Traducido para Rebelión por Germán Leyens
¿Qué pasa en un país industrializado, que practica la agricultura moderna cuando pierde su base energética de combustibles fósiles? Esto ya ha ocurrido en dos países: Corea del Norte y Cuba. Los dos países poseen poco o ningún recurso petrolífero propio, los dos se basaron en la Unión Soviética para sus importaciones de petróleo, y los dos sufrieron una rápida y severa caída en sus importaciones de petróleo después de la caída del imperio soviético. Respetando de modo adecuado los sufrimientos de la gente en ambos países, tal vez podamos aprovechar el estudio de sus ejemplos.
Corea del Norte siempre ha tenido menos de la mitad de la población de Corea del Sur. Antes de la Guerra de Corea, Corea del Sur era fundamentalmente una sociedad agraria, mientras que la República Democrática Popular de Corea (RDPC, Corea del Norte) era en gran parte una sociedad industrial. Después de la guerra, la RDPC se orientó hacia la agricultura apoyada en combustible fósil para aumentar la producción de sus suelos empobrecidos.
En 1990, el uso de energía per capita de la RDPC fue de 71 Gigajoules por persona (1), el equivalente de 12,3 barriles de petróleo crudo. Esto fue más del doble del uso per capita de China en la misma época, o la mitad del uso de Japón. La RDPC tiene reservas de carbón estimadas entre 1.000 millones y 10.000 millones de toneladas, y un potencial hidroeléctrico desarrollable estimado de entre 10 y 14 Gigavatios (2). Pero Corea del Norte tiene que depender de importaciones para todo su petróleo y gas natural. En 1990, la RDPC importó 18,3 millones de barriles de petróleo de Rusia, China e Irán (3).
Crisis energética
Después del colapso de la Unión Soviética, las importaciones provenientes de Rusia disminuyeron en un 90%. En 1996, las importaciones de petróleo fueron de sólo un 40% del nivel de 1990 (4). La RDPC trató de recurrir a China para todas sus necesidades de petróleo. Pero China trató de distanciarse económicamente de la RDPC al anunciar, a comienzos de 1993, que todo el comercio con la RDPC se desarrollaría en moneda dura. China también redujo sus entregas de «grano amigo» de 800.000 toneladas en 1993 a 300.000 toneladas en 1994 (5).
Aparte de la pérdida de las importaciones de petróleo y gas natural, la RDPC sufrió una serie de desastres naturales a mediados de los años noventa que resultaron en un mayor debilitamiento de un sistema que ya estaba paralizado. Durante los años 1995 y 1996 severas inundaciones eliminaron capas superiores del suelo vitales, destruyeron infraestructuras, dañaron y encenagaron represas hidroeléctricas, e inundaron minas de carbón causando su improductividad. En 1997, estas inundaciones fueron seguidas por una severa sequía y un inmenso tsunami. La falta de recursos energéticos les impidió prepararse para estos desastres y perjudicó la recuperación.
La RDPC también sufrió por una infraestructura envejecida. Gran parte de su maquinaria y numerosas plantas industriales estaban maduras para su abandono en los años noventa. Debido a que la RDPC había declarado el cese del pago de una inmensa deuda años antes, tuvieron considerables dificultades para atraer la necesaria inversión extranjera. La disolución de la Unión Soviética significó que la RDPC ya no pudo obtener los repuestos y la pericia para reponer su infraestructura, llevando a la falla de maquinaria, generadores, turbinas, transformadores y líneas de transmisión. La RDPC entró en un circuito de retroalimentación positivo, ya que la falla de la infraestructura limitó la producción de carbón e hidroelectricidad y disminuyó su capacidad de transportar energía por cables de alta tensión, camiones y ferrocarril.
El resultado fue que los norcoreanos comenzaron a quemar biomasa, afectando así los bosques restantes. La deforestación condujo, por su parte, a más inundaciones y a crecientes niveles de erosión de los suelos. De la misma manera, los suelos fueron vaciados al quemarse materia vegetal para obtener calor, en lugar de ser cubierta con mantillo y convertida en abono.
