Ese 15 de octubre del 2016 se celebraban en Alsasua (un pueblo navarro de 7.500 habitantes) la feria del ganado con un atractivo programa festivo en el que se incluyen deportes rurales, trabajos campesinos, concurso caballar y bovino, la gastronomía o el folclore. Como todos los años los vecinos de Alsasua se reúnen en las […]
Ese 15 de octubre del 2016 se celebraban en Alsasua (un pueblo navarro de 7.500 habitantes) la feria del ganado con un atractivo programa festivo en el que se incluyen deportes rurales, trabajos campesinos, concurso caballar y bovino, la gastronomía o el folclore. Como todos los años los vecinos de Alsasua se reúnen en las bajeras a almorzar para luego participar en las distintas actividades lúdicas. Entrada la tarde como es costumbre en el País Vasco se juntan las cuadrillas para realizar la tradicional ronda por los diferentes bares y tabernas. Un carrusel en el que se unen familiares y amigos disfrutando del jolgorio y alegría. Muchos deciden retirarse a sus casas cuando el reloj señala la media noche pero otros, por el contrario, no claudican y prefieren continuar la juerga. Uno de los bares que permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada es el Koxka. Allí van a parar una clientela variopinta (en su mayoría jóvenes euskaldunes) que han decidido alargar la fiesta hasta el amanecer bebiendo cubatas, gin-tonic, chupitos, o chatos de vino y quién sabe que otros brebajes. Como es usual suena a todo volumen las estridentes notas del rock radical vasco.
A eso de la 4:40 de la madrugada igual que en las películas del lejano oeste se abren las puertas del bar e ingresan 4 personas a las que todo el mundo se queda mirando fijamente. Son dos hombres y dos mujeres muy conocidos por los vecinos. La gente murmura en voz baja palabras inaudibles, otros ponen cara de malas pulgas y fruncen el ceño. ¿Pero éstos por qué tienen que venir a incordiar? -algunos se preguntan. Estamos en un pueblo netamente euskaldun (habitantes navarros que declaran su adhesión al País Vasco histórico) la mayoría son vasco parlantes y tienen muy claro cuáles son implicaciones políticas en cuanto a la lucha de liberación de lo que ellos denominan Euskal Herria. Navarra o Nafarroa. Nafarroa es la madre de Euskal Herria para que nos entendamos. Los españolistas lo niegan por completo y prefieren hablar del reino de Navarra (separado de las «provincias vascongadas») El principal anhelo de los euskaldunes, por supuesto, es lograr la independencia del reino de España (recalquemos que lo de reino es porque España no es un estado, ni una nación sino un reino cuyo soberano es Felipe VI).
En Alsasua o, mejor dicho, Altsasu-en euskera– la mayoría de la juventud se declara abertzale y separatista. Por eso el pueblo tiene fama de borroka (combativo). -El ayuntamiento está regido por un alcalde de Geroa Bai– Tras la desaparición de ETA la estrategia de los grupos nacionalistas radicales ha cambiado por completo. La justicia española ha intentado desmovilizar la rebeldía ilegalizado numerosas asociaciones juveniles como Haika, Segi, Jarrai (a las que acusaban de ser la cantera de ETA) Ahora han surgido nuevos movimientos tales como Alde Hemendik, Ospa Mugimendua, Etxerat, Senideak, que cuenta con miles de simpatizantes y el apoyo de Bildu, Sortu y Ernai. Su principal reclamo es: «que se vayan, que se vayan los txakurras, los guardias civiles o la policía nacional» -a los que denominan «fuerzas de ocupación españolistas»-
El cuartel de la Guardia Civil de Alsasua se encuentra situado en la calle de Ameztia ya en las afueras del pueblo y muy cerca de la estación de trenes. En la entrada del mismo sobresale un gran letrero que en letras mayúsculas reza: «Todo por la patria». El cuartel es una especie de condominio rodeado por vallas y unos muros de protección. (Para prevenir posibles atentados) Realmente es un gueto donde se alojan los Guardias Civiles y sus familias (dada su localización no existe un contacto directo con los alsasuarras) Este es el único sitio en todo el pueblo donde ondea altiva la bandera rojigualda. Cualquiera que pase por allí se dará cuenta que parece más bien un bastión del españolismo, una reserva de ese nacionalismo español nostálgico de la «una, grande y libre» Para el gobierno central, es decir, la cúpula más reaccionaria del PP, la lucha antiterrorista sigue siendo una prioridad -aunque ETA se haya disuelto y entregado las armas- Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están decididas a desmantelar todo su entramado. En esta estrategia prima la represión policial y la judicialización vía Audiencia Nacional. La derrota de ETA –según el Ministro del Interior Juan Ignacio Zoido- debe ser total y absoluta. Imponer la paz en Navarra y las vascongadas (que es como denomina el ejecutivo al País Vasco) es una de las principales metas del gobierno del PP.
