Recomiendo:
0

Reseña de Mario Amorós, Neruda, el príncipe de los poetas

Con Neruda (siempre) en el corazón

Fuentes: El Viejo Topo

Mario Amorós, Neruda, el príncipe de los poetas, Barcelona, Ediciones B, 2015.   De la página 553 del libro que comentamos: «Mientras el dolor y las lágrimas ahogaban a Joan Jara, Virginia Vidal se acercó para abrazarla. Le preguntó por sus hijas, Manuela y Amanda, y por el ensañamiento de los militares con el creador […]

Mario Amorós, Neruda, el príncipe de los poetas, Barcelona, Ediciones B, 2015.

 

De la página 553 del libro que comentamos:

«Mientras el dolor y las lágrimas ahogaban a Joan Jara, Virginia Vidal se acercó para abrazarla. Le preguntó por sus hijas, Manuela y Amanda, y por el ensañamiento de los militares con el creador de «Manifiesto» y «Plegaria del labrador». «Si hubiera viso su cuerpo tan hermoso… Una sola masa negra, morada, machacada, desgarrada… Me costó hallarlo entre tanto cadáver» Fue en aquella improvisada manifestación cuando tomó conciencia de que jamás se sentiría abandonada. «Era muy poderoso el sentido de identidad colectiva frente a una tragedia colectiva y muy fuerte la sensación de un pueblo moralmente herido que sigue lacado».

Tampoco Matilde Urrutia pudo olvidar nunca esos mementos tan emocionantes. «Aquella miradas en que se mezclan el dolor y la rebeldía. Cada uno de ellos siente el horror ante la suerte infligida a tantos amigos y parientes: apresados, escondidos, agonizando en las torturas. Y en ese momento de oscuridad asfixiante, como un grito de liberación se escucha: «¡Compañero Pablo Neruda, presente, ahora y siempre!» Este grito me trae un rayo de luz, de esperanza, este es un pueblo vivo…»

Si las palabras que acabo de copiar no les dicen nada, esta biografía del gran poeta chileno no es su libro. Si, como el mismo poeta escribiera, sienten estas palabras en su corazón, este gran trabajo historiográfico les está destinado. Está pensado para ustedes. No se lo pierdan.

No les debe asustar el número de páginas ni las más de 1.660 notas a pie de páginas ni las 20 páginas de bibliografía. Esta biografía de Neruda, que ha necesitado la consulta de unos 20 archivos (los de Estocolmo y Moscú incluidis) se lee como las buena novelas, como los buenos ensayos, como los libros inolvidables: quedamos atrapados en sus páginas y salimos con un rico caudal de ganancias. Intelectuales y emotivas.

No estoy puntualmente al día de las numerosas y ricas aportaciones sobre la vida y la obra del poeta de «Residencia en la tierra», de este gran autor universal, de este enorme, querido y admirado intelectual comprometido con todas las causas justas de la tierra, más allá de algunas posiciones que pueden parecernos erróneas desde nuestra perspectiva actual pero que mantienen toda su racionalidad e integridad ubicadas en su tiempo y coordenadas. Sin poder asegurarlo, dudo que haya algún artículo, algún texto, alguna entrevista necesaria, algún estudio importante, algún archivo que se haya escapado a la inquiera y penetrante mirada, al impresionante trabajo de este joven historiador ya imprescindible siempre con el Chile socialista, comunista y resistente en su corazón..

No es por supuesto la primera vez que Mario Amorós nos acerca de la cultura y la política chilenas. Hay libros imprescindibles en sus anteriores aproximaciones. Son muchos los ensayos que figuran en su haber. Pero me atrevo a sugerir que este Neruda, el príncipe de los poetas, como lo fuera su anterior biografía sobre Allende, es uno de los libros más sentidos, más vividos, de los más sufridos incluso.

Sobre esto último, sobre el sufrimiento del autor (que todos compartimos 42 años después) basta hacer referencia a los capítulos dedicados al golpe fascista de 1973 y a la muerte de Neruda 12 días después. No aptos para menores ni para almas sensibles… pero, por favor, no se los pierdan. La rabia, la justificada rabia, como escribiera otro gran poeta, muy amigo de Neruda, Rafael Alberti, correrá por sus venas y arterias. Ni una sola se librará de la influencia. ¡Cómo fue posible tanto error, tanta muerte!

Hay, además, una insistencia justificada en torno a un nudo que fue central de la vida, del compromiso poliético de Pablo Neruda: lo que para él significó la II República española y la guerra civil, y la figura, inconmensurable, del poeta asesinado, de su amigo Federico García Lorca. Y, por supuesto, Miguel Hernández.

¿Poeta asesinado? ¿Fue también Neruda asesinado? Amorós, como historiador prudente y documentado, nos muestra el panorama actual de la cuestión en el epílogo («El último enigma. ¿Fue asesinado Neruda?», pp. 559-562), sin precipitarse en el juicio. Soy yo quien habla ahora basándome en sus informaciones y análisis: no es, pensar en el asesinato, una hipótesis descabellada. Tendremos nuevas noticias e informaciones científicas e históricas a lo largo de 2016. Sea como fuere, no hay ninguna duda que el golpe criminal de aquel 11 de septiembre que nunca olvidaremos aceleró su muerte, una muerte que por supuesto pudo ser provocada y diseñada. Las hienas, las humanas, no tienen límites en sus ingominias.

Se podrá apuntar, críticamente, que apenas hay en esta biografía comentarios literarios sobre la obra poética, teatral y novelística-biográfica del autor (recordemos aquel libro que tanto nos impresionó de jóvenes, Confieso que he vivido). Sería injusto expresarnos en tales términos. No ha sido esa la finalidad del autor. Pero en todo caso, Amorós, aquí y allá, tiene el suficiente buen criterio para regalarnos siempre afirmaciones contextuales e internas a las obras comentadas de interés y en remitirnos a documentados comentarios literarios sobre la importancia poética-artística de las obras comentadas. No hay ausencia, pues, en este ámbito no central de esta aproximación biográfica, histórica y política.

En síntesis: no se lo pierdan. Y, por favor, practiquen el boca a boca. Todo lo que puedan. Díganselo a amigos y compañeras. Muchos, es un honor decirlo, nos hicimos comunistas leyendo a Pablo Neruda, leyendo incluso un poemario triste pero que sigue siendo inolvidable: Residencia en la tierra. Y con los Veinte poemas de amor por supuesto.