«A la Trova Cubana no se le debe traicionar porque es la Patria misma». Vicente Feliú No solo por los discursos académicos, políticos o económicos se entiende una sociedad. La creación popular llena espacios que el saber establecido no puede conquistar. De ahí que las artes conformen un discurso con valor estético que muestra, […]
«A la Trova Cubana no se le debe traicionar porque es la Patria misma». Vicente Feliú
No solo por los discursos académicos, políticos o económicos se entiende una sociedad. La creación popular llena espacios que el saber establecido no puede conquistar. De ahí que las artes conformen un discurso con valor estético que muestra, alejado de toda cuadratura, la realidad que la sustenta.
En el caso cubano la Trova Tradicional, la Nueva Trova, la Novísima Trova y toda la canción que tiene como base al hombre con su guitarra y su poesía, han jugado un papel esencial en la interpretación de nuestra realidad y la lucha por su transformación positiva.
Con la guitarra y sus sentimientos como armas, los trovadores representan una actitud ante la vida y una manera de cantarle al hombre, su entorno y sentimientos (González, 2010) .
Desde que en el balcón donde residió Luz Vázquez y Moreno, joven separatista del Bayamo de 1851, se entonaron los acordes de La Bayamesa comenzó una tradición musical apegada a la realidad nacional y que en un gran porcentaje estaba dedicada a la Patria y sus luchas, a la soberanía, a los héroes y a nuestras guerras. La historia de las guerras por la independencia y la historia de la trova están invariablemente unidas.
Con el triunfo revolucionario de 1959, otros trovadores tomaron la bandera y continuaron la tradición de cantarle a la mujer, a los amores familiares y a la patria nueva, soberana y libre. Esos trovadores también fueron y siguen siendo contestatarios y rebeldes contra lo mal hecho, nuestras insuficiencias, errores, intolerancias y burocratismo (Benemelis, 2011) .
En una entrevista de 1973 Silvio Rodríguez anotaba:
«Lo que se ha llamado Nueva Canción – y que prefiero llamar Nueva Trova – es, formal y técnicamente, un producto de los años que vivimos. No creo que pueda decirse que es la expresión acabada de la Revolución; pero sí la expresión del hombre de esta época, que es revolucionaria.
[…]
En las canciones que integran la Nueva Trova, el pueblo a veces puede reconocer su camino, sus emociones, la conciencia que la Revolución, ese gran generador, ha desarrollado en todos» (Nogueras, 2007).
En las nuevas condiciones de Cuba la música y en especial la que tiene como base la tradición trovadoresca, continúa no solo cantandole a la Patria, a sus héroes y a la unidad nacional, sino que ejerce de manera acertada la crítica a los males que ponen en riesgo el futuro de la nación.
La crítica es sin dudas una de las funciones del arte y por supuesto de la trova, una crítica que es esencialmente transformadora. A decir de Silvio Rodríguez e n entrevista publicada en el año 1975: «[…] puede ser útil (se refiere a la Trova) cuando, entre otros papeles, cumple una función crítica. Y no es porque se enfrente a la realidad críticamente, sino porque la asume […] Supongo que la eficacia de la crítica debe ir paralela a la profundización en la temática y a lo esclarecido en los conceptos. […] Es prácticamente imposible proyectarse revolucionariamente sin que esto implique una crítica, porque cada tarea por hacer significa una deficiencia por superar, un paso que avanzar» (Nogueras, 2007).
Detengámonos entonces en cómo los nuevos creadores del género trovadoresco ven a la Cuba contemporánea. Haremos referencia no solo a los que se pueden considerar trovadores clásicos. Entendemos, como Polito Ibáñez en entrevista al Portal Cubarte, que en Cuba los jóvenes cantautores dejaron de ser el trovador al estilo de Silvio, Pablo, Noel, Vicente y Sara. Es otro tiempo desde el punto de vista musical y político; es otro tiempo el que se vive. El pensamiento de izquierda es otro, y de alguna manera los jóvenes cantautores responden, consciente o inconscientemente, a ese otro tiempo, que tiene una sonoridad quizás más electrónica (Betancourt, 2006).
Pero no me digas más, qué tengo que hacer con lo que tengo
Cada época genera sus coplas. La Cuba del «período especial» tuvo sus cantores. Período difícil en nuestra historia por las limitaciones económicas resultado de la caída del llamado «Socialismo real» y el recrudecimiento del bloqueo norteamericano. Se caracterizó por la carencia de alimentos, útiles de aseo y un decrecimiento económico que casi llevó al país a la paralización absoluta de la actividad productiva, acompañada por crisis migratorias y los constantes planes desestabilizadores organizados con el auspicio del gobierno de los Estados Unidos.
