Recomiendo:
0

Entrevista con el Viceministro cubano de cultura Fernando Rojas

«Contra el racismo y la discriminación, a brazo partido»

Fuentes: La Jiribilla

Desde el pasado 6 de junio, el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello reunió en La Habana a decenas de investigadores, artistas y comunicadores de varias naciones alrededor de un fenómeno que cada vez demanda mayor visibilidad y análisis: la persistencia en nuestras sociedades de expresiones de discriminación racial. Durante sus cinco jornadas, el […]

Desde el pasado 6 de junio, el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello reunió en La Habana a decenas de investigadores, artistas y comunicadores de varias naciones alrededor de un fenómeno que cada vez demanda mayor visibilidad y análisis: la persistencia en nuestras sociedades de expresiones de discriminación racial. Durante sus cinco jornadas, el Seminario Cuba y los pueblos afrodescendientes en América aportó luces sobre puntos de consenso y disenso, en relación con los elementos que explican la prevalencia de tales manifestaciones y con aquellas políticas que podrían incidir en su destierro del entramado social; sin embargo, quizá el valor fundamental de los debates radique en un rasgo que ya ha sido compartido por algunos de los participantes: aun cuando el Seminario fue pensado como un espacio de intercambio académico, resultó una plaza de intercambio entre nuestra sociedad civil. Síntoma y confrontación, al mismo tiempo, de la multiplicidad de enfoques y propuestas que la persistencia del racismo ha ido suscitando en diferentes contextos de indagación o vivencia.

En una de las jornadas, los participantes sostuvieron un encuentro con el viceministro de Cultura de Cuba, Fernando Rojas, en la Fundación Ludwig. Durante cerca de dos horas, intercambiaron preocupaciones y sugerencias en relación con el contexto en que se produce en Cuba la celebración del Año Internacional de los Afrodescendientes y el rol de las instituciones culturales cubanas en la eliminación del racismo, tanto las estatales, como las que desde la sociedad civil comparten con aquellas el ámbito de la producción social de sentidos. A partir de dicho encuentro y a pocos días de haber finalizado el Seminario, el Viceministro respondió algunas preguntas de La Jiribilla.

Durante las sesiones del Seminario Cuba y los pueblos afrodescendientes en América, los participantes coincidieron en que, si bien el racismo no es un fenómeno ajeno a la realidad cubana actual, sus expresiones son perceptibles en el entramado de las relaciones sociales y no en la legalidad, en las políticas institucionales. No obstante, ¿cuánto pudiera hacerse desde la institución para combatir la prevalencia de dichas expresiones?

Las instituciones deben continuar ampliando el análisis y el debate sobre la supervivencia del racismo. Deben seguir fortaleciendo el consenso al que los revolucionarios vamos arribando y al que ha hecho aportes importantes el evento que acaba de concluir en el Instituto Marinello. El punto de vista que reconoce nuestra deuda con África y el valor de la obra de la Revolución como punto de partida, debe guiar la labor institucional. Al mismo tiempo, las instituciones tendrán que adoptar medidas concretas para no incurrir ellas mismas en ninguna manifestación de racismo. Y deben estar prestas a atender denuncias. Es su responsabilidad en tanto instituciones de la Revolución. Distingo entre responsabilidad y culpa. La responsabilidad es obligación ética, de la que una praxis liberadora auténtica es deudora, y significa reconocer errores. La culpa implica dolor y la Revolución luchó contra el racismo, nunca lo promovió ni lo justificó.

En los debates más recientes que se han producido sobre el fenómeno, en diferentes espacios, dos propuestas han resultado particularmente polémicas: por un lado, en el Seminario organizado por el Marinello, se propuso la articulación de un movimiento de lucha contra el racismo en Cuba, como una nueva organización de la sociedad civil cubana; mientras otras perspectivas proponen el desarrollo de una acción que tome a la diferencia como punto de partida hacia una política que trabaje para reducir la desventaja social. ¿Cuáles son sus criterios en relación con ambas propuestas?

Aunque me defino como cubano, a los ojos de casi todo el mundo puedo parecer blanco. Este es un asunto sobre el que me he hecho obligada conciencia porque es una dificultad real para intervenir en estos temas. Es una dificultad que comprendo y arrostro. Comprendo también que los negros cubanos puedan definirse primero como negros y después como cubanos; y que llevan en su existencia y en su conciencia los siglos de dominación y la supervivencia del racismo entre nosotros. O sea, no existe necesariamente entre nosotros una igualdad de puntos de partida, ni de perspectivas para abordar el problema del racismo. Creo que esta comprensión es imprescindible y, a la vez, que no debe abusarse de su exposición o teorización, pues podría conducirnos a complejos que coartarían la discusión.

