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China en la alocada y arriesgada carrera nuclear

Fuentes: Rebelión

China tiene actualmente 14 reactores en activo y unos 25 en construcción. El 80% de su electricidad se genera quemando carbón. Es el primer emisor, no en término proporcionales ni en duración temporal, de CO2. MA [1] ha informado en Público de varios telegramas diplomáticos, aireados afortunadamente por Wikileaks y publicados con fecha 25 de […]

China tiene actualmente 14 reactores en activo y unos 25 en construcción. El 80% de su electricidad se genera quemando carbón. Es el primer emisor, no en término proporcionales ni en duración temporal, de CO2.

MA [1] ha informado en Público de varios telegramas diplomáticos, aireados afortunadamente por Wikileaks y publicados con fecha 25 de agosto por The Guardian, en los que se observa que China opta por una tecnología «barata» para sus nuevos reactores. Tras la hecatombe de Fukushima, se pensó que el gobierno chino apostaba por un parón nuclear indefinido o cuanto menos muy dilatado. La conjetura parece falsarse. El gobierno del primer ministro Wen Jiabao, muy alejado de las decisiones de sus homólogos alemán y japonés (cuyo nuevo titular también ha cambiado sus posiciones), ha anunciado la reanudación de un gigantesco programa nuclear que puede hacer de la República Popular la tercera potencia nuclear del mundo, cerca, muy cerca de Estados Unidos y Francia. Ya en 2008, antes de la hecatombe nipona, China planeaba la construcción de unos sesenta reactores nucleares nuevos. A pesar del desastre incalculable de Fukushima cuyas consecuencias negativas parecen no debilitarse ni tener fin, el número de reactores parece haber aumentando desde entonces.

Según una de las comunicaciones diplomáticas a las que se ha hecho referencia anteriormente, la inmensa mayoría de estos nuevos reactores sería CPR-100, «una copia de la tecnología Westinghouse de la década de 1960 que puede ser construida de forma barata y rápida con la mayor parte de sus piezas procedentes de fabricantes chinos». Se compra y construye barato y se persigue, a un tiempo, la independencia tecnológica. De este modo, si los plazos se cumplieran, si la construcción se efectuara efectivamente en 2020 y la duración de los nuevos reactores fuera de 40 años [2], más aún si su vida se alargara, la vida de estos nuevos reactores finalizaría en 2060, un siglo después de la invención de la tecnología en los que están basados. No parece un sendero muy seguro y aconsejable.

La embajada de Estados Unidos en Pekín, por su parte, urgía presionar al máximo nivel para sacar provecho de los negocios atómicos chinos y no perder posiciones frente a Francia y Rusia. De hecho, así obró el presidente español en 2009, durante la visita del primer ministro chino. Zapatero actuó más bien como director comercial, señala MA, de la empresa española Equipos Nucleares que como primer ministro de un gobierno: presidió la venta de un contrato de venta de componentes pesados para los reactores chinos. Importe de la venta: unos 13 millones de euros.

Algunas informaciones básicas. El ciclo del combustible nuclear es distinto según cual sea el tipo de reactor usado, ha señalado Eduard Rodríguez Farré [3]. Los reactores pueden clasificarse, según la velocidad de los neutrones, en reactores rápidos o térmicos; según el combustible utilizado, en reactores con uranio natural o uranio enriquecido U-235; según el moderador, en reactores de agua ligera, agua pesada o grafito y, finalmente, según el refrigerante utilizado, en reactores de agua ligera, agua pesada o gas. Los dos tipos de reactores nucleares más extendidos son los que utilizan agua a presión y agua en ebullición. El reactor de agua a presión (PWR en sus siglas inglesas) es el sistema más utilizado en el mundo. En ellos se emplea como moderador y refrigerante el agua ligera. El circuito de refrigeración está sometido a presión para que el agua no pase a vapor. El agua a presión lleva el calor del núcleo del reactor producido dentro de la vasija a un intercambiador de calor denominado «generador de vapor» donde se genera el vapor que mueve la turbina. El vapor es enfriado en los denominados «condensadores» volviendo a la vasija o a los generadores en forma de agua. Los condensadores enfrían el vapor con el agua proveniente de un río o del mar, sin que el agua entre en contacto con el vapor que sale de la turbina. Cuando se utiliza agua de río a veces no hay suficiente caudal, o el agua no está suficientemente fría, para enfriar el vapor de la turbina, por lo que en algunas centrales se dispone de unas gigantescas chimeneas que actúan como «torres de refrigeración» [4].

El reactor de agua en ebullición (BWR por sus siglas inglesas) usa también agua ligera como moderador y refrigerante. Sin embargo, en este caso, el refrigerante no está sometido a tanta presión como en el caso anterior. Por ello el agua se encuentra en forma de vapor, vapor que se produce directamente en la vasija del reactor sin que exista un intercambiador de calor. El combustible es óxido de uranio enriquecido, introducido en el mismo tipo de elementos combustibles [5].

En los últimos años, varias iniciativas han intentado modernizar los reactores mencionados. Desde 1995 se están reemplazando los antiguos reactores nucleares por un nuevo tipo innovador de origen franco-alemán. Son los reactores de tercera generación conocidos con las siglas inglesas EPR (European Pressurized Reactor). A pesar de su mayor potencia y adaptabilidad a una gran diversidad de ciclos de combustible, presentan los mismos inconvenientes para la salud y el medio ambiente: producción contaminante por la utilización de combustible de plutonio, riesgo de incidentes aún mayores y producción de desechos de larga duración. Actualmente se está construyendo en Olkiluoto (Finlandia), un prototipo EPR con un coste final de casi 6.000 millones de euros [6]. Por lo que hace a la necesidad de disponer de las medidas de seguridad más actualizadas, un informe silenciado por el Estado francés enviado por la EDF a la DGSNR (Direction Generale de Sureté Nucléaire et Radioprotection), en mayo 2006, puso de manifiesto cómo el nuevo reactor nuclear EPR no aguantaría el impacto de una acción terrorista utilizando un avión comercial. Es uno de los temas del momento.