Simplemente por el hecho de ser joven, por la manera de vestir, llevar el pelo largo, piercing o tatuajes son signos que dejan entrever que el sujeto es sospechoso de pertenecer o apoyar al movimiento de liberación vasco y el separatismo. «Un cáncer que hay que extirpar de raíz» -según los altos mandos de Interior. Por lo tanto con regularidad se realizan continuos controles aleatorios en las carreteras en busca de radicales o activistas relacionados con el «entorno etarra». Casi siempre los retenidos son los jóvenes del pueblo a quienes someten a humillantes requisas e interrogatorios. La orden es intimidarlos para hacerles saber quién es el que manda. Hay que inocularles ese delirio de persecución que les cree miedo y psicosis. La misión también es infiltrase en estos grupos y conocer a fondo sus «malévolas intenciones». En todo caso del CNI y la Guardia Civil se mantiene alertas gracias al sistema de escucha de telefonía móvil y el seguimiento de las páginas radicales en Internet. El capitán Santiago Silvero del cuartel de la Guardia Civil de Alsasua habla alto y claro: «En las elecciones se les sigue apoyando a los etarras» «En este pueblo fue donde el 24 de octubre de 1977 nació la Mesa de Alsasua que se convertiría luego en Herri Batasuna».» La Guardia Civil continuará aquí tal y como lo ha hecho desde hace 172 años defendiendo la Constitución y el estado de derecho».
Las personas que inesperadamente han entrado en el bar Koxka a estas altas horas de la madrugada no son otras que miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, es decir, un teniente y un sargento de la Guardia Civil acompañados por sus parejas. (Cuyos nombres no han trascendido todavía) ¿Qué se les habrá perdido aquí en un lugar plagado de radicales vascos? Esto es algo inaudito. No pueden ser tan irresponsables a sabiendas que los jefes de la casa cuartel desde un principio les advierten que deben tomar las debidas precauciones pues se hallan en un «territorio hostil».