La apertura a empresas extranjeras, la despenalización del dólar y otras medidas emergentes para salir de la crisis trajeron consigo diferencias sociales que resquebrajaron los valores de la sociedad cubana.
Autores noveles como Erik Sánchez, Ray Fernández y otros más consagrados como Marta Campos, Carlos Varela y Frank Delgado retrataron en sus canciones las dificultades y diferencias de la Cuba del «período especial». Temas como El obrero y El gerente de Ray Fernández constituyen una muestra de esas diferencias que estremecían a los cubanos.
En El obrero se escucha:
Pesa el trabajo y el sol, / cae sobre mi piel curtida. / Veo pasar desde mi cruz, / el lujo por la avenida. / Esta vida se me va, / como el salario de hoy. / Soy el pobre, / soy el loco, / el sacrificado soy. / El cubano, / el obrero mejor, / el que saca adelante al país. / El cubano que pincha con blanco y que te suda con gris.
(…)
Y el salario de mañana que bola´ / Con el salario de mañana…
A su vez en El gerente arremete contra los que ascienden a costa de sus principios morales.
Y se le dio la gerencia al fin, / y le creció una corbata. / Y en la cara acomodó esa expresión triunfadora, / del arribista que aflora como un Dios tras del buró. / Nuevo estatus y un peldaño más, / más filo en el viejo sable. / Tú el seguro, tú el mejor, / tú, el compañero confiable.
Y más adelante crítica los beneficios propios de esta condición social.
Ya la señora no lava más, / ya no limpia ni cocina. / Todo el tiempo se le va, / de compras en La Puntilla. / Arrellana´ en la silla de lo ocupada que está.
Por otra parte, la resistencia del pueblo cubano tomó forma en los versos de El necio de Silvio Rodríguez.
Yo no sé lo que es el destino, / caminando fui lo que fui. / Allá Dios, que será divino. / Yo me muero como viví. / Dicen que me arrastrarán por sobre rocas / cuando la Revolución se venga abajo, / que machacarán mis manos y mi boca, / que me arrancarán los ojos y el badajo. / Será que la necedad parió conmigo, / la necedad de lo que hoy resulta necio, / la necedad de asumir al enemigo, / la necedad de vivir sin tener precio.
El esfuerzo y la resistencia de los cubanos acompañado por el renacer de la izquierda latinoamericana hizo que una nueva generación de trovadores interpretara la realidad nacional desde otra perspectiva. En la sociedad cubana irrumpen un conjunto de cambios necesarios para consolidar el socialismo. Cambios liderados y ejecutados desde una perspectiva siempre revolucionaria que conducen a los jóvenes a adueñarse definitivamente del futuro, sabiéndose responsables de la supervivencia de la nación.
La Cuba que estos jóvenes descubren, casi todos nacidos en los años 80 del siglo pasado, está matizada no solo por su realidad sino por el conocimiento heredado de sus padres.
Cantores como el grupo Buena Fe, Polito Ibáñez, Eduardo Sosa, Tony Ávila y Adrián Berazaín se convierten en cronistas de su generación.
En el caso de Tony Ávila, temas como Regala´o murió en los 80 dan muestra de su vocación por expresar el momento que estamos viviendo, de hurgar en el pasado y de intentar vislumbrar el futuro.
Por su parte Adrián Berazaín, con sus canciones Te acuerdas, donde habla de su época de estudiante, en la Escuela Vladimir Ilich Lenin, La calle G y Matojo ya creció se enviste como juglar de estos tiempos. Los jóvenes de los 80, sus carencias, problemáticas y su falta de protagonismo en la Cuba de hoy, así como la emigración de un grupo de sus congéneres son parte del escenario dibujado en estas canciones. En Matojo… nos dice:
Nací en el 83, / naci 20 años después, / lo cual no significa nada, / Cantaba Gardel. / De los Beatles quedaban tres nada más, / la rumba por mi vecindad, / los rusos en todos lados, / y me quedé con gana de ir a Tarará. / Matojo ya creció, / no es un dibujo animado, / hoy es un tipo ocupado que no sale en la televisión.
