Nota del autor:
“El término “técnicas de modificación ambiental” se refiere a cualquier técnica que – mediante la manipulación deliberada de procesos naturales – modifica la dinámica, composición o estructura de la Tierra, incluyendo su biota, litósfera, hidrósfera y atmósfera, así como también el espacio exterior” (Convención sobre la prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles, Naciones Unidas, Ginebra: 18 de mayo, 1977).
“Científicos militares estadounidenses… están trabajando en sistemas climáticos como armas potenciales. Los métodos incluyen un aumento en la intensidad de las tormentas y la desviación de ríos de vapor de la atmósfera terrestre con el objeto de producir sequías o inundaciones” (The late Rosalie Bertell).
Las armas de energía dirigidas (DEW por sus siglas en inglés) constituyen un sólido negocio de 5.300 millones de dólares (2022) que está programado que aumente a 12.900 millones de dólares para el año 2027. Este mercado militar-industrial impulsado por las ganancias es dominado por seis “contratistas de defensa”, incluidos Raytheon, Northrup Grunman, BAE Systems (plc), Boeing, Lockheed Martin y L3Harris Technologies.
Raytheon y BAE Systems también están involucrados en tecnologías que utilizan técnicas de modificación ambiental (ENMOD por sus siglas en inglés) en nombre de la Fuerza Aérea estadounidense (Michel Chossudovsky, agosto, 2023).
Comencé mi investigación sobre técnicas de modificación ambiental (ENMOD) en 2001, enfocándome en el Sistema de Antenas HAARP, en Gakona, Alaska.
Las instalaciones HAARP estaban en completamente operativas a partir de mediados de los años 90 con capacidades avanzadas.
A pesar de que HAARP fue clausurado en 2014, las técnicas de modificación ambiental se han vuelto altamente sofisticadas y precisas en los últimos diez años. La mayoría de los archivos han sido desclasificados.
En Estados Unidos, las armas de energía dirigidas (DEW) son objeto de investigación de numerosas agencias relacionadas al Pentágono, incluyendo a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA), el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea, la Oficina de Investigación Naval, entre otras.
Debido a la relevancia del debate climático, geoingeniería y técnicas de modificación ambiental (ENMOD), este artículo, que fue publicado en primera instancia por The Ecologist (7 de diciembre, 2007), presenta un resumen, así como también una historia. Asimismo, confirma el rol que juegan los contratistas militares privados en el desarrollo de HAARP, incluidos BAE Systems Inc y Raytheon.
Michel Chossudovsky, 17 de agosto, 2023.
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Aunque raramente aceptado en el debate del cambio climático global, el clima del planeta ahora puede ser modificado mediante una nueva generación de sofisticadas armas electromagnéticas. Estados Unidos y Rusia han desarrollado habilidades para manipular el clima para uso militar.
Las técnicas de modificación ambiental han sido utilizadas por el ejército estadounidense por más de medio siglo. John von Neumman, matemático estadounidense, junto al Departamento de Defensa de Estados Unidos, inició una investigación sobre la modificación del clima a finales de 1940, durante la Guerra Fría, y anticipó “formas de guerra climática aún inimaginables”. Durante la Guerra de Vietnam, se utilizaron técnicas de siembra de nubes que iniciaron en 1967 bajo el nombre de Proyecto Popeye, su objetivo era extender la temporada de monzones y bloquear el sistema de provisiones de los enemigos a lo largo de Ruta Ho Chi Minh.
El ejército estadounidense ha desarrollado capacidades avanzadas que le permiten alterar modelos climáticos de forma selectiva. Esta tecnología, que se ha estado perfeccionando bajo el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP), es un apéndice de la Iniciativa de Defensa Estratégica – “Guerra de las Galaxias” (Star Wars). [La instalación de HAARP fue cerrada en 2014. Desde entonces, se han implementado instalaciones más avanzadas]. Desde un punto de vista militar, HAARP es un arma de destrucción masiva que opera desde la atmósfera exterior y es capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos alrededor del mundo.
