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Aportación al debate sobre la Asamblea Extraordinaria de IU

Construir la convergencia de la izquierda exige la superación de personalismos

Fuentes: Rebelión

El camarada Pedro Marset hace un flaco favor a las posiciones del Partido Comunista de España en el marco del debate de IU al pretender situarlas en las coordenadas del enfrentamiento Frutos-Llamazares del 2000. Hay que recordar, por el contrario, que las candidaturas encabezadas en aquella asamblea por Paco Frutos y Gaspar Llamazares apoyaban el […]

El camarada Pedro Marset hace un flaco favor a las posiciones del Partido Comunista de España en el marco del debate de IU al pretender situarlas en las coordenadas del enfrentamiento Frutos-Llamazares del 2000.

Hay que recordar, por el contrario, que las candidaturas encabezadas en aquella asamblea por Paco Frutos y Gaspar Llamazares apoyaban el mismo documento político, a diferencia por cierto de la encabezada por Nines Maestro (en esas condiciones, resulta surrealista reprochar a Nines que su candidatura perjudicara a la de Frutos). Y que aunque Paco Frutos fuera el secretario general del PCE, no era el candidato del PCE. Todo ello justifica afirmar que la confrontación Frutos-Llamazares del 2000 era en buena medida una confrontación personalista. Os remito en http://www.uv.es/pla/pce/00a21int.htm a mi intervención al respecto en el Comité Federal del PCE del 21 de octubre de 2000.

Por el contrario, actualmente estamos defendiendo, en el marco del debate de IU, las posiciones del PCE, aprobadas por su Comité Federal y su Conferencia Política y Organizativa, y que Pedro Marset resume bien en la última parte de su texto: la defensa de una IU plural, que integre el hilo rojo de la centralidad de la clase trabajadora, al cual se ha de entretejer el verde del ecologismo, el violeta del feminismo y el blanco de un pacifismo basado en la justicia y que no se reduce a la mera ausencia de guerra (ver en http://www.uv.es/pla/comuniu.htm el artículo «Comunistes en IU» de Inma Campos y el que suscribe).

Por ello, muchos camaradas como yo mismo, que no quisimos participar en el 2000 en lo que entendimos como un enfrentamiento personalista, estamos actualmente apoyando activamente la posición mayoritaria del PCE (y que es, por ende, la posición del PCE). Y lo mismo están haciendo camaradas como Julio Anguita que en el 2000 apoyaron a Llamazares.

Por ello, es doblemente inadecuado remitir la confrontación actual a supuestos «problemas de fondo arrastrados de la última etapa de Julio Anguita». Respecto a los enumerados por Pedro Marset, del 1º hay que recordar que el Pacto de Estella-Lizarra lo que defendía era, junto a la paz y el diálogo, el derecho de autodeterminación, que era y sigue siendo la política del PCE (entroncando, por cierto, con la nada nacionalista tradición leninista); del 2º, que el distanciamiento con CC.OO. se dio cuando el sindicato en el que los comunistas mayoritariamente trabajábamos y queríamos seguir trabajando pasó a apoyar reformas laborales gravemente lesivas para la clase trabajadora; y del 3º, que como el mismo Pedro Marset reconoce, la confrontación con el PSOE se dio frente a sus políticas neoliberales y prácticas corruptas, y también frente a su apoyo a la guerra sucia de los GAL organizada por los Vera y Barrionuevo y a otras guerras emprendidas por el imperialismo norteamericano.

Es fundamental evitar reducir o confundir el debate político en el seno de IU a dinámicas personalistas. Para ello, hay que centrar el debate en las propuestas políticas por la convergencia de las izquierdas, que en vez de demonizar a uno u otro de sus componentes (sea éste el comunista, las izquierdas nacionalistas u otro) trabaje por integrarlos a todos alrededor de un programa común, en el que junto a la defensa genérica de la paz, las libertades democráticas (frente a aberraciones como la Ley de Partidos y sus consecuencias ilegalizadoras) y los derechos sociales (por las 35 horas, la defensa de las pensiones, etc.) se incluya la alternativa de Estado que supone una República Federal basada en la democracia participativa y el reconocimiento del derecho de autodeterminación y el objetivo de una Europa democrática, social y de paz a partir del rechazo al proyecto neoliberal y militarista de Constitución Europea.

Cuestiones como éstas son las que deberían ponerse en el centro del debate político. Y solamente a partir de su clarificación podrá abordarse con éxito la concreción de los instrumentos políticos para luchar por ellas, como el movimiento político y social que IU nunca ha sido, y que no puede funcionar ni dirigirse como un partido político tradicional. Naturalmente que la dirección de IU ha fracasado, y lo razonable hubiera sido su dimisión y la formación de una Gestora para facilitar el debate supuestamente «sin límites». Pero no hay que caer en la trampa de convertir la Asamblea Extraordinaria de IU en un plebiscito a favor o en contra de su dirección, como la extemporánea presentación de la candidatura de Llamazares parece querer propiciar. No hay que poner el carro delante de los bueyes. Construyamos la convergencia política y social de las izquierdas poniendo en pie una Izquierda Unitaria (más allá de la Izquierda des-Unida) que sin excluir a nadie incluya a gente nueva, como movimiento, en su organización y en su dirección. Previendo que, para recuperar su proyecto originario, en el contenido más que en los nombres, las personas que lo encabecen no pueden ser una continuidad de las que lo condujeron al fracaso.

P.D: ¿qué os parecería el anagrama adjunto como síntesis de la propuesta a defender?

Rafael Pla López es miembro del Comité Federal del PCE