Purificació Mascarell habla en su nuevo libro de una serie de obras literarias de autoras que, desde el silencio al que fueron relegadas durante décadas, denunciaron las dinámicas opresivas del matrimonio y reclamaron la dignidad y la libertad de las mujeres
Durante siglos, el destino correcto de toda jovencita de bien fue el matrimonio. A través de él se suponía que las mujeres encontrarían el auténtico sentido de su vida mediante el cuidado de su marido y de sus hijos.
El día de la boda era, en las sociedades más tradicionales, el más importante de la vida de una mujer, ya que su futuro parecía estar estrechamente vinculado a encontrar el esposo adecuado. Ese momento también marcaba la transición de la juventud a la adultez: de la sumisión al padre a la sumisión al marido.
La literatura, escrita fundamentalmente por hombres, ha jugado un papel clave en la perpetuación y legitimación de este modelo. En infinidad de novelas, poemas y obras de teatro es habitual la representación de la mujer casada como un ser virtuoso, sumiso y abnegado. Servidora de su hombre y cuyo bienestar siempre está subordinado al del resto de la familia.
En estas obras literarias, el ámbito doméstico y emocional era el de las mujeres, mientras que a los hombres se les reservaba el espacio público y racional. Las mujeres que se atrevían a salirse de la norma solían ser castigadas o marginadas en aquellas historias, tal y como sucedía en muchos casos en el mundo real.
Sin embargo, también hubo otra literatura que, con gran dificultad y escaso apoyo editorial, se dedicaba a denunciar la situación de desigualdad, injusticia y dolor en la que vivían muchas mujeres, especialmente dentro de la institución del matrimonio. Esta tradición literaria, que fue sepultada por las voces masculinas del canon pese a la calidad artística de sus obras, continúa intentando salir a la luz.
En este sentido, es muy importante la reciente publicación de Como anillo al cuello. La opresión matrimonial en la literatura femenina, escrito por la profesora de la Universitat de València Purificació Mascarell, donde se dedica a analizar, y seguramente descubrir para algunos lectores, obras como ¿De quién es la culpa? de Sofía Tolstaia, esposa de Tolstoi, Una mujer, de Sibilla Aleramo, Oculto sendero, de Elena Fortún, o Una mujer en el frente de Alaine Polcz, además de otros muchos de autoras como Mary Wollstonecraft, George Sand (Amantine Aurore Dupin), Mercedes Pinto, Caterina Albert o Aurora Bertrana, por citar algunos ejemplos.
“Mi objetivo al escribir este libro era trazar una constelación de voces femeninas que, en principio, pueden parecer desconectadas entre sí por pertenecer a tradiciones literarias, épocas o países diferentes”, explica la autora. “No obstante, si se escuchan con detenimiento, estas voces están conectadas por su conciencia feminista y por su defensa de la dignidad humana. Quería recuperarlas y ponerlas en relación, que ofrecieran a los lectores un trampolín hacia textos desconocidos o hacia textos que merece la pena revisitar bajo otra mirada”.
muestra cómo el discurso literario se adelantó al legal, al político y al mediático a la hora de denunciar la opresión femenina y de solicitar leyes que protegieran a la mujer. “La escritura literaria fue un mecanismo de crítica al patriarcado cuando ni la justicia ni la sociedad asumían el dolor de las mujeres víctimas. Sirvió para dejar constancia del sufrimiento, pero también de las salidas a la opresión”, afirma Mascarell.
Una investigación abierta y en proceso
La propia autora también está muy presente, a través de vivencias propias, en un libro cuyo objetivo no es tanto establecer un canon literario de las autoras que han hablado sobre la relación entre mujer y matrimonio, sino que busca trazar “un recorrido personal y crítico a través de autoras que considero significativas por su compromiso con la causa de la libertad femenina, pero también, por supuesto, por su compromiso con la creación de obras de primera calidad estética”.