La modificación climática, según el Informe Final 2025 de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, “ofrece a los combatientes una vasta gama de posibles opciones para vencer o forzar al adversario”, capacidades que se extienden hasta desencadenar inundaciones, huracanes, sequías y terremotos:
“La modificación del clima conformará la seguridad doméstica e internacional y se podrá llevar a cabo de manera unilateral… Podría tener aplicaciones ofensivas y defensivas e incluso ser utilizada con propósitos disuasivos. La capacidad de generar precipitaciones, neblina y tormentas en el planeta Tierra o modificar el clima espacial… y la producción de un clima artificial forman parte de un conjunto de tecnología” (El clima como multiplicador de fuerza: Poseyendo el clima en 2025).
En 1977, la Convención Internacional fue ratificada por la a Asamblea General de las Naciones Unidas, la cual prohibió “el uso de técnicas de modificación ambiental con objetivo militar u hostil que tengan efectos extendidos, duraderos o severos”. Definió a las de técnicas de modificación ambiental como “cualquier técnica que – mediante la manipulación deliberada de procesos naturales – modifica la dinámica, composición o estructura de la Tierra, incluyendo su biota, litósfera, hidrósfera y atmósfera, así como también el espacio exterior”.
A pesar de que la esencia de la Convención de 1977 fue reafirmada en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés) que fue anunciada en 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, el debate sobre la modificación del clima para uso militar se ha convertido en un tabú científico.
Los analistas militares han guardado silencio sobre esta materia, los meteorólogos no han realizado investigaciones y los ambientalistas están enfocados en el Protocolo de Kioto sobre los gases de efecto invernadero. No se ha considerado la posibilidad de la manipulación climática o ambiental como parte de la agenda de inteligencia militar, pese a que se reconoce de forma tácita, como parte del debate más extendido sobre el cambio climático bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
El Programa HAARP
Establecido en 1992 con base en Gakona, Alaska, HAARP presenta un despliegue de potentes antenas que emiten, a través de ondas de radio de alta frecuencia, cantidades masivas de energía en la ionósfera (capa más externa de la atmósfera). Su construcción fue financiada por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, la Armada de los Estados Unidos y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA). Operado conjuntamente por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y la Oficina de Investigación Naval, HAARP está formado por un sistema de poderosas antenas capaces de crear “modificaciones locales controladas en la ionósfera”. Según su sitio web, www.haarp.alaska.edu, HAARP es utilizado para “inducir pequeños y localizados cambios en la temperatura de la ionósfera, de manera tal que se puedan estudiar las reacciones físicas mediante otros instrumentos ubicados en el mismo sitio o cerca de las instalaciones de HAARP”.
Sistema de antenas HAARP.
Rosalie Bertell, presidenta del Instituto Internacional de Asuntos de Salud Pública, dice que HAARP opera como:
“Un gigantesco calentador que puede causar graves alteraciones a la ionósfera, al crear no solamente agujeros, sino que también extensas incisiones en la capa protectora que impide que las radiaciones mortales bombardeen al planeta”.
El físico Dr. Bernard Eastlund lo denominó “el calentador ionosférico más grande que se ha construido”.
HAARP es presentado por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos como un programa de investigación, sin embargo, documentos militares confirman que su objetivo principal es “inducir modificaciones ionosféricas” con la expectativa de alterar los modelos climáticos y desestabilizar las comunicaciones y radares.
Según un informe de la Duma Estatal de Rusia (Parlamento ruso):
“Estados Unidos planifica realizar experimentos a gran escala bajo el programa HAARP [y] crear armas capaces de romper comunicaciones de radio y equipos instalados sobre naves espaciales y cohetes, provocar accidentes serios en redes eléctricas y en oleoductos y gasoductos, y tener un impacto negativo en la salud mental de regiones enteras”. *
Un análisis de las declaraciones emitidas por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos señala lo inconcebible:
La manipulación encubierta de los modelos climáticos, comunicaciones y sistemas de energía eléctrica como un arma de guerra global, le permite a Estados Unidos desestabilizar y dominar regiones enteras.
