo quiero. Empecé a buscar en mi memoria. Empecé a buscar imágenes que tenía de relaciones con papi y me di cuenta que ese hombre me había amado. Cuando uno recibe amor, lo devuelve. Después comencé a estudiar a papá, cómo era como ser humano y todos los días me siento muy orgullosa de ser su hija.

¿Qué edad tenía cuando su padre se fue a luchar a Bolivia?

Él sale primero al Congo. Yo tenía cuatro años y medio. Nunca más volvimos a ver tal como él era. Él regresa clandestinamente a Cuba . El se lo pidió a Fidel, porque ya se había despedido públicamente del pueblo cubano. Fidel accedió a todo.

¿Lo vio cuando regresó?

Yo lo vi ya transformado. Él regresa. Aquí tiene un serio trabajo de transformación para poder entrar después a Bolivia. Cuando él está listo para salir, entonces vamos a comer con un amigo de mi papá. Fue fantástico, fue un encuentro lindísimo. Esa noche desgraciadamente me caí. Me di un golpe en la cabeza, había acabado de cenar.

Mi papá me tomó en su brazos, me palpó, me tocó de una manera muy especial, al punto que al rato yo le dije a mi mamá: «Yo creo que este hombre está enamorado de mí».

Yo tenía cinco años en ese momento. Ese hombre me palpó, me protegió de una manera muy especial. Me habían negado que fuera mi papá, entonces no me quedaba otra que decir que estaba enamorado de mí. Y fue lindo, muy emocionante porque quizás habría querido expresar cómo me quería.

Y después viene el momento difícil en que le informaron que había perecido en Bolivia. ¿Cómo fue esto para usted?

La noticia nunca me la dieron así, «tu papá murió». Nunca recuerdo eso. Yo recuerdo a mi mamá llorando y leyendo la carta de despedida y ahí entendí que nunca más iba a tener papá. Es un sentimiento muy difícil para un niño pequeño aceptar esa realidad.

Después lo añoré. Añoré a mi padre porque en la escuela las niñas contaban cosas de sus papás, de las relaciones con su papá y yo no podía, así que busqué otra figura que sustituyó a mi papá y el pobre Fidel cargó la culpa.

¿Cómo ha sido su relación con Fidel Castro? Se dice que es muy cercana a él.

Yo lo quiero muchísimo pero cercana realmente no soy. Él tiene también conmigo una relación también bonita, de un tío. De un tío que hace uso de presencia. Normalmente nos comunicamos por correspondencia, por carta. Yo le cuento todo lo que me va pasando y, de cierta forma, le agoto la paciencia con todo el trabajo que tiene (ríe) y yo encima mortificando. Debe ser algo serio.

Su padre se ha convertido en uno de los íconos de este tiempo. Se han hecho películas sobre él, «Diarios de motocicleta» por ejemplo. Aparte de eso jóvenes en todo el mundo llevan camisetas con la efigie del Che, aquella foto de Korda, ¿Qué siente cuando ve un joven noruego, español o turco con la efigie del Che Guevara?

A veces me da un poco de risa. Pienso en él. Un día él estaba en mi casa -esto me lo contó una amiga de mi mamá- y había muchos jóvenes que habían venido de la zona rural del país y estudiaban con becas. Ellos sabían que mi papá vivía por allí y cuando salían a almorzar o a comer decían «Cuchillo, cuchara, qué viva el Che Guevara» (ríe).

Mi papá cuando lo oía se moría de la risa, decía «qué tontería». Era una cosa graciosa para él. Pienso lo mismo cuando veo la imagen de papi reproducida en miles y miles de camisetas que llevan los jóvenes. Pienso qué diría este hombre al verse así.

A veces pienso que Granados, su buen amigo de la juventud, tiene razón cuando dice que mi papá estaría muy orgulloso por estar en los pechos de tantas muchachas lindas (ríe). Mi papá era un tipo muy sencillo.

Mi papá es de origen argentino, pelea en el Congo, se desarrolla en Cuba, muere en Bolivia. Y sin embargo en la India, en un lugar tan lejano, en Japón hay un respeto y una admiración extraordinaria por su figura. Entonces tú dices, estos son los hombres que demuestran que la muerte no es determinante, no es absoluta cuando has logrado hacer bien la obra de la vida, como decía Martí.

Cuando tú has hecho lo mejor por un ser humano, sigues aquí, quedas relacionado con esta gente. A nosotros no nos gusta cuando vemos la imagen de mi papá en jeans, en el fondillo de una persona, en las nalgas, en la butanda, pero nos gusta cuando está en combate, en acción, en el pecho de jóvenes que a veces no saben ni quien era este hombre pero de alguna manera podrán ir buscando información y preguntarse «¿porqué lo usamos?». Eso será positivo. Simplemente contestar esas preguntas será positivo.

Sin embargo, hay quienes dicen que es incongruente el ideario del Che con el mercantilismo que hay con su imagen. ¿Qué le parece esa apreciación?

Nosotros por ejemplo cuando lo vemos en una óptica alemana en Berlín, ¡anunciando una óptica mi papá!, es una falta de respeto total a su figura, a su ideología. Cuando un estilista, un modista de origen brasileño que vive en Nueva York organiza una pasarela de ropa interior con la imagen de mi papá, a nosotros nos parece una falta de respeto absoluta.

Desgraciadamente en el mundo capitalista en que tú vives, siempre va a haber un vivo que va a aprovecharse de ese amor, de ese culto, de ese respeto, para tratar de explotar a la gente y para sacar dinero. Eso es así.

Cuando esa imagen se explota desde el punto de vista social, cuando va para una causa justa, a nosotros no nos importa. Al contrario, nos parece muy bien pero cuando está en manos de estos señores capitalistas que solamente buscan el enriquecerse, explotando una figura como la de él, no vamos a estar de acuerdo.

Y desde ahora lo decimos, no queremos que nos paguen, queremos que no se utilice. Eso es lo que vamos a marcar en el momento que comencemos a trabajar ya legalmente.