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Constitución socialista o contrarrevolución capitalista

Fuentes: Rebelión

La reforma constitucional adelantada por el Partido Comunista de Cuba PCC llamada » total», apuesta por la definitiva transición capitalista del sistema socioeconómico cubano. Una vez sembrados los hechos consumados del reformismo economista socioliberal establecido con los Lineamientos de Política Social y Económica (LPES), se procede a la legitimación política constitucional del estado de cosas. […]

La reforma constitucional adelantada por el Partido Comunista de Cuba PCC llamada » total», apuesta por la definitiva transición capitalista del sistema socioeconómico cubano. Una vez sembrados los hechos consumados del reformismo economista socioliberal establecido con los Lineamientos de Política Social y Económica (LPES), se procede a la legitimación política constitucional del estado de cosas.

Las relaciones sociales del modo de producción e intercambio en Cuba pasaron de refrendar el capitalismo puro y duro de la anti república pre revolucionaria a convertirse en ariete de un neocapitalismo de estado que sería institucionalizado con la Constitución de 1976. La propiedad privada del capital pasaría a ser propiedad estatal. El trabajo asalariado continuaría siendo la piedra angular del sistema de relaciones socioeconómicas de la nueva forma de organizar el capitalismo ahora de estado. La revolución social usurparía la idea de la revolución socialista. El socialismo vulgar se tornaría bandera ideológica. La Revolución le daría todo al pueblo. El valor del trabajo enajenado por las relaciones asalariadas sería concentrado bajo la práctica de la acumulación estatal de capital y empeñado en la distribución voluntarista del pan y los peces , todo lo que se tornaría símbolo del «socialismo». El modo de producción seguiría siendo en esencia, el de la explotación del trabajo alienado. Hasta nuestros días, cuando el modelo implosiona y el propio Líder de la Revolcuión declara que «ya no le sirve ni a los cubanos» (declaración para la revista The Atlantic, 2010).

El fracaso del modelo se matiza aludiendo que el mayor error cometido por la dirección del PCC, supremo conductor del estado, la economía y la sociedad, «fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo«. Ello le permite al Líder señalar la pauta a seguir cuando declara, en ese mismo discurso de la Universidad de la Habana (2005), que ya no queda más que olvidarse de Marx. La única salida estaría en distribuir con justicia las riquezas que la tecnología es cada vez más capaz de producir en abundancia. Se refiere a la abundancia capitalista, no a la visión marxiana sobre el comunismo. El salto exponencial tecnológico capitalista de los últimos 100 años no ha detenido la expropiación y concentración progresiva del capital.

Esa desafortunada idea sobre el pananceum de la distribución Marx la ha conceptuado como socialismo vulgar en su profunda crítica al programa del partido obrero alemán, ya hace más de un siglo:

«El socialismo vulgar -y por intermedio suyo una parte de la democracia- ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y a tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que está dilucidada la verdadera relación de las cosas, ¿por qué volver atrás?» .

El debate mediatizado sobre la reforma constitucional de gabinete a que convoca el órgano de poder supraestatal y suprasocietal que continuará siendo el PCC, no podrá discutir democráticamente acerca de la concepción del modo de producción socialista. La filosofía política sobre la naturaleza de dicho modo , en tanto expresión genuina de la idea y el concepto revolucioario de democracia, no es cuestión que interese al pueblo.

Los redactores del proyecto de la nueva constitución nombrados por el PCC se han cuidado de no ir a las raíces de la construcción socialista. El debate de ideas incluyente y la participación protagónica en el mismo del pueblo brilla por su ausencia. La democracia seguirá siendo de estirpe burguesa, le dicen con altanería a Marx y Lenin y se siguen considerando representantes de un partido marxista-leninista. Quitarán de la constitución por un asunto de pragmatismo político la declaración leninista que el socialismo es el camino al comunismo. Para ello harán invisible en la nueva constitución la certeza científica de Marx sobre la democracia como el camino al socialismo. Dos pájaros de un tiro.

