Con Joana Ortega en la vicepresidencia del gobierno y con la dirección del departamento implicado en sus manos y en las de sus ayudantes, más el control a muy corta distancia del fundamentalista cristiano Duran i Lleida, era de temer lo peor. En eso estamos. La cosmovisión de fondo: del antifranquismo me río yo, todos […]
Con Joana Ortega en la vicepresidencia del gobierno y con la dirección del departamento implicado en sus manos y en las de sus ayudantes, más el control a muy corta distancia del fundamentalista cristiano Duran i Lleida, era de temer lo peor. En eso estamos. La cosmovisión de fondo: del antifranquismo me río yo, todos eran ateos y comunistas; a su recuerdo y estudio ni agua ni sal ni financiación, y, más allá de ello, refiriéndose a la República y a la guerra civil, todos fueron unos cafres, no hay línea de demarcación alguna entre unos y otros, entre víctimas y verdugos, y en las guerras y postguerras se cometen atrocidades por parte de todos. Punto y aparte; a atender a los negocios y al Opus Dei si se tercia. Casi peor que Ernst Nolte, avalando un discurso que apenas suscribiría al pie de la letra la extrema derecha europea.
Con «agostidad» y alevosía, ha comentado el profesor y maestro de varias generaciones, ingeniero republicano, historiador de la ciencia y admirable e imborrable luchador comunista antifranquista Guillermo Lusa, el gobierno convergente sigue dando pasos para deshacerse del Memorial Democràtic, que desde luego, sin ánimo de levantar polémica alguna y sin dejar de reconoce encuentros, esfuerzos, detalles y ayudas [1], no era, mirado como se quiere mirar, un centro de incorregibles y trasnochados rojos sectarios intratables.
Después de disminuir en un 29% la partida al Memorial, llega ahora la medida de su confinamiento al castillo de Montjuïc. Para que vaya languideciendo poco a poco, para que nadie se acuerde de él y para que dentro de tres o cuatro años sea una flor de prudente verano sin apenas frutos.
A pesar de las fechas estivales ya hay un manifiesto de protesta ante esta barbarie antidemocrática frente a la que, por cierto, los consellers de pasado antifranquista (pocos, muy pocos) no han dicho ni pío ni esta infamia no es mía [2]. Ni siquiera de esta agua no estoy dispuesto a beber.
Un texto ha sido redactado por la Associació Catalana d’Ex-Presos Polítics que se manifiesta en total desacuerdo con el traslado del memorial al castillo de Montjuïc. Dice así: «L’Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme, informada por los medios de comunicación, del propósito de la Vicepresidenta del Govern y Consellera de Governació y Relacions Institucionals, Joana Ortega, de trasladar la sede «definitiva» del Memorial Democràtic al castillo de Montjuïc, manifiesta su total desacuerdo con una medida que confirma el objetivo del gobienro de CiU de desmantelar las políticas públicas de memoria y de convertir el Memorial Democràtic en una pieza de museo, incumpliendo con claridad la ley aprobada en su día por el Parlament de Catalunya». La asociación de ex presos prosigue señalando que la decisión del traslado se produce en plena parálisis del Memorial, que está sin director, sin consultar a ninguno de los órganos de gobierno de la institución, quienes, por cierto, «no se han reunido nunca desde el nombramiento de la Consejera». Los unionistas son así.
De hecho, el traslado ni tan sólo se ha comunicado al Presidente del Consejo de Participación en funciones, Enric Pubill, que no debe ser de los suyos ni manifiesta deseo alguno de serlo, ni a ninguna de les entidades que desde hace años trabajan por la recuperación de la memoria histórica a Catalunya, «que forman parte del Memorial Democràtic y que según el artículo 12 de la Ley 13/2007 participan en las iniciativas y en las actividades del Memorial Democràtic». ¡Son nidos de rojos deben pensar en el Departament y, además, las formalidades están para ser transgredidas cuando la ocasión lo requiere! Faltaría más.
El traslado al castillo de Montjuïc, acordado con el gobierno de CiU de la ciudad de Barcelona, la otra cara del dueto de la infamia revisionista, «supone condenar el Memorial a la marginación de una ubicación apartada de la ciudad de difícil acceso», donde, para más escarnio, según los medios de información, no se trasladaran las oficinas que permanecerán en la sede del Departament de Governació, prueba más que elocuente de que la ubicación es inapropiada, desde un punto de vista cívico, y que ha sido calculada para lo que ha sido calculada: en el desierto de Montjuïc no florecen los cerezos.