Por lo tanto, Como anillo al cuello es un libro sobre arte femenino comprometido y que, según la autora, podría seguir ampliándose con otras voces y otras experiencias femeninas: una investigación abierta y en proceso.
Nuestra época también favorece, por suerte, que cada vez sea más fácil leer a estas autoras cuyas obras llevaban décadas relegadas a las estanterías más recónditas de las librerías de viejo. Según Mascarell, ahora es mucho más fácil encontrar los libros de estas autoras que hace diez o veinte años. “Aparte del trabajo hecho desde la academia por las investigadoras, sobre todo por las más jóvenes, contamos ahora con editoriales que han rescatado y publicado textos que eran complicados de encontrar”, afirma. “Pienso en todas las voces femeninas de la Edad de Plata que ha recuperado para el público lector la editorial Renacimiento, con la que yo misma colaboro. O en el trabajo de rescate que están llevando a cabo editoriales que solo publican a mujeres, como Bamba, Espinas, Torremozas o Ménades. La entrada de editoras independientes en el panorama literario ha favorecido este rescate”.
En el mismo sentido, el libro también es una especie de exorcismo: hablar abiertamente de lo que ha pasado para que nunca más vuelva a ocurrir. “Narrar las diferentes violencias que han sufrido y sufren las mujeres en el seno matrimonial es el primer paso para identificarlas y luchar contra ellas”, sostiene Mascarell. “El patriarcado siempre nos ha destinado al silencio, como bien explica la teórica Hélène Cixous. El simple hecho de romper ese silencio y de atrevernos a hablar o a escribir ya es un gesto radical de subversión”.
Todo un catálogo de opresiones
Al recorrer una variedad tan grande de épocas y de casos, el abanico de calamidades relatadas por las autoras es muy amplio. Desde el mansplaining, ese tratamiento paternalista y condescendiente que sitúa a la mujer en una posición de menor de edad ad eternum, hasta la violencia sexual, es decir, las violaciones dentro del matrimonio. Una práctica normalizada durante siglos y silenciada por las mismas mujeres que la han padecido y la padecen.
“Abusos de poder, control, desprecio de las capacidades intelectuales femeninas, cosificación… Y, por supuesto, violencia física de todo tipo”, detalla Mascarell. “Y el encorsetamiento en la figura de ángel del hogar o madresposa. Bajo esa idea de que no existe mayor felicidad para una mujer que dedicarse en cuerpo y alma al marido, los hijos y el hogar. Una patraña que ya desmontó Betty Friedan con su estudio La mística de la feminidad”.
Un libro optimista a pesar de todo
Para terminar, la autora no duda en calificar el mensaje de su libro como puramente optimista. De hecho, expone muy brevemente la experiencia matrimonial de sus antepasadas para contraponerla con su propia vida y la libertad que ha tenido. “Sería una absoluta mentira decir que no hemos mejorado respecto a nuestras madres o abuelas: por supuesto que hemos progresado muchísimo en un siglo”, reconoce. “Lo que no quiere decir que estemos en un estadio ideal ni mucho menos”.
Para la profesora, el futuro de las relaciones humanas pasa por la tolerancia y el respeto al máximo nivel. También por el apoyo mutuo. “Los hombres que no entienden esto, que no están dispuestos a repartir sus privilegios ancestrales, están destinados a quedarse solos —las mujeres cada vez los soportan menos— y, por ello, a estar cada vez más rabiosos”, reflexiona. “Y no me gusta vivir en un mundo con gente rabiosa, la verdad. Preferiría que se hiciera más pedagogía de lo que es realmente el feminismo (una vida digna para cada ser humano del mundo, sin importar su sexo) y que los hombres entendieran que oprimiendo o sometiendo al 50% de la población, como ocurre en Afganistán, aparte de hacerle daño a las mujeres, se lo hacen a sí mismos: crean un infierno de injusticia y de dolor en vez de una sociedad en plenitud donde cada persona pueda desarrollar su libre proyecto de vida”, concluye.