Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
¿Hay alguien que pueda hacer el favor de informar al Consejo Ejecutivo del Sierra Club que la idea de un «coche ecológico» tiene tanto sentido como la «pena de muerte no violenta?» Mientras la vasta mayoría de los que se preocupan por el calentamiento global considera la reducción de la producción innecesaria como la base de una política sana, el Sierra Club ha endosado un plan que no incluye virtualmente ningún papel para la preservación.
En enero de 2007, la Sociedad Estadounidense de Energía Solar (ASES, por sus siglas en inglés) publicó un documento de 180 páginas «Tackling Climate Change» [Afrontando el cambio climático] en USA. Como es típico en un gran análisis del entorno, se basa en una economía de crecimiento dominada por las corporaciones. La novedad son sus estudios altamente técnicos que pretenden computar cuántas emisiones de CO2 pueden ser contrarrestadas mediante la eficiencia energética (EE) y la energía renovable.
En asociación con ASES para presentar el estudio al Congreso, el Sierra Club escribió con entusiasmo que «la eficiencia energética y las energías renovables solas pueden lograr entre un 60 y un 80% de reducción en las emisiones de calentamiento global hasta 2050.» El que agregaran la palabra clave «solas» en el primer párrafo de su comunicado indicó que el Sierra Club quería asegurarse de que los políticos y los donantes corporativos comprendieran que no tiene intenciones de criticar la gran cantidad de chatarra innecesaria creada por USA corporativo.
Lo que no dicen
La energía solar, la energía eólica y la eficiencia energética (EE) juegan papeles vitales en la reducción del CO2. El problema es el papel de la preservación, o la reducción de la producción total. Para los «verdes profundos,» el objetivo más básico es el cambio social que fomente la reducción de energía. Para los «verdes claros,» la preservación es, en el mejor de los casos, algo que produzca jarabe de pico mientras mantiene la estrechez de miras sobre los artilugios ecológicos.
Más patente que el típico análisis medioambiental corporativo, el informe ASES/Sierra trivializa la preservación como si fuera «pasárselas sin» o «privación». Presenta una vasta gama de juguetes tecnológicos, algunos de los cuales son bastante buenos y otros que son menos que ecológicos. Lo que es más revelador es lo que no incluye. Discute el transporte sin utilizar la palabra «bicicleta» o «caminar.»
Considera el diseño eficaz de construcciones sin discutir el uso de edificios vacíos o el diseño de edificios para que duren más de 50 años. El informe que Carl Pope ensalza como «la actual estrategia oficial de calentamiento global del Sierra Club» contiene una extensa discusión del calentamiento y enfriamiento doméstico sin mencionar la palabra «árbol.» El recientemente publicado «Heat» [Calor] de George Monbiot concluye que la producción de una tonelada de cemento crea una tonelada de CO2, un hecho que no es destacado por los que proponen edificios EE.
En un análisis de la eficiencia energética, no aparece ni una vez la frase «agricultura orgánica» y no se menciona el uso masivo de petroquímicos o de granjas industriales y hay cero preocupación por el hecho de que el producto alimenticio estadounidense promedio viaja 2.000 kilómetros desde la granja al plato. El extraño enfoque de la EE no cuestiona el crecimiento canceroso de los electrodomésticos, la obsolescencia planificada, o la creación corporativa de deseos artificiales de productos innecesarios.
Los autores no comentan sobre el inmenso derroche de atención sanitaria o de inmensos edificios de las compañías de seguros que derrochan energía sin crear nada de valor. Los capítulos sobre el transporte, tales como sobre coches eléctricos híbridos enchufables, ignoran el hecho de que el transporte aéreo en el Reino Unido se duplicará hasta 2030, época en la que tendrá más efecto sobre el calentamiento global que los automóviles. El llamado a aumentar 10 veces la biomasa no dice nada sobre los efectos de los monocultivos, la deforestación, la ingeniería genética o el uso de pesticidas.
Estas posiciones dejaron algo fuera del gran plan ecológico por la eficiencia energética: existen soluciones de baja tecnología, o sin tecnología, de sentido común, que involucran la reducción de la cantidad de uso de producción y energía sin disminuir la calidad de la vida. Tienen algo más en común: no involucran la inflación de los beneficios corporativos mediante el aumento de la manufactura.
¿Cuándo deja de ser eficaz la eficiencia energética?
