Sri Lanka es el cuarto mayor productor mundial y un importante exportador de cocos, pero la escasez de cultivos y la sequía obligaron al país a importarlo. El activista por los derechos de los agricultores Sarath Fernando atribuye la crisis de los cocos a sesgadas políticas gubernamentales y a soluciones cortoplacistas. «Ahora el gobierno prohíbe […]
Sri Lanka es el cuarto mayor productor mundial y un importante exportador de cocos, pero la escasez de cultivos y la sequía obligaron al país a importarlo. El activista por los derechos de los agricultores Sarath Fernando atribuye la crisis de los cocos a sesgadas políticas gubernamentales y a soluciones cortoplacistas. «Ahora el gobierno prohíbe la tala de cocoteros, cuando debería haberlo hecho hace mucho tiempo», dijo, agregando que «esto es como cerrar la puerta del establo luego que el caballo salió corriendo». Según Fernando, las inadecuadas políticas de seguridad alimentaria en el país han redundado en esta necesidad de importar productos básicos esenciales.
Los precios del coco se duplicaron debido a la escasez. «Hemos decidido importar cocos, pero todavía no ha llegado el primer envío», dijo el secretario del Ministerio de Comercio Interno, Sunil Sirisena.
Respondiendo a reclamos de la oposición en cuanto a que bajo las normas de protección de las plantas el coco solamente puede importarse con fines de investigación y no para el comercio, Sirisena señaló que se enmendará la ley para cumplir con este requisito.
Sri Lanka también importa carne de pollo y huevos; dos millones de estos, procedentes de India, fueron distribuidos en el mercado el lunes.
Aunque ésta no es la primera vez que se importan huevos o pollos para compensar la escasez, sí es la primera que llegan cocos a un país que los ha exportado durante décadas.
Fernando dijo que la producción alimentaria local necesita fortalecerse, destacando que un programa lanzado hace unos años por el presidente Mahinda Rajapaksa y titulado «Construya el país cultivando más alimentos» fue un buen comienzo pero perdió impulso. En el marco de este programa se iba a crear cuatro millones de huertas domésticas. «Sin embargo, no había instalaciones ni estructuras que respaldaran esta campaña, y ahora estamos importando alimentos», explicó Fernando.
El economista agrícola Nimal Sanderatne dijo que la productividad arrocera es elevada en Sri Lanka, y la tercera en el mundo luego de Japón e Indonesia. «Pero podemos mejorar la producción actual a entre cinco y seis toneladas por hectárea», que actualmente es de 4,5 toneladas, señaló. Pero los costos de producción en todos los sectores alimentarios clave, como el arroz, el coco y el pollo, siguen siendo muy altos, principalmente debido al elevado costo de importar fertilizantes y alimento para las aves. Los salarios también son los más altos de la región.
Los productores locales sostienen que el coco que se importa del sureño estado indio de Kerala puede introducir enfermedades y hongos que afecten a la vegetación srilankesa. Los cocos de Kerala son mucho más pequeños que los de Sri Lanka, y cualquier beneficio en materia de precios se ve anulado por el tamaño del producto importado, señalan.
Como a los terratenientes locales les resulta más difícil ganarse la vida cultivando cocos en Sri Lanka, muchos venden sus predios a constructores, principalmente para edificar viviendas. En los últimos dos años hubo 362.000 hectáreas de tierra arable en el país. Antes eran unas 400.000. Algunos economistas sostienen que, pese a esto, las nuevas tierras destinadas a los cocoteros estarán particularmente en las zonas del norte y este del país, devastadas por la guerra entre el gobierno y los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (1983-2009).
El coco rallado se usa para elaborar condimentos srilankeses, mientras empresas como la multinacional Nestlé procesan leche de coco en polvo para cocinar. El aceite de coco también se usa para cocinar. Hay otros usuarios domésticos e industriales de este fruto: por ejemplo, las cáscaras se usan como leña y como adornos.
Los productores de coco reclaman un subsidio del gobierno. Actualmente se subsidia el arroz, el té y el caucho. Pero, según Fernando, incluso si se concedieran subvenciones, el costo de producción no se reduciría. «Los costos de mano de obra son altos, y también está el intermediario, que compra barato al agricultor y le vende a un alto precio al consumidor», dijo.
Fernando también culpó a instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional por alentar una política de importación de alimentos. «Podemos producir nuestros propios alimentos sin fertilizantes costosos y mediante una agricultura ecológica. Podemos crear huertas domésticas, pero las políticas tienen que ser las correctas», dijo el activista.
Para el economista y parlamentario de la oposición Harsha de Silva, precios estables ayudarán a los agricultores. «Los cultivadores necesitan tener información sobre precios y demanda con entre tres y seis meses de anticipación, para poder prepararse», opinó.