Una onda intelectual de analistas cubanos residentes y en el exterior, abogados, historiadores, politólogos, economistas y periodistas orgánicos que ya analiza el «ante proyecto» de la nueva constitución sacado a venta en el país, revolotea entre admirados y cuestionadores de formalidades alrededor de la «reforma total». Se celebra el liberalismo económico bajo la propiedad privada del capital que en Cuba ya es, se afirma, más eficiente que la estatal. Se habla de derechos de los trabajadores en términos de las relaciones sociales de producción e intercambio capitalistas, derecho a huelga, derecho a un salario digno, derecho a liquidación monetaria por despedido, derecho a sindicato fuerte e independiente. Todo el tiempo el trabajador como objeto del capital empleador en lo que se disfraza como empresas socialistas, y no como sujeto de un modo no-capitalista de relaciones socioeconómicas, donde todos esos postulados pierden razón de ser porque se ha neutralizado la contradicción capitalista antagónica entre capital y trabajo.

No es fortuito que el eje del reformismo economicista socioliberal impulsado por el PCC que ahora sanciona la «reforma constitucional total», se establezca con desenfado en la propuesta de la reforma laboral. La naturaleza capitalista de la misma se da en un concepto que expresa toda la esencia del modo y las relaciones sociales de producción capitalistas. La figura capitalista-burguesa del EMPLEADOR. Si los LPES con los que se emprende la reforma estructural del modelo socioeconómico cubano establecen la figura del EMPRESARIO/manager como eje del sistema empresarial, la figura del EMPLEADOR viene a enmarcar el carácter ideológico de las relaciones sociales de producción que van a mediar el mundo del trabajo de los cubanos. El «empleador» lo es por el poder decisorio que de facto tiene sobre el capital, privado o estatal. El «empleador» alquila la fuerza de trabajo por un salario. El trabajador queda en una relación de dependencia absoluta de los dueños/apoderados del capital, puesto que es reducido a mano de obra asalariada, desaparece como sujeto revolucionario para convertirse en objeto del poder del capital. La premisa fundacional de la democracia mediada por el carácter social del capital es anulada. La negación de la idea de la economía socialista viene a situarse en el ojo de la «actualización del modelo económico». La transformación capitalista de los modelos socioeconómicos de China y Vietnam sigue deslumbrando como espejitos de colores.

En la otra esquina de la «reforma constitucional total» se mira complacientemente la misma dependencia del centralismo burocrático en las relaciones políticas entre los poderes del estado y se tiran confetis por los cambios cosméticos que en estas relaciones se introducen. El increíble postulado del PCC como ente político ahora supraconstitucional y la fusión del poder asambleario y el ejecutivo bajo el mando de este último, asaltan toda idea de democracia e interrelación de control de los poderes del estado. A esto se le llamará estado socialista de derecho .

El pensamiento crítico revolucionario se ha convertido en un bien escaso. Es una «reforma total» que en el mejor estilo gatopardista propone cambiar todo lo que no cambia la esencia anti democrática y anti socialista del proyecto de nueva constitución. Lejos queda la sentencia del Líder: » revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado «.

La antinomia de letra y espíritu marxianos «democracia o capitalismo» no alumbra el pensamiento crítico de los revolucionarios y comunistas cubanos. Si la nueva constitución ha de refrendar la revolución socialista por haber, no puede malversarse la idea de la democracia en tanto fundamento del camino a seguir. Si así lo asumimos, entonces el debate gira en torno a la idea-fuerza que define la democracia como atributo del socialismo. Este momentum filosófico y político acoge la naturaleza libertaria del modo de producción e intercambio como el fundamento de la democracia, puesto que estaríamos definiendo, como Marx manda, el carácter de las relaciones socioeconómicas que condicionarían el movimiento emancipatorio de la sociedad.

La propiedad privada del capital bajo condiciones sistémicas de libre mercado capitalista – dadas al arbitrio de la ley capitalista de la maximización del lucro – definen el fundamento de las relaciones socioeconómicas que sostienen la «democracia» burguesa.

La antinomia de la premisa anterior apunta, por tanto, a la propiedad social del capital en funcionamiento productivo bajo condiciones sistémicas de mercado socialista -dadas a la satisfacción de las necesidades materiales de la sociedad- y definen el fundamento de las relaciones socioeconómicas que han de sostener la democracia en tanto atributo identitario del socialismo.

Propiedad social del capital en tanto valor vivo del trabajo. Nada que ver con el fetiche anti marxiano de propiedad estatal del valor pretérito del trabajo, los medios de producción. Hay que entender, entonces, que la revolución socialista plantea el cambio de paradigma de la acumulación de capital: de acumulación privada a acumulación social. Sin este cambio de paradigma no habrá manera de naturalizar la democracia como valor referente de la sociedad socialista.