Mi infancia perdió la cuenta, / al llegar a los 90, / y apagones y balseros, / e historias que se perdieron. / Y me tocó la escuela al campo y el servicio militar, / algunos que no pasaron, / lo que otros pasaron más. / Y aunque matojo no nadó nada, / hay quien apostó por la escapada, / no le va tan bien como quisiera / pero no le queda otra manera.
Al mismo tiempo otras problemáticas un tanto más relacionadas con la forma de pensarse a sí mismo los jóvenes, la copia de otras culturas y las propias diferencias sociales que hoy dividen a la juventud no tanto por la música que escuchan o la ropa que usan, sino por su trascendencia socioclasista. Los llamados Miquis, como norma, hijos de familias de mayores recursos, obsesionados por la moda y la ropa de marca comienzan a consolidarse como una tendencia social que privilegia el consumo. La canción inteligente, emprende contra ellos una cruzada que es esencialmente una cruzada contra el consumismo (Gómez, 2012).
La crítica a este comportamiento ostentoso por algunos sectores juveniles toma forma poética en la letra de la canción Pobre corazón del propio Berazaín, y que hace culto a otras composiciones musicales referentes al mismo asunto por cantautores de la talla de Rubén Blades, Joaquín Sabina y Erik Sánchez.
Esa muchacha, con sus ojos verdes Benetton, / un Chanel de excusa por olor, / y su vestido corto Cristian Dior. ¡Qué facha! / Lleva un celular / para cuando llame su papá, / tiene carro y lo saca a pasear / vive muy feliz en Miramar. ¡Qué estampa! / Pobre corazón, que no se da cuenta / Me la encontré, por supuesto, fuera de pecera. / Y me le acerqué como si fuera el galán de sus telenovelas. ¡Qué pena! / Pero como yo no soy ni Brad Pitt ni Alain Delon, / y solo llevaba por dinero un poco de mi buena intención, ¡desilusión! / Nunca más la he visto, / porque en su planeta yo no existo, / seguro que baila al ritmo repetido que rigen la moda, / y su pobre corazón; / es el rosado que la ayuda en su especulación.
Así las cosas, esta generación de trovadores retrata la realidad tal y como la viven pero siempre, como veremos al final de estas páginas, con un espíritu profundamente revolucionario.
Esta necesidad de reflejar la realidad queda plasmada en declaraciones a la revista Alma Mater del cantautor Tony Ávila:
Creo que mi generación tiene, como otras, la misión de expresar el momento que estamos viviendo, de traer al presente el pasado, de intentar vislumbrar o coquetear con el futuro.
No creo que todos los que estamos cumplimos del mismo modo. Pero sigue presente la misión de Pepe Sánchez, Sindo Garay, la que tuvieron y tienen Pablo y Silvio. Todos los trovadores tenemos ese deber, somos como los resortes ideológicos de la cultura por el tipo de compromiso que tiene la canción nuestra con la sociedad en que vivimos. Me siento responsable de cada palabra que estoy expresando. No todos estamos en busca de las entrañas del momento que estamos viviendo, pero muchos seguimos ese camino (Planas, 2012).
Pero la trova no es solo contemplación pasiva de la realidad en la que les tocó vivir a sus cantores, hay un compromiso ante los males que afectan el desarrollo eficiente de la Isla y en particular con fenómenos que deben ser desterrados del entramado social cubano. En la denuncia ante estos males, la guitarra ha tomado partido.
El burocratismo, el fenómeno de la emigración y la necesidad de que se les dé a los jóvenes un papel protagónico en los cambios de Cuba, han encontrado espacio en las voces y cuerdas de esta generación de trovadores.
Una lúcida crítica al burocratismo que afecta a la sociedad cubana contemporánea, abordada en tiempos de Revolución por la magistral obra cinematográfica La muerte de un burócrata renace en Papeles, un tema del disco Sombras Amarillas de Polito Ibáñez. La burocracia entendida como una problemática arraigada en la esencia misma de la nación, una crítica que toma cuerpo en la imbricación de un fragmento de Papeles con la letra del Himno Nacional.
Papeles por nada, / la vida acuñada, / cultura elevada, / en papeles. / Papeles por nada, / papeles cuartada, / donde envuelves todo, / para mañana. / Papeles contaminados, / ridiculizados, / papeles disfrazados, / donde ponemos la historia que nos queremos decir, / y así vivir y vivir, / vivir y fingir. / Entre papeles vivir.
