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Cubanas abogan por vidas sin discriminaciones

Fuentes: SEMlac

Estereotipos, juicios discriminatorios y una cultura patriarcal que pervive en la sociedad conspiran con el desarrollo personal y profesional de las mujeres, que se abren paso con el doble o triple de esfuerzos que sus colegas hombres.

Así lo expusieron algunas de ellas durante un encuentro que, a propósito de la cercanía del Día Internacional de la Mujer, transcurrió en el espacio «Letras junto al mar», que conduce en la capital cubana la escritora Laidi Fernández de Juan.

La cita inició con un monólogo de la actriz Andrea Doimeadiós, quien encarnó el papel de su personaje Noelia Bermellón y se adentró desde el humor en los avatares de la vida cotidiana.

Las dificultades que deben vivir las mujeres en escenarios laborales y de vida eminentemente masculinos o donde prevalece la cultura patriarcal fue el hilo conductor del panel, que integraron cubanas de diversas profesiones.

Desde el universo de la industria tabacalera, hablaron Gricel Valdés, lectora de tabaquería, y Yolanda Medina, torcedora de tabaco.

«Ha sido una vida llena de muchas emociones», contó Valdés, de 70 años, quien siempre sintió como especial la aprobación que le dieron los tabaqueros con el sonido de sus chavetas, para dejarla en el puesto de lectora, tras unas semanas de leerles a prueba. Reconoció, a la vez, que se trata de un oficio que, a veces, le exigía mucho más de lo que podía hacer.

Yolanda, quien se define como mujer cubanísima, contó de la pobreza que vivió de niña. «Limpié pisos, cuidé niños y, gracias a las oportunidades que se abrieron para mí con el proceso revolucionario, fui a cursos, me superé y de ahí nació Yolanda la torcedora», relató, a sus 75 años, la trabajadora que igual recorría Europa en el desempeño de su profesión que los campos cubanos en la zafra tabacalera.

Las barreras machistas

Otro espacio donde las mujeres se han abierto paso es el de la práctica médica. Si bien en la actualidad hay mucho más aceptación para las que estudian Medicina, una carrera por demás que nació siendo profesión de hombres, todavía quedan situaciones discriminatorias y estereotipos que vencer, sostuvo la endocrinóloga Gilda Monteagudo.

«Las mujeres nacidas después de la Revolución cubana creemos que no hemos vivido discriminación, que somos fuertes y capaces de superar cualquier tropiezo, pero lo cierto es que los obstáculos están tan naturalizados que a veces no nos damos cuenta de que existen», valoró la especialista.

«Ser médico mujer en un lugar donde la mayoría son hombres es duro», aseguró al recodar sus inicios de recién graduada como doctora en una prisión de hombres.

No pocas médicas tienen que vivir estigmas en determinadas especialidades consideradas todavía como masculinas o experimentan discriminaciones solapadas o subestimaciones, sobre todo en espacios donde la mayor parte de los especialistas son hombres, agregó.

«Aunque digamos que hemos avanzado, que ya no tenemos un comportamiento machista, realmente hay cuestiones que tenemos sembradas en lo más profundo de nuestro subconsciente y siguen rigiendo nuestras actuaciones sin que nos demos cuenta», señaló y expuso como ejemplos los roles asignados familiar y socialmente a las mujeres, y asumidos por ellas, como cuidadoras y responsables de lo doméstico.

En cuanto a los cumplimientos laborales, ser mujer o madre es visto como un problema. Cuando ya existe la maternidad o hay posibilidad de que ocurra, los empleadores lo ven como una dificultad para el trabajo, agregó.

También sucede, dijo, que «a veces la sociedad nos excluye, pero otras veces nos excluimos porque terminamos renunciando al desarrollo profesional y las oportunidades, atrapadas en este tipo de creencias entronizadas».

Tampoco existe una adecuación para poder cumplir los compromisos, como las guardias médicas y asistenciales en el caso de la Medicina, expuso la doctora.

Romper silencios

Sobre la invisibilidad de las mujeres y el borrado histórico que se hace de su papel en las múltiples facetas de la vida habló la filóloga Teresa de Jesús Fernández, al presentar Libres para amar, libro publicado bajo el sello editorial Caminos, en alianza con SEMlac Cuba.

«Las mujeres somos una parte de la humanidad muy vapuleada y maltratada, cuando en verdad la humanidad no se sostendría si no estuviéramos nosotras», aseguró De Jesús Fernández, una de las entrevistadas para el libro y autora a la vez de varias de las historias que el ejemplar recoge.

Libres para amar es el primer libro dedicado exclusivamente a historias de vida de mujeres lesbianas y bisexuales en la nación caribeña.