Casi tanto como la energía solar y eólica, la eficiencia energética se está convirtiendo en el mantra indiscutible de las soluciones para el calentamiento global. Los refrigeradores que usan un 75% menos de energía son una ventaja. Incluso mejor sería la Passivhaus [casa pasiva] diseñada en Alemania, que está tan bien aislada que tiene cero sistemas de calentamiento y de enfriamiento.
EE es buena. Pero las proyecciones de lo que puede ofrecer rayan a veces en alucinaciones. Es el caso con la afirmación de ASES/Sierra de que la EE puede contrarrestar el calentamiento global en un 57%.
La primera limitación de la EE es la vieja máxima de que mientras más partes contiene un sistema, más partes se pueden romper. El informe ASES/Sierra se lee como una enciclopedia de artilugios de arreglo tecnológico para edificios, coches y agujeros en la tierra. Cada ítem involucra un aumento en la interdependencia industrial. A medida que los recursos comienzan a escasear como resultado de su agotamiento, de guerras o de acaparamiento, es probable que el futuro traiga una disminución de la capacidad de remendar sistemas interconectados. Aumentar la dependencia de ellos es como pedir que haya colapsos industriales.
Otro factor que actúa contra la EE es la ley de retornos decrecientes. Joseph Tainter explicó que las sociedades comienzan a derrumbarse cuando los se agotan los recursos para satisfacer las necesidades de una complejidad creciente. Del mismo modo, el mayor impacto de los descubrimientos viene cuando son introducidos por primera vez. Es cuando hay la mayor restitución de energía por la energía invertida. Las mejoras adicionales tienden a costar más y a rendir menos. El petróleo fue barato y fácil de obtener cuando recién salió a la superficie. A medida que pasó el tiempo, se hizo más caro bombear el petróleo, disminuyó la cantidad disponible, y empeoró la calidad. El mayor impacto de las drogas vino de los antibióticos. Ahora nos bombardean con anuncios para nuevas drogas cuya investigación cuesta más pero que tienen menos ventajas sobre la generación previa.
Los tecnócratas tienden a tener fe en el potencial ilimitado de la EE. La verdad es que probablemente hemos visto la mayor parte de los mayores impactos de la eficiencia y que los cambios futuros serán sobre todo perfeccionamientos que ofrecerán menos y menos mejoras.
La dificultad más importante para la EE es la economía de mercado, tan amada y tan poco comprendida por los ecologistas. Las corporaciones no compiten para ganar menos dinero. Compiten para aumentar sus beneficios. Las fuerzas del mercado obligan a cada corporación a expandir la producción lo más rápido posible. Cuando haya un calentamiento más eficaz, las corporaciones que lo vendan alentarán a sus clientes a subir sus termostatos y a andar por ahí en ropa interior en medio del invierno.
La gente vive a distancias que permiten viajes diario de y a su trabajo. El automóvil ha alargado esa distancia. Coches eficientes en su consumo de combustible no harán nada por afectar esa distancia o los kilómetros adicionales de carretera, la pérdida del hábitat que acompaña la construcción de carreteras, el espacio para el estacionamiento o la energía utilizada para producir coches.
No cuesta imaginar a yuppies tan orgullosos de su apartamento EE en Nueva York que se compran una casa EE en Phoenix, o un condominio EE en Chicago, un coche híbrido para cada ciudad, y un helicóptero modificado para que funcione con biocombustibles a fin de volar regularmente entre las ciudades.
La eficiencia energética no es eficaz cuando algunos artefactos individuales son más eficaces, pero la cantidad general de artefactos aumenta tanto que la masa total de energía utilizada aumenta en lugar de disminuir. Guste o no, es la coacción irredimible de la economía de mercado.
Esto no quiere decir que la EE no juegue un papel en la prevención de que el planeta se rehogue. Es decir que la EE debe estar acompañada por un intenso programa de conservación, de rediseño económico y de regulación gubernamental. Sin esto, la EE en una economía de mercado no es sólo inútil, sino es probable que resulte en una expansión de la producción y en un aumento del calentamiento global.
Invasión de los tecno-parlanchines
Cualquiera que se haya opuesto alguna vez a un incinerador de basuras, a un horno de cemento o a una planta termoeléctrica a carbón sabe que ha perdido la lucha si permite que la industria lo fuerce a una discusión sobre cuál sistema de control de la polución debe ser añadido después de haber creado las toxinas. La única solución auténtica es la fácil – comenzar por impedir la creación de los venenos.