No existe otro camino en el cambio de paradigma de la acumulación que el de la transformación del modo de producción neocapitalista cubano en el de productores libremente asociados en entidades económicas cooperativas autónomas y autosustentables . La esencia democrática del paradigma de acumulación social de capital está en el derecho de los trabajadores y la sociedad a la determinación, según las necesidades de desarrollo de las asociaciones de trabajadores y de las comunidades, de los fondos de acumulación (inversión), consumo directo (remuneración) y social (comunitario) a nivel microeconómico. El trabajo libre asociado, sin mediación de la relación asalariada, crea la responsabilidad social sobre los valores generados por el colectivo de trabajadores asociados y su gestión democrática. La acumulación social resulta un vector económico de los fondos directos definidos por los colectivos y del aporte -vía imposición progresiva sobre la renta del capital y/o del trabajo- al presupuesto del Estado.

La transformación del sistema de propiedad que se está operando en Cuba, sin embargo, ha planteado de hecho la privatización del capital – en manos particulares y en gestión estatal, donde la relación asalariada seguirá siendo el factor de explotación del trabajo y alienación del trabajador – por encima de las formas de propiedad social y trabajo cooperativo. Este estado de cosas viene ahora a ser sancionado con la reforma constitucional en curso.

El Estado y el Gobierno se han cuidado de no emprender una transformación integral del modo de producción en función de los presupuestos socialistas que podrían hacer de la economía social un sistema racional y altamente eficiente. Propiedad socializada del capital y el funcionamiento bajo tal prerrequisito del mercado como mecanismo de intercambio de valores de uso y asignación eficiente de recursos materiales y financieros a nivel microeconómico, todo en condiciones de planificación democrática de los derroteros del desarrollo desde lo nacional, regional y comunal, replantean en cambio el patrón de acumulación de estatal-privado al paradigma de acumulación social. En tales condiciones el medidor capitalista viciado del crecimiento como «producto interno bruto» (PIB) deja de ser la expresión del consumismo necesario a la reproducción del capital bajo relaciones sociales de producción ya no capitalistas . El modelo de desarrollo cubano habría de romper con el dictat de las valoraciones capitalistas, si es que ha de ser sustentable económica y ecológicamente.

Las empresas pequeñas y medianas privadas constituyen los actores económicos que sostienen el desarrollo de la producción de bienes y servicios en todas las economías del mundo capitalista. Garantizan el empleo. Son, sin embargo, núcleos de la explotación del trabajo asalariado. Justo la relación social de producción que permite la expropiación y apropiación privada del capital. La estimulación por el Estado cubano – legislativa, financiera y logística – de la creación de un extendido sector de PYMEs cooperativas dentro de un sistema de economía social vendría a ser la piedra angular de la transformación socialista del modo de producción e intercambio, hoy en franca deriva capitalista gracias al reformismo socioliberal emprendido con los LPES en marcha.

El pensamiento único del PCC impone la idea de la empresa estatal como la empresa socialista. El empoderamiento económico de una burocracia político administrativa dueña de la gestión del capital estatal ha redundado en la anomia del sistema económico empresarial. Los trabajadores alienados en su condición de asalariados mal retribuidos han extraviado el sentido de pertenencia a un proyecto productivo social. Pero la reforma constitucional no hace caso de la realidad y preserva en sus postulados la falsa idea de la empresa estatal socialista.

A tono con ello, la corrupción de la voluntad política y el voluntarismo económico han devaluado en Cuba la idea del cooperativismo como criterio de una verdad que, mar afuera, va definiendo cada vez más los espacios del modo de producción post-capitalista en el mundo. L a cooperativa, es decir, la empresa social de trabajadores libremente asociados, deviene una forma cada vez más popular de organizarse las personas para producir bienes y proporcionar servicios. En el mundo capitalista surgen casi como un acto de autodefensa de los trabajadores ante el poder de predatorio de las empresas capitalistas menores y mayores. Esta defensa es necesaria ante el hecho de que las relaciones capitalistas de producción e intercambio causan una desigualdad social crónica y una inestabilidad económica constante. En el mundo, las cooperativas tienen más de mil millones de socios y crean 100 millones de empleos, un 20% más que las corporaciones multinacionales (2012). El volumen de ventas de las 300 cooperativas más grandes del mundo es de 1,1 billones de dólares, es decir, la cantidad que corresponde al medidor PIB de algunas de las economías nacionales más grandes (2012).