Cuenta historias reales de unas 20 mujeres de todo el país, de diversas procedencias, niveles culturales, edades, profesiones, oficios y religiones, apuntó la presentadora. Ojalá que sirva para empezar a construir ese camino distinto, en el que las mujeres nunca debamos bajar la cabeza ni avergonzarnos de nada, agregó De Jesús Fernández.

«Son historias muy profundas de resiliencias, de mujeres que, pese a la discriminación, el maltrato y el olvido, han logrado demostrar que son muy válidas, no solo para ellas mismas sino también para la sociedad», aseguró.
La filóloga sostuvo que hay también una cuestión política en ser una mujer lesbiana. «Las mujeres todas sufrimos mucho por vivir bajo el patriarcado, pero las lesbianas sufrimos aún más discriminación y estigma por ser disidentes de ese sistema de dominación patriarcal», señaló.

Debate y propuestas frente a violencias y femicidios en Cuba

Representantes de diversas organizaciones e instituciones cubanas se pronunciaron por articular esfuerzos desde los barrios, las normativas jurídicas, la comunicación, la academia, las organizaciones sociales, comunidades de fe y el activismo para prevenir y atender las violencias machistas.

«Estamos aquí para intercambiar, dialogar y hacer nuestra apuesta por la sociedad que queremos y por la protección de la vida de las mujeres y las niñas», expresó Izett Samá, coordinadora ejecutiva del Centro Memorial Martin Luther King Jr., institución que convocó al encuentro, realizado el 3 de marzo.

Como antesala del Día Internacional de la Mujer y a propósito del séptimo aniversario del asesinato de la líder lenca hondureña Berta Cáceres, la charla-taller «Mujeres en marzo» abordó diversos temas, con énfasis en las violencias machistas y los femicidios en Cuba.

Acerca de la violencia simbólica como expresión patriarcal que se reinventa habló la periodista Lirians Gordillo Piña, de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

En el contexto actual de crisis global, se les sigue reclamando a las mujeres capacidad de sacrifico y resiliencia sin fin, en lo que es también la perpetuidad de conceptos sexistas y patriarcales, comentó Gordillo y abogó por una apuesta clara del feminismo como política.

«Lo simbólico tiene mucho que ver con lo estructural que es necesario cambiar en la sociedad», expresó.

Ada Alfonso, psiquiatra y especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), se refirió al papel que tienen y deben jugar las instituciones. Abundó en la funciones de la escuela, que muchas veces hace un apoyo inconsciente a la violencia simbólica, cuando reproduce patrones patriarcales, no es capaz de detectar el acoso escolar, incorpora un lenguaje discriminatorio o difunde música sexista desde sus espacios de socialización.

«Tenemos que estar alertas permanentemente y no buscar todo el tiempo en otras y otros la responsabilidad de lo que nos pasa», aseguró la psiquiatra e invitó, a manera de auditoría social, a hacer los análisis y denuncias en el momento en que hace falta.

La experta se refirió al trabajo de los últimos años desde el grupo asesor para estos temas, en coordinación con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que ha permitido contar con una estrategia nacional para la atención de las violencias contra las mujeres y las niñas y en el espacio familiar.

Entre otros desafíos, mencionó la necesidad de tener una línea de ayuda dedicada y con recursos para atender estos casos, una comunicación que promueva el cambio y la transformación social, así como la denuncia oportuna e implicación de las instituciones que deben hacerlas.

Osmayda Hernández Beleño, del Secretariado Nacional de la FMC, destacó el valor de disponer también de un Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres y otras normas que ayudan en el camino de la prevención y atención de las violencias.

Insistió en la necesidad de que actores sociales, organizaciones e instituciones que tienen responsabilidades en el cumplimiento de todas estas acciones cumplan de manera responsable con lo que tienen establecido.

«El mayor reto está en lograr la capacitación, la sensibilización y la implementación de esas políticas», aseguró.

Durante el intercambio se habló de la importancia de contar con estadísticas y estudios nacionales disponibles acerca de la violencia hacia las mujeres y las niñas en el país, en el camino de poder evaluar las dimensiones y evolución del problema e implementar políticas, mecanismos y acciones que tributen a su prevención y atención.

La información oportuna de los casos de violencia en los medios públicos, especialmente los femicidios, debe contar con una comunicación acertada y el seguimiento adecuado de los casos, señalaron participantes en el debate.

Durante el taller se defendió la idea de desterrar la cultura de dominación que se irradia desde diferentes espacios sociales, como puede ser la escuela, y que también sostiene y reproduce las violencias; así como evitar la instrumentalización de estos temas con sesgo político.

Otras propuestas apuntaron a impulsar iniciativas y articulaciones desde la sociedad civil y en las comunidades, hacer un directorio de los comités de género de las organizaciones e instituciones para propiciar su articulación, trabajar en la formación de género en las escuelas y espacios comunitarios e impulsar la creación de consejerías sobre violencia de género.