Recomiendo:
0

Nadie es perfecto

Chomsky y el servicio militar obligatorio

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Noam Chomsky se equivoca tan rara vez, que parece impertinente corregirlo. Pero sus recientes observaciones sobre el servicio militar obligatorio, publicadas en CounterPunch (2 de febrero), necesitan ser examinadas, especialmente porque podrían reconfortar falsamente a personas que se preocupan de que pudiera sobrevenir una resurrección de la conscripción obligatoria.

Chomsky dice que es poco probable que EE.UU. vaya a volver a imponer el servicio militar obligatorio debido a «la experiencia de Vietnam» que fue «la primera vez en la historia del imperialismo europeo [sic; debe haber querido incluir a Norteamérica], que un poder imperial haya tratado de librar una guerra colonial con un ejército de ciudadanos». Dice a continuación:

«Quiero decir que los británicos no lo hicieron, y que los franceses tuvieron a la Legión Extranjera en las guerras coloniales, los civiles no sirven para eso. Las guerras coloniales son demasiado brutales y sanguinarias y asesinas. No se puede sacar a los muchachos de la calle y llevarlos a combatir ese tipo de guerra. Se necesita a asesinos entrenados, como la Legión Extranjera francesa.»

Chomsky ha estado repitiendo mucho esto recientemente, y en consecuencia, la noción de que los conscriptos no pueden combatir en guerras sucias ha tomado su lugar entre los Diez Principales mitos a la izquierda del centro sobre la conscripción, justo al lado de que «el servicio militar obligatorio es más justo para los pobres y las minorías» y (no se rían) «El establishment no apoyaría guerras de agresión si pensara que sus hijos podrían ser reclutados». Porque Chomsky es tan fiable, mucha gente buena parece estarse tragando su argumento sin criticarlo, por lo que es indispensable que sea corregido.

No me ocuparé del uso por Chomsky del término «ejército de ciudadanos», un eufemismo de sonido agradable para el servicio militar obligatorio que gana en popularidad entre los apólogos de la conscripción obligatoria. Pero vale la pena señalar que la fuerza de EE.UU. que está ahora en Irak ya es un ejército de ciudadanos, que consiste sobre todo de miembros de la Guardia Nacional y de reservistas que han sido arrancados a sus familias para que pasen 24 meses en el infierno. Probablemente es verdad que algunos reclutas se echarían atrás ante las brutales realidades de la guerra contra el pueblo de Irak, pero no más que los civiles totalmente desmoralizados que ya se encuentran allí. Desde el punto de vista de Washington, una conscripción no podría empeorar las cosas.

Lo que realmente me intriga es la rotunda afirmación de Chomsky de que la Guerra de Vietnam fue la primera vez que una potencia europea trató de combatir una guerra colonial utilizando conscriptos. Simplemente no es así. En primer lugar, es un misterio por qué Chomsky se limita a las potencias europeas. Seguramente su argumento se aplicaría igualmente a los imperialistas de otros continentes, a menos que piense que los europeos son especialmente sensibles a las matanzas coloniales – y no es posible que piense eso. En todo caso, se equivoca incluso en el caso de Europa. Para nombrar sólo un ejemplo opuesto, la conquista italiana de Etiopía en 1935-1936, una guerra colonial asesina desde todo punto de vista, fue librada con reclutas.

Lo que es importante en este caso es que Italia fascista introdujo el servicio militar obligatorio universal precisamente con el propósito de facilitar la expansión colonial. Lo mismo ocurrió en el caso de Japón imperial. Y una vez que se introduce Asia en la ecuación, el argumento de Chomsky se derrumba totalmente. Los años treinta y cuarenta vieron varias de las guerras coloniales más brutales de la historia, incluyendo la Violación de Nanking y episodios comparablemente atroces durante las invasiones japonesas del Sudeste Asiático y de Corea. Durante toda la Segunda Guerra Mundial ocurrieron conflictos secundarios en todo el globo, mientras las grandes potencias competían por apoderarse de colonias. Todo esto fue hecho con ejércitos de reclutas.

Típicamente, durante la era moderna, el servicio militar obligatorio no ha impedido sino que ha ayudado a las intenciones imperialistas. El servicio militar obligatorio se originó en Europa con la Revolución Francesa, pero Napoleón fue el que primero que vio cómo un «ejército de ciudadanos» podía ser explotado como un efectivo militar abrumador – que utilizó para conquistar la mayor parte del continente europeo. Su guerra colonial en España – la primera guerra de guerrilla – fue librada, con implacable brutalidad, por reclutas.

Aunque Napoleón perdió su imperio por el invierno ruso, las ventajas de la conscripción universal obligatoria no pasaron desapercibidas para las otras potencias europeas, que siguieron su ejemplo a fines del Siglo XIX cuando se enfrentaron por los botines coloniales en África y Asia. La única excepción fue Gran Bretaña, que no necesitaba la conscripción, ya que disfrutaba del uso del Ejército Indio como una fuerza de reserva virtualmente ilimitada.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias utilizaron diversamente testaferros, mercenarios, voluntarios, «mantenedores de la paz» de la ONU y reclutas para librar sus guerras coloniales. Los resultados fueron mixtos. En general, todas las categorías de soldados demostraron su capacidad para producir todo tipo de atrocidades requerido por sus amos – la masacre de My Lai, por ejemplo, fue perpetrada por reclutas. Por otra parte, los «asesinos entrenados» ejemplares de Chomsky – la Legión Extranjera francesa – hicieron una chapuza tanto de la guerra de Argelia como de la de Vietnam, y su moral, supuestamente excepcional, es un mito. (Lea a Bernard Fall sobre los desertores y los derrotistas en Dien Bien Phu.)

A fin de cuenta, «voluntarios contra reclutas» es el modo equivocado de considerar el problema. Lo que muestra realmente la historia es que los poderes imperialistas utilizarán en última instancia cualesquiera tipos y tamaños de fuerza que consideren necesarios desde un punto de vista militar, sin tener en cuenta los aspectos morales y el costo político. Johnson sabía perfectamente que la ampliación del servicio militar obligatorio sería una proposición arriesgada; lo hizo a pesar de todo porque no veía otro modo de ganar la guerra. Es muy probable que Bush haga lo mismo.

Si se requiere otro ejemplo, recordemos que la guerra colonial más atroz, brutal, asesina, y prolongada del mundo de hoy está siendo librada – a un costo tremendo para la moral militar e interior – por reclutas. Estoy hablando, por supuesto, de la guerra de Israel contra el pueblo palestino. Ante la incansable expresión de la verdad sobre Palestina por parte de Chomsky, es un descuido inexplicable. Nadie es perfecto.

* Jacob Levich, [email protected], es un frecuenta colaborador en Counterpunch.com y miembro fundador de People Against the Draft, www.nodraft.info.
http://www.counterpunch.org/levich02042005.html