Puntos claves Contexto Solo en el Reino Unido, el mercado de productos éticos ha crecido hasta superar los £81.300 millones de libras en 2017. Muchos compradores se fían de las etiquetas y las certificaciones para identificar con facilidad y rapidez los productos fabricados u obtenidos de manera más responsable. El mayor directorio global de ecoetiquetas […]
Puntos claves
Contexto
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Solo en el Reino Unido, el mercado de productos éticos ha crecido hasta superar los £81.300 millones de libras en 2017.
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Muchos compradores se fían de las etiquetas y las certificaciones para identificar con facilidad y rapidez los productos fabricados u obtenidos de manera más responsable.
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El mayor directorio global de ecoetiquetas contiene actualmente más de 460 etiquetas de 25 sectores diferentes.
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A falta de una legislación nacional e internacional efectiva a la hora de atajar el abastecimiento insostenible, los sistemas voluntarios se han considerado como una salida conveniente para colmar esa carencia.
El informe
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Elaborado por la Fundación Changing Markets, el informe ha investigado iniciativas de certificación voluntaria (por contraposición a las normas reglamentarias) en sectores en los que el aumento del consumo y el abastecimiento insostenible han causado graves problemas ambientales.
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El informe examina una serie de iniciativas voluntarias que abarcan desde ecoetiquetas de producto y etiquetas de impacto ambiental hasta sistemas transversales destinados a mejorar el desempeño ambiental de un determinado sector.
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Su foco se centra en las cuestiones ambientales, pero también hace referencia a algunos de los peores casos de vulneración de los derechos humanos.
Conclusiones generales
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La avalancha de sistemas de certificación crea confusión entre los consumidores y en los propios sectores, y se interpone en el camino hacia un consumo verdaderamente sostenible.
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Muchos sistemas carecen de transparencia y se utilizan como tapadera, lo que dificulta aún más la labor de las ONG y los académicos a la hora de cuestionar la sosteniblidad de ciertos productos y empresas.
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Algunos sistemas de certificación ocasionan daños activamente, bajando el listón a fin de poder certificar volúmenes de producto más elevados.
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La contribución general de la certificación a la creación de un mundo más sostenible es minúscula.
Puntos clave: pesca
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Casi el 90% de las poblaciones de peces a escala mundial están plenamente pescadas o sobrepescadas.
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En 2015, el 14% de la producción global de pescado y marisco estaba certificada, mientras que una década antes la cifra solo rozaba el 0,5%.
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Dos de los sistemas de certificación más importantes, Friends of the Sea (FOS) y el Marine Stewardship Council (MSC), certificaron más de 9 millones de toneladas de pescado en 2015.
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Se ha puesto en evidencia que tanto MSC como FOS han estado otorgando certificados de sostenibilidad incluso a pesquerías que están sobrepescadas, tienen altos niveles de captura fortuita y, en algunos casos, hasta se apartan de la legislación nacional.
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El auge de la demanda de pescado y marisco sostenible, y el deseo de poderla satisfacer, están poniendo en entredicho la credibilidad del MSC, ya que no hay suficientes pesquerías verdaderamente sostenibles como para responder a esa demanda.
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McDonalds pudo eludir las críticas acerca de la sostenibilidad del pescado hoki que servía argumentando que estaba certificado por el MSC – a pesar de las numerosas objeciones a dicha certificación debido a los altos niveles de descartes y a los métodos de arrastre de la pesquería. En la misma línea, la cadena de tiendas británica Boots se remitió a la certificación MSC cuando Greenpeace les pidió recientemente que dejaran de distribuir suplementos omega-3 elaborados a partir de krill.
Puntos claves: aceite de palma
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Se estima que el aceite de palma está presente en la mitad de los productos que se venden en los supermercados.
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Es uno de los principales causantes de deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero, incendios forestales y pérdida de hábitats de especies amenazadas como los orangutanes, los elefantes y los rinocerontes.
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Ninguno de los sistemas de certificación investigados ha ralentizado la deforestación, el drenaje de turberas o la pérdida de biodiversidad.
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La mayoría de los sistemas han creado varios módulos diferentes que se adaptan a los requisitos de las empresas, lo que no ha impulsado la sostenibilidad ni mejorado la trazabilidad en el sector. La trazabilidad es un problema grave, ya que hay informes que han puesto de relieve que hasta el aceite de palma ilegal puede acabar en productos certificados.
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Los sistemas implantados por los gobiernos de Malasia e Indonesia son un esfuerzo para «pintar la fachada de verde» al sector, permitiendo la expansión a nuevas zonas, lo que representa una carrera hacia el abismo.
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RSPO, el sistema preponderante, que certifica aproximadamente el 19% de la producción global de aceite de palma, no ha atajado la deforestación, el drenaje de turberas ni la violación de los derechos humanos. Para abordar las críticas sobre dichos puntos, ha creado un módulo separado, RSPO-NEXT, en lugar de afrontar los problemas directamente.
Puntos claves: textiles
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El sector textil utiliza una cuarta parte de los productos químicos que se emplean en todo el mundo y se le achaca el 20% de la contaminación industrial del agua.
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Existen más de 100 sistemas voluntarios y etiquetas verdes para los textiles.
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Pese a la proliferación de iniciativas de certificación, no hay ningún sistema general que contemple de forma efectiva la sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de suministro.
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Se ha identificado a la Ecoetiqueta UE como uno de los mejores sistemas, porque abarca distintos tipos de textiles mediante un enfoque de ciclo vital. Sin embargo, cuando los investigadores examinaron detenidamente sus estándares para las fibras de viscosa, quedó claro que no cubre los indicadores de contaminación del agua durante la fabricación de las fibras de viscosa.
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El Índice Higg, muy utilizado por las marcas de moda como prueba de sostenibilidad ambiental, se basa en la actualidad en la autoevaluación y carece de transparencia. Supuestamente esto cambiará de aquí a 2020 a raíz de la ‘Hoja de ruta del Índice Higg para la transparencia’, pero está por ver hasta qué punto va a mejorar el sistema en la práctica.
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El informe identifica la iniciativa Better Cotton Initiative (BCI) como uno de los peores sistemas, ya que podría haber socavado el repunte del algodón ecológico. La tolerancia del BCI con el uso de plaguicidas y OGM ha dado lugar a que ciertos agricultores se hayan pasado del algodón orgánico al genéticamente modificado.
El camino a seguir
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La mayoría de los sistemas de los tres sectores examinados deberían abolirse porque inducen a confusión y al «shopping de etiquetas», lo que va en detrimento del propósito general de la certificación.
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Los sistemas de certificación deberían ser ambiciosos y no desarrollar diferentes módulos con distintos requisitos para satisfacer las prioridades de las distintas empresas.
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La mayoría de los sistemas deberían adquirir un mayor alcance, con vistas a abarcar todo el ciclo de vida del producto.
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Los sistemas deben ser selectivos con respecto a sus miembros, imponiendo elevados requisitos de entrada.
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La reforma tendría que basarse en la transparencia, la independencia, un enfoque integral con una alta trazabilidad, y un afán de mejora continua.
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A falta de buenos sistemas de certificación, los gobiernos, las empresas y los consumidores pueden tomar medidas para fomentar la sostenibilidad, tales como:
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priorizar las pesquerías sostenibles de pequeña escala
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establecer e implementar reservas marinas y cuotas pesqueras basadas la ciencia
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introducir una moratoria sobre la deforestación y el drenaje de turberas en el sector del aceite de palma
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adoptar políticas de contaminación cero y una mayor transparencia en la cadena de suministro del sector textil.
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