En 1996, los transportes por carretera fueron reducidos a un 40% de su nivel de 1990. La producción de hierro y acero bajó a un 36% del nivel de 1990, y el cemento a un 32% (6). Este efecto afectó a las industrias automovilística, de la construcción y agrícola. La escasez de energía también perjudicó la iluminación residencial y comercial, la calefacción y la cocina doméstica. Esto, por su parte, produjo una pérdida de productividad, redujo la calidad de la vida, y tuvo un impacto adverso sobre la salud pública. Hasta hoy, los hospitales no son calefaccionados en invierno, y carecen de electricidad para utilizar los equipos médicos. Tampoco hay suficiente energía para hervir agua para el consumo humano. En 1996, el consumo total de energía comercial en toda la sociedad disminuyó en un 51% (7).
La crisis fue probablemente más aguda en la agricultura que en ningún otro sector. La crisis energética provocó rápidamente una crisis alimentaria con resultados fatales. La agricultura moderna, industrializada, se derrumbó por falta de combustible fósil. Se calcula que más de 3 millones de personas murieron por este motivo (8).
El colapso de la agricultura
La decadencia de la producción agrícola sigue muy de cerca a la del consumo de petróleo. Nótese también que el aumento en el consumo de petróleo después de 1997 no se refleja en un aumento de la producción agrícola. La agricultura comienza a recuperarse, pero parece entrar nuevamente en decadencia cerca de 1999. No poseemos actualmente bastante información para declarar concluyentemente los motivos por los que ha fallado la recuperación agrícola. Es probable que se trate de una combinación de otros factores, como ser la falla de equipos y de la infraestructura agrícolas, clima adverso, y – con gran probabilidad – la falla de suelos que han sido vaciados de minerales durante la última década.
Fertilizante
La agricultura en la RDPC requiere aproximadamente 700.000 toneladas de fertilizante por año (10). Corea del Norte solía fabricar entre un 80 y un 90% de su propio fertilizante, aproximadamente 600.000 a 800.000 toneladas por año. Desde 1995, la RDPC tiene dificultades para llegar a producir 100.000 toneladas por año. La ayuda y las compras en el extranjero aumentaron el total en 1999 a 160.000 toneladas, menos de un cuarto de la cantidad requerida (11).
La industria de fertilizantes de la RPDC se basa en carbón como fuente de energía y como carga de alimentación. Requiere 1,5 a 2 millones de toneladas de carbón por año para producir 700.000 toneladas de fertilizante (12). Para obtener este carbón la industria de fertilizantes debe competir con la demanda de la industria del acero, de la generación de electricidad, de la calefacción de hogares y de la cocina doméstica y una cantidad de otros consumidores. Socavones de minas inundados y equipos de minería en mal estado han reducido severamente el suministro de carbón. De la misma manera, la entrega de carbón ha sido limitada por la avería de la infraestructura de los ferrocarriles. Además, el transporte por tren de 2 millones de toneladas de carbón requiere 5.000 millones de kilovatios hora de electricidad (13) y el suministro de electricidad disminuye por la falta de carbón, el encenagamiento de las represas y los defectos de la infraestructura. Así que, una vez más, tenemos otro circuito de retroalimentación positivo. Finalmente, los defectos de la infraestructura limitan la capacidad de embarque del fertilizante – 1,5 a 2,5 millones de toneladas a granel – de las fábricas a las fincas (14).
El resultado de este fallo sistémico es que la agricultura en la RDPC opera con sólo un 20 a 30% de los insumos normales de nutrientes del suelo (15). La reducción en los fertilizantes representa la mayor contribución aislada a la reducción del rendimiento de los cultivos en la RDPC. Tony Boys ha señalado que para operar las fábricas de fertilizante de la RDPC a plena capacidad se necesitaría el equivalente energético de por lo menos 5 millones de barriles de petróleo, lo que representa un cuarto del petróleo importado a la RDPC en los años recientes (16). Sin embargo, incluso la producción a plena capacidad sería inadecuada en esta situación. Durante la última década, los nutrientes de los suelos en la RDPC se han agotado hasta el punto que ahora se necesitaría un masivo programa de rehabilitación y conservación de los suelos para reparar el daño.
