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El Plan Bush de "Asistencia a una Cuba Libre" y su actualización ahora por el Departamento de Estado

Crónica de una guerra anunciada

Fuentes: Granma

El 20 de mayo del 2004, con pompa y fanfarria, George W. Bush anunció su Plan para la anexión de Cuba. El interminable engendro -más de 450 páginas- provocó una andanada de críticas provenientes de todas partes. Ante todo, del pueblo cubano, a quien se le amenaza con el exterminio y con la liquidación de […]

El 20 de mayo del 2004, con pompa y fanfarria, George W. Bush anunció su Plan para la anexión de Cuba. El interminable engendro -más de 450 páginas- provocó una andanada de críticas provenientes de todas partes.

Ante todo, del pueblo cubano, a quien se le amenaza con el exterminio y con la liquidación de su nación. Cuba, según dice con todas las letras el siniestro Plan, simplemente desaparecería, dejaría de existir. Repasemos rápidamente lo que sucedería aquí si llegara a aplicarse lo que Bush aprobó:

· Devolución a sus antiguos dueños de todas las propiedades, incluidas todas las viviendas de las que millones de familias serían desalojadas, en menos de un año y bajo la supervisión y el control del gobierno norteamericano mediante la Comisión del gobierno de Estados Unidos para la Devolución de Propiedades.

· Se privatizarían completamente todos los aspectos de la economía incluyendo la educación y los servicios de salud; serían disueltas todas las cooperativas y restaurados los viejos latifundios; eliminarían la seguridad y asistencia social incluyendo todas las pensiones y retiros, y organizarían para los ancianos un programa especial de obras públicas que los emplearía mientras su estado de salud se los permita; se aplicarían rigurosamente las pautas del neoliberalismo más crudo. De todo esto se encargaría otro aparato gubernamental yanki, el Comité Permanente del gobierno de Estados Unidos para la Reconstrucción Económica.

· Como llevar a cabo lo que antecede encontraría la tenaz e invencible resistencia del pueblo («no será fácil», reconoció Bush en el mentado documento), darían la máxima prioridad a la represión masiva y generalizada: contra todos los militantes del Partido, todos los miembros de las organizaciones sociales y de masas y también «otros simpatizantes del Gobierno», según afirma el texto que advierte (¿hacía falta?) que «la lista -de las víctimas de la represión- será larga». De esto igualmente se ocuparía directamente el gobierno de Estados Unidos con un aparato represivo «organizado y dirigido por el Departamento de Estado».

· La dirección de este programa estaría en manos de un burócrata designado por Bush con el pomposo cargo de «Coordinador para la transición y reconstrucción de Cuba», una especie de interventor y Gobernador General para la Isla como lo fuera hace más de un siglo el General Leonard Wood. Tendría las mismas funciones -incluso igual título- que las que desempeñó el señor Brenner en el Iraq destrozado e invadido. Solo que en el caso de Cuba el Coordinador ya fue designado, un tal Caleb McCarry, quien ha visitado algunos países europeos para recibir desvergonzada complicidad. Su anticipada designación fue presentada por el propio Bush como prueba de que su Plan contra Cuba y los cubanos va en serio, no se queda en las palabras.

· El Plan Bush incluyó también medidas específicas contra los cubanoamericanos, a quienes se les restringió drásticamente los vínculos con sus familiares en Cuba, se les eliminó la licencia general para visitarlos y se les impuso la discriminatoria limitación de solo poder hacerlo una vez cada tres años si les otorgan un permiso especial para ello y todo dentro de la cruel y arbitraria redefinición del concepto de familia, del cual quedan excluidos los tíos, sobrinos, primos y otros parientes.

Para alcanzar su meta, el Gobierno norteamericano intensificaría sus acciones para poner fin a la Revolución cubana siguiendo tres líneas fundamentales: un bloqueo económico cada vez más riguroso, el aumento del financiamiento y el apoyo material a los grupúsculos mercenarios internos y una siempre creciente campaña de propaganda y desinformación.

Cualquiera sabe que ese empeño por derrocar a un gobierno de otro país, cambiar su régimen político, económico y social y someterlo a su dominio es un escandaloso ultraje a la legalidad internacional solo concebible en gente con mentalidad fascista.