La manipulación del clima es el arma preventiva por excelencia. Puede ser dirigida en contra países enemigos o “naciones amigas” sin su conocimiento, utilizada para desestabilizar economías, ecosistemas y agricultura. También puede provocar caos en los mercados financieros y de productos básicos. La alteración de la agricultura crea una mayor dependencia hacia los programas de ayuda alimentaria y los productos de granos básicos importados desde Estados Unidos y otros países occidentales.
HAARP fue desarrollado como parte de una asociación angloestadounidense entre Raytheon Corporation, dueños de las patentes de HAARP, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y British Aerospace Systems (BAES).
El proyecto HAARP forma parte de las empresas colaborativas en sistemas de armas avanzadas entre los dos gigantes de defensa. El proyecto HAARP comenzó en 1992 por Advanced Power Technologies, Inc. (APTI), sucursal de Atlantic Richfield Corporation (ARCO). APTI (incluyendo a las patentes de HAARP) fue vendido por ARCO a E-Systems Inc, en 1994. E-Systems, tenía contrato con la CIA y el Departamento de Defensa de Estados Unidos, preparó el “Día del Juicio Final”, el cual “permite que el presidente pueda dirigir una guerra nuclear”. Posteriormente, adquirido por Raytheon Corporation, uno de los contratistas de servicios de inteligencia más importantes del mundo. BAES estuvo involucrado en el desarrollo de las etapas avanzadas del despliegue de las antenas de HAARP, bajo contrato en 2004 con la Oficina de Investigación Naval.
La instalación de 132 transmisores de alta frecuencia fue encomendada por BAES a su sucursal estadounidense, BAE Systems Inc. El proyecto, según un informe entregado en julio por Defense News, se llevó a cabo por el departamento de guerra de BAES’s Electronic. En septiembre recibió el máximo premio DARPA por sus logros técnicos en el diseño, construcción y activación del sistema de antenas HAARP.
El sistema HAARP es completamente operacional y, en muchos aspectos, empequeñece a los actuales sistemas convencionales y estratégicos de armas. A pesar de que no hay evidencia concreta de que su uso tenga propósitos militares, documentos de la Fuerza Aérea sugieren que HAARP es una parte integral de la militarización del espacio. Se podría esperar que las antenas ya hayan sido sometidas a pruebas de rutina.
Bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) tiene el mandato de “evaluar información científica, técnica y socioeconómica relevante relacionada con la comprensión del cambio climático”. Este mandato considera la guerra climática. “La geoingeniería es reconocida, pero las aplicaciones militares subyacentes no son objeto de análisis político ni de investigación científica en las miles de páginas de los informes y documentos del IPCC, basados en la experiencia y contribución de alrededor de 2.500 científicos, legisladores y ecologistas. La “guerra climática” es una amenaza potencial para la humanidad, pero ha sido excluida informalmente de los informes por los cuales el IPCC recibió en 2007 el Premio Nobel de la Paz.
Michel Chossudovsky. Profesor emérito de Economía de la Universidad de Ottawa, es fundador y director del Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research). Sus escritos se han publicado en más de 20 idiomas, es un activista antiglobalización y antibélico. Ha actuado como profesor visitante en organizaciones académicas en Europa del Este, América Latina y el Sudeste asiático, además de asesor de gobiernos en países en desarrollo y consultor de organizaciones internacionales como el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ha sido galardonado con la Medalla de Oro de la República de Serbia por sus escritos sobre la guerra de agresión de la OTAN contra Yugoslavia (2014).
Artículo original en inglés: Weather Warfare: “Beware the US Military’s Experiments with Climatic Warfare”.
Traducido y revisado en exclusiva por Elizabeth Torres para el Centro de Investigación Sobre Globalización (Global Research).