La política de bloqueo, sanciones, embargos, acompañado de acciones de desestabilización, por parte de los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba, se remontan al inicio mismo del triunfo de la revolución cubana el 1 de enero del año 1959. Hoy, más que nunca es necesario hacer presente que la política de máxima presión que ejerce Washington, sobre la mayor de las Antillas, no ha disminuido un ápice y seguramente se incrementará previo a las elecciones del 3 de noviembre próximo.
Han sido 60 años de políticas de máxima presión, 11 presidentes los que han pasado por la Casa Blanca, todos ellos imbuidos del objetivo de derrotar a Cuba y sin embargo, ahí está la mayor de las Antillas. Año tras año, la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta una resolución condenatoria a la política de bloqueo, sanciones y embargos, exigiendo que esta conducta se detenga de inmediato. La última de ellas se aprobó en noviembre del año 2019 contando con 187 votos a favor, tres países (Estados Unidos, Brasil e Israel) votaron en contra y sólo dos (Ucrania y Colombia) se abstuvieron. Fue una nueva derrota de Washington contra Cuba. Una vez más, el máximo órgano de debate de las Naciones Unidas rechazó abrumadoramente el embargo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por Estados Unidos y conminó a ponerle fin, destacando su carácter ilegal y contrario al multilateralismo. La resolución se suma a las 27 que ya se habían adoptado desde 1992, cuando la Asamblea General empezó a votar cada año sobre la cuestión.
Estados Unidos, y su administración de gobierno, tras esta humillación internacional, activó un nuevo paquete de sanciones en la búsqueda del “estrangulamiento de la economía cubana” como suelen repetirlo en la Casa Blanca, en una prueba evidente, que su distanciamiento, en forma deliberada del respeto y protección de los derechos humanos, es parte de su actuar político. Por ejemplo, el prohibir desde el 11 de marzo pasado, los vuelos charter, efectuados por las líneas aéreas estadounidenses a los aeropuertos cubanos, excepto en la capital demuestra que el uso de medidas de presión, unilaterales e ilegítimas afecta, no sólo a los cubanos, sino también a ciudadanos estadounidenses, que no tienen la libertad de poder visitar determinados países “castigados”.
La violación del derecho internacional, por parte de la Casa Blanca, en forma especial lo establecido en la carta de las Naciones Unidas, se visualiza con la promulgación de la tercera sección extraterritorial de la llamada Ley Helms-Burton y la restricción contra las compañías de transporte que trabajan con la Habana, aplicando numerosas restricciones financieras y de concesión de visas, ejerciendo una presión constante, en el marco de la pandemia del Covid 19, por ejemplo, sobre los médicos cubanos que trabajan en el exterior. El anuncio de nuevas restricciones contra Cuba es una manifestación de la impotencia de Washington, parar tratar de romper la voluntad de este Estado caribeño e intentar imponer su visión del mundo y valores, que entran en contradicción con el respeto a las leyes internacionales y los derechos de los pueblos.
Las votaciones en la ONU y otras instancias de ejercicio de la opinión internacional han sido categóricas: no aceptar las medidas coercitivas contra Cuba por parte de Washington, solicitando abolir el bloqueo financiero y económico por completo, que permita garantizar el pleno desarrollo social y económico de Cuba y que a su vez implemente, en la práctica, el principio de igualdad soberana de los estados, garantizando los derechos legítimos de los ciudadanos de Cuba. Celebrada la sesión N.º 75 de la Asamblea General de las Naciones Unidas la administración estadounidense pregonando las penas del infierno para Cuba y su sociedad.
Hoy, en el marco de la pandemia por el Covid 19, las opiniones de funcionarios internacionales como la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos humanos, Michelle Bachelet han sido enfáticos “Las sanciones sectoriales de amplio espectro que aplican a países que enfrentan la pandemia del coronavirus, como Cuba y Venezuela, deben ser reevaluadas de manera urgente, ya que pueden tener una repercusión negativa sobre el sector de la salud y los derechos humanos. Es fundamental que se evite el colapso de los sistemas sanitarios nacionales, teniendo en cuenta de la explosiva repercusión que eso podría tener en términos de muerte, sufrimiento y ampliación del contagio”, afirmó Bachelet en un comunicado de la entidad. Washington no emitió declaración alguna.