El burócrata, habituado a la rutina, aguarda las indicaciones metodológicas, sin evaluar propuestas propias, atenidas a las especificidades de su esfera laboral. Frena la iniciativa y la creatividad, olvida la función que le corresponde, evita buscarse problemas. Ducho en la elaboración de informes, ha instaurado la peculiar retórica del «no obstante» y del «estamos trabajando en esa dirección».
Muy fácil de identificar, el pequeño funcionario recoge migajas y choca diariamente con quienes acuden a oficinas de trámites o centros de servicios para cualquier diligencia. Genera colas, demoras infinitas, idas y vueltas a través de la ciudad, ofrece información insuficiente, fabrica razones de irritación y de pérdida de credibilidad en el papel y la eficacia de las instituciones (Pogoloti, 2012).
Sobre estas características embiste Tony Ávila cuando denuncia lo innecesario de un conjunto de trámites que hoy enlentecen procesos vitales de la población.
Por un asunto laboral, / en el lugar me personé, / acabadito de bañar, / y perfumado hasta los pieseses. / Con el carnet de identidad, / cuatro fotos que me tiré, / con mi expediente laboral, / y hasta el aval del comité. / Pensé qué me podrá faltar, / si la cuestión era sencilla.
(…)
Con todos estos ingredientes, / me dije este ´curralo´ es mío, / y yo que andaba con la corriente, / así le fui pa´ riba del lío. / Y me mandaron pal comité militar, / los militares me mandaron pa´ salud, / de salud me mandaron para educación, / de allí para la CTC municipal, / del sindicato para el registro civil, / y del registro no paré hasta la ONAT, / la ONAT me dijo llégate a la juventud, / la juventud me peloteó pa´ tribunal, / del tribunal para servicios comunales, / de comunales para el Poder Popular, / y allá a buscar los antecedentes penales, / y de penales, y de penales, / y de penales, para el circo nacional.
El propio Tony Ávila declaró a l Portal Cubasí:
Me gusta la trova inquieta, me meto en camisas de 11 varas porque me gusta hacer música sobre lo que somos, los cambios que están ocurriendo en el país, la emigración, el racismo, nuestras propias desigualdades… haciéndolo de una manera muy positiva porque siempre creo que mañana será mejor (Corzo, 2012).
Del mismo modo, la crítica a los dirigentes intermedios, uno de los reclamos más generalizados en la población y discutido con fuerza en los debates públicos también se materializa en las canciones con base trovadoresca.
Él no fue ni monitor en piadera / ni el más destacado en el volar. / Fue tan solo un gorrión cualquiera / con la buena suerte de viajar y llegar. / Y anidar, anidar en el Comité Central / Y no en algún tejado en San Miguel. / Y no es por presumir, / y menos, alardear / sandunguero por encima del nivel.
La emigración, un tema extremadamente sensible para el pueblo cubano, y que ha sido manipulado por la prensa extranjera y el gobierno de los Estados Unidos también ha sido tocado por nuestros trovadores desde varias de sus aristas.
La nostalgia por lo que se abandona, la confusión en la mente de los jóvenes, el deseo del regreso, las esperanzas perdidas de una salida legal por la intolerancia de mecanismos macabros, la arrogancia de los que vienen como si no hubieran nacido aquí dentro, el respeto y la admiración de otros, la búsqueda de ciudadanías foráneas para lograr mejoras económicas y sortear trámites absurdos para viajar y la firme posición de otros de quedarse a cuenta y riesgo son de los temas más tratados.
Canciones como Mis amigos se están yendo de Berazaín, Balsero de Tony Ávila y Cubañolito de Buena Fe y Frank Delgado surgieron bajo el influjo de esta problemática.
La necesidad de un socialismo más democrático e inclusivo, que reconozca en los jóvenes una fuerza indispensable para la transformación de la sociedad y que los trate como verdaderos sujetos de cambio y no como meros receptores de una herencia ya establecida, es de las temáticas que más subyacen en las composiciones trovadorescas.
Gente valiente me dio libertades, / ante los sueños de los valientes. / Valientes sueños, libertades / admirables, pero no suficientes.
Libre, libre / como el pensamiento impredecible. / Siendo objetivos y no tan libre, / lo menos manipulable posible.
Al igual que Buena Fe, Raúl Paz nos llama la atención ante la necesidad que tienen los jóvenes de decidir por ellos mismos su futuro.
