Esta semana se inició la Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), que tendrá lugar entre el 20-31 de marzo en Curitiba (Brasil). En esta reunión los gobiernos de 188 países tomarán decisiones que determinarán si este acuerdo internacional protege la diversidad de la vida en la Tierra o se utiliza, por […]
Esta semana se inició la Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), que tendrá lugar entre el 20-31 de marzo en Curitiba (Brasil). En esta reunión los gobiernos de 188 países tomarán decisiones que determinarán si este acuerdo internacional protege la diversidad de la vida en la Tierra o se utiliza, por el contrario, para legitimar su expolio.
En la reunión de Curitiba se aspira a lograr un compromiso de reducción de la pérdida de diversidad biológica para 2010, contribuyendo con ello a mitigar la pobreza y alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Pero en el orden del día de la Conferencia figuran otras cuestiones cruciales, como el acceso a los recursos genéticos y el reparto equitativo de los beneficios de su utilización, así como la moratoria a las tecnologías Terminator.
Los objetivos del CDB, uno de los grandes convenios negociados en la Cumbre de Río de Janeiro del 92, son «la conservación de la diversidad biológica, su utilización sostenible y la participación justa y equitativa en los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos». Efectivamente, este acuerdo internacional ha puesto de moda la biodiversidad, logrando que la necesidad de conservar y utilizar de forma cuidadosa este recurso valiosísimo -sobre todo teniendo en cuenta la amenaza del cambio climático- se convierta en una de las prioridades mundiales.
Sin embargo, la inclusión de un capítulo que obliga a los países a «facilitar… el acceso a los recursos genéticos», vinculando el reparto equitativo de los beneficios de su explotación a esta exigencia, tiene un evidente peligro. La biodiversidad, conservada en el Sur y hasta hace poco considerada patrimonio de la Humanidad, ha pasado a convertirse en un codiciado «recurso» para la industria biotecnológica del Norte. Se teme -con sobrado motivo teniendo en cuenta el robo constante de recursos naturales perpetrado por las grandes corporaciones del Norte- que el Convenio sirva para facilitar lo que ya se conoce como bioperatería: la prospección y el expolio de la riqueza biológica conservada en las regiones empobrecidas del Sur del planeta. Se calcula que sólo el mercado de productos farmacéuticos derivado de la biodiversidad reporta a la industria actualmente entre 75.000 y 150.000 millones de dólares anuales. Preocupa, con razón, que las negociaciones sobre «acceso a los recursos» avancen con celeridad, mientras se estancan los acuerdos encaminados a garantizar equidad en la participación en los beneficios.
Es de temer asimismo que algunos países industriales -Australia, Nueva Zelanda, Canadá y el Reino Unido- presionen para eliminar la moratoria a Terminator establecida en el Convenio en 2000. El interés de un puñado de gobiernos ricos en promover Terminator, una tecnología de ingeniería genética para crear semillas estériles, no es difícil de comprender. El valor comercial de la venta de semillas asciende a 23.000 millones de dólares anuales, pero se estima que si los agricultores no pueden guardar simiente de su cosecha y se ven obligados a comprarla para cada ciclo agrícola, el mercado mundial de semillas aumentaría hasta más de 45.000 millones de dólares. Según estimaciones del Grupo ETC, unos 10.000 millones de dólares de este incremento procederían de las familias campesinas del Sur.
Vía Campesina, organización campesina internacional que agrupa a millones de agricultores en todo el mundo, ha movilizado a miles de agricultores a Curitiba para manifestarse contra Terminator ante la sede de la Conferencia del CDB. Durante la conferencia está prevista asimismo la celebración de numerosos actos informativos y de denuncia de la sociedad civil. La campaña Terminar con Terminator, en la que participa Ecologistas en Acción y numerosas organizaciones sociales españolas estará presente también en Brasil para seguir de cerca las negociaciones.
Para más información:
Isabel Bermejo Tel. 942 70 63 60
Dirección de contacto en Curitiba: Verónica Villa < [email protected]>