Establecida esta necesaria salvedad, paso a comentar las dos propuestas:

Ambas fueron planteadas desde posiciones revolucionarias. Puedo afirmarlo, pues escuché una y leí la otra apenas se publicó. Los contextos suelen ser importantes. Me inclino por la idea de que quienes han hecho estas propuestas participan del consenso fundamental que tenemos hoy: reconocer nuestra deuda con África y nuestros ancestros africanos, reconocer la gran obra social y educacional de la Revolución como punto de partida, comprender que hay que atacar a la pobreza y a la desigualdad en sus bases, o sea, trabajar por transformar del todo el orden social de la dominación, específicamente de la capitalista, reconocer la supervivencia del racismo y sus causas de fondo asociadas a la dominación histórica y relacionadas hoy con insuficiencias contra natura e imperativos coyunturales.

Ahora bien, no veo ninguna garantía de que un movimiento organizado y vertebrado exclusivamente en torno a la lucha contra el racismo no tienda al planteamiento aislado del problema y a la segregación de los integrantes del movimiento. Inevitablemente, tengo que recordar la tradicional visión del movimiento afrodescendiente norteamericano sobre el tema, que plantea la ascensión del negro, pero no su integración. Y creo que la realidad cubana y los objetivos de todas las luchas de los cubanos y las cubanas no sustentan esa perspectiva. Sostengo que cualquier esfuerzo debe partir, aun comprendiendo y enfrentando concretamente la desventaja real de negros y mulatos, de la condición de cubanos que todos tenemos, condición étnica pero sobre todo cultural; y de la perspectiva integradora de la sociedad socialista por construir.

Al mismo tiempo, la idea de emprender acciones específicas, que habría que precisar y clarificar, la comparto plenamente. Entonces, me identifico más con la segunda propuesta.

Habría que preservar el consenso mencionado arriba y fortalecerlo, además de acompañarlo con medidas concretas contra el racismo y, sobre todo, para eliminar las desventajas de negros y mulatos. Un camino es seguir ventilando públicamente el asunto, con el mayor rigor y con consecuencia. Otro, el de la tramitación de denuncias. Un tercero, el de la adopción de medidas específicas en el ámbito de lo laboral o de los medios de difusión, por citar solo dos campos. Si el consenso se fortalece y el tema se discute con profundidad, se podría trabajar con más seriedad en ese tipo de disposiciones. Sostengo, a partir de estos ejemplos, que tales medidas tenderían a fortalecer nuestra institucionalidad y nuestra sociedad civil, lo que constituye un objetivo muy claro del gobierno revolucionario.

Los participantes extranjeros que estuvieron en el Seminario insistieron en la necesidad de que Cuba desempeñe un rol más activo en contexto de la lucha de los pueblos afrodescendientes en América. ¿Cómo cree que se insertan las acciones que se ha propuesto Cuba, en el contexto de la lucha continental contra la prevalencia de expresiones racistas en nuestras sociedades?

Cuba tiene una gran autoridad moral por todo lo que ha hecho por los desposeídos. Esa autoridad debe incrementarse en la medida en que nuestra posición crítica respecto a la supervivencia del racismo sea más conocida. Ya se sabe que lucharemos contra el racismo y la discriminación a brazo partido. Esa es la voluntad de todos los cubanos, de nuestro Partido Comunista y de nuestro gobierno. Al mismo tiempo, la larga trayectoria de solidaridad de la Revolución Cubana con todos los pobres de este mundo y, en especial, con nuestros hermanos del Caribe y de América Latina, nos ponen en una posición adecuada para hacer aportes a las luchas continentales, con modestia, pero con honra. Es de gran utilidad la presencia de Cuba en las distintas concertaciones de los movimientos sociales, en el Foro Social, en la Alianza Social Continental, en las redes de intelectuales, las estrechas relaciones que sostenemos con muchos de esos movimientos, entre ellos los de los afrodescendientes. Seguramente, las actividades de nuestras instituciones con motivo del Año Internacional de los Afrodescendientes causarán gran impacto y serán escenarios importantes de reflexión y promoción de la lucha contra el racismo y la discriminación. Momentos muy especiales serán el Festival del Caribe, la muestra de cine africano y la Feria del Libro de 2012, dedicada a las culturas del Caribe.

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1192