En La Habana de este 9 de noviembre, el sol combinado con la brisa fría de los primeros vientos del Norte atemperó las reacciones de sorpresa y duda causadas por una elección presidencial aparentemente lejana, geográfica y políticamente. El inesperado triunfo de Donald Trump en Estados Unidos dejó en mucha gente un extraño desconcierto -cuando […]
En La Habana de este 9 de noviembre, el sol combinado con la brisa fría de los primeros vientos del Norte atemperó las reacciones de sorpresa y duda causadas por una elección presidencial aparentemente lejana, geográfica y políticamente.
El inesperado triunfo de Donald Trump en Estados Unidos dejó en mucha gente un extraño desconcierto -cuando menos incertidumbre- por lo que pueda significar para el futuro de la normalización de relaciones bilaterales, ese proceso tan endeble aún.
Entre los asombrados está el economista cubano Juan Triana Cordoví, profesor de la Universidad de La Habana que esperó hasta bien entrada la madrugada, como muchos, para convencerse de un resultado que casi nadie vaticinó.
«Está claro que [Trump] conectó con mucha gente. Esa forma de hacer la campaña captó una parte importante de la idiosincrasia estadounidense. Ganó contra la maquinaria política demócrata e incluso contra la propia maquinaria política tradicional republicana. Creo que a todos nos preocupa una profundización de actitudes reaccionarias en la proyección internacional de ese país», comenta Triana a OnCuba, en un diálogo mediado por un café «entre americano y de la bodega».
«Yo, como casi todos los cubanos, tenía expectativas de que con Hillary la aceleración del ritmo de la normalización podría crecer. Pero también recuerdo siempre que fue un miembro de la familia Clinton quien firmó la Ley Helms-Burton, esa que codificó el embargo en Ley, incluso después de pasar varios meses diciendo que iba a normalizar las relaciones con Cuba».
«Sin duda, para Cuba es mucho mejor una relación de distensión con Estados Unidos que volver a una época de tensión, pero tampoco hay que perder el sueño. Experiencia tenemos», sentencia el investigador habanero, a esa hora ya cargado de las primeras lecturas que tratan de ponerle lógica y vaticinios al estupor.
«Mi interpretación es que ha llegado otra confirmación de que es el momento de seguir haciendo lo que corresponde hacer dentro de Cuba, para responder a nuestras propias necesidades».
«La virtud del proceso de cambios iniciado en 2007 y articulado en 2011 en el programa de los Lineamientos es la convicción de que tenemos un grupo de asuntos que resolver dentro de Cuba, y que los tenemos que resolver nosotros. Lo que puede ocurrir ahora es que el mundo sea más complicado para Cuba, porque como país de economía abierta que somos, recibiremos los impactos de los niveles de incertidumbre que ya generó Donald Trump en la economía mundial».
«Para Cuba una economía mundial inestable no es buena, porque nuestra economía es pequeña y esa incertidumbre nos afectará. Sabremos lidiar con eso, como antes se ha hecho, pero no va a ser fácil».
«Yo veo la elección de Trump como una tremenda oportunidad de seguir profundizando y consolidando este proceso de actualización en que está Cuba. Lo veo también como un hecho que otorga razón al presidente Raúl Castro, quien desde los inicios de su presidencia ha puesto como foco de su política fortalecernos internamente en el ámbito económico. No debemos esperar que venga de fuera lo que tenemos que hacer dentro».
Para Triana, puede ocurrir que Trump exija más condiciones a cambio de pasos con Cuba. Lo ha prometido, en una visita a Miami, «pero deberá conocer un poco más de nuestra historia», afirma el profesor.
Mucho del futuro dependerá de los asesores del nuevo Presidente y de sus relaciones con el resto del establishment republicano, con los congresistas cubanoamericanos reelectos también en esta elección. Pero mientras se aclara la posibilidad real de nuevo enfrentamiento, se le abre a Cuba la oportunidad de no demorar más la diversificación de su economía. Y a Barack Obama otra ventana de extender hasta máximos posibles su compromiso con el cambio a fondo de las relaciones de Estados Unidos con Cuba.
«El gobierno de Obama es, de las últimas once administraciones estadounidenses, la que ha hecho más por tratar de normalizar las relaciones entre dos actores desiguales; y todavía le quedan setenta días. Todavía hay muchas cosas que se pueden hacer, y ahí hay también una oportunidad».
Otros setenta días para Obama y Cuba
De acuerdo con Triana, «el presidente aún en funciones puede autorizar bajo licencias generales las actividades de comercio entre Cuba y Estados Unidos, las exportaciones desde Estados Unidos a Cuba y las importaciones en sentido contrario. Puede también autorizar que las empresas norteamericanas comercien con las empresas estatales cubanas e incluso determinadas inversiones de empresas de su país en Cuba… y todo eso lo puede hacer ahora, ya no tiene ningún compromiso con una futura presidente demócrata».
«Si acaso la administración Trump quisiera realmente echar atrás lo que ha hecho Obama, este es el momento para profundizar las relaciones económicas y volverlo todo más difícil de desmontar», apunta el economista.
«Es verdad que Cuba no significa lo mismo que China o México para la economía estadounidense, pero seguimos teniendo determinado interés para Estados Unidos. Obama ahora más que nunca debería sentirse con las manos totalmente sueltas…».
Fuente: http://oncubamagazine.com/sociedad/cuba-y-estados-unidos-70-dias-antes-de-trump/