Definitivamente está es una provocación intolerable. El alcohol es el mejor catalizador para que se despierten en su inconsciente colectivo los fantasmas de todo lo que representa la Guardia Civil: el franquismo, el bombardeo de Gernika, la represión, la dictadura, la cárcel, el General Rodríguez Galindo, Intxaurrondo, Lasa, Zabala, torturas, desapariciones, asesinatos. Desde luego que este es un cóctel explosivo imposible de desactivar. En todo caso los Guardias Civiles son libres de estar donde se les plazca, ¿no? Aunque también es cierto que deben saber el sitio en el que se meten. Y por lo tanto que asuman las consecuencias. Los jóvenes abertzales se molestan e iracundos vociferan ¡alde hemendik! (¡fuera de aquí!) ¡Utzi pakean! (¡dejadnos en Paz!) Gritan excitados, les hierve la sangre de rabia y efluvios etílicos. Son momentos de gran tensión que presagian el peor de los desenlaces. Los guardias civiles se sientan junto a sus parejas y piden una consumición. -Estamos fuera de servicio y somos libres de hacer lo que nos venga en gana. Alguien les contesta -¡Txakurrak! ¡Torturadores! Y estalla una monumental bronca. Los jóvenes abertzales los empujan e insultan y a golpes los obligan salir del bar. Ya en la calle los rematan con una lluvia de puntapiés y puñetazos. Lo Guardias Civiles -de paisano- resultan malheridos y caen noqueados al suelo. Sus mujeres tratan inútilmente de protegerlos. A los pocos minutos se presentan agentes de la Policía Foral y varias patrullas de la Guardia Civil para intentar poner orden y calmar los ánimos exaltados. Los jóvenes se han amotinado al grito de ¡Alde hemendik! ¡Que se vayan, que se vayan de una puta vez, que se vayan para no volver! La tensión se dispara y se piden refuerzos (antidisturbios). Las fuerzas de seguridad ante el rumbo que van tomando los acontecimientos empuñan nerviosos sus armas reglamentarias. La Policía Foral comunica a sus superiores lo sucedido -tenemos una pelea en un bar-cambio- al parecer varios borrachos han armado una bronca. Inmediatamente son detenidos Jokin Unamuno y Aritz Urdangarín como responsables de la agresión a los Guardias Civiles y conducidos en una patrulla hasta los calabozos del cuartel de la Policía Foral en Pamplona (más adelante y fruto de las investigaciones serán detenidos otros 6 jóvenes).
Del mismo modo los Guardias Civiles son trasladados en ambulancia al Complejo Hospitalario de Nafarroa en Pamplona para curarles las heridas. Al día siguiente por consejos de sus propios mandos interponen una denuncia por agresión a funcionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado ante el Juzgado número 3 de Pamplona. Entonces la noticia se amplifica a través de los medios de comunicación y trasciende a nivel nacional e internacional. Es tal el escándalo que el Director de la Guardia Civil Arsenio Fernández de Mesa y la plana mayor se personan en Alsasua para interesarse por la situación de los heridos. Ellos son los que preparan el terreno para que se califiquen estas agresiones como un «acto terrorista». Dos días después los principales incriminados son puestos en libertad -bajo medidas cautelares-por la jueza del Juzgado número 3 de Pamplona.
Acto seguido el colectivo de víctimas del terrorismo COVITE denuncia ante la juez de Audiencia Nacional el «execrable crimen» para que se aplique la ley antiterrorista. La cúpula del gobierno del PP se muestra completamente de acuerdo y expresa sus muestras de solidaridad con los afectados: «este es un alevoso ataque al mejor estilo etarra contra la Benemérita» «Sin duda estamos ante un célula de peligrosos terroristas que hay que desactivar sin dilaciones». Mejor dicho, «un atentado, un vil linchamiento a unos heroicos guardias civiles que velan por el orden y la seguridad de España».
El caso Alsasua es un claro intento de politizar la justicia por parte del partido de gobierno. La jueza del juzgado número 3 de Pamplona se inhibe y traslada la instrucción a la Audiencia Nacional de Madrid. A los pocos días la Guardia Civil lanza la operación «Auziki» (morder) y se producen 10 detenciones en distintos puntos de Navarra y el País Vasco. Los presuntos terroristas son «extraditados» directamente a Madrid donde les toma declaración juez de la Audiencia Nacional quien decreta prisión incondicional sin fianza para los acusados. Posteriormente varios quedan en libertad a la espera del juicio (Donde según la fiscalía los testimonios y pruebas contra los «presuntos terroristas» prometen ser contundentes).
El reino de España tiene que dar muestras de firmeza y de ejemplaridad. Hay que domar a esos jóvenes borrokas decididos a pisotear la Constitución, la monarquía y la unidad de España. La fiscalía de la Audiencia Nacional pide para siete de los ocho acusados ( Jokin Unamuno, Iñaki Abad, Oihan Arnanz, Julen Goikoetxea, Jon Ander Cob, Aratz Urrizola y Adur Ramírez de Alda, Edurne Martínez) un total de 375 años de cárcel por los delitos de lesiones y amenazas terroristas.
