Traducido para Rebelión por Ramon Bofarull
Una de las medidas anunciadas recientemente por el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ha sido una subvención de 2000 euros por la compra de un coche nuevo. Al poco de decir eso, anunció también la Ley de sostenibilidad.
Si hay un sector paradigmático de la insostenibilidad, ése es el del automóvil. Pero, bueno, a decir verdad no nos sorprendió que Rodríguez Zapatero mezclara una cosa con la otra; en efecto, los gobernantes nos tienen acostumbrados a ello; esos, ya saben, después de talar un bosque, son capaces de decir que harán allí mismo un parque natural. Nos ha sorprendido, en cambio, que no haya habido opinión crítica alguna en torno a esa subvención de 2000 euros. A nuestro juicio, una medida así merece una mínima reflexión crítica, sobre todo ―pero no necesariamente de modo exclusivo― por parte de la izquierda o el progresismo..
Sí, es una medida muy «popular», porque lo que sentimos hacia el coche está casi inserto en nuestro ADN. Sin embargo, planteémonos un par de preguntas: ¿es justo subvencionar la compra de un coche nuevo? ¿No es acaso una medida discriminatoria? Dicho de otro modo: ¿por qué subvencionar la compra de un coche nuevo y no la de cualquier otro producto o servicio que la ciudadanía pueda considerar necesario?
Pero el camino intelectual que abren esas preguntas acaso sea demasiado amplio. Por eso, a fin de estrecharlo, les proponemos dirigir la reflexión hacia la huella del transporte o la movilidad. La pregunta sería la siguiente: ¿por qué subvencionar la compra de un coche nuevo y seguir subiendo cada año, en cambio, los precios de los servicios de autobús y tren? Además, las subidas a menudo son superiores al aumento del IPC; recuerden, si no, los del de los servicios de la RENFE de este mismo año. ¿Acaso la crisis no afecta a la población que emplea el transporte público? Y, si lo hace, ¿por qué discriminarla? ¿Es menor el impacto de la crisis en los usuarios del transporte público que en los fabricantes de coches?
El sector automovilístico tiene un gran peso en la economía y hay a su alrededor muchos puestos de trabajo, sí, eso es indudable. Pero ¿deben aprobarse acríticamente todas las medidas tomadas, cualesquiera que éstas sean, con motivo, o con la excusa, de la crisis? Por ejemplo, no nos parece justo que se dé (aun) más dinero a la banca ni que tantas empresas aprovechen dossiers fraudulentos para llevar a cabo regulaciones de empleo. ¿Pues no deberíamos igualmente plantearnos algún pensamiento crítico en torno a las subvenciones para la compra de coches?
El gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca ha dicho que asumirá la parte que le corresponde de la subvención, esto es, 500 euros. El Gobierno de Navarra, en cambio, ya había propuesto antes que el propio Rodríguez Zapatero la subvención para la compra de nuevos automóviles, y dice que, en lugar de 500 euros, concederá 700. Así las cosas, y aunque sólo sea para compensar de algún modo a los usuarios del transporte público, al menos este año los servicios de autobús y tren competencia de estos dos gobiernos no se encarecerán, ¿verdad? ¡No digan que es mucho pedir!
Antes de acabar, para ahorrar y, en consecuencia, contribuir a hacer frente a la crisis queremos proponer el debate sobre una nueva medida: eliminar de los presupuestos de las administraciones públicas todas las partidas destinadas al Día sin Coches y eventos semejantes. Al cabo, en vista de que las administraciones aplican una política de transporte en una dirección tan patentemente contraria, ¿para qué dilapidar dinero en la propaganda del Día sin Coches y eventos similares?
Juan Mari Beldarrain es miembro del grupo ecologista Eguzki
Gara, 26 de mayo de 2009 y Berria, 27 de mayo de 2009
http://www.gara.net/paperezkoa/20090526/138970/eu/Diruz-lagundutako-autoak-kontrako-bidean