La embajadora de Cuba en España, Isabel Allende, presentó ante la prensa los aspectos que el gobierno de La Habana quiere denuciar ante la opinión pública internacional. Allende consideró que las medidas anunciadas por el gobierno de Estados Unidos para tratar de estrangular la Revolución cubana no son más que «una escalada de la agresión […]
La embajadora de Cuba en España, Isabel Allende, presentó ante la prensa los aspectos que el gobierno de La Habana quiere denuciar ante la opinión pública internacional. Allende consideró que las medidas anunciadas por el gobierno de Estados Unidos para tratar de estrangular la Revolución cubana no son más que «una escalada de la agresión de Estados Unidos contra Cuba, una escalada cruel y violatoria de los derechos humanos, tanto de los cubanos que viven en Cuba como de los cubanos que residen en los EE.UU». Las medidas anunciadas por Washington constituyen un ataque a los vínculos familiares, tomando para ello a los emigrantes cubanos como rehenes en este nuevo acto de violencia.
La embajadora enumeró algunas de las medidas anunciadas por la Casa Blanca como la restricción de viajar a Cuba por parte de ciudadanos o residentes en EE.UU., o las restricciones de ayuda económica a los familiares en Cuba. «Pero lo que es más grave es que se vuelve a retomar el tema del castigo a los posibles inversionistas en Cuba. Se vuelve a retomar el tema de la ley Helms-Burton», pudiédose llegar a castigar a empresas o filiales, de cualquier país del mundo, sólo por el hecho de que realicen inversiones en la isla.
Igualmente, los Estados Unidos van a realizar una campaña internacional de desprestigio hacia Cuba para tratar de acabar con las inversiones extranjeras, la afluencia de turismo o la ayuda o colaboración de terceros países. Y tratar de sumar a otros estados en esta agresión. Para ello la Casa Blanca difunde calumnias sobre Cuba, diciendo por ejemplo que hace un trabajo de desestabilización en América Latina, que está llevando a cabo un programa de armas biológicas o cuantas mentiras puedan ser útiles para su pérfido objetivo.
La embajadora tildó de «política de obcecación fascista que puede conducir a cualquier cosa», esta nueva vuelta de tuerca estadounidense y advirtió que el pueblo cubano demostrará fehacientemente su oposición a esta guerra económica. «No hay otra palabra -señaló- que identifique la escalada criminal de la agresión contra un pueblo al que tienen bloqueado económicamente desde hace más de 40 años sin que lo hayan podido doblegar».
El gobierno cubano ya ha anunciado que responderá aplicando algunas medidas para tratar de limitar los efectos del programa estadounidense, como son la suspensión de las ventas de productos que se venían realizando en divisas, el aumento de los precios de los carburantes, la priorización en la agricultura hacia la exportación y la disminución de los gastos e insumos importados. Al tiempo, el ejecutivo anunció que los programas de salud pública y educacionales, entre otros, no sufrirán variaciones. También afirmó que la tasa de desempleo se mantendría por debajo del 2,5% de la población activa, como está en la actualidad.
A preguntas de la prensa, Isabel Allende afirmó no descartar la posibilidad de una intervención militar contra Cuba por parte de los Estados Unidos. Y recordó que desde 1961, Cuba ha sido objeto de agresiones por parte de «mercenarios a sueldo de EE.UU. y grupos terrorristas radicados en Miami», y que han provocado más muertos que los fallecidos en las torres gemelas el 11 de septiembre. Cualquier gobierno que respete el derecho internacional debería oponerse rotundamente a este proceder, pues lo que se pretende hacer esta completamente en contra a todas las normas de la comunidad internacional.
Para Allende el anuncio de estas medidas va más allá de un simple guiño electoral a la extrema derecha de Miami, pues de hecho muchos residentes cubanos en aquel territorio se verán gravemente efectados. Es una política calculada y criminal para intentar acabar con la Revolución cubana.