Si alguien trata de vender un incinerador o un sistema EE demasiado complicado para comprenderlo, eso debería indicar que es una mala idea. Hacer cosas simples es típicamente el camino hacia la mayor eficacia. Totalmente ajeno a las razones sociales del calentamiento global, el informe ASES/Sierra afirma que cualesquiera problemas de gases invernadero que subsistan después de EE, pueden ser resueltos con seis tecnologías renovables: «concentración del poder solar, fotovoltaicos, energía eólica, biomasa, biocombustibles y energía geotérmica.» Los tres últimos mencionados son tecno-cháchara.
La «biomasa» es sobre todo un esfuerzo por convertir cualesquiera zonas sin cultivar que queden en este planeta para plantar monocultivos y producir energía. No sorprende por lo tanto, que la palabra «ecología» no aparezca en el capítulo sobre la biomasa. Lo que sorprende es la sub-sección sobre «residuos urbanos» que discute el uso de desechos sólidos municipales como combustible para convertir calor en electricidad. Es un modo cortés de decir que los ecologistas debieran endosar la diseminación de toxinas de los incineradores al aire de las ciudades y abandonar la noción de no generar desechos.
La «energía geotérmica» no tiene asociaciones tan ofensivas. Pero menos de un 0,1% de la energía geotérmica está dentro de tres kilómetros de la superficie, lo que la hace actualmente recuperable. Sugerir que técnicas que aún están por ser perfeccionadas podrían permitir que la geotérmica suministre un 20% de la energía de USA es pura especulación. No puede formar parte de un estrategia energética seria.
Uno de los capítulos más vergonzosos del informe concierne a los «biocombustibles.» No contiene nada contra el etanol de maíz. Sólo rechaza el uso de granos de maíz para producir etanol sobre la base de que los 38.000 metros cúbicos de etanol que podrían ser producidos con maíz estadounidense representarían sólo un 5% de la demanda de gasolina de este país. No presta atención a temas introducidos este mismo mes en un artículo en Scientific American de que (1) la refinación del etanol usa más energía de la que produce, y (2) que el etanol requiere «robar cultivos de alimentos para producir combustible.» La falta de preocupación tanto por la eficiencia del etanol como por el hambre en el mundo hace que el informe endosado por Sierra sea menos orientado a la ecología que el de Scientific American, el prototipo de las publicaciones híper-tecnológicas.
El capítulo se aferra a la esperanza de que etanol pueda ser producido si, en lugar de utilizar grano de maíz, la materia prima fuera «residuos de cosechas de maíz y trigo.» Existen varios problemas con esta estrategia de la «celulosa». Primero, como en el caso geotérmico, la producción de etanol de tallos de maíz es altamente especulativa y no tiene un sitio en proyecciones a largo plazo. Si pudiera hacerse, sería de maíz genéticamente modificado para hacer que sea más aceptable para la separación de los azúcares de la lignina. Ya ha habido demasiada contaminación genética de alimentos. Más modificación genética es precisamente lo que la agricultura no necesita.
El mayor problema con el etanol celulósico es que da por sentado que el suelo no debe ser otra cosa que un medio estéril para producir cultivos y que el «residuo» no tiene nada que ver con el reabastecimiento del suelo. Precisamente como el Servicio Forestal bajo Bill Clinton nos trajo el «talado salvaje» basado en la creencia de que la madera descompuesta no tiene importancia para los ecosistemas forestales, Hillary Clinton podría liderar el concepto de que los tallos de maíz en descomposición no contribuyen a los ecosistemas del suelo.
Los que se concentran en los biocombustibles no parecen comprender que separar del suelo a los fertilizantes naturales significa depender más de fertilizantes petroquímicos. Con cara dura proponen reducir el uso de petróleo en los coches, aumentando el uso de fertilizantes basados en el petróleo.
Preguntas duras/realidad difícil
Los móviles perpetuos, la biomasa y los biocombustibles no detendrán la extinción de especies causada por el cambio climático. Una vez más, la eficiencia y la energía solar y eólica son componentes críticos de una sociedad sustentable. Pero concentrarse en ellos distrae la atención de los verdaderos problemas que hay que afrontar – cómo reducir dramáticamente la producción de energía mientras se mejora la calidad de la vida. Esta es la base de las preguntas duras que evitan los ecologistas corporativos.