Carburante diesel
Un impacto adicional sobre la agricultura ha sido el resultado de la limitada disponibilidad de carburante diesel. El carburante diesel es requerido para operar los cerca de 70.000 tractores, 8.000 tractores con orugas y 60.000 pequeños motores utilizados en las granjas de la RDPC (16). También se necesita diesel para transportar productos agrícolas al mercado, y para equipos de procesamiento de alimentos. Se estima que en 1990 la agricultura norcoreana utilizó 120.000 toneladas de combustible diesel. Desde entonces, el consumo agrícola ha disminuido a entre 25.000 y 35.000 toneladas por año (17).
El problema del suministro de diesel se complica por la asignación a las fuerzas armadas, que no ha sido reducida proporcionalmente a la reducción en la producción. Sólo después de que los militares reciben su asignación, pueden los otros sectores de la sociedad – incluyendo la agricultura, el transporte y la industria – repartirse el resto. Por lo tanto, mientras los suministros totales de diesel han bajado en un 60%, el segmento agrícola del resto ha caído de un 15% en 1990 a un 10% en la actualidad (18). En otras palabras, la agricultura tiene que arreglárselas con un 10% de un 40%, o sea un 4% del suministro total de diesel de 1990.
El resultado es una reducción de un 80% en el uso de los equipos agrícolas (19). No existe disponibilidad ni del carburante ni de los repuestos para que pueda funcionar la maquinaria agrícola. En 1998, observadores informaron que vieron tractores y equipos agrícolas paralizados sin ser ni poder ser utilizados mientras los agricultores se esforzaban por trabajar a mano los campos. Observadores también informaron que habían visto pilas de grano cosechado abandonado en los campos durante semanas, provocando pérdidas adicionales a la cosecha (20).
La pérdida de poder mecanizado ha exigido su sustitución por trabajo humano y de animales de tiro. Por otra parte, debido al mayor volumen de trabajo, los labradores y los animales de tiro requieren más alimento, empeorando una alimentación de por sí insuficiente. Y, aunque un mayor porcentaje de la población participa en el trabajo en el campo, le ha sido imposible realizar todas las operaciones anteriormente hechas por la maquinaria (21).
Irrigación
Finalmente, el sistema agrícola ha sido afectado por la exigua disponibilidad de electricidad para alimentar las bombas de agua para la irrigación y el desagüe. La cantidad anual de electricidad necesaria para la irrigación en toda la nación es de cerca de 1.200 millones de kilovatios hora (kWh). Sumando a esto otros 460 millones de kWh para otras máquinas trilladoras y de molienda y otros equipos agrícolas se llega a un total de 1.700 millones de kWh por año (22). Esto no incluye la demanda de electricidad para la iluminación en casas y graneros, o cualquier otro uso doméstico en el campo.
La electricidad para la irrigación ha disminuido actualmente en 300 millones de kWh, y la electricidad para otros usos agrícolas en 110 millones de kWh. Esto reduce la producción eléctrica total disponible para la agricultura a 1.300 millones de kWh; un déficit de 400 millones de kWh respecto a lo que se necesita.
En realidad, la situación de la irrigación es aún peor que lo que señalan estas cifras. La irrigación debe realizarse durante períodos exactamente limitados – especialmente en el caso del arroz, que es el mayor cultivo de granos de la RDPC. La producción de arroz depende de operaciones de inundación y desagüe cuidadosamente fijadas. El arroz es transplantado en mayo y cosechado a fines de agosto y a comienzos de septiembre. Después de plantarlos, los arrozales deben ser inundados y mantenidos bajo agua hasta que son desaguados para la cosecha. En la RDPC, virtualmente toda la irrigación del arroz es controlada mediante bombas eléctricas. Más de la mitad del bombeo para la irrigación para toda la agricultura tiene lugar en mayo. La máxima necesidad de poder de bombeo en esa época es de por lo menos 900 MW. Esto representa más de un tercio de la capacidad de generación de la RDPC (23).
