Tres de las 12 películas de la competición internacional provienen de América Latina. Otra decena de cortos y largometrajes de Argentina, Cuba, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay, dan fuerza al programa completo. Durante esta primera semana de abril el Festival Internacional de Films de Friburgo (FIFF) ofrece un espacio privilegiado a la producción cinematográfica latinoamericana
La 28va edición – que concluye el 5 de abril-, convocada bajo el signo de «las catástrofes, la crisis y los pequeños remedios contra dicha crisis, según su director artístico Thierry Jobin, presenta una programación variada. A través de 126 películas de 46 países, además de las diversas competiciones, integra también un homenaje al cine iraní; una sección diáspora propuesta por el jugador suizo-ruso de hockey Slava Bykov; así como las retrospectivas sobre Madagascar (tierra incógnita) y la animada por los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Animan la competición oficial 3 filmes latinoamericanos: Matar a un Hombre (Chile) de Alejandro Fernández Almendras; Pelo Malo (Venezuela), de la realizadora Mariana Rondón y El Cerrajero (Argentina) de Natalia Smirnoff.
Dos de los cinco jurados internacionales son latinoamericanos. Daniel Michel, directora del festival de Cine de Morelia, México y Alejandro Fadel, realizador argentino, cuyo film Los Salvaje, ganó en 2013 el Premio especial del Jurado en el Festival de Friburgo. «Es un festival próximo, cariñoso y con sorpresas. Como el encuentro con los hermanos Dardenne o ciertos fórums de reflexión que son espacios verdaderamente privilegiados para los que estamos en el mundo del cine», sostiene Natalia Smirnoff. La realizadora argentina presenta en esta edición El Cerrajero, su segundo largometraje luego de Rompecabezas, muy bien acogido en Friburgo en el 2010, elegido en la selección oficial de la Berlinale de ese mismo año y con un recorrido particularmente exitoso en estos últimos cuatro años. «No había podido venir a Suiza en ese momento. En esta edición lo hago con mucho agrado», explica Smirnoff. «Acabo de estar con mi película en festivales latinoamericanos. Y es muy interesante llegar ahora a este espacio europeo de cine internacional aquí en Friburgo», subraya. Traspasar cerraduras El Cerrajero, Sebastián – en una excelente interpretación de Esteban Lamothe-, descubre de repente un nuevo don: mientras arregla las puertas de sus clientes tiene visiones sobre la vida de éstos. Con quienes comparte, a través de frases casi cifradas, las verdades más íntimas de sus complejas existencias provocando reacciones profundas. Más allá de esas visiones, «que pueden ser un don o un castigo», explica Smirnoff, el tema esencial en juego es el de la comunicación. Se trata de un ser que puede comunicarse hacia las otros sin las barreras normales y corrientes, «atravesando las puertas de la existencia de cada uno». Paradójicamente, en un momento en que él mismo, en su esencia más profunda, está totalmente incomunicado. Compromiso, paternidad: es a través de un prisma poético que Natalia Smirnoff aborda esas temáticas…Con algo de fantástico…La niebla misteriosa, el ruido de las llaves, las cajas musicales que obsesionan al protagonista, comenta Thierry Jobin, director del FIFF sobre la película argentina en competición. Aborto, xenofobia El largometraje de 77 minutos aborda, complementariamente, dos temáticas de gran actualidad socio-política que le dan un tono universal. La del aborto y la de reacciones racistas que produce la inmigración. La postura feminista, el derecho de decidir sobre su propio cuerpo, es una forma de militancia constante, explica Smirnoff. Quien se rebela contra la xenofobia y los hechos racistas crecientes que se perciben en su país contra los inmigrantes provenientes de otros países de la región. «Me preocupa muchísimo», enfatiza. Y tras esta preocupación una clara sanción a actitudes propias de un sistema «que privilegia la lógica racional ligada a un tipo de sistema productivo, pero que desprecia los valores del sistema humano. Se produce en función de algo que no es lo que el ser humano realmente necesita», insiste.
Desafíos del cine latinoamericano En América Latina, hay modas sobre «uno u otro cine nacional», analiza la realizadora de El Cerrajero. «Siento que ahora el cine argentino no está de moda, pasó su boom, y se confronta a desafíos trascendentes». Aunque continúa a tener una producción abundante de más de un centenar de filmes por año, «solo 3 o 4 funcionan bien porque tienen un perfil comercial. El resto vive la gran crisis de pocos espectadores y salas, no propicias, casi vacías». A pesar de un sostén significativo del Estado a la producción -entre las más importantes de Latinoamérica- no hay un concepto claro sobre la distribución y la defensa real de la producción nacional, explica la joven realizadora. ¿Cómo evaluar el éxito de una película como El Cerrajero que implicó enormes esfuerzos y un largo proceso de no menos de tres años para concretarlo?, preguntamos. Un aspecto, explica, es la repercusión que puede tener en Argentina mismo, a donde será estrenada en agosto del año en curso. Otro criterio, es el de comprobar en el camino internacional que la película ya ha comenzado a recorrer, «que cuenta con su público. Que sea entendida. Que le guste a una parte de los espectadores -nunca un film va a gustar a todos por igual-. Que sea entendido como un tema medianamente universal…», concluye. *Sergio Ferrari en colaboración con swissinfo.ch