Las medidas coercitivas de Washington contra La Habana devienen en cínicos e inhumanos, tomando en cuenta la situación pandémica global, en que todos los países luchan y tratan de resistir en forma conjunta, para evitar su propagación en sus sociedades y en el mundo. Ese contexto no ofrece ningún freno a la conducta de Washington, denunciada por Cuba y aliados, en múltiples ocasiones, al afirmar que con esa forma de establecer su política exterior, Estados Unidos dificulta la lucha del gobierno caribeño contra la pandemia, obstaculiza, por ejemplo, sus compras de medicamentos y de respiradores. Dificulta sus operaciones comerciales, interviene en las relaciones multilaterales en una clara violación del derecho internacional.
En informes de su cancillería Cuba afirmó que dos empresas médicas que habitualmente suministraban respiradores artificiales, clave en el tratamiento de casos graves del Covid 19, suspendieron sus relaciones comerciales con la isla al ser adquiridas por empresas estadounidenses (1). Al igual que dificulta la llegada de donaciones de kits de detección, guantes y mascarillas donadas por China, poniendo trabas a las empresas de transporte. Acciones que atestiguan el carácter criminal del sistema de sanciones unilaterales, que impactan en la vida y la salud de millones de personas, no sólo en Cuba, sino también en aquellos países sometidos a las presiones de Washington.
A pesar de la difícil situación interna que atraviesa Cuba, con la política de máxima presión ejercida por Estados Unidos, la isla y su esencia de internacionalismo ha sido solidaria contra viento y marea, enviando brigadas médicas a países como España, Italia, Venezuela, Nicaragua, como también países africanos, para apoyarlos y brindar servicios médicos calificados en el combate contra el Covid 19. Cuba ha enviado más de 40 brigadas médicas con unos 4,000 profesionales de la salud a más de 30 países, para colaborar en el enfrentamiento a la pandemia del Covid 19, que se unen a los más de 29,000 internacionalistas que ya prestaban servicios de salud en 59 países.
Por sus logros, por su solidaridad creo que Cuba merece ese aplauso mundial, merece un reconocimiento, porque sus acciones van encaminadas a defender uno de los derechos fundamentales del ser humano. El derecho a la salud, digna, con acceso y oportunidad. Una isla pequeña pero plena de coraje, sometida a ataques de su vecino del norte, desde hace seis décadas, combate la pandemia del Covid-19 en su territorio, pero es capaz también de entregar apoyo y solidaridad a decenas de países. Un ejemplo que merece reconocimiento y de ahí que se esté trabajando por solicitar al comité Nobel, que se otorgue el Premio Nobel de la Paz para la Brigada Médica Internacional Henry Reeve, como lo están solicitando cientos de organizaciones y personalidades del mundo.
El secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, en una carta enviada a fines del mes de marzo, pero plenamente vigente, pidió a los líderes del G 20, que levantaran las restricciones contra aquellos países sancionados, como es el caso de Cuba, que en el contexto de la propagación de la infección por el Covid 19, impiden el suministro de bienes y servicios esenciales, haciendo hincapié en la necesidad de ser solidarios. Un llamado similar se hizo el día 29 de abril del año en curso, cuando expertos en derechos humanos de la ONU, solicitaron a Washington que levantara las sanciones contra Cuba, pues afecta la capacidad de responder eficazmente a la pandemia del Covid 19 y amenaza el derecho a la vida y la salud de los sectores más vulnerables de este país. Se requiere que la ONU, sus instituciones adjuntas, la Unión Europea, parlamentos del todo el mundo, líderes de opinión levanten su voz y exijan el fin del bloqueo genocida contra cuba, de una vez, sin más dilaciones.
El llamado del mundo no ha encontrado recepción en Washington como era de esperar en una nación empeñada en destruir, en lugar de construir relaciones armónicas. Cuba, a pesar de ello y con el apoyo de países amigos y sus propias capacidades ha sido capaz de contender contra la pandemia. Incluso ha tenido el coraje, la voluntad y la generosidad de ayudar a otros pueblos. La estrategia insoslayable, para enfrentar la pandemia se basa en la solidaridad y la cooperación, valores que están en la esencia de una sociedad como la cubana, que los practica cotidianamente. Una Cuba que ha hecho del internacionalismo, su práctica de amor a la humanidad, entendida la patria como lo hacía su héroe nacional José Martí “Patria es humanidad”.
Nota:
- Se trata del fabricante suizo IMT Medical y de la empresa Autronic, que pasaron a formar parte de la corporación estadounidense Vyaire Medical, que tras ese paso expresaron su incapacidad para seguir haciendo negocios con Cuba.
Cedido por www.segundopaso.es