Por lo demás, los elementos combustibles descargados de los reactores nucleares constituyen el material más radiactivo generado por el ser humano. Su contenido radiactivo es tal que, inicialmente, como consecuencia del proceso de desintegración radiactiva, mantienen una potencia calorífica de varios kilovatios. La composición de los elementos combustibles descargados de los reactores depende tanto de su composición inicial como de su historia en el reactor. A modo ilustrativo y en términos generales, se puede considerar que una tonelada de uranio introducida en forma de elementos combustibles en un reactor nuclear comercial se convierte en, aproximadamente, 955 kg de isótopos de uranio, 10 kg de isótopos de plutonio, 34 kg de isótopos de diferentes productos de fisión, 0,2 kg de isótopos de diferentes productos de activación y 0,8 kg de isótopos de actínidos minoritarios, principalmente americio, curio y neptunio.

Las empresas que cuentan en el ámbito de la construcción de centrales son actualmente siguientes: la rusa Atomstroyexport, de titularidad mayoritaria estatal, es hoy en día la que más reactores está construyendo: 2 en Tianwan, China; 2 en Kundankulam, India; 2 en Belene, con subcontratos con Areva/Siemens, Bulgaria, y 1 en Bushehr, Irán, y dirigiendo sus esfuerzos a lograr contratos en países en desarrollo. La mayor empresa nuclear mundial, Areva, no desdeña esta estrategia como parte de sus actividades, formalizando alianzas coyunturales con Atomstroyexport y Siemens, caso de Bulgaria y sondeos en China e Iberoamérica [7]. Las otras empresas nucleares de importancia, Siemens, Westinghouse y General Electric, tienen este sector sólo como parte de sus amplias actividades y se centran fundamentalmente en la construcción de reactores. En algunos aspectos puede considerarse que están actuando como un cártel virtual.

Antes de Fukushima, la evolución de la industria en estos últimos años ha sido la siguiente: la potencia instalada en 2006 era de unos 369 GW, un 12% superior a la de 1990 (328 GW). La cifra es nada más y nada menos doce veces inferior a los 4.450 GW previstos por la Agencia Internacional de la Energía Atómica en 1974 para el año 2000.

¿Tiene futuro la industria nuclear? No, a pesar de la apuesta china. Teniendo en cuenta los costes reales, ha recordado Eduard Rodríguez Farré, si se calcularan correctamente, los peligrosos problemas de seguridad, el almacenamiento no resuelto de los residuos, la existencia de alternativas mejores como las centrales de ciclo combinado de gas natural y los aerogeneradores eólicos, el aumento de la eficiencia de las energías renovables, el desarrollo de la tecnología termosolar y fotovoltaica, y la oposición, nudo de enorme importancia, de una opinión pública bien informada y activa, la energía nuclear no tiene un futuro muy halagüeño, a pesar de los esfuerzos realizados para diseñar nuevos reactores más seguros utilizando para conseguirlo enormes recursos públicos, por instancias o empresas que, normalmente, no suelen hablar muy bien de la intervención del Estado en asuntos económicos.

Vale la pena insistir en estos momentos: el denominado Estado de «bienestar», se afirma, es despilfarrador cuando ayuda a trabajadores en paro, a discapacitados, a sectores empobrecidos, cuando abona rentas mínimas de inserción o ayuda a la adquisición o alquiler de viviendas o cuando dedica medios y esfuerzos a la educación o a la sanidad pública de calidad. No lo es, en cambio, cuando dedica innumerables e incontrolados recursos públicos, no siempre bien delimitados, para ayudar a empresas e instituciones privadas a las que no les mueve ni les ha movido ningún espíritu cooperativo ni social.

Notas:

[1] M.A. «EEUU teme a las nucleares chinas». Público, 26 de agosto de 2011, p. 43.

[2] Duración altamente improbable. La vida media real de las centrales, más allá de las promesas industriales, se acerca a los 20 años.

[3] Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Casi todo lo que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008, capítulo XV.

[4] En estos reactores existen dos tipos de circuitos, el primario y el secundario, ambos totalmente independientes. El combustible utilizado es óxido de uranio ligeramente enriquecido en pastillas de un centímetro de diámetro que se introducen en un tubo de una aleación de hierro, cromo, níquel y de zirconio, de aproximadamente el mismo diámetro y varios metros de longitud.

[5] Este tipo de reactor ha quedado prácticamente obsoleto de forma que sólo funcionan 18 centrales nucleares de este tipo en Europa. Básicamente en Suecia y, hasta hace muy poco, en Alemania.

[6] Hay que tener presente que el coste de una central de gas no alcanza los 500$USA/MW y que según un estudio del MIT(Massachusetts Institute of Technology) una central nuclear, para ser competitiva, con datos actualizados en mayo de 2006, no debería costar más de 1.700$/MW.

[7] Areva es el conglomerado industrial nuclear francés formado en 2001 por la fusión de Cogema, Framatome y CEA Industrie en una sociedad S.A. Societé des Participations du Commissariat à l’Énergie Atomique cuya titularidad sigue siendo, pese a las promesas de privatización, mayoritariamente -cerca del 90%- del Estado francés. Areva dispone, como Atomstroyexport, de todas las fases del ciclo nuclear.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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