Es tan obvio el carácter ilegal y agresivo del Plan Bush, tal su delirante desmesura, que fue objetado abiertamente hasta por entidades e individuos que son adversarios de la Revolución cubana y defensores de las políticas e intereses imperialistas. Ese fue el caso de algunos miembros del llamado Diálogo interamericano -incluyendo a conocidos enemigos de Cuba- que emitieron una carta pública rechazando ese Plan porque ven en él un llamado a la guerra y la violencia. Hubo quien lo calificó de «aterrorizante» y como «lo más explosivo en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina en los últimos 50 años».

Bush consiguió algo que es el sueño de cualquier político norteamericano: unir el más amplio frente, desde la izquierda hasta la derecha. Solo que esta vez coincidían para criticarlo a él y a su endemoniado Plan.

Pero él contaba con algo a su favor. La misma prensa, los famosos medios de comunicación que lo acompañaron en mayo del 2004 y se hicieron eco de su show publicitario, supieron después guardar hermético, disciplinado silencio durante el resto de ese año y después. Algo que era «lo más explosivo» en medio siglo, sencillamente desapareció de la atención de los «informadores». El tema, simplemente, dejó de existir. Y así fue durante año y medio. Hasta diciembre del 2005.

De pronto, sin venir al caso, cuando ya todos habían olvidado el asunto, se anunció desde Washington que iban a emitir otro Informe sobre Cuba en mayo del 2006.

Se multiplicaron las especulaciones. Hubo incluso, entre los políticos y académicos que desde la derecha criticaron las barbaridades simplonas del Plan Bush, quienes imaginaron la posibilidad de una rectificación.

Llegó el 20 de mayo del 2006. Se inquietaron los medios y preguntaron. Pero nada sucedió ese día ni en los días y semanas siguientes. Los voceros oficiales respondieron con evasivas a las indagaciones de los periodistas. Hasta que unos y otros, una vez más, olvidaron el asunto.

Llegó la tercera semana del pasado junio y de modo extraño, sigilosamente, apareció en el sitio en Internet del Departamento de Estado fechado 06/20/2006. Pero, al parecer, nadie lo vio. Transcurrió una semana en la que voceros e informadores guardaron silencio total. Hasta que algunos medios de Miami y ciertas agencias noticiosas «descubrieron» lo que decidieron bautizar como «borrador». Curiosamente el hallazgo se produjo al mismo tiempo. Y no en cualquier momento, sino precisamente cuando comenzaba el más prolongado feriado de Estados Unidos que se extendería hasta el martes 4 de julio. Como para que la información fuera sepultada en medio de los fuegos artificiales, la retórica patriotera y las ventas especiales en sus centros comerciales con los que allá suelen recordar el aniversario de la Independencia.

El texto publicado ahora no se aparta ni un milímetro del Plan Bush. Todo lo contrario. Comienza por precisar que lo ratifica, saluda los supuestos éxitos que ha tenido su aplicación y sobre esa «sólida base» anuncia «medidas adicionales» para «acelerar» el fin de la Revolución cubana.

Esas medidas merecen ser analizadas y me propongo hacerlo más adelante.

Pero hay algo que exige la denuncia más enérgica y urgente. Algo absolutamente insólito.

Antes de exponer las «medidas adicionales», las que hace públicas, el Informe dice que existen otras contenidas en un anexo que permanece secreto por «razones de seguridad nacional» y para asegurar su «efectiva realización».

Después de haber divulgado todo lo que han divulgado -decenas de millones de dólares más para sus mercenarios, nuevas restricciones económicas y acciones ilegales contra el comercio internacional y la soberanía de Cuba y de otras naciones, castigos adicionales para los cubanos y para ciudadanos de otros países- y de haber hecho público hace ya más de dos años su Plan en que hasta el más mínimo detalle describe su intención de recolonizar a Cuba, después de todo eso, ¿qué es lo que a estas alturas tienen que ocultar con el máximo secreto? ¿Qué esconden por razones de «seguridad nacional y efectiva realización»?

¿Más ataques terroristas? ¿Nuevos intentos de asesinato contra Fidel? ¿La agresión militar? Tratándose de Bush y sus compinches cualquier cosa es posible.