Además, la red nacional de electricidad está fragmentada, de manera que en algunos puntos aislados en la red, la demanda de irrigación puede sobrecargar la capacidad de generación. Este sistema sobrecargado también está desvencijado, y sufre el mismo mal estado que el resto de la infraestructura energética, debido a los desastres climáticos, la edad de las plantas generadoras y transmisoras de energía, y la falta de repuestos.
Los antecedentes de tres de las principales estaciones de bombeo en la RDPC muestran que sufrieron un promedio de 600 cortes de corriente por año, causando un promedio de 2.300 horas por año sin electricidad. Estos cortes de corriente resultaron en un inmenso desperdicio de agua, que resultó en un déficit de irrigación de cerca de un cuarto de la cantidad requerida de agua (24).
Uso de energía doméstica
El uso de energía doméstica también es gravemente afectado por la crisis energética, y – sobre todo en las áreas rurales – la demanda de energía doméstica afecta a la agricultura. Las áreas residenciales rurales han sufrido una baja de un 50% en el consumo de electricidad, resultando en una disminución en los servicios básicos y en la calidad de la vida. Las casas en las aldeas rurales tienen raramente electricidad durante los meses de invierno (25). Como ya ha sido mencionado, los hospitales y las clínicas no son excluidos de esta falta de electricidad.
Los hogares rurales utilizan carbón para la calefacción y para cocinar. Se calcula que el hogar rural promedio requiere 2,6 toneladas de carbón por año. El requerimiento total de carbón en el campo es de 3,9 millones de toneladas por año. En la actualidad, las áreas rurales reciben un poco más de la mitad de este requerimiento (26). Como promedio, el uso de carbón en el campo para cocinar, calentar y preparar la comida para los animales ha disminuido en un 40%, a 1,6 toneladas por año (27). Incluso edificios públicos como las escuelas y los hospitales tienen suministros limitados de carbón. Por la falta de suficiente carbón hasta para hervir agua, el resultado es un presunto aumento en enfermedades transmitidas por el agua.
Para compensar el déficit de carbón, las poblaciones rurales se orientan cada vez más hacia la biomasa para sus necesidades de calefacción y cocina. Las hierbas han sido desviadas de otros usos como para forraje y abonos vegetales, llevando a una mayor disminución de los suministros de alimento. La busca de biomasa también extenúa los ecosistemas rurales, desde los bosques hasta las tierras de labranza. La recolección de biomasa reduce la capa superior de los suelos, perturba los hábitats, y conduce a la creciente erosión de los suelos y a sedimentación.
Además, la busca de biomasa requiere tiempo y esfuerzo cuando otros requerimientos laborales son intensos y la disponibilidad nutritiva es baja. Esto contribuye a la retroalimentación positiva de requerimientos calóricos respecto a la disponibilidad de alimento. Se calcula que un 25% de la fuerza laboral civil estuvo empleada en la agricultura en los años ochenta. A mediados de los años noventa, la ratio había aumentado a un 36% (28). Además, el trabajo agrícola se ha hecho mucho más intensivo desde el punto de vista de la mano de obra. Se estima que un cálculo conservador de la mano de obra agrícola es de un mínimo de 300 millones de horas-persona por año. Sin embargo, los investigadores señalan que esta cifra podría fácilmente ascender a un factor superior de 2 o más (29). Los trabajadores queman más calorías, y por lo tanto requieren más alimento. Esto se complica aún más por la mayor dependencia del trabajo de animales de tiro con sus propios requerimientos alimenticios. Por lo tanto, el consumo calórico necesario ha aumentado en realidad, mientras que la producción de alimentos ha disminuido, conduciendo a menos disponibilidad de alimentos respecto a la demanda y a un aumento de la desnutrición.
Impacto sobre la salud y la sociedad
Congresistas de EE.UU. y otras personas que han visitado Corea del Norte hablan de gentes que comen pasto y cortezas. Otros hablan de soldados que no son más que piel y huesos. En todo el país hay una hambruna que se compara con la peor que se encuentra en África. La desnutrición crónica ha llegado a un punto en el que muchos efectos son irreversibles (30).
