Conversar con Juan Valdés Paz reconcilia con la vieja charla, en la que, racional y pausado, el veterano investigador y politólogo cubano explica los problemas actuales de su país y de América Latina. Como se hacía, antes de la irrupción del discurso postmoderno, en los «grandes relatos» de las Ciencias Sociales, partiendo siempre de las […]
Conversar con Juan Valdés Paz reconcilia con la vieja charla, en la que, racional y pausado, el veterano investigador y politólogo cubano explica los problemas actuales de su país y de América Latina. Como se hacía, antes de la irrupción del discurso postmoderno, en los «grandes relatos» de las Ciencias Sociales, partiendo siempre de las estructuras, armazones y contextos en los que se insertan los hechos. Valdés impartió clases en la Universidad de La Habana e investigó en el Centro de Estudios sobre América y el Instituto de Historia de Cuba. Además, forma parte de la Unión de Escritores cubanos. Entre su producción intelectual destaca «Procesos agrarios en Cuba»; «El proceso de organización agraria en Cuba» y «El espacio y el límite: estudio sobre el sistema político cubano». También es compilador y prologuista de la obra del economista marxista francés, Charles Bettelheim.
-¿Cómo observas la correlación de fuerzas en América Latina, la realidad de los bloques en conflicto?
Con el advenimiento de los gobiernos de corte popular (Venezuela, Bolivia, Ecuador otros como Nicaragua y la preexistencia de Cuba), se ha consolidado un primer eje progresista en América Latina y el Caribe que impulsa procesos de cambio en la región. Promueven políticas antiimperialistas, desarrollistas, sociales y distributivas. Hay asimismo un eje centrista, formado sobre todo por Argentina y Brasil. Por último, existe un tercer eje conservador, alineado a Estados Unidos y comprometido con las políticas neoliberales. Está formado por los países andinos (menos Ecuador), Paraguay, la República Dominicana, casi todos los países de América Central (excepto Nicaragua) y sobre todo México.
-A ello se agregan diferentes mecanismos de articulación regional
Los alineamientos que te citaba se cruzan en los distintos esquemas de integración económica y concentración política en la región. Esto le confiere a cada uno de los mecanismos una cierta pluralidad. En la CELAC y en UNASUR encontramos países de los tres ejes mencionados. En ALBA y MERCOSUR se integran países de los ejes progresista y centrista. La OEA queda entonces para el eje conservador.
-¿Cuál es la realidad económica en el continente?
Los tres ejes se han visto beneficiados por las ventajas relativas que el mercado internacional ha ofrecido a la región, sobre todo por un incremento de la demanda de productos agrarios, mineros y petróleo. En América Latina se ha registrado en los últimos años un incremento del PIB del 5%. Aunque consideran los analistas que esa tasa se ha lentificado por una reducción de la demanda internacional por dos factores, fundamentalmente: la caída de la demanda china y la recesión europea. Además, al amparo del crecimiento económico y de un mayor peso de las políticas redistributivas (en los ejes progresista y centrista), se han rebajado a la mitad las tasas de extrema pobreza en la región, aunque se mantienen las características de fuerte desigualdad. De hecho, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas ha pedido políticas más orientadas a la disminución de las desigualdades.
-¿Qué rol desempeña en la región actualmente Estados Unidos?
Parecería que Estados Unidos trata de retomar sus intereses permanentes en América Latina y ponerla entre sus prioridades. El discurso de Obama se pretende más igualitario y concertador con la región, pero el sustrato de las palabras es un mayor despliegue militar (que cubre ya toda América Latina y alcanza hasta el círculo Antártico) y seguir considerando a la región el «patio trasero» en cuanto al control de los recursos.
-Se avistan en el horizonte diferentes procesos electorales. ¿Cuál puede ser la influencia en el equilibrio de fuerzas?
Una de las características de la región fue el despliegue de dictaduras militares entre las décadas de los 70 y los 90; actualmente, se celebran procesos electorales periódicos, que suponen un componente de presión sobre los gobiernos progresistas. De hecho, en los procesos electorales que se avecinan, algunos líderes no podrán optar a la reelección. Esto ocurre en Ecuador y Argentina. Y configura un escenario de riesgo. Porque siempre se abren así oportunidades para las burguesías locales y Estados Unidos, que pretenden desbancar a estos gobiernos o limitar sus ejecutorias, sea modificando la representatividad parlamentaria o acumulando poder en los gobiernos locales.
-¿Qué opinas de las recientes elecciones en Chile y Honduras?
Todo parece indicar que Bachelet vencerá en la segunda vuelta de las elecciones chilenas. En su programa electoral ha expuesto, con la resistencia de la derecha chilena, la socialización de la enseñanza y la modificación de la constitución pinochetista. En la primera vuelta, Bachelet no ha obtenido una mayoría cualificada para estos cambios. Tendrá que orientarse a buscar esa mayoría. Ya se verá si lo consigue. En Honduras, se ha dado una situación de «irregularidad» electoral, ya esperada, por la cual la derecha se ha declarado ganadora. La oposición ha impugnado las elecciones por fraude y se abre de ese modo un posible escenario de conflicto. Seguramente la derecha se mantendrá en el gobierno y los Estados Unidos se emplearán a fondo para defender el statu quo. Honduras es un gran enclave estratégico, fronterizo con El Salvador y Guatemala. Allí tiene Estados Unidos la mayor base militar de la zona y es también el país desde el que se impulsó la «contra» frente a la revolución sandinista.
