El joven abogado y activista colombiano Rodrigo Vivas obtuvo el premio Sasakawa 2006, otorgado anualmente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la Fundación Nipona, por su proyecto «Cosecha de agua lluvia», de combate a la desertificación. El galardón, que consta de 200.000 dólares, es uno de los reconocimientos […]
El joven abogado y activista colombiano Rodrigo Vivas obtuvo el premio Sasakawa 2006, otorgado anualmente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la Fundación Nipona, por su proyecto «Cosecha de agua lluvia», de combate a la desertificación.
El galardón, que consta de 200.000 dólares, es uno de los reconocimientos ambientales más prestigiosos del mundo. Vivas lo recibió el 30 de octubre en Nueva York, compartiéndolo con el Grupo Cooperativa Tenadi, de Mauritania.
Hijo y nieto de campesinos de la sudoccidental localidad de Popayán, Vivas, de 36 años, se define como un hombre de campo obsesionado por la conservación del agua.
Esa obsesión surgió hace tres años, cuando su hijo de nueve fue devuelto del colegio porque no había agua y los profesores temían que se desatara una epidemia por insalubridad.
«El señor de las lluvias», como le llaman sus amigos, creó hace seis años la no gubernamental Fundación Acción Ambiental, de alcance local, que trabaja con campesinos para alentar la protección de la biodiversidad, el manejo del agua, la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y el desarrollo.
Además, es director ejecutivo del Consorcio para la Agricultura Sostenible (Cipasla), que abarca 23 distritos rurales de la región andina de Colombia.
Tierramérica conversó telefónicamente con Vivas, que se encontraba en la sede de Cipasla, en Popayán.
Tierramérica: ¿Qué importancia tiene para usted recibir el premio Sasakawa?
Rodrigo Vivas: Ganarlo es reafirmar mi compromiso personal y con las comunidades de mi país en la construcción de un mejor vivir, y un reconocimiento a cientos de familias que ahora valoran la importancia de desarrollar y fortalecer una cultura de cosecha y aprovechamiento de aguas de lluvia. El agua es un derecho universal y un bien público que no debe ser privatizado. Las comunidades rurales, que garantizamos la seguridad alimentaria del país, tenemos derecho a usar y aprovechar el agua de lluvia para satisfacer las demandas de la agricultura familiar y todos los usos posibles.
— ¿Cómo nació el proyecto «Cosecha de agua lluvia»?
— Desde niño aprendí de mi abuelo, un humilde campesino, el amor, el respeto y el cuidado por el agua. Y gracias al intercambio de experiencias que realizamos en los últimos cuatro años, consideré necesario impulsar en Colombia un proyecto alternativo de abastecimiento de aguas de lluvia en zonas áridas y semiáridas rurales, como hay en México, Perú o Bolivia.
— ¿Qué alcance tiene el proyecto?
— La meta es establecer en toda Colombia 500.000 cisternas para el abastecimiento de aguas de lluvia. Comenzamos con 40 municipios y esperamos poder replicar la experiencia en otros, para convertirla en política nacional.
— ¿Por qué es importante cosechar agua de lluvia?
— El modelo económico vigente en América Latina es ecológica e hídricamente insostenible. El mundo está llegando a una situación extrema de desperdicio y depredación de las fuentes de agua. Prácticamente no hay actividad humana que no deba ser reformulada si la especie pretende sobrevivir a su propia irracionalidad ambiental. Las industrias extractivas y de transformación, la agricultura, el comercio, los servicios, las propuestas urbanísticas y arquitectónicas, los patrones de consumo y hasta los hábitos de higiene personal deben ser repensados para evitar un agotamiento no muy lejano del líquido. Por eso, combatir la pobreza y la desertificación es tarea de todos.
— ¿Qué mensaje transmite a la comunidad internacional al recibir este premio?
— Que como sociedad civil debemos organizarnos en defensa del agua, apoyados por gobernantes nacionales e internacionales.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Este artículo fue publicado originalmente el 4 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.