Por si quedaba alguna duda de los verdaderos objetivos del Gobierno de CiU, prosigue el comunicado de la Asociación, las palabras de la Consellera de Governació y Relacions Institucionals en torno a que la institución había dado hasta ahora «una visión políticamente sesgada (se ha de entender, a favor de los demócratas)», y que, no se pierden el detalle revisionista, históricamente no había habido ni buenos ni malos -casi lo mismo que dicen puerilmente Rouco Varela y sus colegas penetrando severamente en mentes confiadas-, todo ello, es muy elocuente del intento de desvirtuar la Ley de Memoria Histórica «equiparando la dictadura de Franco con los luchadores de la libertad, equiparando los que ejercieron durante casi 40 años un poder totalitario [3] que provocó decenas de miles de muertos, torturas y encarcelamientos con los ciudadanos que lucharon en defensa de les libertades y el autogobierno de Catalunya», y no sólo de eso, sino del socialismo, la República y la democracia, la igualdad y justicia para todos los pueblos de España.
En definitiva, el traslado al castillo de Montjuïc parece un paso más en el camino que se inició con el cierre de la sede de Via Laietana, una calle céntrica de Barcelona, cercana a la plaza de los indignados, con el objetivo de ir liquidando «poco a poco el Memorial hasta reducirlo en una institución muy alejada de lo que aprobó el Parlament de Catalunya» (con los votos de CiU si no ando errado, quedaba mal electoralmente oponerse a ello). Instalados ahora en el poder, quieren dejar su huella muy girada hacia la derecha revisionista. De hecho, como es sabido, en sus primeros veinte y tantos años de gobierno, no hicieron nada, nada de nada, para cultivar el jardín de la memoria histórica. Se hubiera visto lo que todos sabemos: que el núcleo esencial de la lucha antifranquista en Catalunya estuvo protagonizado por los comunistas catalanes de diferentes tendencias (no sólo por el PSUC aunque tuviera el partido de López Raimundo, Joaquin Sempere y Sacristán un papel destacadísimo) y que importantes sectores de las clases privilegiadas de Catalunya apoyaron firmemente al fascismo en Catalunya. Numerosos alcaldes de CiU han salido de sus filas. También ellos prefirieron España una, grande y «libre», que una España democrática, socialista, republicana y federal.
L’Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme manifiesta, finalmente, su compromiso de continuar trabajando, junto con el resto de entidades memorialistas, «para cumplir el objetivo de la ley del Memorial Democràtic» y, más allá de ello, para que la memoria acuñe con justicia y veracidad su moneda, descuidada, o sesgadamente cuidada hoy por hoy institucionalmente, por gentes que saben muy bien la importancia de ese vértice en la lucha de clases política y cultural.
«Salud, República e indignación ante el resurgimiento (¿había desaparecido alguna vez?) del franquismo y del nacionalcatolicismo». Con estas sentidas y veraces palabras se despedía el maestro Guillermo Lusa. Los unionistas cristianos están en el puesto de mando sin que los convergentes levanten su oposición, y con el aplauso entusiasta del PP neofranquista y català of course. Poco les importa el recuerdo del presidente fusilado de Lluís Companys, e incluso parecen no querer recordar, o lo hacen a su modo, el vil asesinato de Manuel Carrasco i Formiguera, condenado a muerte en un juicio sumarísimo llevado a cabo el 28 de agosto de 1937 por el delito de «adhesión a la rebelión» y asesinado ocho meses después, el 9 de abril de 1938 [4].
Notas:
[1] El nombre de mi tío, Salvador López Campo, y el de tantos otros soldados republicanos fallecidos en la batalla del Ebro, figura en una placa ubicada en La Fatarella por iniciativa del ex conseller Joan Saura, quien, por cierto, en un alarde de capacidad política no fácilmente comprensible compaginaba la dirección del memorial y con la de Interior, era el jefe de los Mossos d’Esquadra, ese cuerpo que intentó a desalojar a los indignados de la plaza de Catalunya con métodos neofranquistas, vamos los de toda la vida.
[2] Ferran Mascarell y Andreu Mas-Colell, este último discípulo de Manuel Sacristán, ambos cuadros del PSUC en su momento, ¿nada tienen qué decir ante este nuevo atropello de la derecha nacional-católica catalana?
[3] El 25 de septiembre de 2005, el Congreso de los Diputados español acordó, a propuesta de CiU, anular el consejo de guerra al que fue sometido Carrasco i Formiguera. CiU no hizo extensiva su petición a todos los combatientes y resistentes republicanos.
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