Un estudio de niños de 6 meses a 7 años estableció que un 16% sufría de desnutrición aguda – es una de las tasas más elevadas de consunción del mundo. Un 3% de los niños sufría de edema. Un 62% de los niños sufría de desnutrición crónica. Un 61% tenía un peso más bajo que el normal moderado o grave. La desnutrición crónica puede resultar en atrofia irreversible (31).
Además, la desnutrición debilita el sistema inmunológico, haciendo que la población sea aún más vulnerable a los contagios. Y la falta de combustible para hervir agua ha causado un aumento de las enfermedades transportadas por el agua. Sin electricidad ni carbón, los hospitales y las clínicas se han convertido en centros de desesperación, donde sólo los desesperados buscan tratamiento (32).
La situación en la RDPC ha hecho que el país sea aún más vulnerable a los desastres naturales. El país carece de las reservas energéticas para recuperarse de los desastres naturales de 1995-19997, y mucho menos para poder resistir los del futuro. La infraestructura está fragmentada y deteriorada. Es una amenaza muy real que partes de la infraestructura, como la red eléctrica, pueden fallar por completo. Una falla total de la red de energía eléctrica resultaría en una pérdida casi total de las cosechas (33).
Hasta ahora, la gente de la RDPC ha afrontado conjuntamente esta crisis. Pero es muy posible que la continuación de las privaciones resulte en rivalidades, fragmentación regional, ruptura social y luchas intestinas. A la sociedad rural le va mejor actualmente que a la población urbana, y en realidad está absorbiendo trabajadores urbanos para ayudar a satisfacer la creciente demanda de fuerza laboral en la agricultura. Pero el empeoramiento de las condiciones y la huída generalizada de las ciudades podrían llevar a confrontaciones violentas. Es incluso posible que la inestabilidad rural conduzca en última instancia a una guerra civil.
Modelo para desastre
La historia de la RDPC a través de los años noventa demuestra cómo una crisis energética en una nación industrializada puede conducir a una ruptura sistémica total. Es particularmente importante que se note cómo la crisis energética tiene ramificaciones en toda la estructura de la sociedad, y cómo varios problemas actúan para agravarse mutuamente y conducir el sistema hacia el abismo. La consecuencia más seria para la gente es el fracaso de la agricultura moderna y la desnutrición resultante. El colapso de la infraestructura no sólo hace que sea más difícil afrontar la decadencia de la agricultura y otros desastres inmediatos, sino también lleva a una amplificación de la crisis y a una mayor desintegración social.
Los diversos impactos remotos y los numerosos problemas interrelacionados hacen que sea casi imposible remediar la crisis. Incluso en una economía saludable, es dudoso que Corea del Norte pueda reparar su sociedad degenerada. Aunque el problema original puede haber sido una falta de carburante, ya no puede ser corregido a través de un simple aumento del suministro. Actualmente, será necesario un esfuerzo internacional para salvar al pueblo de Corea del Norte. Y considerando la actual animosidad política entre la RDPC y EE.UU. es dudoso que ese esfuerzo pueda tener lugar.
La dolorosa experiencia de la RDPC subraya que el manejo de una crisis energética no es sólo cosa de encontrar un modo alternativo de transporte, una fuente alternativa de energía, o un retorno a la agricultura orgánica. Estamos hablando del colapso de un sistema complejo, en este caso de un sistema social que se desarrolló gradualmente de una sociedad agraria de trabajo intensivo a una sociedad industrial/tecnológica apoyada en carburantes fósiles. No es posible volver simplemente atrás de inmediato hacia una sociedad agraria, o dar un salto adelante hacia alguna sociedad ignota de alta tecnología. Los sistemas complejos cambian gradualmente, poco a poco. Confrontado con el cambio inmediato, un sistema complejo tiende a derrumbarse.
Para un mundo que afronta el fin de la creciente producción de energía, esto significa que los cambios deberían haber comenzado hace decenios, para permitir una transición gradual. Recibimos una advertencia en los años setenta, cuando tal vez aún había tiempo para realizar una transición a una sociedad independiente de los carburantes fósiles. Ahora es simplemente demasiado tarde. Hablar de un futuro de hidrógeno, o de energía de punto cero, o de un gran avance en la fusión es perder el tiempo. Incluso si encontráramos una solución tecnológica fácil, no queda tiempo para hacer la transición.