-Otro mérito de la izquierda latinoamericana es la recuperación del término «socialismo» (por ejemplo, con el «Socialismo del siglo XXI»).
Sí, la región tiene ese mérito. Haber levantado el socialismo como alternativa al capitalismo, un socialismo que ofrece dos caras: el antiimperialismo y la lucha por el cambio social. El primero que reivindicó el Socialismo del siglo XXI fue Hugo Chávez, después le siguieron Correa, Evo Morales, Ortega y otros. En los discursos, la idea de Socialismo del siglo XXI enfatiza las diferencias y puntos de crítica respecto al socialismo de la centuria anterior. Se trata, además, de una recreación de esta ideología en términos latinoamericanos. Las políticas de los gobiernos progresistas de la región (sea Venezuela, Bolivia o Ecuador) se basa en un sector público fuerte, la regulación de la economía y políticas sociales avanzadas.
-¿A qué problemas se enfrenta el socialismo latinoamericano?
Primeramente, estos proyectos se impulsan en el marco de economías capitalistas y con presencia de sectores burgueses transnacionalizados (por ejemplo, el sector privado controla en Venezuela el 75% del PIB). A ello se agrega que actúan con el mismo sistema político heredado. En términos teóricos, tampoco se ha avanzado mucho más (salvo Chávez) en la conceptualización del Socialismo del siglo XXI. Se trata, además, de un debate muy condicionado hoy por el socialismo asiático, pues China (y otras experiencias) se han definido con características propias. Es decir, la idea del socialismo como fórmula universal ha quedado limitada. Tampoco la experiencia cubana sirve para toda la región. Cada sociedad tendrá que elaborar su transición al socialismo de acuerdo con sus condiciones económicas, históricas y culturales (por ejemplo, la presencia de pueblos originarios en Bolivia y Ecuador).
-Otro debate en liza es el que enfrenta el desarrollismo/extractivismo con la sostenibilidad/economía del «bien común»
Los polos de crecimiento del sistema económico internacional han dado lugar a una alta demanda de recursos económicos, de los que son ricos los países latinoamericanos (agua, tierra, minerales, petróleo, fuerza de trabajo). Anteriormente, la economía de estos países ya estaba dominada por las exportaciones en el sector primario. Este incremento de la demanda internacional (sobre todo de los países emergentes) ha dado la oportunidad a la región de incrementar la renta en el sector primario. Hay que tener en cuenta que una parte importante de este sector es de propiedad pública y, además, constituye la fuente más relevante de ingresos fiscales. El incremento de esas rentas ha otorgado capacidad a los gobiernos para implementar políticas sociales y desarrollar infraestructuras.
-En este punto se plantea la polémica
Sí, porque estos recursos generados por el sector primario (agricultura y minería) han abierto un debate entre los sectores de la izquierda de la región, en torno a las políticas llamadas «extractivistas», que justifican por la fragilidad de las economías (dependen de la coyuntura de los mercados mundiales). Por otro lado, están los costos ecológicos de estas políticas, a lo que se agrega que también han generado más ingresos para el capital transnacional. Tampoco han permitido financiar, como se prometía, un proceso de industrialización en la región (era ésta la gran coartada que utilizaban los gobiernos). Incluso países como Argentina, que ya tenían una importante industrialización, tampoco se han recuperado.
-Cuba. ¿Cómo observas las reformas en el modelo económico de la isla?
En 2008, la economía cubana inicia una nueva recesión, que revela dos tipos de problemas: la debilidad en relación con los mercados internacionales (baja inversión foránea, escaso crédito internacional, etcétera) y, en el frente interno, una fuerte desestructuración y altos niveles de ineficiencia económica. La respuesta que se le ha dado a esta situación es la elaboración de un nuevo modelo económico para después de 2015. Se ha impulsado asimismo el programa de los Lineamientos de la política económica y social.
-¿Ha habido participación popular en el diseño de estas directrices básicas de la política económica?
Precisamente una de las principales características de los Lineamientos es la alta legitimidad democrática: una consulta popular masiva en 2007; el sometimiento a discusión por las bases del partido, organizaciones sociales y centros de trabajo. En el proceso ha participado más de la mitad de la población cubana. De hecho, la mitad del articulado inicial fue modificado y ampliado con nuevos lineamientos. El resultado del proceso fue un nuevo proyecto aprobado en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y presentado al Parlamento, que lo discutió, hizo modificaciones y aprobó. Aunque también se han realizado críticas por algunas omisiones.
-¿Cómo van a aplicarse los Lineamientos?