Tengo mil deseos sin paredes. / Tengo una sombrilla, un gato pardo. / Tengo un par de enanos que me quieren, / y un televisor de contrabando. / Tengo cosas que decirte. / Tengo. / Tengo poesías que me salvan, / cada vez que tengo que ser libre. / Tengo una mujer que no se cansa, / de abrirme los brazos y de oírme. / Tengo pocas cosas, pero alcanzan / Tengo un rifle viejo, que aun me sirve / Pero no me digas más qué tengo que hacer con lo que tengo. / Mejor cada cual que use su verdad, yo así lo entiendo. / Yo así lo entiendo.
Sin dudas la canción trovadoresca entiende la necesidad de los jóvenes de proponer y hacer cosas nuevas, no necesariamente como las piensan otras generaciones, pero sin negar la Revolución. Eso es lo que significa continuidad, no repetir la historia, sino asumirla dialécticamente.
Mención aparte merecen dos producciones discográficas que marcan un verdadero punto de giro por el hecho de que todos sus temas versan sobre la realidad nacional.
El primero, sintetiza magistralmente los problemas y retos que tiene la sociedad cubana y desde una poesía totalmente comprometida reclama desterrar los errores, liberar las alas e ir a las esencias mismas de la nación. Segunda cita de Silvio Rodríguez es esencialmente un disco de la Cuba de estos tiempos y que ha dado vida a un blog administrado por el propio cantautor y que lo mantiene en contacto directo con su público.
Por su parte Reverse de X Alfonso marca una nueva filosofía no solo por su forma de abordar la realidad, sino también por la forma de distribución del disco, haremos referencia a Reverse por su discurso a pesar de que musicalmente es un disco de rock n’ roll, temas como ¿Cambiará? , Reverse, Noticia y De corazón son reflejo de la visión del autor de su país y su gente.
Para X Alfonso existe una clara necesidad de «[…] ver a los demás, escuchar a los demás, crear una forma de vida nueva. No se trata de que cada cual vaya hacia adelante sin mirar al de al lado. De eso no va. Se trata de ayudarnos entre todos y de levantar un país para el futuro y de educar a la nueva generación con los mismos principios del 59, pero con una mentalidad un poco más abierta» (Sánchez, 2012) .
Que Dios me libre de andar a la derecha
Es el álbum Segunda Cita de Silvio Rodríguez, como ya hemos mencionado, la expresión más acabada y sistémica de la crítica a los errores de la Revolución y del llamado a la construcción de un socialismo cada vez más justo y humano, necesidad propia de la época en que vivimos. A este llamado no escapa, con nuevas fórmulas, la nueva generación de trovadores.
Gran parte de la canción trovadoresca cubana entiende el socialismo como la única opción viable, definitivamente perfectible y que al mismo tiempo garantiza la subsistencia de Cuba como nación. Por este motivo en sus canciones, la crítica y el futuro socialista de la Patria están indisolublemente unidos.
Los nuevos cantores tienen el deber de potenciar la crítica y la transformación que son los elementos que sustancialmente los convierten en revolucionarios. Ninguna persona o proceso social puede auto titularse revolucionaria si estos dos adjetivos no están en su propia génesis.
La crítica, les permitirá distanciarse de toda forma de dominación, entender la realidad de manera más clara y separarse a pasos agigantados del sentido común, lo que les posibilitará convertirse en seres humanos más libres.
La transformación es la esencia práctica de todo revolucionario, lo que lo hace ascender a un escalón más alto, lo único que le permite dar un vuelco a su realidad tras haberse apropiado de ella, es la participación consciente en la construcción de un nuevo modelo social. Lamentablemente hoy, el término, participación consciente, ha perdido sustancia, y es entendido como la aceptación y cumplimiento acrítico de las tareas orientadas por la dirección.
Buena Fe en declaraciones a los administradores del blog La Joven Cuba en respuesta a una pregunta referente al trasfondo político-social de sus letras apuntaba:
«En el caso de Buena Fe, es un compromiso militante con la vida, con Cuba, con el ideal de un país y un mundo mejor. Desde el optimismo. Nunca desde la dejadez, desde el odio o desde las modas que intentan pintar a este país como el infierno que no es. Tampoco es un paraíso. Pero creemos que estos tiempos de esfuerzo, de lucha, de errores, de logros y de fracasos se han hecho en independencia nacional y han valido la pena. Nos equivocamos y mucho, pero también tuvimos logros y aun estamos en capacidad de multiplicarlos. Todos los años se pronostica que esto se va a pique y cada año estamos aquí, con los niños en sus escuelas. Mucho hay por hacer y creemos que las libertades conquistadas no son suficientes, pero es trabajando que se conquistan» (La Joven Cuba, 2012).
