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Cronopiando

Continentes y contenedores

Fuentes: Rebelión

Cuando yo iba a la escuela recuerdo haber aprendido que el mundo tenía cinco continentes: Europa, Asia, Africa, América y Oceanía. Y recuerdo que los tenía en ese mismo orden, que no era el alfabético por cierto. Los tiempos cambian y también la geografía. Actualmente, a tenor de lo visto, el mundo ya sólo dispone […]

Cuando yo iba a la escuela recuerdo haber aprendido que el mundo tenía cinco continentes: Europa, Asia, Africa, América y Oceanía. Y recuerdo que los tenía en ese mismo orden, que no era el alfabético por cierto. Los tiempos cambian y también la geografía. Actualmente, a tenor de lo visto, el mundo ya sólo dispone de dos únicos continentes: Europa y Estados Unidos; y de tres enormes contenedores: Africa, Asia y América Latina.

En eso ha convertido el llamado primer mundo al tenido por tercero, en un enorme contenedor de basura en el que cabe todo.

Según un informe presentado al parlamento holandés por el ministerio de Medio Ambiente, informe coordinado por inspectores de 25 países europeos, buena parte del transporte de residuos y basura europea con destino a Asia y Africa, no cumple las normas comunitarias y entra al tercer mundo sin ningún control.

Se trata de materiales peligrosos, nocivos para la salud, desechos tóxicos semejantes a los que el barco Probo Koala abandonara hace dos años en Costa de Marfil provocando, según las estimaciones más optimistas, 16 muertos y miles de envenenados.

Afirma el propio informe que sólo por el puerto de Rótterdam (Holanda) pasan al año millones de contenedores cargados de basura tóxica, de electrodomésticos inservibles, de materiales peligrosos.

En el informe se citan numerosos casos de contenedores rumbo a Asia y Africa cargados de botellas plásticas usadas, de neveras con el líquido refrigerante intacto (el clorofluorocarbono), de motores oxidados con metales como cobre y cromo, hasta de basura casera. Materiales sumamente peligrosos, tóxicos en su mayoría, que gobiernos del tercer mundo no tienen empacho en aceptar a cambio de algunos favores económicos que alivien sus postradas economías.

Y la noticia, que alude a un hecho repetido y antiguo, se publicaba en estos días, precisamente, en que Europa ha declarado delincuentes a los emigrantes a los que, también, amenaza con la cárcel.

Escribía en estos días que si algo puede hacer Europa por el tercer mundo, era seguir aumentando la distancia y la altura de los muros con los que pretende aislarse de las consecuencias que provoca su depredador modelo de desarrollo, para que no quede una sola puerta o rendija o resquicio por la que pase nadie. Pero nadie, ni el campesino latinoamericano ni el latifundista español, ni el cirujano etiope ni el hospital estadounidense, ni el jornalero senegalés ni la multinacional suiza. Tampoco nuestra tóxica basura, incluyendo nuestra cínica e hipócrita moral.