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Chernóbil, ¿nunca más?

Fuentes: portaldelmedioambiente

Decía el Premio Nobel de Física, Dr. Hannes Alfven, que «la industria nuclear no es precisamente el paraíso tecnológico con el que sus propagandistas embaucan a la opinión pública». Este infierno, fruto de una técnica experimental e imperfecta, ha sido denunciado por numerosos grupos ciudadanos, entre ellos ADENEX, desde hace muchos años. Nuestras razones y […]

Decía el Premio Nobel de Física, Dr. Hannes Alfven, que «la industria nuclear no es precisamente el paraíso tecnológico con el que sus propagandistas embaucan a la opinión pública».

Este infierno, fruto de una técnica experimental e imperfecta, ha sido denunciado por numerosos grupos ciudadanos, entre ellos ADENEX, desde hace muchos años. Nuestras razones y nuestros argumentos han sido continuamente descalificados por las compañías eléctricas, pero sin ser adecuadamente rebatidos. Se nos ha calificado como enemigos del progreso o ignorantes, cuando no de ser servidores de «ocultos intereses extranjeros».

Sin embargo, el tiempo, por desgracia, ha jugado a favor de quienes nos oponemos a la energía nuclear. El programa nuclear en el mundo ha sufrido un parón realmente espectacular y la opinión pública ha adquirido conciencia del peligro que suponen las centrales atómicas y las otras instalaciones que forman parte del ciclo nuclear (minas, plantas de refinamiento, de enriquecimiento de uranio, cementerios radiactivos, etc…).

Ahora se cumplen 19 años del accidente de la central nuclear de Chernobil. El 26 de Abril de 1986 tuvo lugar la fusión del núcleo de uno de los reactores de este complejo nuclear de Ucrania. La nube radiactiva fue detectada el 28 de Abril en Estocolmo (Suecia) y a raíz de ello, cundió la alarma en todo el mundo. Aquello que los partidarios de la energía nuclear habían dicho durante años que era imposible, había sucedido. La catástrofe ya estaba en marcha y nada ni nadie podía parar los efectos devastadores de las radiaciones.

Una semana después del accidente, la nube radiactiva había alcanzado la Península Ibérica y Japón. Hubo que evacuar a casi 150.000 personas, entre las cuales, hubo un aumento de 2.000 casos de cáncer más de lo previsto. Un territorio similar al de Valencia, quedó arrasado y en los próximos años, entre 647.000 y 970.000 personas padecerán distintos tipos de cáncer. Ya han muerto más de 30.000 personas, y al menos 7 millones han sido contaminadas por la radiactividad. Según la OMS morirán 500.000 personas a causa del accidente de Chernóbil. En España se espera que entre 250 y 370 casos más de cáncer como consecuencia de este accidente.

Investigadores del Instituto Vavilov de Genética de Moscú, de la Universidad de Leicester (Reino Unido) y de la Universidad de Tejas (USA) han descubierto alteraciones del ADN de las células germinales (las que intervienen en la reproducción) tanto de niños como de animales que vivían en zonas afectadas por el accidente de Chernobil. Esto significa que estos niños de Chernobil pueden transmitir a sus descendientes alteraciones genéticas de imprevisibles consecuencias.

El accidente de Chernobil no es un hecho excepcional. Hoy día hay en funcionamiento en todo el mundo casi 500 reactores nucleares. Ello significa que un accidente de parecidas características nos amenaza, desde un punto de vista estadístico, cada dos años.

Al cumplirse los 19 años del accidente de la Central Nuclear de Chernobil, queremos hacer una llamada de atención sobre la Central Nuclear de Almaraz, una instalación insegura y peligrosa que, en cualquier momento, puede hacer que en Extremadura se repita una catástrofe como la de Ucrania.

La Central Nuclear de Almaraz, además de tener los problemas generales de cualquier instalación nuclear, tiene algunos específicos, que la hacen todavía mucho más peligrosa.

El Sistema de Refrigeración de Emergencia del Núcleo (ECCS), fundamental para la seguridad de la planta, nunca se ha podido demostrar que funcione. Por lo tanto, en caso de pérdida de refrigerante, nadie puede garantizar que no se produzca una fusión del núcleo (que fue precisamente lo que pasó en Chernobil).

La Central Nuclear de Almaraz se ha convertido ya en un cementerio de residuos radiactivos de alta actividad, como por ejemplo el Plutonio, que tiene una vida media de 24.400 años. Pero la CNA no está preparada para albergar estos residuos, cuyo almacenaje definitivo, durante decenas de miles de años, no tiene solución.

En caso de accidente en la CNA, no hay en Extremadura medios ni personal preparados suficientes para hacer frente a un suceso de estas características. El PENCA es un documento inservible, entre otras razones por ser desconocido por los ciudadanos y por muchos organismos oficiales. El único hospital de la comarca está en zona de evacuación. No hay medios de transporte suficientes para evacuar a la población y, a pesar de la experiencia dramática de Chernobil, que demostró que los efectos de un accidente nuclear afecta a miles de kilómetros de distancia, no hay medidas previstas para ciudades como Cáceres, Trujillo, Plasencia, Coria, etc…

19 años después de Chernobil, tras conocerse cada vez mejor los efectos devastadores del accidente que allí acaeció, cerrar la Central Nuclear de Almaraz es más necesario que nunca. No nos gustaría que niños extremeños tuvieran la triste mirada que muchos vimos en muchos niños de Ucrania, cuya vida quedó marcada por unos «átomos para la paz» que, como dijo el eminente físico austríaco Robert Junk, «en nada se diferencian de los átomos para la guerra».

Adenex, Grupo de Trabajo de Energía