En resumen, la guerra civil no ha terminado en el País Vasco. Todavía existe mucho odio inoculado en la sangre. Aunque ya han pasado 80 años la invasión y genocidio nazi-franquista (en el que intervinieron Hitler y Mussolini) una parte mayoritaria de la sociedad vasca se niega a olvidar estos hechos. De generación en generación se transmite la memoria histórica que es fundamental para explicar un fenómeno que en vez de atenuarse se recrudece. La dictadura franquista y su abominable represión ha sido el origen de ETA y del actual conflicto vasco. A pesar de que se ha terminado la lucha armada la resistencia continúa en otros ámbitos de la sociedad como el político, cultural o el lingüístico. Porque buena parte de los vascos no han renunciado a la independencia y a fundar una patria socialista. Además en las cárceles españolas permanecen cientos de presos políticos condenados por pertenecer a ETA y sus ramificaciones. Como dice un muchacho que prefiere no dar su nombre «aquí no habrá paz hasta que no se alcance la verdadera independencia» El gobierno español intenta pacificar las «vascongadas» (Euskal Herria) aplicando lo que ellos llaman la estrategia del palo y la zanahoria. O sea, por un lado la represión policial y por el otro la pedagogía de la paz y de la reconciliación en un vano intento por exorcizar la violencia (ya no armada sino de odio e indiferencia que pervive en todos los ámbitos de una sociedad dividida entre euskaldunes y españolistas). Son programas que se pretenden institucionalizar en la escuela, los institutos y universidades para promover la tolerancia y el entendimiento mutuo (el respeto a la diferencia).
Aunque la hidra venenosa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo prefiere en cambio que se apliquen la leyes con todo el rigor. De ahí que se decanten por la venganza y el escarmiento hasta que el entorno «etarra o pro etarra» se arrodille y pidan perdón por sus crímenes. Los condenados tienen que cumplir hasta el último día sus penas. La dispersión de presos y el castigo colectivo es el método más eficaz para rendirlos. El gobierno del PP y la justicia española se pliegan a sus veleidades. (Pacto Antiterrorista firmado por el PP y el PSOE) El objetivo es domar a las fieras para que acepten el estado de derecho, la democracia constitucional y el respeto a la monarquía y los símbolos patrios. «El reino de España es generoso con sus súbditos y sabe premiar sus lealtades».
Como es de suponer en Alsasua se respira un ambiente de amargura y rabia contenida. El tratamiento que se ha dado a través de los medios de comunicación españolistas al caso del bar Koxka ha sido deleznable. Se trata de una vil manipulación que pretende criminalizar a todo un pueblo. La gente prefiere callar, está muy ofuscada y nadie quiere hacer declaraciones. (Nosotros por tener pasaportes colombianos tuvimos mejor acogida) Son múltiples las muestras de solidaridad con los detenidos y sus familias por parte de las fuerzas políticas de izquierda a nivel regional y nacional y regional. Las multitudinarias manifestaciones que se han realizado para exigir la libertad de los detenidos son una muestra más de la indignación que ha despertado entre la ciudadanía. La principal demanda es que este caso sea juzgado por la Audiencia Provincial de Pamplona como un delito común y no como un acto terrorista.
Las espadas están en alto y ya veremos en los próximos meses cuál será el desenlace de este engorroso asunto que amenaza con minar aún más las relaciones entre el reino de España y Euskal Herria.
Solo algunas personas de manera anónima quisieron darnos su testimonio que hemos utilizado para construir este relato inédito. Igualmente el señor Javier Ollo, alcalde de Alsasua, nos recibió amablemente en el ayuntamiento concediéndonos la siguiente entrevista que trascribimos a continuación: https://youtu.be/gONBm57b_pA
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.