Por ejemplo, USA necesita reducir la cantidad de autos en las rutas en por lo menos un 95% y asegurar que los pocos que sean producidos sean híbridos. ¿Cómo puede la economía de USA ser reorganizada de manera que los trabajadores de la industria automóvil y los de las refinerías tengan puestos de trabajo comparables a los que tienen actualmente?
Muchos países pobres dependen de industrias destructivas como el petróleo. ¿Cómo puede reorganizarse la economía mundial para que aumenten su nivel de vida mientras modifican lo que producen?
Es bien sabido que la reducción de los gases invernadero necesita una reducción de la población, lo que puede ser logrado mejor reduciendo la brecha entre ricos y pobres y logrando igualdad para las mujeres. ¿Cómo invertimos el modelo derechista de la creciente disparidad?
La economía global aumenta la producción de bienes de alta energía como ser carreteras, coches, aviones, comida chatarra, carne y montañas interminables de basura consumista. ¿Cómo cambiamos esto a la producción de bienes de baja energía que la gente realmente necesita, como ser alimentos orgánicos producidos localmente, atención sanitaria preventiva y vestimentas y casas que duren?
La creación de necesidades artificiales de nuevos objetos estalla como si se tratara de enfermedades genéticamente modificadas en un laboratorio de bio-defensa. ¿Cómo convencemos a los grandes medioambientalistas que no es un «sacrificio» o una «privación» si nos concentramos en la producción de artículos que la gente realmente necesite y que duren?
Todos queremos creer que nuestros cheques para Sierra o para Nature Conservancy hacen algún bien a la larga y que sólo se demoran un poco en hacer lo correcto. La triste realidad es que los grandes medioambientalistas están haciendo cosas equivocadas que llevan en la dirección equivocada.
La tarea más elemental para detener el calentamiento global es que haya una revolución moral, ética y espiritual basada en la creencia de que demasiada chatarra es algo malo. La reducción de la producción innecesaria es la antítesis de lo que representan las corporaciones. Por destructivo que sea para el planeta, las corporaciones tienen que tratar de convencer a la gente de que consuma más y más.
Vienen los grandes medioambientalistas y le dicen a la gente que el exceso de consumo de ninguna manera es malo porque da al consumidor la capacidad de afectar el cambio con su poder de compra. El erudito tecno-mago agita su varita, y dice: «No miren las montañas de chatarra descartada que llevan a los vertederos. Miren para acá, a los fabulosos eco-artilugios de nuestros amigos corporativos.»
Los grandes medioambientalistas podrán estar haciendo más por preservar el ethos del consumismo auto-devorante que lo que jamás podrían hacer las grandes corporaciones. ¡Qué sorpresa saber que el Sierra Club tiene un historial de obtener fondos del Chemical Bank, ARCO y British Petroleum! Los grandes medioambientalistas posiblemente suministran al gran petróleo lo que más necesita – fe en una economía de mercado puede proteger el planeta.
Karl Marx dijo una vez algo en el sentido de que si quedaran sólo dos capitalistas, competirían por ver cuál puede vender la cuerda para colgar al otro. Una versión moderna podría ser que si el planeta estuviera tan tostado que sólo quedaran dos grandes grupos medioambientalistas, competirían para ver cuál puede obtener una subvención del gran petróleo para demostrar que lo que queda del mundo podría ser salvado por las decisiones de los consumidores.
————
Don Fitz es editor de Synthesis/Regeneration: A Magazine of Green Social Thought, que es enviada a miembros de The Greens/Green Party USA. [Los Verdes/Partido Verde, USA] Para contactos escriba a: [email protected]
Fuente
Heinberg, R. The party’s over. New Society Publishers, 2003.
Kutscher, C.F. (Ed.) Tackling Climate Change in the U.S.: Potential Carbon Emissions Reduction from Energy Efficiency and Renewable Energy by 2030. American Solar Energy Society, 2007. www.ases.org/climate change
Monbiot, G. Heat: How to stop the planet from burning. South End Press, 2007.
Sierra Club, Renewable energy experts unveil report. Sierra club press release, January 31, 2007. Contact Josh Dorner, [email protected]
Tainter, J. The collapse of complex societies, Cambridge University Press, 1988.
Tokar, B., Earth for Sale. South End Press, 1997.
Wald, M.L. Is ethanol for the long haul? Scientific American. January 2007.
http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=56&ItemID=12636