Se cumplió la pasada semana el plazo simbólico de los primeros cien días de Gobierno Andaluz, es decir, del Gobierno conjunto entre el PSOE-A e IU-LV-CA en la Junta de Andalucía. Desde la izquierda, ¿qué balance podemos hacer del mismo, y sobre todo, qué proyección le vemos a este Gobierno? Pues comencemos reconociendo las cosas […]
Se cumplió la pasada semana el plazo simbólico de los primeros cien días de Gobierno Andaluz, es decir, del Gobierno conjunto entre el PSOE-A e IU-LV-CA en la Junta de Andalucía. Desde la izquierda, ¿qué balance podemos hacer del mismo, y sobre todo, qué proyección le vemos a este Gobierno? Pues comencemos reconociendo las cosas positivas, los avances, para dejar las críticas al final. En efecto, tenemos en la Junta un talante de gobierno que al menos parece querer hacer el menor daño posible a las clases populares y trabajadoras, en lo que concierne a la administración de los ajustes y recortes impuestos desde el Gobierno Central.
Ni qué decir tiene que la presencia de Izquierda Unida en el Gobierno Andaluz amortigua bastante el daño que las políticas ultraconservadoras y neoliberales del Partido Popular en el Gobierno Central desean practicar contra las clases trabajadoras. Desde ese punto de vista, y dentro de la virulencia y agresividad de los recortes impuestos desde Madrid, al menos en Andalucía no se han conseguido (de momento) traspasar algunas líneas rojas. De hecho, desde el Gobierno de Rajoy se practica un ensañamiento constante contra la Junta de Andalucía, ya que ésta se opone frontalmente a algunas medidas e imposiciones del equipo económico de Rajoy. Se han aprobado en el Consejo de Gobierno algunos recursos ante el Tribunal Constitucional porque Andalucía ha sido ignorada, puenteada, ninguneada en las decisiones, todas de alcance social, además de institucional.
Y como decimos, algunas medidas en la buena dirección se han tomado durante este período intenso y convulso, tales como el Plan de Choque por el Empleo (un presupuesto de 200 millones de euros destinados a parados que no dispongan de ninguna prestación), se han impedido ciertos despidos directos en la Administración y en algunas empresas públicas, el Plan de Fomento de Empleo Agrario (PFEA, antiguo PER) ya se encuentra a disposición de numerosos Ayuntamientos andaluces, con la voluntad de completar su reparto en los priimeros días de septiembre (con un presupuesto de 44,3 millones de euros), los ERE irregulares van a ser investigados en una Comisión de Investigación Parlamentaria, al margen de su recorrido judicial, desde la Consejería de Fomento y Vivienda (Elena Cortés) se están favoreciendo medidas a favor de la dación en pago y contra los deshaucios, desde la Consejería de Turismo y Comercio (Rafael Rodríguez) se ha aglutinado a los sectores que se oponen a las medidas de liberalización de horarios comerciales, y se han puesto en marcha tres grupos de trabajo fundamentales, que van a estudiar las posibilidades de implantación de un Sistema de Banca Pública, de un Banco de Tierras (a partir de las fincas del Instituto Andaluz de Reforma Agraria, IARA), y de una Renta Básica de Inclusión Social.
Pero incluso reconociendo todos estos avances, las políticas de ajustes y recortes llegan a nuestra tierra, y muchos nos seguimos preguntando qué ha quedado de ese lema con el que IU-CA convocó a los andaluces y andaluzas a las Elecciones: ¡Rebélate! Porque, ¿qué es rebelarse? ¿En esto consistía la rebelión con la que Izquierda Unida llamaba a su posible electorado para enfrentarse a las políticas del tándem conservador PP-PSOE? ¿Qué sentido tiene que la propia IU-CA, incluso desde su propio Grupo Parlamentario, llame a la movilización ciudadana, cuando dispone de un Vicepresidente y dos Consejeros en la Junta? Evidentemente, es un contrasentido en toda regla. La rebeldía tiene que gestarse desde abajo, no puede administrarse desde arriba. La rebeldía se expresa, por ejemplo, con gestos como los del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), expropiando alimentos de grandes superficies para la gente necesitada (para el cual hemos echado en falta una más clara defensa por parte de Diego Valderas), la rebeldía se tiene que manifestar con el resto de organizaciones que se enfrenten al modelo de sociedad que nos quieren imponer, la rebeldía tiene que tener siempre al pueblo como cómplice, nunca desde la responsabilidad de los que nos gobiernan. Es como si los Directores de una gran empresa se presentaran como miembros del Comité de Trabajadores de la misma. No tiene sentido.
Luego por tanto, seguimos exigiendo, y cada día más, la retirada del Gobierno de la Junta de todos los cargos que representan a Izquierda Unida, la dimisión de todos nuestros Consejeros y de todos los altos cargos nombrados por nuestros representantes, y la vuelta a una senda de auténtica rebeldía organizada desde abajo, desde los sectores más desfavorecidos, desde las clases populares y trabajadoras, para enfrentarse con total legitimidad a las políticas neoliberales de ajustes y recortes que nos quieren imponer. De otro modo no habrá autoridad moral para llamar a esa rebeldía, y nuestra fuerza política perderá cada vez más credibilidad en Andalucía, justo el único pueblo del Estado Español que puede constituir un auténtico bastión frente a las políticas indecentes del Gobierno de Rajoy.
Y hagámoslo organizando esa rebeldía junto a los sectores más perjudicados por la crisis, y las organizaciones que los representan: nuestros militantes, nuestros votantes, nuestros simpatizantes, pero también con el resto de la sociedad civil organizada, y con los que militan y/o representan a otras organizaciones alternativas: Greenpeace, ATTAC, ALEAS (IU), COAG, Andalucía Laica, Andalucía Acoge, CC.OO., UGT, CSIF, etc., es decir, con el mayor número posible de asociaciones y plataformas ciudadanas que representen a la mayoría progresista de nuestro pueblo (Plataforma Construyendo La Izquierda, Plataforma En Pie!, Frente Cívico Estatal «Somos Mayoría», etc.), y en general, a todos los sectores de ideologías anticapitalistas, socialistas, comunistas, sindicalistas, ecologistas, movimiento 15M, feministas, republicanos, altermundistas, en fin, a todos los sectores de la izquierda transformadora. Es el camino de la coherencia política, el único camino posible.
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