Ése es realmente el principal problema. Hay en la opinión pública una demanda de más celeridad en la implementación. El gobierno ha asegurado una aplicación gradual, «cuidadosa», también en algunos casos «experimental» y siempre acompañada del oportuno marco jurídico. El marco temporal de los Lineamientos es el periodo 2011-2015. De entrada, un grupo de Lineamientos se pueden considerar un ajuste macroeconómico, sobre todo financiero, de la economía cubana, que presenta actualmente serios desequilibrios financieros. En este apartado se incluye la supresión de la dualidad monetaria.
-¿Qué cambios se plantean en la actual estructura económica de Cuba?
Por ejemplo, que el estado pase de ser el empleador del 90% a no más del 60% de la fuerza de trabajo; la coexistencia del sector estatal de la economía (que retiene las áreas principales) con los sectores de cooperativistas y cuentapropistas. Además, se pretende un mayor papel del mercado. Esto se complementa con un tercer grupo de directrices, que promueven una mayor desregulación y descentralización de la economía, por ejemplo, con un incremento de las relaciones mercantiles o favoreciendo una esfera empresarial autónoma. Sobre todo ello existe un debate interno muy intenso en la sociedad cubana.
-¿Cuál es el dibujo actual de la realidad económica de la isla?
La economía cubana aún no se ha recuperado de la gran debacle de los 90, como consecuencia de la implosión del campo soviético (en el periodo 1990-1993 se produce una caída del 40% del PIB en la isla). Lo cierto es que el sistema se mantuvo por la existencia de unos principios político-ideológicos sólidos, sustentados por las grandes mayorías del país. Se dieron ritmos de recuperación importantes en la propia década de los 90, que se incrementan a principios de 2000. Pero teniendo en cuenta siempre que el crecimiento en la década 2000-2010 es más lento que el anterior a los 90. En 2007-2008 se manifiesta una recesión económica. A partir de 2009 se produce la recuperación, con tasas de crecimiento económico del 2% que se mantienen hasta hoy. Es, ciertamente, una tasa inferior a la media de América Latina. El gobierno cubano ha expresado que con tasas de crecimiento del PIB inferiores al 4,5% no puede garantizarse el desarrollo. En conclusión, nos encontramos en una fase de recuperación, todavía no de desarrollo.
-¿A qué retos se enfrenta la economía cubana?
Primeramente, hay que considerar el contexto. El bloqueo al que Estados Unidos somete a la isla; la recesión económica mundial; y las restricciones crediticias y de inversión extranjera que por motivos político-ideológicos (no somos un país capitalista) padece Cuba. En cuanto a la recuperación económica que explicaba, aún no es suficiente en la agricultura cañera (el azúcar es una de las fuentes de calorías para los cubanos) ni en la ganadería vacuna (lo que afecta a la producción de leche y carne). El problema interno de la economía cubana, en general, y del sector agrario, en particular, es recuperar la seguridad alimentaria.
-¿Se está en la senda de lograrlo?
La agricultura no cañera se ha recuperado, pero todavía no cubre la demanda interna. Existe una tensión en la balanza comercial porque se importan muchos más alimentos de los que se exportan (actualmente, la seguridad alimentaria de la isla depende de las exportaciones). La clave de la recuperación reside, por tanto, en la dinamización del sector agrario. Hay, asimismo, una influencia de los mercados internacionales, dado que el incremento de los precios de los productos agrícolas obliga a destinar más recursos para la importación de alimentos, y además conduce a procesos inflacionarios.
-¿Qué está ocurriendo con la necesaria «dinamización» de la economía agraria?
En mi opinión, las medidas promovidas para el sector agrario no son suficientemente «integrales». Me explico. La clave es la necesidad de un nuevo sistema agrario. Se está actuando sobre determinadas áreas del sistema, pero no sobre el sistema en su conjunto, que incluye producción, comercialización, apoyo científico-técnico, incentivos, dirección económica sobre el sector, etcétera.
-Por último, ¿Qué puede enseñar Cuba a la Europa neoliberal de la austeridad y las políticas regresivas?
La principal característica del desarrollo promovido por la Revolución Cubana en los últimos 50 años son las políticas sociales: universales, gratuitas y extensas (educación, salud, cultura, deporte, etcétera). Esta política ha constituido una prioridad absoluta para la dirección de la revolución cubana; es cierto que con la crisis de los 90 del pasado siglo se vio afectada, pero antes que terminara la década de los 90 se regresó al gasto social de 1989. Y, después de los 90, ha continuado incrementándose el gasto social. Incluso en coyunturas de crisis económica, Cuba ha mejorado su posición en las clasificaciones de la ONU sobre Indicadores de Desarrollo Humano. Es decir, no tanto por el progreso económico como por las políticas sociales.
-¿Por ejemplo?
En cuanto a la educación, además de ser obligatoria, no existe el analfabetismo en el país. Hay una media de escolaridad de grado nueve (incluye estudios de primaria y secundaria). Asimismo, en las universidades cubanas estudian más mujeres que hombres. Respecto a la salud, la expectativa de vida se sitúa en los 80 años. Las tasas de mortalidad infantil son inferiores a las de Estados Unidos y muchos países desarrollados. Esta política social le produce a la población cubana una calidad de desarrollo humano y unos beneficios por la distribución de la riqueza que se dan en muy pocos países desarrollados y en ninguno del tercer mundo.
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