Establecer con carácter constitucional la Economía Social como idea-fuerza y marco del modo de producción socialista ha de definir el fundamento social del estado, superando la naturaleza neocapitalista que hoy lo determina. Seis premisas determinantes son:

  • La instrumentación de una adecuada Ley de la Economía Social debe hacer prevalecer el cooperativismo -empresas cooperativas y comunales- en el ámbito de la reproducción ampliada de capital. EsMarx quien nos muestra que: «Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia ser fomentada por medios nacionales«.

  • La producción (bienes y/o servicios) en manos de propietarios privados se habría de circunscribir -mediante apropiada ley- al ámbito de la reproducción simple de capital, aquella que por no basarse en la explotación ampliada del trabajo asalariado no se expande en desvirtud de la expropiación del valor agregado del trabajo de sus trabajadores.

  • La propiedad estatal considerada propiedad de interés estratégico para el desarrollo habría de estar bajo control democrático (consejos de trabajadores y asambleas del poder popular).

  • Toda la inversión directa de capital extranjero (financiamiento directo y emprendimientos mixtos) tendría luz verde sin ningún condicionamiento por parte del Estado más que la sujeción de la misma al carácter democrático y estaturario de las empresas definidas como entes de la Economía Social, lo cual habría de establecerse adecuadamente en una nueva Ley de Inversiones Extranjeras.

  • En el marco de la Economía Social todas las empresas productivas (de bienes y/o servicios) -privadas, cooperativas, estales, mixtas cogestionadas- tendrían la posibilidad legal de asumir los retos del comercio exterior (emprendimiento especialmente posible y racional para las cooperativas de segundo y tercer grado)[1].

  • El mercado interno quedaría como espacio socioeconómico libre al intercambio, eliminada con la urgencia necesaria (hay que hacerlo ya, volveremos sobre ello en otro análisis) la aberración para el sistema económico de la doble moneda.

La regulación de los efectos desproporcionados de las relaciones de mercado en la acumulación social de capital sería dominio del Estado y el Gobierno, la que realizada a través del sistema fiscal con la progresión de la tributación haría honor a la democratización del capital. De esta manera la concentración del mismo se neutralizaría y la diferenciación de la renta (de capital y de trabajo) quedaría acotada en términos de egalitarismo socioeconómico (GINI en niveles de 25%) , dos premisas raigales del desarollo económico sostenible y la prosperidad de todos y cada uno.

La revolución socialista se da con apego al materialismo dialéctico. Si la llamada «reforma total» de la constitución no pone, como no lo ha puesto, en el centro del debate revolucionario por el socialismo el contenido fundacional de la democracia , no admite más que ser calificada de reformismo contrarrevolucionario. Atar al pueblo revolucionario cubano al reformismo que plantea el anteproyecto constitucional ya sancionado por la Asamblea Nacional, prohibiendo la participación protagónica en la presentación y el debate de las alternativas que pudiesen ir a las raíces, constituye la primera y más profunda expresión anti democrática de las fuerzas que alientan el nuevo acomodo constitucional. Es justo el resultado que se ha perseguido imposibilitanto el llamado a la Constituyente Socialista.

Notas:

RCA, Cuba. Ni «puristas» ni «negacionistas»: ¡socialistas!, https://robertocobasavivar.wordpress.com/2018/06/30/cuba-ni-puristas-ni-negacionistas-socialistas/

RCA, «Cuba. Hacia la Constituyente Socialista», «https://robertocobasavivar.wordpress.com/2018/07/05/cuba-hacia-la-constituyente-socialista-2/

RCA, «Cuba. Sin Constituyente Socialista la restauración capitalista es irreversible», http://robertocobasavivar.wordpress.com/2018/07/29/cuba-sin-constituyente-socialista-la-restauracion-capitalista-es-irreversible/

Leonel González, «Cuba. Recordando los orígenes, previo al nuevo proceso constitucional» – por Leonel González, https://robertocobasavivar.wordpress.com/2018/07/16/cuba-recordando-los-origenes-previo-al-nuevo-proceso-constitucional-por-leonel-gonzalez/

RCA, «Cuba. la democracia es el camino», http://robertocobasavivar.wordpress.com/2018/04/13/4301/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.