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Contra el fascismo, con la dignidad sembrada en La Moneda…

Fuentes: Rebelión

El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende proclamaba: “Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo chileno”.

A 50 años de aquel gesto, la vicecanciller Gloria de la Fuente, en nombre del gobierno que encabeza Gabriel Boric, agradece a Joe Biden y al Departamento de Estado la desclasificación de algunos documentos.

Desde La Moneda impactada por las bombas, Allende hizo un llamado a la firmeza y envió un mensaje de esperanza.

Hoy, Gabriel Boric, a quien los medios de comunicación presentan como izquierdista, agradece a Biden la desclasificación de documentos sin reclamar el retiro de las bases militares yanquis y sin condenar el accionar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado del capitalismo que intenta perpetuarse a través del fascismo.

Tiene importancia la desclasificación de documentos, pero el homenaje a las víctimas del golpe sobrepasa el relato de las tropelías de un centenario siniestro llamado Henry Kissinger y de las trampas de un lumpen llamado Richard Nixon, quienes manipulaban como títeres a oficiales con la marca de César Mendoza, llamado por Allende “general rastrero”.

Es preciso asumir una postura consecuente contra el neocolonialismo y el sometimiento y la firme decisión de identificar el golpe como acción de clase.

El Departamento de Estado declara: “La desclasificación de documentos es un proceso complejo en el que participan múltiples agencias, en el cual el Gobierno de los Estados Unidos toma en cuenta numerosos factores, entre los que se incluyen la seguridad nacional, la protección de las fuentes y la metodología, y otros riesgos y beneficios que conllevan la divulgación de información específica. Teniendo en cuenta estos factores, el Gobierno de los Estados Unidos completó esta revisión de desclasificación en respuesta a una solicitud del Gobierno de Chile y para permitir una comprensión más profunda de la historia que compartimos”.

Procede, pues, citar a Carlos Marx, quien, en un artículo en La Gaceta Renana, se refiere a las gobernaciones regionales: “La publicación de los debates de las Dietas entregada al libre arbitrio de estas es peor aún que la no publicidad, ya que si la Dieta me dice no lo que es, sino lo que a mis ojos quiere parecer, lo tomaré como aquello por lo que quiere hacerse pasar, como una mera apariencia, y es malo que la apariencia asuma existencia legal”.

¿Acaso no genera la misma situación el libre arbitrio del Gobierno de Estados Unidos sobre los documentos? ¿Por qué no enrostrarles a los representantes yanquis que en la historia, como en el presente, `compartimos` en una relación de inaceptable subordinación?

El gobierno de Boric no entra en estos detalles. Ciñe a la vistosidad (esto es demagógico) la conmemoración del 50 aniversario del golpe contra Salvador Allende.

Este gobierno ha reprimido a estudiantes y a pueblos originarios que protestan contra la injusticia. El propio Boric se ha pronunciado contra Venezuela y contra Cuba, se ha alineado con las posturas de la OTAN y ha aceptado la maniquea conciliación que años atrás rechazaba (obvio que el rechazo era solo de palabra).

Acogiendo este criterio, inauguró recientemente una estatua de Patricio Aylwin, y hace unos días firmó junto a Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michel Bachelet y Sebastián Piñera un documento titulado `Compromiso: por la democracia, siempre`. El compromiso con el esquema de dominación lo conduce a negar la existencia de la lucha de clases. Es un gobernante de derecha.

EN PASADO Y EN PRESENTE

Hoy, la dignidad se expresa en la condena a un sistema político en el cual las grandes potencias se arrogan el derecho de detener el avance político y de combatir la rebeldía impulsando (y en los hechos dirigiendo) proyectos criminales como el Plan Cóndor y entrenando asesinos para convertirlos en exterminadores de insurgentes.

Si en el pasado Richard Nixon, Henry Kissinger y socios europeos como Harold Wilson o Edward Heath actuaron impunemente contra Allende y contra otros líderes, hoy los agresores son Joseph Biden, Emmanuel Macron, Henry Sunak y otros descoloridos gobernantes.

Agustín Edwards, director del diario El Mercurio, fue parte activa en la conspiración contra el gobierno de la Unidad Popular en Chile. Hoy, el poder mediático utiliza mayor variedad de recursos y mecanismos de manipulación, presenta como axiomas los elementos de la ideología de la clase dominante y repite ciertos calificativos hasta darles carácter de epítetos.

Con la expresión económica del premio y el castigo (que no implica la ausencia de coerción como la ejercida contra Julian Assange ni tampoco excluye el asesinato selectivo), se extiende la prostitución del ejercicio del periodismo, componente esencial en el proyecto de alienación. Se premia el servicio a la clase dominante y se castiga la identificación con la rebeldía.

En el país cuna de Pablo Neruda, en el resto de América y en todo el mundo, contrario a la recomendación de Marx, la derecha intenta dar a la apariencia existencia legal. Para ello se sirve del poder mediático. El papel de Agustín Edwards lo asumen hoy directivos y propietarios de medios por encargo de las corporaciones que los controlan.

Las organizaciones políticas y militares creadas para servir a las corporaciones y los intelectuales al servicio del gran capital tienen por misión sepultar la dignidad… Pero la dignidad no muere.

Como cosecha de la dignidad sembrada en La Moneda, hay que actualizar, a la distancia de 50 años, un párrafo de la crónica sobre el golpe de 1973 en el cual el poeta comunista Pablo Neruda habla en pasado y en su propio tiempo: “Balmaceda fue llevado al suicidio por resistirse a entregar la riqueza salitrera a las compañías extranjeras. Allende fue asesinado por haber nacionalizado la otra riqueza del subsuelo chileno, el cobre. En ambos casos la oligarquía chilena organizó revoluciones sangrientas. En ambos casos los militares hicieron jauría. Las compañías inglesas en la ocasión de Balmaceda, las norteamericanas en la ocasión de Allende, fomentaron y sufragaron estos movimientos militares”.

La actualización de esta crónica hoy describe nuevas tropelías del poder estadounidense hegemónico y la Europa sumisa… En el futuro, habrá de relatar el triunfo de los oprimidos… Y no habrá espacio para quienes hoy pretenden sepultar la dignidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.