Construir el socialismo no solo abarca las obras civilizatorias, de mejoras de las condiciones materiales de vida y encontrar formas más efectivas de distribución de las riquezas, por sobre todas las cosas es la búsqueda de la realización de una obra libertaria, emancipadora, de superación del modo de explotación y dominación capitalista, de desarrollo de nuevas relaciones en el todo social, que abarca relaciones de propiedad, producción y se extiende al resto de las relaciones humanas, radicalizando la democracia, incrementando la participación en la sociedad, la superación del modo de pensar preexistente, la formación de una nueva persona y de una nueva cultura.
Por lo que un grupo importante de las canciones trovadorescas intentan advertir a los cubanos del cuidado del espíritu ante los fantasmas del consumo. Timbiriche y El mundo de los más de Tony Ávila, Quiero ser feliz, del grupo Buena Fe y A mí me gusta compay de Eduardo Sosa son muestras de ello.
Al mismo tiempo, la necesidad existente de superar viejas fórmulas que lejos de traer beneficios deformaron la construcción de la persona nueva, se ponen de manifiesto en temas como Gracias por el fuego.
Pero cómo no voy a quererte / ni de juegos quiero irrespetarte / lo que pasa es que tanto te quiero / que con la sonrisa no voy a engañarte / de lo que traen las cigüeñas jamás me he confia’o / porque cambian la ruta / y nos dejan colga’o / aparta ese pezón que se ve tentador / mi camino no fiebra sudor / quiero ser yo, ser yo / ser yo, ser yo. / No me regales más nada / no me regales / déjame ganármelo yo.
La necesidad de mantener vivos los sueños martianos, asumirlos tal como son, alejados de toda palabrería malsana y sobre todo la urgencia de decir que este país es solo posible con la fuerza creadora de todos queda reflejada en Todo el mundo cuenta, uno de los temas ya antológicos de Buena Fe.
Cómo escucharte sin esquizofrenia, / que el sucio oportunismo tantas veces premia. / Cómo te arranco del verso / dicho de memoria, / y te tatúo en el alma de todas las novias.
(…)
Cómo te me haces padre, maestro y asere; / sangre de los pobres, hermano en deberes. / Cómo fue tu tiempo tan ancho, de arriba abajo, / sin ordenador, Internet, ni un carajo. / Por eso creo en ti, /y no en los misereres, / que primero te nombran / y al final, te temen. / Puede ser que el sol, / puede ser que el sol. / Todo el mundo cuenta. / Todo el mundo cuenta. / Todo el mundo cuenta.
(…)
Todo el mundo cuenta. / La mar en calma, la mar violenta. / Todo el mundo cuenta. / La bruja, el enano, el príncipe y la cenicienta. / Todo el mundo cuenta. / El gallo bravo y aquel que se ahuyenta. / Todo el mundo cuenta. / Quien ve pero se calla y quien ve pero se enfrenta. / Todo el mundo cuenta. / Quien me da su casa y quien me la renta. / Todo el mundo cuenta. / Quien techa ciudades y quien las cimienta. / Todo el mundo cuenta. / Quien pichea a la diestra y a la siniestra. / Todo el mundo cuenta. / Quien busca y no resuelve, quien sufre y se reinventa. / Todo el mundo cuenta. / Verde, amarillo, rojo y magenta. / Todo el mundo cuenta. / Quien se regocija y quien se lamenta. / Todo el mundo cuenta. / Todo el mundo cuenta.
Recientemente Silvio Rodríguez ha dicho: «Ahora mismo parece estarse gestando en Cuba algo prometedor. Está en el aire, para los que lo perciben, y está siendo traducido en canciones, en arte que, aunque parece nuevo, tiene antecedentes»
Es finalmente la trova, esencia misma de la nación cubana, un arma de lucha de la nueva generación de hombres y mujeres que construye la sociedad nueva, un arma para entenderla y transformarla. Es definitivamente uno de los vasos comunicantes en el diálogo generacional al que está abocada la nación.
Que las nuevas generaciones encuentren por sí sola los argumentos y las motivaciones que los mantienen al lado del proceso revolucionario, será un factor clave para lograr la irreversibilidad de la Revolución como proceso social transformador. En esa búsqueda la trova tiene una enorme responsabilidad.
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