Esto no quiere decir que nuestro futuro tenga que ser sombrío. Podríamos hacer una transición a una sociedad más simple. En realidad, si logramos concentrar nuestros esfuerzos para aliviar la decadencia y construir un sistema social equitativo y democrático, podríamos posibilitar una existencia confortable para nosotros y para las generaciones por venir.
En la parte dos de este artículo, el autor considerará cómo Cuba ha afrontado su propia crisis energética, y utilizará este ejemplo positivo para señalar algunos caminos para que la civilización industrial pueda manejar la transición de una agricultura dependiente de carburantes fósiles.
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1 Fuel and Famine: Rural Energy Crisis in the Democratic People’s Republic of Korea, William, James H., Von Hippel, David, Hayes, Peter. Institute on Global Conflict and Cooperation, Policy Paper 46, 2000. http://repositories.cdlib.org/cgi/viewcontent.cgi/article=1028&context=igcc
2 Demand and Supply of Electricity and Other Fuels in the Democratic People’s Republic of Korea, Von Hippel, D.F., and Hayes, Peter. Nautilus Institute, 1997.
3 Op. Cit. See note 1.
4 Ibid.
5 Causes and Lessons of the «North Korean Food Crisis», Boys, Tony. Ibaraka Christian University Junior College, 2000. http://www9.ocn.ne.jp/%7Easlan/dprke.pdf
6 Op. Cit. See note 1.
7 Ibid.
8 Op. Cit. See note 5.
9 Modelling future oil production, population and the economy, Laherrère, Jean. ASPO Second international workshop on oil & gas, Paris, May 26-27 2003. http://www.oilcrisis.com/laherrere/aspoParis.pdf
10 DPR Korea: Agricultural Recovery and Environmental Protection (AREP) Program, Identification of Investment Opportunities, Vol. 2: Working Papers 1-3. United Nations Development Programme And the UN Food and Agriculture Organization, 1998.
11 Ibid.
12 Op. Cit. See note 2.
13 Op. Cit. See note 1.
14 Ibid.
15 Ibid.
16 «…el costo de energía de la síntesis de amoníaco incluso en grandes fábricas modernas promedia sobre 40 40 GJ/tN, of which 60 percent is feedstock and 40 percent is process energy. It is unlikely that the DPRK fertilizer factories can produce ammonia for less than 50GJ/tN. Further, because ammonia requires special storage and application, most of it is converted to liquid or solid fertilizer (e.g. urea) for easy shipping and application. The conversion of ammonia to urea requires an additional 25 GJ/tN. Since one barrel of oil represents approximately 6GJ of energy, and one ton of nitrogen in urea requires 75 GJ (or more) to produce, to run the DPRK’s (three) fertilizer factories at capacity for a year would require: (75 ÷ 6 = 12.5) × 400,000 = 5,000,000 …or at least 5 million barrels of oil, roughly a quarter of the amount of oil imported annually into the DPRK in recent years.»
Op. Cit. See note 5.
16 Op. Cit. See note 10.
17 Op. Cit. See note 2.
18 Op. Cit. See note 1.
19 Ibid.
20 Special Report: FAO/WFP Crop and Food Supply Assessment Mission to the Democratic People’s Republic of Korea. FAO, Global Information and Early Warning System on Food and Agriculture, World Food Programme, November 12, 1998. http://www.fao.org/waicent/faoinfo/economic/giews/english/alertes/1998/srdrk981.htm
21 Ibid.
22 Op. Cit. See note 2.
23 Op. Cit. See note 1.
24 Op. Cit. See note 10.
25 Op. Cit. See note 1.
26 Ibid.
27 Ibid.
28 Op Cit. See note 20.
29 Op. Cit. See note 1.
30 Op. Cit. See note 5.
31 Ibid.
32 Op. Cit. See note 1.
33 Ibid.
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