Comunes el sol y el viento
común ha de ser la tierra,
que vuelva común al pueblo
lo que del pueblo saliera.
(Los Comuneros. Romance de Luis López Álvarez. 1972)
Los acontecimientos que se vivieron hace 500 años en tierras de Castilla podrían haber cambiado el curso de la historia de España. Así lo cree un buen número de historiadores que ve el levantamiento comunero no solo como una revolución, sino como la primera gran revolución de la era moderna en Europa y adelantada a su tiempo. Una revolución frustrada pero que, para muchos, dejó los mimbres de la esencia de una nación en su lucha por la conquista de las libertades.
El 23 de abril, Día de Castilla y León y fiesta oficial de esta comunidad autónoma, se conmemora el aniversario de la batalla de Villalar, con la derrota del movimiento comunero y el apresamiento y ejecución el día después de sus tres principales líderes, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Ese 23 de abril de 1521 se daba fin a una aventura que puso en jaque al todopoderoso Carlos V y que sigue sirviendo de inspiración para movimientos políticos y sociales en la España contemporánea.
El documental Comuneros de Pablo García Sanz, estrenado en 2022, recupera este episodio histórico con el testimonio de historiadores e investigadores y una narración espléndida entrelazada con los versos del romance ‘Los Comuneros’ que el poeta berciano Luis López Álvarez escribió en 1972.
Tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, la Corona de Castilla se sumió en una crisis institucional que duró dos décadas. Aunque la heredera natural del trono era Juana I de Castilla y siguió siendo oficialmente reina hasta 1555, fue apartada de todo poder real primero por su padre, Fernando el Católico y después por su hijo Carlos I, que se autoproclamó rey de Castilla y Aragón. La naturaleza de un monarca, al que muchos veían como un “extranjero”, que trajo a su corte de flamencos a Castilla, valiéndose del dinero y riquezas del reino para convertirse en emperador, levantó recelos en las élites castellanas que derivó en la conocida como ‘Guerra de las Comunidades’.
“La integración de Castilla en el imperio se presentaba como una catástrofe nacional. Había que defender, incluso conta el rey si llegaba a ser necesario, los intereses del reino”, nos cuenta el historiadorJoseph Pérez en su libro Los comuneros. Para ellos, el reino estaba por encima del rey, y dada la dejación manifiesta de Carlos V por los intereses de Castilla, según pensaban, intentaron basar su legitimidad en su madre, la reina Juana, recluida en Tordesillas hasta su muerte, pero no lo consiguieron.
Los comuneros, la comunidad, el común… “Siempre hablaban de volver al orden, es decir, recuperar el orden, en ningún caso ellos entendían que estaban haciendo algo malo, declararse comunero en ese momento era declararse en comunidad para lograr el bien común”, señala en el documental la historiadora Claudia Möller. Su objetivo era someter a la nobleza y al rey a la ley “adelantándose a una teoría que en el resto de Europa tardaría aún siglos en cuajar: el principio de representación política”, afirma Joseph Pérez. El hecho de considerar este movimiento como una revolución y no como una rebelión o una revuelta, radica, a juicio de los investigadores, en la proclamación oficial de la Santa Junta en Tordesillas, máximo órgano dirigente del movimiento. ‘Santa’ no por religiosa, sino por ‘universal’. Además, los comuneros dejaron por escrito un esbozo de Constitución, la ‘Ley Perpetua’, precisamente ‘perpetua’ por su carácter supremo, al que estaban sometidos todos, incluida la propia figura del rey.
En su libro, Joseph Pérez alude al historiador José Antonio Maravall, autor de otro trabajo publicado en 1963 bajo el título Las Comunidades de Castilla. Una primera revolución moderna. En el mismo, el historiador afirma que “con los comuneros se llega implícitamente a concebir el pueblo como unidad y a considerarlo, en consecuencia, capaz de ser sujeto del poder”.
Carlos V venció a los comuneros tras la victoria de Villalar y la ejecución de sus tres principales líderes. Pero su venganza se prolongó durante mucho tiempo, con la ejecución, cinco años después del obispo Acuña, clérigo español que participó junto al bando comunero, y la persecución de María Pacheco, esposa de Padilla, que no solo murió exiliada en Portugal, sino que el emperador también le negó ser enterrada en su tierra natal, Toledo. La represión también se extendió contra los descendientes de los líderes. Tal saña, por parte de Carlos V, explica en buena medida la amenaza de primer orden que supuso para su reinado la revuelta comunera. Si Padilla, Bravo y Maldonado hubieran conseguido la firma de Juana en la ‘Ley Perpetua’, su hijo hubiera perdido todo poder y la historia de España podría haber sido diferente: a partir de ese momento, se impuso en España y en toda Europa la monarquía absoluta.
UN MOVIMIENTO LIBERTADOR
En el siglo XIX, los comuneros se convirtieron en manos de los liberales en un movimiento libertador. “El liberalismo militante del siglo XIX redescubre a los comuneros, convierte en mártires a sus jefes y enarbola la bandera en su nombre para luchar contra el absolutismo”, escribe Joseph Pérez. Décadas después, el propio Manuel Azaña, escribía: “Los comuneros sí querían ser libertadores. Querían librarse del despotismo cesarista, del gobierno por favoritos, del predominio de una clase”.
En el documental, el historiador Julio Valdeón asegura que “los comuneros de Castilla son un punto de referencia imprescindible para todos los movimientos de la España contemporánea que tenían como objetivo fundamental la conquista de las libertades”. Y el historiador Salvador Rus va aún más lejos al señalar que los cuatro valores fundamentales de la Constitución de 1978: libertad, igualdad, justicia y pluralismo, “eran los pilares que sustentaban el movimiento comunero”.
Para la historiadora Möller de la Universidad de Valladolid, el movimiento comunero “tiene unas connotaciones increíblemente revolucionarias entonces y ahora». Asegura que «no tiene nada que envidiarle a la revolución francesa, lo que pasa es que Francia siempre construye unos relatos extraordinarios y no entiendo porque nosotros no lo hemos construido con los intelectuales que hemos tenido, no lo puedo entender. Es hora de empezar a escribir el relato verdadero de lo que ha sucedido y entenderemos porqué festejamos el 23 de abril [día de Castilla y León]. Es una gran revolución, y además una revolución moderna anticipándose muchos años a la francesa».
Y un último apunte: ¿por qué la bandera republicana es roja, amarilla y morada? El Gobierno de la República acordó añadir una franja morada a la bandera bicolor como reconocimiento al pueblo de Castilla. Se basaron en una tradición liberal que creyó que el estandarte comunero era violeta cuando en realidad era rojo carmesí. Un error, debido seguramente al desteñido de los tejidos, ajados por el tiempo y al desgaste, llevó a esta confusión histórica.
Muy recomendable el documental ‘Comuneros’ disponible en Netflix; y el libro de Joseph Pérez ‘Los Comuneros’.